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‘Recomendándonos como ministros de Dios’La Atalaya 1972 | 15 de septiembre
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sola. Quisiera que vinieras para comer del mismo platillo.”
La vecina, que entonces tenía casi setenta años de edad, vino. Después de unos estudios, ella invitó a una hermana mayor y a su hijo para que participaran con nosotras. En poco tiempo tres más fueron invitados a participar. Ahora todos los siete están bautizados y sirviendo a Jehová.
“COMO POBRES MAS ENRIQUECIENDO A MUCHOS”
Hay muchas experiencias similares que pudiésemos relatar. Han sido una fuente de gozo para nosotras y nos han estimulado a continuar recomendándonos como ministros de Dios. Creemos que, como el apóstol Pablo, podemos decir: “De toda manera nos recomendamos a nosotros mismos como ministros de Dios . . . como pobres mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y sin embargo poseyendo todas las cosas.”—2 Cor. 6:4, 10.
Hablando de lo material, somos pobres. Hemos confiado en que Jehová nos suministre las cosas materiales necesarias. (Mat. 6:33) Por medio de su organización se ha encargado bien de nosotras. Con nuestra hermana mayor, Eusebia, que ha sido predicadora de tiempo cabal de la Palabra de Dios desde 1958, ahora vivimos detrás del Salón del Reino de la Unidad Sur aquí en Bogotá.
Prescindiendo de cuán pobres seamos de manera material, verdaderamente somos ricas en sentido espiritual. Y por medio de compartir la verdad de la Palabra de Dios con otros, verdaderamente podemos decir que hemos enriquecido a otros. Desde que nos mudamos a Bucaramanga en 1954, ha sido nuestro gozo inefable el ser usadas por Jehová para ayudar a 210 personas a dedicar su vida a él y simbolizar su dedicación por bautismo en agua. A cuántas más hemos ayudado de manera indirecta, no lo sabemos. No nos jactamos en nosotras mismas, sino más bien en Jehová.—1 Cor. 1:31.
Lo consideramos un gozo estudiar la Biblia con personas que se muestran deseosas de llegar a ser siervos de Jehová. Las amamos y les tenemos cariño afectuoso. Llegan a ser para nosotras como hijos muy amados. Por eso, aunque nos ha parecido conveniente aplicar el consejo del apóstol Pablo de permanecer en la soltería a fin de dedicarnos al servicio del Señor “sin distracción,” ciertamente no hemos estado sin familia. (1 Cor. 7:34, 35) Al contrario, hemos tenido padres y madres, hermanos y hermanas e hijos espirituales añadidos a nosotras, a saber, los “que oyen la palabra de Dios y la hacen,” todo como resultado de recomendarnos como ministros de Dios.—Luc. 8:21; Mar. 10:29, 30.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1972 | 15 de septiembre
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Preguntas de los lectores
● ¿Cuáles son las “cosas elementales del mundo” que se mencionan en Gálatas 4:3 y Colosenses 2:8, 20?—EE. UU.
Después de mostrar que un niño es como un esclavo por estar bajo la mayordomía de otros hasta que llega a ser mayor de edad, el apóstol Pablo, en su carta a los gálatas, escribe: “Igualmente nosotros también, cuando éramos pequeñuelos, continuábamos esclavizados por las cosas elementales que pertenecen al mundo.” (Gál. 4:1-3) Entonces pasa a mostrar que el Hijo de Dios vino al “límite cabal del tiempo” y libró de estar bajo la Ley a los judíos que llegaron a ser discípulos suyos a fin de que pudieran recibir la “adopción de hijos.” (Gál. 4:3-7) De modo similar, en su carta a los colosenses, Pablo advirtió a los cristianos de Colosas contra el ser llevados “por medio de la filosofía y del engaño vano según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo; porque es en él que mora corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina.” Deberían haber ‘muerto junto con Cristo para con las cosas elementales del mundo.’—Col. 2:8, 9, 20.
Puesto que se les pone en contraste con aquello de que ahora disfrutan esos cristianos, las “cosas elementales del mundo” evidentemente
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