Preguntas de los lectores
● Puesto que no era la temporada de higos, ¿por qué maldijo Jesús a una higuera que no tenía fruto, según se informa en Marcos 11:13, 14?—EE. UU.
Cuando Jesús vio esta higuera era el 10 de Nisán (28 de marzo) del año 33 E.C. En el caso de las higueras en esa región los botones de la primera cosecha de fruto de la estación aparecen alrededor de febrero, en ramas que crecen durante la estación anterior, mientras que las hojas no aparecen sino hasta la parte final de abril o en mayo. Para cuando el árbol esté lleno de hojas debe tener fruto maduro. Puesto que el árbol que Jesús vio tenía hojas en un tiempo insólitamente temprano, pudo esperar que tuviera fruto temprano fuera de estación y adecuado para comer. El hecho de que el árbol no tenía fruto indicó que era improductivo. Su apariencia era engañosa.
Jesús maldijo al árbol, haciendo que se marchitara. ¿Por qué? ¿Solo a causa de su apariencia engañosa? Evidentemente el acto de Jesús tuvo un propósito más vital. Realmente fue una lección objetiva para provecho de sus discípulos. Esto lo aprendemos de una porción posterior del relato, en que dijo Pedro: “¡Rabí, mira! la higuera que maldijiste se ha marchitado.” Y Jesús respondió: “Tengan fe en Dios. . . . Todas las cosas que oran y piden tengan fe de que pueden darse por recibidas, y las tendrán.” (Mar. 11:20-22, 24) Fue la fe de Jesús en Dios la que hizo eficaz su maldición.
Además, el árbol mismo bien pudo representar a la antigua nación judía, que tenía la apariencia de ser fructífera en vista de su relación de pacto con Jehová Dios, y debido al despliegue ostentoso de rectitud propia de parte de los líderes religiosos judíos. (Mat. 6:5; 23:25-28) Sin embargo, la nación no había producido buen fruto para gloria de Dios. Rechazó a Jesucristo, el mismísimo que Dios envió y que reveló ser Hijo de Dios por sus milagros y enseñanzas. Pero, ¿por qué rechazó la nación a Jesús? Por falta de fe en la Palabra de Dios. (Luc. 13:5-9) En consecuencia la nación sin fe, no arrepentida habría de marchitarse y morir de manera muy semejante a lo que le pasó a la higuera improductiva.—Mat. 21:43.
Hoy podemos sacar provecho de la lección que Jesús enseñó por su acto de maldecir a la higuera. Si perdiéramos la fe en que Dios puede contestar las oraciones de sus siervos y remunerar a los que lo buscan encarecidamente, resultaría en que fuésemos rechazados, en que fuésemos maldecidos como higueras improductivas. (Juan 15:2-6; Heb. 6:7, 8) La Palabra de Dios nos dice: “Sin fe es imposible agradarle bien, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.”—Heb. 11:6.
● ¿Cómo pudo darse a personas llamadas a la vida celestial bondad inmerecida “relacionada con Cristo Jesús antes de tiempos de larga duración,” como indica 2 Timoteo 1:9?—EE. UU.
Por supuesto, sería imposible que individuos recibieran bondad inmerecida muchos siglos antes de nacer. Sin embargo, Jehová Dios predeterminó una clase de personas (aunque no a los individuos específicos que la formarían) que llegarían a ser herederos de un reino celestial. Dado que ése es su propósito, era como si ya se hubiera efectuado y por consiguiente podía decirse que esta clase de personas había recibido bondad inmerecida “antes de tiempos de larga duración.” Romanos 4:17 dice de Jehová: “Llama las cosas que no son como si fueran.” De modo que éste puede ser un modo de ver el asunto.
La expresión “antes de tiempos de larga duración” evidentemente denota un período de considerable longitud, aunque indeterminada. Sin embargo, mediante otros textos podemos ser más específicos en cuanto al tiempo envuelto. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo escribió: “[Dios] nos escogió en unión con él antes de la fundación [katabolé] del mundo, para que fuésemos santos y sin tacha delante de él en amor. Pues nos predeterminó a la adopción mediante Jesucristo como hijos para sí mismo, según el beneplácito de su voluntad, . . . nosotros también fuimos asignados como herederos, por cuanto fuimos predeterminados según el propósito de aquel que opera todas las cosas conforme a la manera que su voluntad aconseja.”—Efe. 1:4-11.
El término griego para fundación (katabolé) que aparece en este pasaje literalmente significa “un lanzamiento hacia abajo” y puede significar la implantación de semen en la concepción humana. De hecho, en Hebreos 11:11 el término se vierte apropiadamente “concebir.” Leemos: “Por fe también Sara misma recibió poder para concebir descendencia, aun cuando había pasado más allá del límite de la edad.” Claramente a lo que se hace referencia aquí es a que Abrahán ‘lanzó hacia abajo’ semen humano para engendrar un hijo y a que Sara recibió ese semen para ser fecundada.
En cuanto a la “fundación del mundo,” Jesucristo enlazó este acontecimiento con Abel, diciendo: “Para que la sangre de todos los profetas derramada desde la fundación del mundo sea demandada a esta generación, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías.” (Luc. 11:50, 51) En consecuencia se dice que Abel vivió al tiempo de la “fundación del mundo.” Puesto que Abel fue hijo de Adán y Eva, es patente que la expresión la “fundación del mundo” se refiere al tiempo cuando la primera pareja humana llegó a ser padres de hijos, produciendo así un mundo de humanidad. De modo que debe haber sido después que Adán y Eva pecaron y antes que les nacieran hijos que Jehová Dios se propuso producir una clase de personas que fueran gobernantes celestiales con su Hijo. Esto fue aproximadamente 4.000 años antes que Pablo escribiera su carta a Timoteo y por eso bien pudo hablarse de ello como siendo “antes de tiempos de larga duración.”