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Una cuestión zanjada que nunca volverá a surgirLa Atalaya 1974 | 15 de octubre
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Por pasar la prueba completa y minuciosa de su integridad de toda alma a Dios, los fieles y leales son remunerados con el derecho precioso de que sus vidas sean protegidas y prolongadas por toda la eternidad en felicidad. Sabrán que Dios los “conoce” íntimamente, así como él conoció a su Hijo unigénito en la Tierra... que son personas de fe incambiable, inquebrantable y de lealtad eterna. Pueden estar seguros de que continuarán en un derrotero fiel que agrade a Dios y apoye su soberanía por todos los miles de millones de años en el futuro que nunca termina.—Rom. 8:21.
¿Qué hay de los peleadores demoníacos contra Dios? La profecía de Revelación indica que Satanás y sus demonios son arrojados al “lago de fuego.” Lo que esto denota será el tema que se considerará en el siguiente número de La Atalaya.
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¿Cuán fuerte es su amor a la verdad?La Atalaya 1974 | 15 de octubre
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¿Cuán fuerte es su amor a la verdad?
LA ESCENA fue en Queens, ciudad de Nueva York. Una señora le había pedido a su carnicero que le moliera cierto pedazo de carne. Sin embargo, antes que éste pudiera molerlo el encargado reemplazó la carne con una de clase inferior, e insistió en que el carnicero diera ésta a la cliente. Cuando le entregó la carne molida, la cliente le preguntó al carnicero: “¿Es ésta la carne que le pedí que me moliera?”
¿Qué habría usted contestado? ¿Habría usted dicho la verdad?
La cliente tenía derecho a saber los hechos. Sin embargo, bajo las circunstancias, no se le hizo fácil al carnicero decirle la verdad, y así poner de manifiesto la falta de honradez del encargado. Sin embargo, lo hizo. Resultó en que fuera despedido.
¿Habría usted hecho lo que él hizo?
DESEO DE LA VERDAD
Cuando parece servir sus intereses, es común que la gente mienta. Pero, ¿le gusta a usted cuando le mienten?
Nos gusta oír la verdad. A los padres les gusta oír la verdad de parte de sus hijos. Los hijos quieren que sus padres les digan la verdad. Un gobierno desea que los ciudadanos le digan la verdad, y los ciudadanos quieren la verdad de parte de su gobierno. Pero lo que particularmente debe interesarnos es que el Dios Todopoderoso quiere oír que nuestras bocas hablen la verdad. Su Palabra dice: “Hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo.”—Efe. 4:25.
En la Biblia se hace referencia al cristianismo como el “camino de la verdad,” y el apóstol Juan habló de “colaboradores en la verdad.” (2 Ped. 2:2; 3 Juan 8) Obviamente las personas “en la verdad” no podrían tratar con falsedades.
Los cristianos primitivos Ananías y Safira suministran un ejemplo que revela cómo Dios detesta el engaño deliberado. Habían vendido un terreno y fingieron contribuir todo el producto de la venta para que lo usaran compañeros cristianos; pero realmente habían retenido algo del dinero para ellos mismos. Así tramaron dar la impresión a la congregación de que eran más generosos de lo que realmente eran. Por este engaño —una conspiración deliberada, planeada para mentir— Dios los ejecutó.—Hech. 5:1-11.
Claramente, Dios considera la práctica de mentir una ofensa seria. “Todos los mentirosos,” dice la Biblia, irán al “lago que arde con fuego y azufre. Esto significa
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