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“Trabajando duro y esforzándonos”La Atalaya 1981 | 1 de marzo
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“Trabajando duro y esforzándonos”
“Estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.”—1 Tim. 4:10.
1-3. ¿Por qué es apropiado que los cristianos de hoy día presten atención a su actitud para con el trabajo?
¿LE GUSTA trabajar duro? ¿Aprecia usted los esfuerzos y logros que valen la pena? Si así es, usted está en contraste con muchas personas del día actual.
2 Probablemente usted haya observado que, aunque siempre ha habido personas perezosas, la aversión al trabajo parece ir en aumento. (Pro. 20:4; 19:24; 2 Tes. 3:11) Notamos esta tendencia en los consejos que se dan comúnmente, como éste: ‘Tómalo con calma. No te eches cargas encima.’ Lo que al principio es solo aversión al trabajo duro, fácilmente puede convertirse en una actitud de desdén a todo trabajo.
3 Como cristianos, sin duda nos parece que no tenemos ese espíritu. Sin embargo, sería poco práctico creer que estamos inmunes a esa disposición cuando la actitud del mundo en general es tan poderosa y tan penetrante. Nos puede beneficiar el examinar periódicamente nuestro modo de ver el trabajo, porque el modo en que lo vemos puede afectar nuestra participación en actividades cristianas que Dios considera importantes.
TRABAJADORES DIGNOS DE IMITACIÓN
4. ¿Cuán importante es el trabajo?
4 Muchos hombres que han observado la vida y los valores relacionados con ella han comentado sobre la importancia del trabajo. El estadista alemán Karl W. von Humboldt dijo: “El trabajo le es tan necesario al hombre como el comer y dormir.” Ese hecho en sí mismo proporciona a muchas personas razón para estar ocupadas y ser productivas. Los cristianos, sin embargo, tienen otra razón para cultivar una actitud de aprecio al trabajo duro: A este respecto, Jehová y Jesucristo nos han fijado un patrón que debemos imitar.—Efe. 5:1; 1 Cor. 11:1.
5, 6. ¿Qué ejemplo dan Jehová y Jesús respecto al trabajo?
5 El entero universo —desde el imponente Sol termonuclear hasta la delicada mariposa— da testimonio de que Dios es trabajador. Todas sus creaciones visibles son sus “obras.” Además, la protección y guía que él constantemente suministra a sus siervos son “obras” que debemos apreciar. (Sal. 145:4-6, 10; 8:4-9) Su Hijo también es un trabajador industrioso. Dejando atrás la carpintería en un pueblo galileo, Jesús viajó centenares de kilómetros a través del campo caluroso y polvoriento para ayudar a la gente... para sanar, predicar, enseñar. (Mat. 4:17, 23-25; Luc. 8:1; 9:57, 58) Aunque Cristo era perfecto, se cansaba y experimentaba hambre debido a que trabajaba mucho y por largo tiempo.—Mat. 21:18; Mar. 1:32, 35; 6:32-34; Juan 4:3-6, 34.
6 De esto sabemos con certeza que ni Dios ni Jesús tienen la actitud manifestada en la expresión: ‘Tómalo con calma.’ Cristo declaró: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando.” (Juan 5:17) En realidad, Cristo explicó que sus “obras” —lo que él hacía con el apoyo de Dios— manifestaban patentemente que él tenía la aprobación de Dios. (Juan 10:25, 38) Y no debe pensarse que no haya enlace entre este hecho y nuestra vida. El cumplimiento de todas nuestras esperanzas basadas en la Biblia depende de lo que Jesús hizo como adorador industrioso de Dios.
7. ¿Con qué clase de enfoque debemos reflexionar sobre nuestro modo de ver el trabajo?
7 Cada uno de nosotros podemos, y debemos, reflexionar sobre nuestro modo de ver el trabajo y el patrón de trabajo que seguimos. Al hacer esto, no tenemos que criticarnos severamente ni ser demasiado exigentes con nosotros mismos. Todos tenemos nuestros límites físicos así como circunstancias restrictivas. Además, el proceder de Jesús nos manifiesta que es justo disfrutar de descanso, de esparcimiento, de asociación grata y de algunas comodidades. (Mar. 6:31; Luc. 5:29; 7:34; Juan 2:2-10; 12:2, 3) Pero la mismísima imperfección que subraya nuestra necesidad de descanso puede hacer que llevemos el descanso a extremos, como lo recalcan las advertencias bíblicas contra la pereza. La realidad es que, tal como el tener hambre hace más sabrosa la comida, así el trabajo duro hace más agradable el descanso y el esparcimiento.—Ecl. 2:24; 5:12, 18.
8, 9. ¿Cuándo deben los cristianos ser trabajadores industriosos?
8 La palabra “trabajo” puede hacernos pensar particularmente en el trabajo seglar que muchos de nosotros efectuamos para obtener las necesidades de la vida. El consejo bíblico muestra que en esta actividad debemos ser concienzudos, diligentes. (Pro. 10:4; 22:29) Esto también debe ser cierto respecto a nuestros deberes en el hogar o hasta respecto a nuestros estudios en la escuela, porque todo aspecto de nuestra vida puede reflejar el mejoramiento que ha logrado en nosotros la aplicación de los principios cristianos. El apóstol Pablo escribió: “Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres, porque ustedes saben que es de Jehová que recibirán el debido galardón de la herencia.”—Col. 3:23, 24.
9 Sin embargo, concentrémonos ahora en una parte específica de la vida del cristiano... la alabanza que rinde a Dios por medio de predicar y enseñar. Esta obra es vital, porque por medio de ella ‘podemos salvarnos a nosotros mismos y a los que nos escuchan.’—1 Tim. 4:16.
10, 11. ¿Qué razones especiales tenemos para trabajar duro en la difusión de la fe cristiana?
10 Nótese que Pablo no indicó que el cristiano debería interesarse sólo en su propia salvación. Debería interesarse intensamente en ayudar a otros a aceptar a Jesús como el Cristo y a practicar la devoción piadosa que “encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” (1 Tim. 4:8) Después de mencionar esta esperanza, Pablo escribió:
“Porque a este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.”—1 Tim. 4:10.
11 Piense en ello. La salvación que Dios da —vida eterna en felicidad— está al alcance de “hombres de toda clase.” Pero, al fin, ¿quiénes serán salvos? Solo “los fieles,” los que desarrollen y ejerzan fe. Puesto que el apóstol reconocía esto, él no podía ‘tomar las cosas con calma’ viviendo una vida bastante normal y solo de vez en cuando, de serle conveniente, hablando a unas cuantas personas acerca de esta salvación que podían alcanzar. ¡No! La perspectiva de que otras personas podían aprender el mensaje cristiano y entrar en el camino de la salvación fue para Pablo tan impresionante, de tan arrolladora importancia, que ‘estuvo trabajando duro y esforzándose.’ ¿Piensa usted de la misma manera? Reflexione personalmente sobre su curso de actividad durante el mes pasado, o durante los pasados seis meses. ¿Está absolutamente claro —tanto para usted como para otras personas, incluso para Dios— que usted está trabajando duro, que está esforzándose?
TRABAJANDO DURO PARA DIFUNDIR EL MENSAJE DEL REINO
12. ¿Qué relación existe entre las obras y la salvación?
12 Los cristianos saben que no pueden ser salvos simplemente haciendo ciertas obras, como si pudieran ganarse así la justicia y la salvación. (Rom. 3:28) Sin embargo, es cierto que, si tenemos fe genuina, produciremos obras como resultado de esa fe. (Sant. 2:18-26) Por eso, es apropiado que consideremos, con corazón guiado por oración, nuestra fe y obras.
13. Según lo que dijo Jesús, ¿qué harían sus discípulos después que él muriera?
13 Al ‘trabajar duro y esforzarnos,’ como lo hizo Pablo, podemos participar en el cumplimiento de una verdad profética que Jesús pronunció. ¡Imagínese!... usted puede ayudar a probar que las palabras de Jesús son ciertas. ¿Cuáles palabras? Las palabras expresadas en respuesta a la solicitud que Felipe hizo: “Muéstranos al Padre.” (Juan 14:8) Jesús dijo:
“El que me ha visto a mí ha visto al Padre también. . . . Las cosas que les digo a ustedes no las hablo de por mí; sino que el Padre que permanece en unión conmigo está haciendo sus obras. Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ése también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que éstas, porque yo estoy prosiguiendo mi camino al Padre.”—Juan 14:9, 10, 12.
14, 15. ¿Quiso decir Jesús, por lo que dijo en Juan 14:12, que sus seguidores ejecutarían mayores milagros que los que él ejecutó? ¿Por qué?
14 ¿Cómo podrían los discípulos de Jesús hacer obras mayores que las que él hizo? ¿Pudiera usted participar en hacer estas obras mayores? La Biblia revela que Dios hizo que algunos cristianos pudieran ejecutar milagros, como los de expulsar demonios, sanar a gente enferma y, en unos cuantos casos, resucitar a personas que habían muerto. Dios hizo esto para manifestar que entonces estaba tratando con la congregación cristiana y bendiciéndola. (Hech. 3:2-8; 5:12-16; 9:36-40; 16:16-18) Pero, ¿fueron mayores esas obras que las que Jesús hizo? Él sanó a todos los que vinieron a él y hasta a algunos que estaban a cierta distancia, alimentó milagrosamente a miles de personas, resucitó a los muertos y controló las fuerzas de la naturaleza. (Mat. 8:5-16, 23-27; 14:14-33; Juan 11:39-44) Además, los milagrosos dones del espíritu que algunos cristianos desplegaban habrían de terminar o ser eliminados. (1 Cor. 13:8-10) Por lo tanto, ¿cómo habrían de hacer los cristianos obras mayores que las de Jesús?
15 Jesús había hablado lo que su Padre quería que él hablara. El mayor bien que él hizo, y el más duradero, no fue por sus milagros, sino por su maravillosa enseñanza acerca del Reino.a (Luc. 4:32, 43) Después que Jesús fue resucitado, comisionó a los que seguían sus pisadas a ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones, enseñándoles.’ (Mat. 28:19, 20) Sí, los cristianos habrían de llevar a cabo una extensa obra de testificación. Esta habría de hacerse en escala más amplia que la predicación de Jesús, por un período más largo y a muchísima más gente. Así, harían obras mayores que las que él hizo.
16. ¿Terminaría la obra de Jesús con su muerte y ascensión al cielo?
16 La obra que Jesús hizo de predicar y enseñar acerca del Reino no habría de terminar con Su muerte y ascensión al cielo. Desde allí él continuaría conduciendo la importante campaña educativa, pero lo haría por medio de sus seguidores. Lucas pasa a decir que Jesús, antes de su ascensión, dijo a los discípulos más “acerca del reino de Dios.” (Hech. 1:3) Finalmente Jesús les dijo: “Serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.
17, 18. En el día del Pentecostés de 33 E.C., ¿cómo empezaron los seguidores de Jesús a cumplir lo que él dijo acerca de obras mayores?
17 Enseguida los discípulos empezaron a hacer obras mayores que las que Jesús hizo. En el día del Pentecostés de 33 E.C. Jesús derramó espíritu santo sobre los 120 discípulos que estaban esperando en Jerusalén. Tras eso, ¿qué se pusieron a hacer éstos? ¿A multiplicar alimento? ¿A dar instrucción agrícola a la gente? ¿Siquiera a curar a algunos enfermos? No; se pusieron a hablar, a declarar “las cosas magníficas de Dios.” (Hech. 2:1-11) Entonces el apóstol Pedro dio un testimonio tan convincente que miles de personas que le escucharon aceptaron a Cristo.
18 El tan solo bautizar a tan grande cantidad de creyentes nuevos aquel día debe haber sido una verdadera tarea. Posiblemente se separaron en grupos y fueron a estanques en diferentes partes de la ciudad. Evidentemente para el fin del día los discípulos informaron sobre lo que se había hecho, porque el relato dice que ‘los que abrazaron la palabra y fueron bautizados ascendieron a unas tres mil almas.’ De unos 120 discípulos a más de 3.000 (un aumento de más del 2.500 por ciento) en tan solo un día. (Hech. 1:15; 2:41) Verdaderamente habían comenzado a hacer obras mayores que las que hizo Jesús.
19. ¿Era ésta una obra que solo habrían de hacer los apóstoles o ancianos de las congregaciones?
19 Pero quizás algunos cristianos piensen hoy día: ‘Yo no soy ningún Pedro ni Pablo. ¿No eran ellos personas de la clase que se requeriría para hacer obras mayores que las que hizo Jesús?’ Esa es una pregunta válida. El libro de los Hechos revela que los apóstoles, los evangelistas especiales y los ancianos espirituales de las congregaciones ciertamente participaron en predicar el Reino. Pero, fíjese en este hecho histórico que nos relata el discípulo Lucas: “Se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria.” (Hech. 8:1) Y al ser esparcidos, ¿qué hicieron estos cristianos, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres? “Los que habían sido esparcidos fueron por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.” (Hech. 8:4) Sí, todos predicaron.
20. ¿Por qué es especialmente importante ahora el que pensemos en participar en el cumplimiento de Juan 14:12?
20 Hoy día los cristianos verdaderos llevan a cabo la obra de predicar y enseñar que Jesús comenzó y que sus hermanos y hermanas del primer siglo continuaron. Pero los acontecimientos actuales que están cumpliendo las profecías bíblicas nos indican que pronto Dios pondrá fin al inicuo sistema de cosas actual y así terminará la predicación actual de las “buenas nuevas del reino.” (Mat. 24:14) Por eso, cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ‘¿Estoy participando a plenitud actualmente en la obra vital que Jesús mencionó en Juan 14:12? ¿Estoy trabajando duro y esforzándome? Cuando esta obra quede terminada, ¿me sentiré satisfecho sabiendo que participé plenamente en ella?’
¿CUÁNTO ESPERA DIOS QUE HAGAMOS?
21-23. ¿Qué revaluación podemos hacer de nuestras circunstancias?
21 Al participar a grado satisfaciente en la obra cristiana de predicar, no debemos pasar por alto las obligaciones válidas que la Biblia nos impone respecto a nuestra familia, parientes, trabajo o escuela. (1 Tim. 5:8) Tampoco agradaría a Dios que abrigáramos sentimientos de culpa al cumplir con esas obligaciones; deberíamos hacerlo alegremente. Pero a veces podemos examinar nuestras actividades y el empleo de nuestro tiempo.
22 Posiblemente para muchos de nosotros sería beneficioso el someternos a un examen de conciencia equilibrado, seguido por autodisciplina. Tal vez sería útil eliminar mucho de lo que no es esencial para mantener un nivel de vida digno.
23 Nadie debe criticar lo que otros hagan a este respecto. Lo importante es analizar nuestro propio proceder para saber si nosotros mismos todavía estamos manifestando profundo aprecio por la parte que nos toca en hacer obras mayores que las que hizo Jesús.
24. ¿Qué buen ejemplo nos dio una viuda pobre?
24 Tal vez estemos dando nuestro todo, aunque sea menos de lo que la salud y las circunstancias permiten que otra persona dé. Pero la cantidad en sí misma no es el criterio. Recuerde el comentario favorable que Jesús hizo acerca de la viuda pobre que contribuyó dos moneditas de “muy poco valor.” Aquellas monedas (leptas) valían aproximadamente la sexagésima cuarta parte de lo que se ganaba en un día. ¿A cuánto llega eso según el valor de las cosas donde usted vive? Sin embargo, Jesús encomió el proceder de la viuda, porque ella “echó cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.” (Mar. 12:41-44) Podemos confiar en que nosotros también recibiremos tal aprobación si estamos dando nuestro todo —trabajando duro y esforzándonos— en la obra de testificar.
25. ¿Qué hizo María por Jesús poco antes de la muerte de él?
25 También podemos recordar la ocasión en que María, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con costoso aceite perfumado. Algunos discípulos se quejaron, porque el aceite valía 300 denarios. Tomando en cuenta los sábados y los días de fiesta, a un obrero le tomaría un año entero el ganar aquella suma. ¿Cuánto gana usted, o algún miembro de su familia, en un año? (Juan 12:3-8; Mat. 20:2) Respecto al esfuerzo de María, Jesús dijo lo siguiente:
“Excelente hecho hizo ella para conmigo. . . . Ella hizo lo que pudo; se anticipó a ponerme aceite perfumado sobre el cuerpo en vista del entierro. En verdad les digo: Dondequiera que se prediquen las buenas nuevas en todo el mundo, lo que hizo esta mujer también se contará para memoria de ella.”—Mar. 14:6-9.
26, 27. ¿De qué manera fue ejemplar María?
26 Nótense estas palabras: “Ella hizo lo que pudo.” No hay evidencia de que María haya recibido poder para ejecutar milagros; no podía ser apóstol, tampoco podía ocupar el puesto de un anciano cuando se formara la congregación cristiana; y posiblemente no haya podido viajar extensamente con las “buenas nuevas.” Pero “hizo lo que pudo.” ¿Qué sentido encierran esas palabras? En algunos idiomas la expresión: “Haga lo que pueda” tiene el sabor de: ‘No te eches cargas encima; tómalo con calma.’ Pero Jesús no quiso decir eso. María verdaderamente se había esforzado. Algunos traductores de la Biblia han vertido esas palabras de las siguientes maneras: “Ella ha hecho cuanto podía,” o: “Ella ha hecho cuanto estaba en su mano.”—Versión Moderna; Serafín de Ausejo (Herder).
27 Este proceder de dar plenamente de sí misma era el modo en que María acostumbraba obrar, no algo que hubiera hecho una sola vez. En una ocasión anterior María manifestó en lo que tenía el corazón cuando se sentó a los pies de Jesús para escuchar su enseñanza. (Luc. 10:38-42) Ahora siguió apoyando a este sobresaliente predicador, Jesús. Y es de interés que Jesús relacionó lo que María hizo con la obra de predicar mundial, pues dijo que adondequiera que se difundieran las “buenas nuevas” ella sería recordada. Ella estaba interesada en la predicación. También lo estuvo Jesús, hasta Su muerte.
28. ¿Qué clase de religión es el cristianismo, y qué significa esto para nosotros?
28 ¿Somos nosotros como aquellas dos mujeres que dieron su todo? ¿Estamos intensamente interesados en la obra de predicar que Jesús comenzó cuando estuvo en la Tierra y que actualmente él continúa por medio de cristianos que están en todas partes de la Tierra? Deberíamos estarlo. Dios lo está. Cuando el cristianismo empezó en el día del Pentecostés del 33 E.C., era una religión de testificar, y Dios la apoyó por medio de su espíritu. Todavía está haciendo eso, porque no ha cambiado. Él es “un Dios vivo,” pues él mismo está vivo y ofrece vida a todos los adoradores verdaderos. Se ve, pues, que hoy el cristianismo debe ser, y sigue siendo, una religión de testificar. Y los cristianos tienen toda razón para ser trabajadores entusiastas en el servicio de Dios, “que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.”—1 Tim. 4:10.
[Nota a pie de página]
a Las poderosas obras de Jesús hicieron que muchos se interesaran en él. Sin embargo, es digno de notarse que no se le llegó a conocer como “Obrador de milagros” o algo por el estilo. Preeminentemente se le llegó a conocer como “Maestro.”—Mat. 8:19; 19:16; 26:18; Mar. 4:38; Juan 3:2.
[Ilustración en la página 16]
Hicieron todo lo que pudieron
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‘Ocupados en la obra santa de las buenas nuevas’La Atalaya 1981 | 1 de marzo
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‘Ocupados en la obra santa de las buenas nuevas’
“La bondad inmerecida que de Dios me fue dada [fue] de ser siervo público de Cristo Jesús a las naciones, ocupándome en la obra santa de las buenas nuevas.”—Rom. 15:15, 16.
1, 2. ¿Por qué son importantes el habla y la conducta nuestras?
LA REPUTACIÓN que una persona llega a tener depende de sus actividades y de su habla. Lo que otras personas concluyen acerca de ella y de sus principios suele basarse en lo que le hayan visto hacer y en lo que le hayan oído decir. El rey Salomón escribió lo siguiente: “Aun por sus acciones el joven se da a conocer, en cuanto a si su obra es pura o recta.”—Pro. 20:11, Literal Translation de Young; Mat. 7:16-20.
2 ¿Qué significado tienen esas
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