Honrando a Jehová
“Ahora al Rey de la eternidad, incorruptible, invisible, al único Dios, sea honor y gloria para siempre jamás.”—1 Tim. 1:17.
1. ¿De qué única manera puede conseguir la criatura una perspectiva correcta sobre el honor personal?
¿DE QUÉ valor es el honor personal, si el nombre de Jehová no se honra? ¿Qué mérito hay en el honor mundano que pasa por alto los principios rectos de Jehová? Solo honrando a Jehová, el Rey de la eternidad, y la Fuente de todo honor y gloria, puede conseguir la criatura una perspectiva correcta del honor personal. Al honrar a Jehová, ella no tratará de hacerse un nombre para sí misma. Más bien, será del mismo parecer que el Hijo leal de Dios, Cristo Jesús, quien declaró: “Honro a mi Padre. . .no busco gloria para mí mismo. . .Si me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica.” (Juan 8:49-54) El honor a uno mismo y la gloria mundana son vacíos y vanos. El verdadero honor se halla en testificar humildemente del nombre y del reino del gran Dios, Jehová. “A los que me honran honraré.”—1 Sam. 2:30.
2, 3. ¿Qué muestra la historia concerniente a la consideración humana del honor personal?
2 A través de la historia, el hombre terrestre se ha esforzado por un nombre y una gloria imperecederos. Hazañas heroicas han llegado a ser parte del folklore de casi todas las naciones. En muchas partes de la Tierra, el vindicar el honor personal se ha tenido en gran estima. Hubo el valor español en la España clásica y el die Ehre en la Alemania medioeval. En algunos lugares, el nombre de una persona era limpiado de insulto por medio de un duelo con espada o pistola, y en el caso de los que no eran hábiles en el uso de las armas letales, esto equivalía a suicidio virtual. Pero significaba salvar las apariencias. El New International Dictionary de Webster dice que “salvar las apariencias” significa “preservar la dignidad o reputación de uno delante de otros.”—Página 2223, columna 2.
3 En Oriente por mucho tiempo el suicidio ha sido un medio de mantener limpio el nombre de las personas, siendo el ejemplo clásico el de los cuarenta y siete ronin (caballeros sin amo) de Tokio de a principios del siglo dieciocho. Estos hombres pagaron una cuenta de honor asesinando secretamente al funcionario del tribunal superior que había causado la muerte de Su amo. Sin embargo, esto les acarreó el disfavor del gobernante del Japón. Solo podían redimir su honor llevando a cabo el seppuku (cortarse el estómago), y esto lo hicieron; los cuarenta y siete se sacaron las entrañas al mismo tiempo. Así se ganaron un nombre que ha sido honrado con canción, baile y peregrinación hasta este día.
4. ¿Cuán extensa es la consideración al nombre y honor en los tiempos modernos?
4 La estimación sensitiva al nombre y honor también se halla en este siglo veinte. El hombre de negocios oriental todavía se suicida en vez de enfrentarse a la deshonra de dejar de pagar sus deudas al fin del año. Alrededor de la Tierra hay los que ostentan el orgullo profesional, la distinción de castas o de posición social, y los cuales son esclavos de la etiqueta. Para muchos, su modo de vivir está gobernado por el pensamiento: ¿Cómo me veré delante de la comunidad local? En países occidentales esta sensibilidad a menudo resulta en vivir más allá de los recursos de uno, con el fin de estar a la moda con el auto de último modelo y los últimos artefactos domésticos. A menudo se sacrifica la honradez con el fin de competir con los vecinos.
5. ¿A qué equivale realmente el orgullo del honor personal, y en qué resulta?
5 ¿A qué equivale todo esto? Equivale a un orgullo injustificable del honor personal de uno. Significa que uno debe hacer un despliegue exterior de respetabilidad, de “ser alguien,” prescindiendo de los hechos. Es una estimación emocional de un nombre orgulloso, aun a costa de sacrificar todo principio. Es asunto de darse ínfulas, de salvar las apariencias. El deseo vehemente desequilibrado de una buena reputación, sin considerar el honrar a Jehová, ha conducido a hablar y vivir una mentira. Ha conducido al crimen y a mucha infelicidad. Cuando se practica en la congregación cristiana, el salvar las apariencias pone en peligro la relación de la criatura con su Creador, y puede resultar en perder la vida eterna. Como muestra el registro bíblico, el salvar las apariencias no tiene lugar en el pueblo verdadero de Dios.
EL SALVAR LAS APARIENCIAS EN TIEMPOS BÍBLICOS
6. ¿Adónde aparecieron primero el orgullo y el honor que salva las apariencias, y cómo se manifestaron?
6 Hace casi 6,000 años, aquella serpiente astuta, el Diablo, introdujo un falso avalúo del honor en el paraíso de Edén. La mujer Eva fue “cabalmente engañada” y pensó que podía hacerse un nombre para sí misma, comparable al de Dios. Su esposo, Adán, llegó a ser transgresor con ella. (Gén. 3:4-6; 1 Tim. 2:14) Percibiendo la deshonra del pecado, ahora la pareja culpable trató de salvar las apariencias. Se pusieron a hacer ropa para sí mismos, y se escondieron de Jehová, entre los árboles del jardín. Cuando fueron llamados a cuenta delante de Jehová, el hombre trató de salvar las apariencias culpando a la mujer, y la mujer a su vez culpando a la serpiente. Sin embargo, el esfuerzo por salvar el honor personal no podía dejar a un lado el principio divino. Justamente, Jehová pronunció sentencia en armonía con su ley declarada previamente. Las excusas para salvar las apariencias no pudieron salvar a la pareja de ser desterrados vergonzosamente de Edén, ni de la muerte eterna en el polvo del suelo.—Gén. 2:17; 3:7-19.
7. ¿Cómo trató Satanás de salvar las apariencias, y cuál es la prueba de que él fracasó?
7 Sin embargo, ¿qué hay de aquella serpiente astuta, Satanás el Diablo? El registro bíblico muestra que Dios lo quitará de la existencia aplastándolo por medio de la ‘simiente de su mujer,’ Cristo Jesús. (Gén. 3:15) Mientras tanto Satanás ha tratado de salvar las apariencias con el alarde orgulloso de que, habiendo hecho que Eva, y luego Adán, se desviaran de servir a Jehová, él ahora podía apartar de Dios a toda la humanidad. Jehová ha respondido de manera convincente al desafío por medio de testigos de tiempos pasados tales como Job, por medio de su Hijo perfecto, Cristo Jesús, y por medio de sus fieles testigos cristianos. (Job 1:6-12; 2:1-10; Heb. 11:1–12:2) Satanás, por su parte, ha producido una “simiente” orgullosa de hombres rebeldes, que se han gloriado en la fama y el honor de sí mismos, sin consideración para el nombre de Jehová.
8. ¿Qué ha sido fomentado por el deseo de honor, y cuál fue un ejemplo temprano?
8 Desde los tiempos más tempranos este deseo de honor personal ha fomentado violencia y falta de honradez. El primogénito de Adán, Caín, al ver que su sacrificio no fue aceptable a Jehová, trató de salvar las apariencias destruyendo a su hermano Abel. Cuando Jehová le preguntó a Caín, “¿Dónde está tu hermano Abel?” él mintió desdeñosamente en respuesta: “No sé. ¿Soy yo el guardián de mi hermano?” Su orgullo salvador de las apariencias solo acarreó la maldición de Jehová, y finalmente la muerte eterna.—Gén. 4:3-16.
9, 10. ¿Cómo fue confundida la búsqueda de nombre y fama (a) en el día de Noé, y (b) después del Diluvio?
9 En el transcurso de mil seiscientos años desde la rebelión edénica, la Tierra fue infestada por una raza de hombres orgullosos, que deshonraban a Dios, junto con la prole híbrida de espíritus inicuos y hembras humanas, “los poderosos que eran de ese mundo, los hombres de fama.” “Así que Dios vio la Tierra, y ¡mire! estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la Tierra. Después de eso Dios dijo a Noé: ‘El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la Tierra está llena de violencia como resultado de ellos, y aquí estoy trayéndolos a la ruina junto con la Tierra.’ ” Esa orgullosa comunidad mundial mantuvo una apariencia presumida por un tiempo, mofándose de Noé, de su predicación y de su construcción del barco, pero pereció en deshonra como mundo de impíos.—Gén. 6:4, 12, 13; 2 Ped. 3:5-7.
10 Después del Diluvio, otra vez Satanás inculcó en el corazón de hombres imperfectos el buscar un nombre y gloria personales, en vez de honrar a Jehová. El bisnieto de Noé, Nemrod, “dio principio a hacerse un poderoso sobre la Tierra. Se exhibió poderoso cazador en oposición a Jehová.” Los hombres viajaron al oriente, a una llanura en Senaar. “Ahora dijeron: ‘¡Vengan! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, no sea que seamos esparcidos sobre toda la superficie de la Tierra.’” ¿Qué les consiguió su “nombre célebre”? En vindicación de su propio nombre, Jehová confundió su idioma y los esparció sobre la haz de la Tierra.—Gén. 10:8, 9; 11:1-9.
11, 12. En el caso del Faraón de Egipto, ¿cómo demostró Jehová la inutilidad del orgullo por el nombre y la gloria?
11 Más de ochocientos años después del Diluvio, Jehová envió a Moisés a Egipto para librar a Su pueblo, Israel. Cuando Moisés declaró su misión delante de Faraón, aquel gobernante orgulloso de Egipto declaró: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz?” Jehová humilló a Faraón por medio de hacer que una serie de plagas devastadoras cayera sobre Egipto. Durante el curso de estas plagas, Jehová le dijo a Faraón: “Pero, en realidad, por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la Tierra.” Es por esta misma razón que Jehová ha permitido que el dios de este mundo inicuo, Satanás el Diablo, continúe en existencia hasta el día presente.—Éxo. 5:2; 9:16.
12 Jehová mostró su poder a Faraón matando a los primogénitos de Egipto y guiando a Su propio pueblo hasta ponerlo a salvo a través de las aguas divididas del mar Rojo. En un último esfuerzo para salvar las apariencias con el fin de redimir el honor y el orgullo nacionales, Faraón se puso a perseguirlos con su poderoso ejército, embistiendo entre las paredes acuosas. Jehová había profetizado el resultado: “En cuanto a mí, aquí estoy dejando que el corazón de los egipcios se haga obstinado, para que entren en pos de ellos y yo obtenga gloria para mí por medio de Faraón y todas sus fuerzas militares, sus carros de guerra y sus soldados de caballería. Y los egipcios ciertamente sabrán que yo soy Jehová cuando consiga gloria para mí mismo por medio de Faraón, sus carros de guerra y sus soldados de caballería.” (Éxo. 14:17, 18) Las paredes de agua se desplomaron, acabando con la gloria de Egipto como potencia mundial. ¡Cuán insignificantes son los hombres y las naciones que engrandecen el darse gloria a sí mismos en contra de la gloria del Creador, Jehová Dios!
13. ¿Pueden salvar las apariencias las naciones, gobernantes o clérigos delante de Jehová? ¿Qué muestra el registro bíblico?
13 Desde el día de Egipto hasta ahora, potencias mundiales se han levantado en su gloria, solo para desaparecer con la marcha del tiempo. El registro bíblico describe la gloria efímera de algunas, y la profecía bíblica ha descrito acertadamente la subida y caída de las restantes. (Daniel, capítulos 7, 8 y 11) Ninguna de las poderosas naciones, que hacen alarde de sus proyectiles, de esta era nuclear podrá salvar las apariencias, la gloria o el honor cuando Jehová ejecute juicio sobre ellas en el Armagedón. Los clérigos orgullosos de las sectas de la cristiandad, junto con los “majestuosos” de su rebaño, igualmente perecerán con deshonra.—Jer. 25:32-36.
MANTENIENDO HONOR DELANTE DE JEHOVÁ
14, 15. (a) ¿Contra qué deben guardarse los amantes de la justicia? (b) ¿Qué amonestación debemos recibir de los registros en cuanto a Job y Moisés?
14 Los amantes de la justicia verdadera deben permanecer en guardia constante, para que no se contaminen con el espíritu orgulloso de este mundo. Aun fieles siervos de Dios han vacilado en esto, pero se han recobrado cuando fueron corregidos. Como hemos visto, Job trató de justificarse durante los días de su prueba. Por esto se airó justamente Eliú: “Contra Job ardió su ira por justificar su propia alma más que a Dios.” Solo por medio de mostrarse atento a las maravillosas obras de Dios y por medio de reconocer la corrección pudo Job mantener un puesto honorable delante de Jehová.—Job 32:2; 36:3, 22-26.
15 El siervo de Dios, Moisés, trató de salvar las apariencias delante de Israel. Esto sucedió cuando milagrosamente sacó agua del risco en Meriba, pero lo hizo con ira, y sin dar la honra debida a Jehová. Aunque se arrepintió y retuvo su puesto honroso como profeta con el pueblo de Dios, este tropiezo le hizo perder el privilegio de guiar a Israel adentro de la tierra de promesa.—Núm. 20:9-13.
16. ¿Por qué derrotero fue corregido dos veces Pedro?
16 En dos ocasiones, Pedro cayó en la misma trampa de salvar las apariencias. Cuando Jesús había sido arrestado, y Pedro siguió hasta el patio de la casa del sumo sacerdote, tres veces trató de disimular, al negar que era discípulo de Jesús. (Luc. 22:54-62) Algunos años después, Pablo tuvo que reprender a Pedro por ‘simular’ delante de los cristianos judíos que vinieron a Antioquía de parte de Santiago. Por causa de las apariencias, dejó de asociarse con los que no eran judíos. (Gál. 2:11-14) En ambos casos Pedro fue corregido. Tuvo que aprender “de la manera difícil.”
17. ¿Qué buen nombre deben tener cuidado de mantener los cristianos?
17 Aunque evitan darse gloria a sí mismos y el orgullo que salva las apariencias, los cristianos al mismo tiempo deben tener cuidado de mantener una reputación que honre a Dios. Los superintendentes deben tener “un testimonio favorable de personas de afuera.” (1 Tim. 3:7) Todos los otros ministros del Reino, también, deben mantener un buen nombre a causa de su honradez, conducta correcta y cuidado de la familia, proveyendo “las cosas correctas a la vista de todos los hombres.” (Rom. 12:17) Este no es asunto de darse un blanqueo exterior, como los fariseos del día de Jesús, con el fin de ‘parecer por fuera ser justos a los hombres.’ (Mat. 23:27, 28) Es con el fin de que puedan representar honorablemente a Jehová, por medio de conformar toda actividad del vivir cotidiano a Su santa voluntad. “De ningún modo estamos dando causa alguna para tropiezo, para que no se halle nada reprensible en nuestro ministerio; sino que de toda manera nos recomendamos como ministros de Dios.”—2 Cor. 6:3, 4.
18. ¿Qué actitud debe mostrar el cristiano dentro de la congregación?
18 Dentro de la congregación, el ministro cristiano igualmente debe honrar a Jehová por medio de apreciar sinceramente toda provisión bondadosa que se hace, para que ‘pueda crecer a la salvación.’ (1 Ped. 2:1-3) No debe permitir que el orgullo personal ni el salvar las apariencias “apaguen el fuego del espíritu.” Debería estar atento a la amonestación de Pablo: “Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse tenazmente a lo que es correcto. Manténganse libres de toda forma de iniquidad.”—1 Tes. 5:19, 21, 22.
19. ¿Qué actitudes del viejo mundo son introducidas a veces en la congregación, y con qué resultado?
19 Algunos han tratado de introducir en la congregación actitudes del viejo mundo. Por ejemplo, se sienten avergonzados al ser aconsejados o corregidos, pasando por alto el principio de Dios de que todos necesitan esto para poder crecer a la madurez espiritual. (Pro. 4:13) Se ausentan durante la visita del siervo de circuito, o dejan de dar conferencias o tomar los repasos escritos en la Escuela del Ministerio Teocrático. Algunos inmaturos han llegado al grado de falsificar sus repasos escritos, sus informes del servicio en el campo y de otras maneras han hecho una simulación para salvar las apariencias delante de los siervos de la organización de Jehová. Estos no pueden engañar a Jehová ni a su organización, y al debido tiempo se hallan en la misma condición que Ananías y Safira, porque han “obrado con engaño, no hacía los hombres, sino hacia Dios.”—Hech. 5:1-11.
20. ¿Qué hallan difícil algunos hombres, y qué consejo sano da la Biblia a tales personas?
20 En algunos países, donde las mujeres hacen todo el trabajo doméstico, es perjudicial para el orgullo de un hombre ir de casa en casa con la Biblia. Otros hallan que les es difícil como siervos nombrados en la congregación servir a las hermanas. Estos deben tratar de cultivar humildad en la asociación con el pueblo de Dios, en vez de salvar las apariencias retirándose de la organización que ellos saben es el custodio de la Palabra de verdad de Jehová. “Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”—Miq. 6:8.
21. Dé ejemplos que muestran dónde el cristiano no puede transigir en los principios divinos por orgullo que salve las apariencias o temor.
21 Hay ocasiones en que los principios cristianos están en pugna con las demandas de César o con las costumbres de la comunidad local. ¿Puede el cristiano salvar las apariencias delante del mundo por medio de someterse a las demandas de César que violan su neutralidad cristiana? ¿Puede salvar las apariencias delante de la comunidad por medio de ejecutar un acto de religión pagana en un funeral, por medio de adornar su casa con símbolos paganos en un día de fiesta, o de otra manera conformarse a la costumbre mundana? ¿Puede participar en prácticas malas, para poder tener unas bodas lujosas, y así salvar las apariencias con el mundo? ¿Puede emprender matrimonio consensual o modo de vivir inmoral, porque no puede pagar el gasto para salvar las apariencias de una extravagante fiesta de bodas? A todas estas preguntas, la Biblia responde con un resonante ¡No!—Hech. 4:18-20; 5:29; 15:29.
HONOR Y LA NUEVA PERSONALIDAD
22. (a) ¿Para qué cosa no hay lugar en la congregación cristiana? (b) ¿Por qué deberíamos ser francos y honrados unos con otros, y cómo?
22 No hay lugar en la congregación cristiana para el honrarse a sí mismo, salvar las apariencias, ni disimular mintiendo. Tal vez estas cosas se acostumbren en las naciones desamorosas e infelices de las cuales hemos salido. Sin embargo, el apóstol nos dice: “Esto, por lo tanto, digo y de ello doy testimonio en el Señor, que ya no sigan andando como las naciones también andan en la inutilidad de su mente, mientras que mentalmente están en tinieblas, y alejadas de la vida que pertenece a Dios, a causa de la ignorancia que hay en ellas, debido a la insensibilidad de su corazón.” Nuestro amor y aprecio profundos a Jehová y a toda su bondad, junto con el amor a nuestros compañeros cristianos, nos harán ser francos y honrados unos con otros, y sin temor del hombre. (Efe. 4:17, 18; 1 Juan 4:17, 18; 2 Tim. 1:7, 8) Como también dice el apóstol: “Por lo cual, ahora que ustedes han echado a un lado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, porque somos miembros que nos pertenecemos unos a otros.”—Efe. 4:25.
23. (a) ¿A qué renuncian los cristianos? (b) ¿Cómo van de la mano la vergüenza con el salvar las apariencias? (c) Si un cristiano comete un pecado, ¿qué no debe hacer entonces? ¿Qué debe hacer?
23 No hay lugar en la sociedad del nuevo mundo para las actitudes incorrectas del viejo mundo. “Por eso es que, puesto que tenemos este ministerio según la misericordia que nos fue mostrada, no nos portamos incorrectamente, sino que hemos renunciado a las cosas disimuladas de las que hay que avergonzarse, no caminando en astucia ni adulterando la palabra de Dios, sino haciendo manifiesta la verdad recomendándonos a toda conciencia humana a la vista de Dios.” (2 Cor. 4:1, 2) Los que andan con Dios renuncian a los caminos disimulados y la astucia de este mundo, y permanecen abiertamente a favor de la verdad. No viven en una condición de vergüenza, lo cual requiere el salvar las apariencias continuamente. Esto de salvar las apariencias se basa en las emociones del orgullo y el temor, y no en principios bíblicos. Es aliado de la vergüenza y es una simulación para remover la vergüenza, prescindiendo de lo que cueste en principio, solo para que el individuo se vea bien. Aun si un cristiano comete un pecado, ¿debe salvar las apariencias por medio de aislarse en una condición de vergüenza? No, sino que debe confesar su pecado delante de Jehová, y otra vez hacer senderos rectos para sus pies. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.”—1 Juan 1:9; 2:1, 2; Sal. 32:1, 5.
24. ¿Cómo podemos estar completamente libres de las maneras de actuar astutas del mundo que salvan las apariencias?
24 La humildad, el amor cristiano y el aprecio que se siente en el fondo del corazón de nuestra relación con Jehová nos mantendrá andando en los senderos de la justicia. Esto es lo que el apóstol suplica, que “anden dignos del llamamiento con el cual fueron llamados, con completa humildad de mente y apacibilidad, con gran paciencia, soportándose los unos a los otros en amor.” Por medio de la congregación Cristo ha hecho “dádivas en hombres” para enseñar y entrenar a todos los que participan de la bondad inmerecida de Jehová por medio de su Hijo. Aceptemos este entrenamiento gozosamente, avanzando con la organización de Jehová hasta la plena madurez cristiana, a fin de que “ya no seamos niños, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de la trampería de los hombres, por medio de astucia en tramar el error. Pero hablando la verdad, crezcamos mediante el amor en todas las cosas en él quien es la cabeza, Cristo.” (Efe. 4:1, 2, 8, 11-16) Cualesquiera personas que hayan sido contaminadas por los caminos astutos del viejo mundo deben rehacer completamente su mente, llenándose del conocimiento acertado de la voluntad de Dios, “para poder andar dignos de Jehová.”—Rom. 12:1, 2; Col. 1:9-12.
25. ¿Cómo podemos revestirnos de la nueva personalidad, y con qué resultado?
25 Esto significa revestirnos de la personalidad cristiana, la nueva personalidad, la cual es tan diferente de la personalidad del viejo mundo con su modo de pensar torcido. Por lo tanto el apóstol amonesta “que deben despojarse de la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que está corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; pero que deben ser renovados en la fuerza que impulsa su mente, y deben revestirse de la nueva personalidad que fue creada de acuerdo con la voluntad de Dios en verdadera justicia y bondad amorosa.” (Efe. 4:22-24) Si nos hemos revestido de la nueva personalidad por medio de estudio diligente de la Palabra de Dios y obediencia a ésta, entonces nuestra mente será activada por el espíritu de Dios. Por lo tanto siempre trataremos de ser un honor para el gran nombre de Jehová, como sus testigos, y nunca trataremos de obtener gloria propia, un nombre entre los hombres, ni de mantener el orgullo que salva las apariencias.—Mat. 5:16; Luc. 16:15.
26. ¿Qué hazañas de salvar las apariencias ha urdido Satanás, pero con qué resultado final?
26 El orgullo de los “ojos altivos” que salva las apariencias es detestable a Jehová. (Pro. 6:16-19) Se origina de Satanás el Diablo, quien trató de hacer para sí mismo un nombre orgulloso, mayor que el de Jehová, y de levantar su trono “sobre las estrellas de Dios.” Se deslumbró por su propio “radiante esplendor.” (Isa. 14:12-14; Eze. 28:17) Ahora que su esplendor se enfrenta a la extinción en el Armagedón, va en pos de una norma maligna de “gobernar o arruinar.” Ciegamente urde una hazaña más para salvar las apariencias, al tratar de conducir a toda la humanidad al borde de un abismo nuclear. Estimula a los caudillos del mundo a preparar el suicidio de las razas en escala colosal. ¡En esto fracasará! A pesar de la ira de las naciones mundanas, Jehová peleará y librará a su propio pueblo, y ‘traerá a la ruina a los que están arruinando la Tierra.’ (Joel 2:32; Apo. Rev. 11:18) Satanás será arrojado en deshonra “como vástago aborrecido, . . .como cadáver pisoteado. . . ,porque llevaste a la ruina a tu propia tierra.”—Isa. 14:19, 20.
27. (a) ¿Qué responsabilidad reemplaza a todas las demás? (b) ¿A quiénes se les puede declarar felices? (c) ¿Qué día glorioso se ha acercado ahora?
27 Los sobrevivientes de esta batalla universal serán aquellos que, como el fiel Job, Cristo Jesús y el resto, rehúsan quebrantar la integridad, aun ante el ataque final, maligno, de Satanás sobre la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová. (Eze. 38:14-16) Serán aquellos que aprecian que, sea lo que sea que esté envuelto en el honor, hay una responsabilidad que reemplaza, por ser superior, todos los deberes y obligaciones terrestres, una responsabilidad de honrar al gran Dador de vida, Aquel que puso a girar nuestra Tierra a través del espacio y creó al hombre sobre ella. (Hech. 17:24-28; Sal. 36:9) Como el Soberano Supremo del universo, exige devoción exclusiva de sus criaturas inteligentes, y ésta la deberíamos dar alegremente. (Deu. 5:9, 10) Felices somos si buscamos la gloria de Jehová sobre todo lo demás, regocijándonos en su magnífico propósito de que ahora, en nuestro día, y mediante maravillosas obras de las cuales solo Él es capaz, su magnífico nombre haya de ser vindicado para siempre. ¡Apresuren el día en que ese nombre sin par será “exaltado sobre los cielos” y toda la tierra será “llena con el conocer la gloria de Jehová”!—Sal. 57:5; Hab. 2:14.