Sea sabio... viva según sus ingresos
SON una pareja joven que componen un matrimonio feliz, todavía sin hijos, y que viven en una de las secciones más hermosas de la ciudad de Nueva York. Compraron una casa, pensando que el pagar una hipoteca era mucho más práctico que el estar pagando alquiler. Naturalmente necesitaron muebles, y también compraron un automóvil, obteniendo ambas cosas por un plan de compra a plazos. Entonces permitieron que alguien los engatusara y les hiciera comprar un equipo estereofónico completo con tocadiscos, radio y televisor en colores. Aunque ambos estaban trabajando y el esposo tenía dos empleos, no pudieron hacer los pagos.
Recurrieron a un buen amigo en busca de consejo y él les mostró cómo podían reducir sus gastos de modo que pudieran vivir según sus ingresos. Rápidamente resolvieron seguir su consejo. Y no solamente por sus problemas económicos, sino también porque como cristianos se dieron cuenta de que estaban demasiado ocupados y demasiado cansados para ocuparse de sus obligaciones cristianas.
Es cada vez mayor el número de las familias que están sobrecargándose de la manera que lo hizo esta pareja. Así, en los Estados Unidos, en los pasados diez años, las quiebras o bancarrotas personales casi se han duplicado, de 97.750 a cerca de 183.000 por año. Aunque es cierto que algunos de estos casos sin duda se debieron al “tiempo y el suceso imprevisto” (tales como enfermedad, accidente o desempleo), la gran mayoría, se nos dice, se debieron a “arranques de comprar a plazos.” (Ecl. 9:11) Como lo expresó un árbitro de quiebras: “Detrás de todo esto está el aumento en el uso del crédito por los consumidores. Comerciantes y prestamistas han estado dando empuje a la compra por crédito entre la gente, compitiendo fuertemente por el negocio relacionado con el crédito.”—U.S. News & World Report, 19 de julio de 1971.
Cosas que hacen que la gente gaste en compras más dinero del que tiene son los lemas publicitarios como el de “Vuele ahora... pague después.” Pero un lema mejor es: “Ahorre ahora... vuele después.” Comprar al contado es la manera más económica de comprar cosas, dado que entonces no se tiene que pagar altos porcentajes de interés, lo que a menudo se eleva a 18 por ciento por año.
¿Qué es lo que hace que haya familias que caigan víctimas de vendedores insistentes? A menudo uno de los factores es el deseo de vivir como vive el vecino. Si el vecino de un hombre compra un automóvil o una piscina de natación exterior, ¿debe él también adquirir estas cosas? Puede que él piense que sí. Pero ese curso de acción puede ser una extravagancia, si sucede que su vecino tiene los medios para esas cosas pero él no. También, el solo hecho de que sus vecinos cometan el error de vivir una vida más costosa de la que pueden permitirse no es razón para que él haga otro tanto, ¿no es cierto?
El problema lo pueden constituir los símbolos de posición social. Muchas familias se han cargado con pesados pagos a plazos por haber comprado un automóvil elegante sencillamente porque éste reflejaría cierta posición social elevada dentro de la comunidad. Pero si está más allá de los medios de uno, ¿no es el símbolo de la posición social una falsa fachada? O puede ser un aparato de televisión a colores. Así, se ha informado que un maestro de una escuela privada oyó cierta vez a un joven decir a otro: “¡No puedo ir a jugar contigo porque tus padres no tienen un televisor a colores!” ¡Imagínese eso! Pero, ¿dónde obtuvo este niño semejante idea? Sin duda alguna, de sus padres.
Naturalmente, también hay que considerar el hedonismo o el principio del placer. Innegablemente existe un placer en poseer cosas bellas, siendo el orgullo que suministra lo poseído cosa aparte de lo que otros puedan pensar. También causa gran placer el comer alimentos delicados, placer que lleva a no pocas personas a vivir más allá de los ingresos.
Todas estas causas y otras que pudieran citarse llaman atención a las palabras del sabio rey Salomón: “Todo [es] vanidad y un esforzarse tras viento.” (Ecl. 1:14) ¿Vanidad? Sí, porque los placeres añadidos no compensan por las preocupaciones. Jesús dijo: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente,” ¡pero el que continúa viviendo más allá de sus ingresos tiene buena razón para estar inquieto por el día siguiente!—Mat. 6:34.
Por lo tanto, aprenda a ser objetivo, a ser gobernado por la razón, no por una simple inclinación, sentimiento o impresión. Aprenda a distinguir entre las cosas que usted realmente necesita y los lujos que usted quizás quiera pero de los cuales puede prescindir. No empiece a sentir y acariciar el deseo de lo lujoso, porque en la mente, en muy poco tiempo, los lujos tienden a convertirse en “necesidades.” Todo comienza con la debilidad humana heredada, pues nuestras inclinaciones están dirigidas hacia el egoísmo.—Gén. 8:21.
En este asunto, como en todo otro problema de la vida, la Biblia ofrece buen consejo. Advierte que un proceder materialista es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales. También recomienda contentamiento, diciendo: “Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” (1 Tim. 6:7, 8) El apóstol Pablo no solamente predicó el contentamiento a su amigo Timoteo, sino que también lo practicó. Escribió: “Porque he aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme con lo que tengo. Realmente sé vivir con escasez, realmente sé tener abundancia.”—Fili. 4:11, 12.
¿Por qué podía bastarse el apóstol Pablo con lo que tenía, estar contento fuera poco o mucho lo que tuviera? Porque tenía algo en su vida que era mucho más importante que las cosas materiales, más importante que alimentos deliciosos, ropa elegante u otras valiosas posesiones materiales. ¿Qué era aquello? Tenía devoción piadosa o piedad, sobre lo cual también escribió lo siguiente a su amigo Timoteo: “Es grande ganancia la piedad, unida con un espíritu contento.” (1 Tim. 6:6, Versión Moderna) Sí, los tesoros espirituales son una gran ayuda para bastarse con lo que uno tiene.
El hombre no fue hecho para vivir de pan solamente o sólo para las cosas materiales. (Mat. 4:4) Él necesita alimento espiritual, posesiones espirituales. Por eso, preste atención a estas palabras de Jesús: “Sigan, pues, buscando primero el reino [de Dios] y Su justicia.” Esto significa tomar tiempo para leer y estudiar la Palabra de Dios; tomar tiempo para hablar a Dios en oración; tomar tiempo para asociarse con otros que de la misma manera están interesados en cosas espirituales.—Mat. 6:33.