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Misioneros enviados... ¿por quién?La Atalaya 1976 | 15 de junio
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La sesión de la tarde fue arreglo de los estudiantes. En esta clase escolar había grupos de escoceses, ingleses, estadounidenses, alemanes, personas de extracción hispánica y hawaianos. Cada grupito consiguió la ayuda de otros para su propia parte y los instruyó, hasta salir con un programa que deleitó cabalmente al auditorio. Después de esto hubo una presentación de tres dramas basados en la Biblia.
En conclusión, el hermano Jaracz cerró la gozosa reunión del día con las palabras del apóstol Pablo a los ancianos de la antigua ciudad de Éfeso: “Y ahora los encomiendo a Dios y a la palabra de su bondad inmerecida, la cual palabra puede edificarlos y darles la herencia entre todos los santificados.”—Hech. 20:32.
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El maltrato que se aguanta resulta en gloriaLa Atalaya 1976 | 15 de junio
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El maltrato que se aguanta resulta en gloria
¿PUDIERA traerle gloria a nadie el que lo injuriaran, escupieran, abofetearan o golpearan? Por lo común actos de esta índole serían humillantes para el individuo. Pero no hay nada vergonzoso en cuanto a aguantar maltrato como ése si se debe a que uno es discípulo leal de Jesucristo. El apóstol Pedro señaló esto a compañeros creyentes, diciendo: “Si sufre como cristiano, no se avergüence, sino siga glorificando a Dios en este nombre.”—1 Ped. 4:16.
Las experiencias del apóstol Pablo ilustran los sufrimientos que puede experimentar el cristiano, y él explica por qué éstos no produjeron en él ningún sentimiento de vergüenza.
Al cumplir con su comisión como apóstol a las naciones, Pablo aguantó mucho... encarcelación, golpes y situaciones en las que estuvo a punto de morir. Alrededor del año 55 E.C. escribió a los cristianos de Corinto: “De los judíos cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno, tres veces fui golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces experimenté naufragio, una noche y un día los he pasado en lo profundo; en viajes a menudo, en peligros de ríos, en peligros por parte de salteadores, en peligros por parte de mi propia raza, en peligros por parte de las naciones, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos, en labor y afán, en noches sin dormir a menudo, en hambre y sed, en abstinencia de alimento muchas veces, en frío y desnudez.”—2 Cor. 11:24-27.
Lo que el apóstol describió aquí solo fue parte de los sufrimientos que había experimentado cuando, unos cinco o seis años después de eso, escribió a los cristianos de Éfeso. Dándose cuenta de que algunos cristianos de Éfeso pudieran entrar en temor al enterarse de toda la tribulación que estaba experimentando, Pablo, mientras estaba encarcelado en Roma, les dio este estímulo: “Les pido que no se rindan por causa de estas tribulaciones mías a favor de ustedes, porque éstas significan gloria para ustedes.”—Efe. 3:13.
Fue por trabajar entre los no judíos como discípulo de Jesucristo que el apóstol Pablo incurrió en la ira de sus propios paisanos. Esto finalmente resultó en que fuera puesto en prisión en Roma. Por esta razón pudo decir que sufría por “gente de las naciones,” los gentiles. Era ‘prisionero de Cristo Jesús a favor de ellos.’—Efe. 3:1.
¿Era la tribulación de Pablo motivo alguno
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