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El don de la inmortalidadLa Atalaya 1964 | 1 de junio
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la recibió. Primero tienen que morir y luego ser resucitados como criaturas espíritus. El apóstol Pablo habla de esto en su carta a los corintios. “Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levanta en incorrupción. Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual. Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad.”—1 Cor. 15:42, 44, 53.
Lo que Pablo dijo en cuanto al don de la inmortalidad no se dirigió al mundo de la humanidad, sino a los miembros de la congregación de Cristo que habían sido ungidos con espíritu santo para ser reyes con él. “Si seguimos aguantando, también gobernaremos juntos como reyes.” (2 Tim. 2:12) Como razonablemente se esperaría, este grupo real está limitado en tamaño. No todos los que ejercen fe en Jehová y en Jesucristo son escogidos divinamente para ser miembros de ese grupo, y por lo tanto solo a un número comparativamente pequeño se le resucita a la vida de espíritu como describe Pablo, y recibe el don de la inmortalidad.
La inmensa mayoría de los cristianos fieles puede esperar el ser súbditos terrestres de ese cuerpo celestial de reyes. Ellos son los mansos que “poseerán la tierra.” (Sal. 37:11) Su galardón por retener integridad a Jehová será, no el don de la inmortalidad, sino el don de la vida eterna en perfección humana. Ellos recibirán lo que el primer hombre Adán pudo haber tenido si hubiera sido obediente.
Aunque disfrutarán de perfección humana, todavía serán corruptibles porque todavía estarán hechos de carne que es capaz de deteriorarse o de ser destruida por otra criatura. Tendrán el poder de vivir indefinidamente, pero para que ellos continúen viviendo tendrán que seguir proveyendo a su cuerpo de alimento y agua. Sin estos artículos de primera necesidad se consumirían. Así no sucede con los pocos a los cuales se les hace incorruptibles por recibir el don de la inmortalidad. Su existencia continua no depende de fuentes exteriores de energía. Dios les ha dado el poder de autosostenerse, como él. Este es uno de los factores que contribuye a que sean superiores a los ángeles. Su superioridad se revela por la declaración de Pablo a ellos: “¿No saben ustedes que juzgaremos a ángeles?”—1 Cor. 6:3.
Los ángeles tienen el poder de una vida indefinida, pero su fuerza de vida no es autosustentadora ni indestructible. Nunca les fue dada la inmortalidad. Esto lo manifiesta el hecho de que el resucitado Jesús fue el único de las criaturas de Jehová que la poseía en los días del apóstol Pablo, aunque los ángeles habían estado viviendo por un tiempo muy largo antes de eso.
Para los pocos escogidos que reciben el don de la inmortalidad, la muerte pierde su aguijón para siempre. Quedan libres eternamente de su poder. “Entonces se efectuará el dicho que está escrito: ‘La muerte es tragada para siempre.’ ‘Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?’” (1 Cor. 15:54, 55) Ya que éstos reciben el maravilloso don de la inmortalidad, a los cristianos fieles que no son de este grupo escogido se les asegura que Jehová cumplirá su promesa de dar vida eterna a todos los que ejercen fe en él y en su Hijo.—Juan 3:16.
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“La obligación de todo cristiano”La Atalaya 1964 | 1 de junio
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“La obligación de todo cristiano”
A Handbook of Christian Theology dice en cuanto a los cristianos primitivos: “En la pequeña compañía de Jesús y sus amigos no había división en clero y laico . . . los discípulos, que desde aquí pudieran parecer laicos, eran realmente los predicadores . . . Por supuesto, había caudillos y maestros y voceros especiales. Pero éstos solo señalaban o fijaban la dirección de la obligación de todo cristiano.”
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