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Hallando gozo en el servicio de Dios hoy en díaLa Atalaya 1966 | 15 de octubre
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23. ¿Qué debe usted permitir que Dios le haga por medio de Su espíritu?
23 Si usted es una de esas personas excepcionales que quiere servir actualmente al Creador, que quiere darle devoción exclusiva, que quiere efectuar trabajo que es agradable a Sus ojos, que quiere recibir su aprobación y su don de vida, entonces permita que Jehová, por medio de su espíritu, cultive en usted la buena condición de corazón que es característica de su pueblo. Abra su corazón a las instrucciones de él. Que éstas desarrollen una actitud mental correcta en usted hacia Su servicio. Que las buenas nuevas de su Palabra y las verdades que transforman la vida lo aviven a usted para cultivar el gozo distintivo que puede hallarse en servir al Gran Dios del universo.
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“Abba, Padre”La Atalaya 1966 | 15 de octubre
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“Abba, Padre”
● Marcos el escritor del Evangelio que lleva su nombre registra que Jesucristo usó el término “Abba” cuando oró a Jehová Dios en Getsemaní poco antes de morir, diciendo: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.” (Mar. 14:36) Aquí está la súplica ferviente de un hijo para con un Padre amado, seguida rápidamente de una seguridad de que, en cualquier caso, seguiría siendo obediente. La palabra abba en arameo significa “padre” y corresponde a la palabra hebrea ab (padre) pero es la forma enfática de Ab. Era el nombre íntimo que usaban los hijos para sus padres y combina algo de la intimidad de la palabra española “papá” mientras que retiene la dignidad de la palabra “padre,” siendo informal y no obstante respetuosa. Por lo tanto era una forma más cariñosa de dirigirse que un título y se hallaba entre las primeras palabras que el niño aprendía a hablar. Dos apariciones más del uso de la palabra se hallan en las cartas del apóstol Pablo, en Romanos 8:15 y Gálatas 4:6. En ambos lugares la palabra se usa en conexión con cristianos llamados para ser hijos de Dios engendrados por espíritu e indica la intimidad de su relación con su Padre. Aunque son “esclavos de Dios,” no obstante también son hijos de la casa de un Padre amoroso, y son hechos conscientes positivamente de esta posición por espíritu santo por medio de su Señor Jesús.—Rom. 6:22; 8:15; Gál. 4:6.
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Un portentoLa Atalaya 1966 | 15 de octubre
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Un portento
● En las Santas Escrituras, en 2 Reyes 20:8-11 e Isaías 38:4-8, se relata el caso del portento que Dios le dio al rey Ezequías que estaba enfermo en respuesta a la oración de Isaías. Consistió en causar que una sombra que gradualmente había caído retrocediera en su dirección y regresara diez gradas. Algunos dicen que esto se refiere a las gradas o grados de un reloj de sol para medir el tiempo, y no es imposible que el padre de Ezequías hubiera obtenido tal reloj de sol de Babilonia, puesto que el uso de los relojes de sol se extiende más allá del siglo ocho a. de la E.C. tanto en Babilonia como en Egipto. Sin embargo, el historiador judío Josefo al discutir el relato dice que estas gradas de Acaz se encontraban “en su casa,” aparentemente indicando que formaban parte de una escalera. Pudo haber una columna colocada a lo largo de las gradas para recibir los rayos del Sol y hacer que una sombra se extendiera gradualmente a lo largo de las gradas y sirviera como medida de tiempo. El milagro ejecutado evidentemente tuvo efectos trascendentales, en vista de que 2 Crónicas 32:24, 31 muestra que mensajeros fueron enviados de Babilonia a Jerusalén para inquirir “en cuanto al portento que había sucedido en el país.” Ese portento fue una garantía para Ezequías de que se restablecería de su enfermedad y que Jehová añadiría quince años a su vida, también de que Jerusalén sería librada de la mano del rey de Asiria. Sucedió como se había predicho.
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