Preguntas de los lectores
● ¿Quiénes son los que ‘se sientan sobre tronos’ a quienes se menciona en Lucas 22:30, y a quiénes representan las “doce tribus de Israel”?—J. G., Alemania Occidental.
Jesucristo dijo a sus apóstoles fieles: “Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30) Jesucristo estaba hablando aquí directamente a sus once apóstoles fieles; poco antes había hablado a sus doce apóstoles de manera semejante. (Mat. 19:28) Pudo hacer esto puesto que, como resultó, hubo doce apóstoles fieles; y estos doce naturalmente ocupan doce tronos en el reino de los cielos.
Pero ahora, en el cumplimiento final del propósito de Dios, ¿solo los doce apóstoles fieles ocupan tronos junto con Jesucristo? Cuando examinamos las palabras de Jesús en otros lugares, cuando él no está hablando directamente a sus apóstoles, ¿hallamos evidencia de un número mayor que se siente en tronos? Conforme a Revelación 14:1 y 20:6, el número final de los que “gobernarán como reyes con él [Jesucristo] por los mil años” es mucho mayor que doce, a saber, 144,000. ¿Habrán de sentarse también en tronos los 143,988, aparte de los doce apóstoles del Cordero? ¿No tienen tronos los reyes, y no son reyes todos los 144,000? Sí, y Jesús promete a cada uno de los 144,000 fieles el derecho a sentarse en un trono: “Al que venza yo le concederé sentarse conmigo en mi trono.” (Rev. 3:21) Por eso, Lucas 22:28-30 tiene que considerarse en un sentido más grande, a la luz de otros textos, que conducen a esta conclusión: Los que se sientan en tronos para juzgar las “doce tribus de Israel” incluyen no solo a los doce apóstoles sino también a los que son introducidos en el pacto para el Reino del que Jesús habló en Lucas 22:28-30. Puesto que a todos los 144,000 cristianos ungidos se les introduce en el pacto para el Reino, todos ellos habrán de sentarse en tronos para juzgar a las “doce tribus de Israel.”
Entonces, ¿a quiénes representan las “doce tribus de Israel” sobre quienes Jesucristo y sus reyes asociados gobiernan y a quienes juzgan? Ciertamente esto no se limitaría a las doce tribus literales de Israel que para ahora han perdido todas sus distinciones tribales. Conforme al apóstol Pablo, el juicio por los que reciben el reino celestial abarca un mundo de la humanidad: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?” (1 Cor. 6:2) Por eso, es razonable concluir que con las “doce tribus de Israel,” mencionadas en Lucas 22:30, se hace referencia al mundo de la humanidad que será juzgado por Jesucristo y los miembros de su cuerpo de congregación que servirán como reyes y sacerdotes y jueces con él. En armonía con este punto de vista, el libro Usted puede sobrevivir al Armagedón y entrar en el nuevo mundo de Dios indicó, en la página 40, que las doce tribus no levíticas de Israel en el día de expiación anual representaron a todos los obedientes de la humanidad que obtendrán vida eterna sobre la Tierra. En el día de expiación se ofrecían dos sacrificios; uno para Aarón y su tribu, representando al Israel espiritual, y el otro para las doce tribus no levíticas de Israel, representando a toda la humanidad que saca provecho del sacrificio de rescate de Jesucristo con vida eterna sobre la Tierra. Esta distinción, que se observa en el capítulo 16 de Levítico, también se ve por las palabras del apóstol Juan en cuanto a Jesucristo: “Él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, empero, no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”—1 Juan 2:2.
Entre los del mundo de la humanidad que sacan provecho del sacrificio de Cristo se incluye a la “grande muchedumbre” de “otras ovejas” que serán sobrevivientes de la guerra del Har–Magedón de Dios. Pero las “doce tribus de Israel” de Lucas 22:30 que habrán de ser juzgadas por los que se sientan sobre tronos celestiales se compondrán de todos los que estén sobre la Tierra en el nuevo sistema de cosas del post-Armagedón. Las “doce tribus de Israel,” entonces, incluyen no solo a la “grande muchedumbre” de hoy en día que sobrevivirá a la guerra del Har–Magedón y entrará en el justo nuevo orden de cosas de Dios, sino también a toda la humanidad resucitada.
● ¿Cómo son los del resto de los miembros ungidos del cuerpo de Cristo “arrebatados . . . en nubes al encuentro del Señor en el aire,” así ‘siempre estando con el Señor’?—1 Tes. 4:17.
1 Tesalonicenses 4:16, 17 dice: “El Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.”
En la segunda presencia de Cristo, los ungidos que ya habían muerto habrían de ser resucitados primero. Cristo, al ‘descender del cielo,’ no bajó del cielo literal y corporalmente, sino que dirigió su atención y extendió su poder hacia la Tierra. (Compare con Génesis 11:5, 7.) Él hizo desde su trono una “llamada imperativa, con voz de arcángel,” a sus seguidores que estaban en la Tierra. Cristo Jesús es el arcángel Miguel, encargado de los santos ángeles que están en su presencia. (Mat. 25:31; Rev. 12:7) Como se predijo en Daniel 12:1, 2, él había de levantarse, y en ese tiempo muchos que estarían dormidos en el polvo de la Tierra habrían de despertar. En Revelación 11:7, 8, 12 hallamos una descripción semejante, cuando los testigos de Dios que están sobre el suelo como muertos reciben el mandato con una voz fuerte procedente del cielo que les dice: “Suban acá.” Y ellos suben al cielo en la nube.
De modo que Cristo, el arcángel, dio el mandato fuerte para que su pueblo despertara del polvo de la condición de muerte espiritual, de dormido espiritualmente, en que estaba en 1918, en temor y cautiverio a Babilonia la Grande, y se hiciera muy activo, y esto lo hizo su pueblo comenzando en 1919. Esto fue acompañado del sonido de “trompeta” de Dios, y por eso acontece durante el tiempo de la proclamación como por trompeta de que el gran Rey ha tomado su trono.
Fueron “arrebatados” por medio de ser “quitados” o librados del cautiverio a Babilonia la Grande y sus amantes políticos e introducidos en una organización teocrática libre para el Señor invisible. Una ilustración semejante se encuentra en la parábola del trigo y la mala hierba en la cual se dice que se siega la clase de trigo; y en Lucas 17:34, 35 se dice que a ellos se les ‘toma.’ Son semejantes a los que fueron introducidos en el arca con Noé, y semejantes a Lot y su familia, que fueron llevados por los ángeles a un lugar de seguridad. Son separados de este mundo, tomados para servir como testigos en el día de juicio para sostener el punto en cuestión de la soberanía de Jehová.
Algo que está en una nube es invisible a observadores humanos en la Tierra, así como Cristo lo fue en su ascensión cuando “una nube se lo llevó de la vista de ellos.” (Hech. 1:9) El resto sobre la Tierra no es invisible corporalmente, pero ciertamente el mundo de ninguna manera ve o reconoce esta posición en que se le introduce durante el tiempo de la presencia invisible de Cristo. Este arrebatamiento del resto tiene lugar “juntamente con ellos,” o durante el mismo período de tiempo que la resurrección de los fieles seguidores de Cristo que ya han muerto.
El ‘encontrar al Señor en el aire’ no significaría que el resto sobreviviente que está en la Tierra fuera directamente al cielo. Por milenios Satanás el Diablo ha sido el “gobernante de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia.” (Efe. 2:2) Por eso, ‘el encontrar al Señor en el aire’ significaría el que ellos hayan llegado a saber que el Señor espíritu, Jesucristo, está en autoridad en el aire desde que desahució a Satanás del cielo, y el que se les haya introducido en relación con él en esta capacidad autoritativa, estando en unidad con él en el templo espiritual de Dios y haciendo la voluntad de Dios, llevando a cabo la obra que él quiere que se haga en la Tierra en este tiempo. Ahora los del resto ungido se hallan en esta condición y, permaneciendo en ella hasta que terminen su derrotero terrestre en la muerte, serán resucitados más allá de nuestra atmósfera en la presencia verdadera del Señor en el cielo así como han sido resucitados los seguidores fieles que los precedieron, de modo que así ‘siempre estarán con el Señor.’