¿Piensan otros por usted?
La propaganda tiene poder. ¿Lo subyuga a usted? O ¿es usted dueño de su propia mente?
LA EDUCACIÓN le enseña a uno a pensar. Los propagandistas le dicen a uno qué pensar. Los verdaderos instructores presentan todos los aspectos de una cuestión y estimulan la discusión. Los propagandistas insisten porfiadamente en sus ideas y desaniman la discusión. Muchas veces sus verdaderos motivos están ocultos. De los hechos, entresacan y relatan las cosas favorables y ocultan las otras. Falsean y tuercen los hechos, y se especializan en mentiras y en verdades a medias. El blanco en el que tratan de dar son las emociones de usted, no su habilidad para pensar lógicamente. Muchas personas son víctimas fáciles de ellos debido a que no se precisa esfuerzo para sentir, mientras que pensar es una tarea ardua. Y el propagandista se asegura de dar a su mensaje el viso de parecer prudente, recto y moral, y le da a usted un sentido de importancia y aceptación si lo sigue. Usted está entre los inteligentes, no está solo, está cómodo y seguro... así dicen.
Los propagandistas le tienen poco respeto a la habilidad para pensar de la gente. Hitler escribió: “La inteligencia de las masas es pequeña. Su olvido es grande. Hay que decirles la misma cosa mil veces.” Lenin era más discerniente. Usó argumentos históricos y científicos para persuadir a la minoría instruida, pero refranes y verdades a medias para agitar a las masas, a las cuales consideraba incapaces de captar ideas complicadas. La pluma quizás sea más poderosa que la espada, pero a menudo se usa para prepararle el camino a la espada.
Trucos de los propagandistas
Los símbolos despiertan los sentimientos. Palabras como madre, hogar, justicia y libertad pueden acertar un golpe fortísimo al corazón. Los refranes son pegadizos y parecen estar atestados de sabiduría. Los hechos favorables se exageran; los otros se falsean o se ocultan. La oratoria a menudo sustituye al argumento sano, y desvía la atención de las verdades desagradables que no pueden esconderse. La técnica consiste en quemar un edificio en un sitio mientras se roba una tienda de víveres en otro.
La tiranía de la autoridad, el ridículo, los insultos contra el oponente, la difamación, la calumnia, la sátira o crítica personal... todas estas tácticas se utilizan con el fin de abrumar la mente de uno y tomarla por asalto. ¿La evidencia sana, el razonamiento, la lógica? ¡Enemigos mortales del propagandista! Por lo tanto él se esfuerza por echar fuera la razón y estimular la pasión. A medida que se agitan las emociones, el buen juicio mengua; y, bajo el ataque de palabras sarcásticas y retórica imprudente, se controla la mente. A veces la propaganda es de esta clase inflamatoria, pero hoy día gran parte de ella es más sutil. Muchas personas hoy son más refinadas y entrevén la intención de la oratoria bulliciosa; de modo que en vez de esto se usa la persuasión sutil.
Los anuncios de televisión se especializan en esto. Acostumbran asociar los productos con familias felices, jóvenes hermosas, hombres románticos, bebés graciosos, gatitos y perritos juguetones... en todo caso cosas deseables, pero que no tienen nada que ver con los productos. A menudo los programas de televisión son propagandísticos, en pro de la nueva moralidad, las metas materialistas, la satisfacción egoísta. Los noticiarios se presentan de modo parcial o exagerado. La mayoría de las parodias seriales son superficiales y vacías.
Pero hasta personas bien instruidas, refinadas, son víctimas de un tipo de propaganda muy injusto y falso. Este tipo de propaganda asume un porte de superioridad que descarta el punto de vista del oponente y lo trata como algo muy patético que en realidad no merece la atención. A este porte recurren muchos evolucionistas a fin de evadir las preguntas que no pueden contestar. No pueden probar su teoría. Así es que recurren a hacer aserciones y se mofan de todo el que se atreve a disputarlas. Y si alguien sugiere que la evolución está en conflicto con la Biblia, se ríen indulgentemente de las almas sencillas e indican que ellas necesitan esta muleta, pero que “las personas inteligentes saben que la Palabra de Dios es solo una colección de mitos antiguos.” No prueban ni sus aserciones ni sus difamaciones, pero por medio de la tiranía de la autoridad expresan sentenciosamente sus opiniones, aplastan las objeciones e intimidan a los opositores. Esto surte efecto, y personas que se supone que sean inteligentes y no saben nada de la teoría la creen debido a que “todas las personas inteligentes la creen.” Pero hablaremos más de esto en el artículo próximo: “La creación va a la universidad.”
¿Qué hay de usted?
Proverbios 14:15 declara: “El hombre simple cree cada palabra que oye; el hombre avisado entiende que se necesita prueba.” (The New English Bible) Hoy día muchas personas son como esponjas; absorben todo aquello en que se les sumerge. Es lo fácil de hacer. Para los músculos el ejercicio es una tarea ardua; el ejercer la mente es aún más difícil. Es mucho más fácil absorber aquello que nos rodea... y hoy día, por la mayor parte, eso es televisión, la página impresa, la radio y las películas. Sin embargo, hay algunos libros, filmes y programas de televisión buenos. El leer o ver éstos exige mayor esfuerzo mental. Así es que cada individuo tiene que elegir aquello con lo que va a alimentar su mente. Se dice que somos lo que comemos, y esto puede aplicar al alimento tanto para el cuerpo como para la mente. Prescindiendo de lo que usted lea, vea o escuche, pruébelo para determinar si es propaganda o verdad. “El dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos,” a fin de que no aprendan las verdades vitales de nuestro tiempo. ¿Qué hay de usted? ¿Dejará que otros piensen por usted, o lo hará por su propia cuenta? Hágalo por su propia cuenta y “la habilidad misma para pensar [lo] vigilará.” Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que necesitamos una guía buena y recta.—2 Cor. 4:4, 6; Pro. 2:11; Sal. 36:9; Jer. 10:23.