Instruyendo con apacibilidad
1, 2. ¿Por qué necesitan apacibilidad los cristianos en nuestro tiempo?
HAY otra razón por la que el cristiano necesita cultivar apacibilidad. Es verdad, lo hace más feliz, otros se llevan más fácilmente con él, lo habilita a ser más receptivo a las verdades de Dios y así lo coloca en el camino a la vida eterna; pero eso no es todo. También se necesita la apacibilidad cuando se lleva a cabo la gran obra de predicación que los cristianos están comisionados a hacer en estos últimos días críticos.
2 Hay que ministrar a la humanidad las verdades de Dios. Hay que dar un testimonio a través de la Tierra antes del fin de este presente sistema de cosas inicuo. Además, los que ya están dedicados a Dios tienen que alimentarse continuamente con las verdades de la Palabra de Dios. Todo esto requiere mucha instrucción, y la apacibilidad desempeña un papel importante para llevarlo a cabo. En el mundo se emplean varias maneras de enseñar, pero en lo que toca a la Palabra de Dios, debe impartirse a otros el conocimiento que contiene con apacibilidad.
3-5. (a) ¿Cómo sabemos que el instruir con apacibilidad es la manera correcta? (b) ¿Por qué serían atraídas a Jesús las personas semejantes a ovejas?
3 El instruir con apacibilidad es la manera correcta, la manera bíblica, la manera que produce los mejores resultados en los que buscan la verdad. Sabemos que esto es cierto porque el mayor instructor que jamás ha vivido, Jesucristo, usó apacibilidad al enseñar la verdad a otros. Esta cualidad sobresaliente, la apacibilidad, fue parte de su personalidad, y la usó con efecto eficaz cuando instruyó a los que tenían hambre y sed de justicia.
4 Que Jesús tuvo una disposición apacible, él mismo lo aclara: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.” (Mat. 11:28, 29) ¡Cuán eficaz sería la enseñanza de Jesús debido a su modo de tratar de genio apacible! Ansiosamente las personas semejantes a ovejas lo buscarían para escucharle explicar las verdades de Dios. No le temerían como le temían a sus caudillos políticos y religiosos que eran severos y opresivos, y que se habían enseñoreado de ellas sin preocuparse de su bienestar.
5 Jesús se compadeció de esta gente común que se encontraba en tal condición lastimosa espiritual y físicamente. “Al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:36) Jesús de modales apacibles, compadeciéndose de estas personas oprimidas e injuriadas, sería verdaderamente una fuente de refrigerio para sus almas. ¡Cuán diferente fue él de lo que estaban acostumbradas! ¡Qué experiencia confortante fue estar en su presencia! Jesús no era como los capataces severos de ellas, sino que fue apacible, bondadoso, generoso, comprensivo y amoroso.
6. ¿Atraería a todo el mundo el modo de tratar apacible de Jesús?
6 El modo de tratar apacible de Jesús no atraería a todos. Los que no eran semejantes a ovejas y no tenían verdadero amor a la verdad probablemente considerarían su modo de ser como ridículo e impráctico en un mundo duro. Tampoco responderían los inicuos. Pero Jesús no quería simplemente el atraer a cualquiera al nuevo sistema de cosas de Dios. No estaba llamando a los que amaban lo que era incorrecto y odiaban lo que era correcto. Su modo de tratar apacible atraería a la clase correcta de personas, a los amadores de la justicia. Jesús buscaba a éstos. Estaba buscando a “ovejas,” no a “cabras.”
7. ¿Qué cuidado debe ejercerse cuando se reprende a otros como lo hizo Jesús?
7 Fue cuando trató con personas inicuas, semejantes a cabras, que vemos que Jesús usó lenguaje y acciones más fuertes. Jesús era apacible, pero no débil. Cuando era menester, denunció a otros, especialmente a los caudillos religiosos hipócritas, los escribas y los fariseos. Repetidas veces les dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!” (Mat. 23:13-36) A veces, quizás algunos de los siervos de Dios necesiten reprender a otros, pero tienen que ejercer gran cuidado en el modo de hacerlo, porque no tienen la perspicacia que tuvo Jesús. Por consiguiente, las veces en que no se puede ser apacible deben ser muy raras y tienen que considerarse muy cuidadosamente. En esto, Jesús estableció el modelo, pero tenía la autoridad y discernimiento que no tienen hoy en día los humanos imperfectos.
PABLO INSTRUYÓ CON APACIBILIDAD
8. ¿Cómo mostró Pablo que el instruir había de hacerse con apacibilidad?
8 El apóstol Pablo sabía que el método de Jesús de enseñar con apacibilidad era el mejor y era el modelo que habría de seguirse, pues dijo: “Ahora yo mismo, Pablo, les suplico por la apacibilidad y bondad del Cristo.” (2 Cor. 10:1) Note, también, lo que expresó en la Primera a los Tesalonicenses 2:5-8 en relación con su manera de tratar con otros: “En ninguna ocasión nos hemos presentado ya sea con habla lisonjera, (así como ustedes lo saben) ni con una apariencia fingida para la codicia, ¡Dios es testigo! Tampoco hemos estado buscando la gloria de los hombres, no, ni de ustedes, ni de otros, aunque pudiéramos ser una carga costosa como apóstoles de Cristo. Al contrario, nos hicimos amables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. Así, teniéndoles tierno cariño, tuvimos mucho gusto en impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a sernos amados.” Para ser amable, para tener tierno cariño, Pablo tenía que ser apacible, y efectivamente lo fue.
9, 10. ¿Cómo respondieron otros a la apacibilidad de Pablo?
9 ¿Cómo respondieron los hermanos de la congregación cristiana a este apóstol de modales apacibles? Bueno, en una ocasión cuando Pablo dijo a los hombres de mayor edad de la congregación de Éfeso que ya no lo verían más, note la manera en que respondieron: “En realidad, prorrumpió gran llanto entre todos ellos, y se echaron sobre el cuello de Pablo y lo besaron tiernamente, porque especialmente les causaba dolor la palabra que había hablado de que no iban a contemplar más su rostro.” (Hech. 20:37, 38) Estos cristianos amaban al apóstol de modales apacibles y querían estar en torno de él, porque hallaron refrigerio en este siervo de Dios. Les afligió mucho pensar que quizás ya no lo verían más. Al despedirse él no hubo formalidad fría, sino ternura, lágrimas y mucho aprecio por el servicio que les había prestado.
10 Si Pablo hubiera empleado métodos severos, mundanos, al instruir, es muy improbable que hubiera sido recipiente de ternura tan genuina. Difícilmente se muestran expresiones sinceras de amor y gratitud a la persona severa, porque la severidad repele, no atrae. Cuando se va el que es duro y cruel capataz no hay llanto, sino, más bien, gran alivio.
LLAMAMIENTO AL LIBRE ALBEDRÍO
11, 12. ¿Por qué no es la severidad el modo de tratar de Dios?
11 Los métodos severos para dirigir e instruir atemorizan. No inspiran confianza ni amor. Quizás se obedezcan por un tiempo, pero no es una obediencia voluntaria. Lo que se impone a otros por lo general no dura, sino que se sacude a la primera oportunidad. De modo que la obediencia obligada ni es deseable ni es duradera, porque Jehová implantó en el hombre libre albedrío y desea obediencia voluntaria de parte de él.
12 La mayoría de las personas resiente y resiste la severidad, la fuerza que obliga o la compulsión. Cuando “los egipcios hicieron trabajar a los hijos de Israel como esclavos bajo tiranía,” ¿cómo afectó esto a los oprimidos? (Éxo. 1:13) Éxodo 1:14 nos dice que “siguieron amargándoles la vida con dura esclavitud.” Cuando el rey Roboam dijo: “Mi padre, por su parte, hizo pesado el yugo de ustedes, pero yo, por mi parte, añadiré a su yugo,” el pueblo se sublevó, como predijo Jehová. (1 Rey. 12:14) En contraste notable Jesús dijo a sus oyentes: “Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mat. 11:30) Con razón los que buscaban la verdad en aquel día le seguían en vez de a los caudillos religiosos opresivos que “atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas.”—Mat. 23:4.
13. ¿Cómo hizo un llamamiento Pablo al libre albedrío de Filemón?
13 Observe cómo Pablo hizo un llamamiento al libre albedrío de Filemón tocante al esclavo fugitivo, Onésimo. Cuando Pablo estuvo en la prisión Onésimo le era muy útil. Pero Pablo escribió al amo del esclavo, Filemón, y dijo: “Quisiera retenerlo para mí mismo para que en lugar de a ti siguiera sirviéndome a mí en las cadenas de prisión que llevo por causa de las buenas nuevas.” Pero, ¿retuvo Pablo a este esclavo para sí mismo? ¡No! Porque le dijo a Filemón: “Pero sin tu consentimiento no quiero hacer nada, para que tu buen acto no sea como obligado, sino de tu propia voluntad.” ¡Cómo es diferente tal actitud! Podemos imaginarnos cómo se hubiera sentido Filemón si Pablo le hubiera dicho en cambio: ‘Ahora bien, escúchame, Filemón, necesito este esclavo tuyo, de modo que me voy a quedar con él sin importar lo que digas.’ No, Pablo sabía lo que debía hacerse, porque instruía con apacibilidad. Prefería sufrir incomodidad que tratar con Filemón severamente o tratar de obligarlo a actuar contra su propio libre albedrío.—File. 13, 14.
14. ¿Qué otros ejemplos muestran que se desea la buena voluntad?
14 Cuando hablaba de generosidad, Pablo también observaba este principio de hacer un llamamiento con apacibilidad al libre albedrío de otros. Él dijo: “Que cada uno haga así como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre.” (2 Cor. 9:7) Al aconsejar Pedro a los hombres de mayor edad de la organización acerca de su actitud para con la posición de superintendencia que tenían, les instó: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena voluntad.” Estos individuos maduros no deben sentir que están obligados a pastorear el rebaño de Dios sino que deben hacerlo en concordancia con su libre albedrío.—1 Ped. 5:2.
15. ¿Qué papel desempeña la autodisciplina para hacer la voluntad de Dios?
15 El hacer apaciblemente un llamamiento al libre albedrío de la gente no significa necesariamente que todos los que dedican su vida a Dios apreciarán plenamente todas las obligaciones que tienen los cristianos. Tal vez para algunos ciertos requisitos sean difíciles de cumplir al principio. Pero solo porque esas personas quizás empleen tiempo para cultivar aprecio y gusto a estas cosas no significa que no las harán. Por ejemplo, cuando habló de la necesidad de predicar las buenas nuevas, Pablo reconoció la probabilidad de que algunos no estarían dispuestos a participar al principio, y que podría estar en contra de la voluntad que la persona había moldeado hasta ese punto en su vida. Pablo dijo: “Si hago esto de buena voluntad, tengo galardón; mas si lo hago contrario a mi voluntad, de todos modos tengo encomendada a mí una mayordomía.” (1 Cor. 9:17) Pablo no estaba diciendo que algún otro lo obligaría a hacer esto. Lo que estaba diciendo era que algunos necesitarían vencer su propia voluntad egoísta a fin de conformarse a la voluntad de Dios, porque, al principio, la carne imperfecta no siempre se deleita en hacer lo que es correcto. No obstante, aun estos que lo hacen en contra de su voluntad son bendecidos, porque no son obligados a hacerlo, sino que se obligan ellos mismos a causa de que aman a Dios y quieren hacer Su voluntad. Es por eso que Pablo dijo: “Trato mi cuerpo severamente y lo conduzco como a esclavo.” (1 Cor. 9:27) De modo que esta clase de obediencia a Dios todavía es básicamente voluntaria, del propio libre albedrío de uno, porque nadie más obliga al individuo, sino que él ejerce disciplina sobre sí mismo a fin de hacer la voluntad de Dios.
CUANDO SE PREDICA A OTROS
16. ¿Convino Pedro con los métodos de Jesús y Pablo?
16 La clase de personas que Jehová quiere que vivan en su nuevo orden son las que responderán al llamamiento de la verdad con su propio libre albedrío. Con estas personas nuestra instrucción será sumamente eficaz cuando se haga con apacibilidad. De casa en casa, cuando vuelva a visitar a tales interesados, o cuando les enseñe la Biblia en sus propias casas, el instructor hará que se entiendan mucho mejor los puntos mediante un llamamiento apacible y amable a los principios, lógica y belleza de la verdad. Pedro mostró que este método era el que deberíamos usar en la obra de instruir a otros cuando dijo: “Antes santifiquen al Cristo como Señor en su corazón, siempre listos para hacer una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con un genio apacible y profundo respeto.”—1 Ped. 3:15.
17, 18. ¿Cómo estorba a la instrucción la falta de apacibilidad?
17 Cuando el cristiano instruye con apacibilidad, su oyente podrá concentrarse mejor en el material que se presente. No se desvía como lo haría si el instructor tuviera un modo de ser desapacible. El maestro que es precipitado, argumentador y desagradable hará que la atención del estudiante se desvíe del material y se fije en el instructor. Esto sería un obstáculo para su progreso. ¡El instructor severo quizás hasta haga tropezar a otros y los ahuyente de la verdad! Por otra parte, el que instruye con apacibilidad descubre que esta cualidad es un haber y podrá decir como Pablo: “De ninguna manera estamos dando causa alguna para tropiezo, para que no se halle nada censurable en nuestro ministerio.”—2 Cor. 6:3.
18 Al predicar a otros se necesita mucha paciencia. Aquí, de nuevo, la apacibilidad ayuda al cristiano. La persona apacible no se perturba fácilmente cuando el progreso de otros es lento, o cuando la gente es indiferente al mensaje. Le es mucho más fácil efectuar la obra siendo paciente de lo que es para el que carece de apacibilidad, porque tal persona se inclina más a precipitarse, a irritarse e impacientarse rápidamente cuando no se logran resultados. Pero si perdemos la apacibilidad debido a que el progreso es lento o debido a respuestas negativas, estaremos derrotando nuestro propósito, obrando contrario a lo que intentamos lograr.
19. Si surge oposición, ¿qué no debe ser el motivo por la oposición?
19 Aprecie que al instructor apacible no siempre se le presta atención. De hecho, algunos se oponen y pelean aun en contra de las personas más apacibles, como lo hicieron contra Jesús. Pero si hay oposición al instructor de las buenas nuevas, que sea por motivo del mensaje que lleva, a causa de que él representa al Dios Altísimo, Jehová, y no por motivo de alguna rudeza o severidad de palabra o acción de su parte.
20, 21. ¿Por qué debemos mantener nuestra apacibilidad aun cuando haya oposición?
20 El mantener apacibilidad bajo provocación hasta ayudará a algunos de estos opositores a efectuar un cambio de corazón. Proverbios 15:1 dice: “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero una palabra que causa dolor hace subir la cólera.” Tan eficaz es la apacibilidad cuando se trata con los que se oponen, especialmente en ignorancia, que Proverbios 25:15 dice: “Una lengua apacible misma puede quebrar un hueso.” Una disposición apacible puede, con el tiempo, lograr mucho para desbaratar prejuicio y oposición. “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos; ya que Dios quizás les dé arrepentimiento que conduzca a un conocimiento exacto de la verdad.”—2 Tim. 2:24, 25.
21 Muchos son los que se oponen al principio pero que se asombran con las cualidades cristianas del que les predica y por eso comienzan a investigar el mensaje que llevan, con el tiempo negando a ser ellos mismos siervos dedicados de Dios. ¡Qué poderosa razón para que el cristiano no ‘devuelva mal por mal’ cuando se enfrente a personas irrazonables! Pero aun donde persiste la oposición, el cristiano no paga con la misma moneda. Recuerda el incidente cuando los samaritanos no recibieron a Jesús. “Cuando vieron esto los discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los aniquile?’ Mas él [Jesús] se volvió y los reprendió.” La venganza pertenece a Dios. Él es el Juez y tratará con los opositores obstinados al debido tiempo.—Rom. 12:17; Luc. 9:54, 55.
ENTRE HERMANOS CRISTIANOS
22. ¿Dónde más se necesita la apacibilidad?
22 La apacibilidad no solo ha de usarse con los que están fuera de la congregación cristiana o del círculo familiar. No puede prescindirse de ella solo porque uno está tratando con los de la fe cristiana. Al contrario, si usamos apacibilidad al tratar con los que no son de la fe, necesitamos usarla aun más al tratar con nuestros hermanos cristianos. La apacibilidad no es una prenda de vestir que el cristiano se pone hipócritamente para impresionar a los de afuera. Tiene que llegar a formar parte de su personalidad. Ha de usarse todo el tiempo, particularmente al tratar con los que están dentro de la congregación cristiana. “Realmente, pues, mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe.”—Gál. 6:10.
23. ¿Cómo ayuda la apacibilidad cuando surgen desavenencias?
23 Si surgiera una desavenencia entre hermanos cristianos, la apacibilidad les ayuda a hacer lo correcto. “De consiguiente, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de compasión, de bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó sin reserva a ustedes, así también háganlo ustedes.” (Col. 3:12, 13) Los que cultivan el espíritu apacible harán las paces más rápidamente con su hermano y perdonarán como Dios perdona. Es más probable que los de genio apacible sean “del mismo parecer, mostrando compasión, ejerciendo amor fraternal, tiernamente cariñosos, de ánimo humilde.” Su apacibilidad los ayuda a acercarse a la profundidad del amor y cariño que Pedro recomendó cuando dijo: “Ante todo, tengan amor intenso los unos para los otros.” (1 Ped. 4:8) No hay nada tan importante en las relaciones entre los hermanos cristianos para que se eliminen la apacibilidad, ternura, simpatía y amor y se sustituyan con tácticas frías y duras.
24. ¿Cómo debe dársele consejo a la persona que tropieza y hace algo malo?
24 A veces un cristiano puede tropezar y hacer algo malo. Entonces necesita consejo. ¿Cómo ha de darse? “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de restaurar a tal hombre con espíritu de apacibilidad.” (Gál. 6:1) Para la persona que da un paso en falso antes de darse cuenta de ello se promueve la restauración cuando se corrige con apacibilidad. Por supuesto, cuando la maldad es voluntariosa y se persiste al grado de hacer una práctica de la iniquidad, entonces la congregación cristiana adopta medidas adicionales para castigar a tales malhechores y para proteger a la congregación.—1 Cor. 5:11-13; 2 Juan 9-11.
25, 26. ¿Qué cuidado deben ejercer los que llevan la delantera, y cuál es su relación apropiada con sus hermanos?
25 Los superintendentes y los auxiliares ministeriales deben ejercer gran cuidado y trabajar duro para continuar avanzando en la apacibilidad. Las muchas responsabilidades que tienen, los diversos problemas y dificultades que atienden pueden resultar en perder la apacibilidad si recurren a su propio raciocinio y espíritu humanos imperfectos. Quieren depender de Jehová y continuamente acudir a él por guía mediante su espíritu santo. De esa manera se puede mantener y adelantar su apacibilidad. La congregación será edificada y animada por estos pastores apacibles que producen el fruto del espíritu de Dios, pero será desanimada y derribada por la severidad. Y en la congregación cristiana, cualquiera que persista en tratar severamente al rebaño de Dios, con el tiempo, será removido de su privilegio de servir a sus hermanos. Pedro advirtió a los que llevan la delantera que no deben hacerlo “como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño.”—1 Ped. 5:3.
26 Jesús mostró que los que llevan la delantera habrían de servir, o ministrar, a sus hermanos. “Echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla.” Explicando por qué había hecho esto, Jesús dijo: “Ustedes me llaman: ‘Maestro,’ y, ‘Señor,’ y hablan correctamente, porque lo soy. Por eso, si yo, aunque soy Señor y Maestro, les lavé los pies a ustedes, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque yo les puse el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo.” En otra ocasión declaró a sus seguidores: “El que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que ser ministro de ustedes, y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de ustedes.” Hoy en día los siervos de Dios quieren imitar esta clase de humildad. Los de espíritu apacible no tendrán dificultad alguna en hacerlo, porque la apacibilidad es la compañera natural de la humildad.—Juan 13:5, 13-15; Mat. 20:26, 27.
27. ¿Dónde más es esencial la apacibilidad?
27 La apacibilidad es esencial en la más pequeña unidad de la congregación, es decir, el círculo familiar. Los padres y las madres tratan unos con otros y su prole con apacibilidad, no recurriendo a despliegues de mal genio ni de sinrazón. El cabeza de la familia, el esposo, necesita dar mucho consejo y disciplina, pero ha de hacerse con apacibilidad. Esta manera apacible de tratar con los hijos tendrá un gran efecto para el bien en las mentes jóvenes. Aprenderán desde la infancia que la manera apacible es la manera de tratar con otros. A medida que crezcan a la edad adulta, el espíritu apacible crece con ellos y llega a ser parte de su personalidad cristiana.
28. ¿Cuáles son los resultados de la apacibilidad?
28 Entonces, el instruir con apacibilidad es la manera de tratar de Dios. Produce los mejores resultados cuando se predica a los que no están en la congregación cristiana, cuando se enseña y se aconseja a los que están en la congregación, y cuando se instruye y se corrige dentro del círculo familiar. Contribuye a gran paz y felicidad individual y colectivamente. ¡Qué placer es pertenecer a una sociedad de personas que producen el fruto del espíritu de Dios, que trabajan, viven e instruyen con apacibilidad! Que Dios bendice a tales personas Jesús lo aclaró cuando dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra.”—Mat. 5:5.