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La Era de la obscenidadLa Atalaya 1983 | 15 de junio
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vulgar se está esparciendo. Por casi todas partes se pueden ver camisetas, cartelones, botones y etiquetas en los parachoques de los automóviles que llevan obscenidades escritas. Tal lenguaje se ha hecho “popular” entre muchas personas. “El uso en público del lenguaje profano ha llegado a aceptarse de manera tan general —comenta la revista U.S. News & World Report— que sería difícil, o tal vez imposible, detener esta tendencia e introducir otra contraria a ella.” ¡Con razón se ha calificado a nuestro tiempo de “Era de la obscenidad”!
¿A qué se debe esto?
El hecho de que la obscenidad va en aumento está directamente relacionado con el deterioro de ciertas instituciones tradicionales y normas de comportamiento. “Es una característica de los tiempos”, dijo cierto portavoz religioso. La desintegración de la estructura familiar, la falta de respeto para con las autoridades y la nueva moralidad que lo tolera todo son factores que han contribuido a las obscenidades desenfrenadas y explícitas de índole sexual. Dicho lenguaje refleja el modo de vivir inmoral que se ha hecho común hoy día.
Thomas Cottle, discursante en siquiatría de la Universidad de Harvard, comentó: “La vida les parece artificial y poco satisfaciente a las personas, y por eso están enojadas. [...] Tras dicho enojo ronda la agresividad”. Se afirma que el lenguaje profano es un medio de desahogarse del enojo y de la frustración que se han ido acumulando. “Si otro automovilista se mete delante de mí en la carretera y yo le digo unas cuantas palabrotas —dice Chaytor Mason, sicólogo clínico— me convenzo a mí mismo de que soy superior a él y así recobro mi amor propio.”
Lo que vamos observando en cuanto a la manera de insultar a otros verbalmente es significativo. La Biblia indica que éste es un indicio de que se acerca el fin de un sistema de cosas inicuo. “Mas sabe esto —advierte la Biblia— que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos [...] blasfemos [...] calumniadores, sin gobierno de sí mismos.” (2 Timoteo 3:1-5.)
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Las obscenidades... ¿son realmente perjudiciales?La Atalaya 1983 | 15 de junio
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Las obscenidades... ¿son realmente perjudiciales?
SE CALCULA que en algunas ciudades grandes de los Estados Unidos una de cada cinco palabras que se dicen tal vez sea una palabrota. En Italia, según cálculos de la Unión Nacional contra la Blasfemia, se dicen diariamente más de mil millones de blasfemias contra Dios o la iglesia. En efecto, el echar maldiciones es uno de los pasatiempos principales en muchos lugares.
Eso debe aplaudirse, dice Reinhold Aman, director de Maledicta, revista sobre lenguaje blasfemo. Él opina que la agresión verbal es provechosa, pues es preferible a la agresión física. “Prefiero que me llamen [*@*@] que recibir un disparo o una puñalada en el pecho”, dice Aman.
A eso Chaytor Mason añade unas palabras en favor de las palabrotas, al decir: “El lenguaje blasfemo, el echar maldiciones o como usted quiera llamarlo, es un método que por mucho tiempo ha resultado eficaz para desahogar
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