¿Es usted oportunista?
¿SE APROVECHA usted de las oportunidades? ¿O es usted oportunista? Al principio parece que hay poca diferencia entre las dos cosas. Pero al examinar más cuidadosamente se hallará que una es buena, la otra mala; tan mala, de hecho, que hasta es condenada por Dios.
El aprovecharse de las oportunidades es correcto cuando entendemos que la palabra “oportunidad” significa “una combinación de circunstancias, tiempo y lugar adecuado o favorable para una actividad o acción en particular,” como la define un diccionario. Por ejemplo, en conexión con aprovecharse de toda oportunidad que podamos para servir a Dios, la Biblia declara: “Así es que vigilen estrechamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos.” (Efe. 5:15, 16) Sí, aun si pedimos tiempo prestado de otras búsquedas, el crear oportunidades para servir a Dios es apropiado.
En la congregación cristiana, el aprovecharse de las oportunidades para servir a Dios en una capacidad mayor, como la de superintendente, se elogia: “Si algún hombre está haciendo esfuerzos por obtener un puesto de superintendente, está deseoso de una obra excelente.” (1 Tim. 3:1) Aun cuando aconsejaba a esclavos, el apóstol Pablo dijo: “¿Fuiste llamado siendo esclavo? No dejes que te preocupe; pero si también puedes hacerte libre, más bien aprovéchate de la oportunidad.” (1 Cor. 7:21) En estos casos no había violación alguna de un principio correcto, y por lo tanto las oportunidades podían aprovecharse.
¡Cuán diferente es el oportunismo! El oportunismo se define así: “El arte, norma o práctica de aprovecharse de las oportunidades o circunstancias, especialmente con poca consideración a los principios o a las consecuencias finales.”
Por lo tanto, el oportunista es el que es egoísta, el que no se interesa en los sentimientos de Dios ni del hombre, el que siempre busca sus propios intereses aun si esto es a costa de otros. Al oportunista no le importa si la oportunidad de la que se aprovecha se opone al principio correcto.
En este mundo abundan los oportunistas, lo cual explica por qué los tratos no honrados, la mentira, el fraude y la inmoralidad prevalecen tanto en lugares encumbrados e inferiores. ¡Cuán a menudo los gobiernos firman tratados de paz solo para quebrantarlos e invaden y saquean el territorio de un vecino sin considerar principios ni las consecuencias para los vencidos! Un trágico ejemplo del oportunismo gubernamental sucedió recientemente cuando los Estados Unidos deshonraron un tratado por el cual se había dado a una tribu de indios senecas tierra para territorio reservado. Las autoridades querían construir una presa que inundaría ese territorio y haría que los indios perdieran sus hogares, propiedad y herencia. El tratado que garantizaba sus derechos fue firmado en 1794 por el presidente Jorge Washington. Comúnmente los tratados tienen la fuerza de la ley para respaldarlos, pero ni siquiera el Tribunal Supremo quiso apoyar los derechos del tratado de los indios. Debido al oportunismo comercial y político, los tratados con los indios han sido deshonrados por décadas.
Aunque quizás usted no tenga la oportunidad de romper un tratado nacional, sí tiene ocasiones en la vida cotidiana para demostrar si es oportunista o no. Por ejemplo, si fuera invitado a comer en el hogar de personas que no pudieran darse el lujo de algo costoso, ¿rompería usted el compromiso si más tarde alguna otra persona le ofreciera llevarle a un restaurante muy costoso y a un teatro esa misma noche? Si lo hiciera, usted sería oportunista, puesto que no fue mala salud, un accidente, o alguna circunstancia semejante lo que hizo que usted hiciera el cambio, sino su deseo de una “oferta mejor.”
Cuando hace su declaración de impuestos sobre la renta, ¿descuenta usted más en contribuciones a caridades de lo que realmente ha pagado? Cuando maneja, ¿pasa usted los altos en zonas aisladas donde usted cree que nadie está vigilando? Cuando va de compras, ¿toma usted artículos sin pagar por ellos cuando nadie mira? ¿Adula usted a alguien en autoridad solo para su propio provecho personal? Si hace tales cosas, ¡usted es oportunista!
Aunque usted quizás crea que tales cosas son inocentes, especialmente ‘dado que todo el mundo las hace,’ usted debe comprender que las personas que sostienen los principios correctos no las hacen. Saben que los oportunistas son repugnantes a Dios. Como declara el Salmo 119:158: “He visto a los que son traicioneros en los tratos, y ciertamente siento una repugnancia, porque no han guardado tu propio dicho [el de Dios].”
Sin embargo, ¿significa esto que todos los que rompen acuerdos son oportunistas? No. Si un hombre conviene en robar un banco, pero entonces le remuerde la conciencia y rompe el acuerdo, difícilmente es oportunista. El acuerdo que rompió era incorrecto desde el principio. Lo rompió debido a un principio correcto, no a pesar de él.
Esto también aplica cuando un cónyuge ha convenido en aceptar la religión de su cónyuge, o ha convenido en criar a sus hijos en determinada religión, pero luego aprende la religión verdadera. Cambia su anterior religión, adopta la religión verdadera y comienza a instruir a sus hijos en su nueva fe. ¿Es oportunismo esto? No, porque se hace por causa de la verdad, por las leyes justas de Dios. Realmente, desagradaría a Dios si no se aprovechara de la oportunidad de practicar la religión verdadera. El continuar en una religión falsa es incorrecto. El abandonarla no solo es lo correcto, sino lo obligatorio, aun si esto significa el romper un acuerdo previo.
Aprovéchese de las oportunidades apropiadas para servir a Dios y al hombre. Edifique una personalidad que se base en los principios justos de la honradez, la integridad, los tratos justos y la consideración a otros. Haga como el salmista, que dijo: “He hecho una declaración jurada, y la cumpliré, de guardar tus justas decisiones judiciales.” (Sal. 119:106) Siga el ejemplo de Jesucristo cuando dijo: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No,” y, ¡no sea oportunista!—Mat. 5:37.