Esclavos de hombres o esclavos de su Recomprador—¿cuál?
“Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres.”—1 Cor. 7:23.
1. ¿Cuántos de la humanidad han nacido en esclavitud?
¿SABÍA que usted nació esclavo? Lo cierto es que toda la humanidad nacida de padres terrestres, humanos, ha nacido esclava, hijos de esclavos. Si usted considera honradamente los hechos del asunto y ve cómo esto es verdad, esto le ayudará a entender muchas cosas con respecto a usted mismo. Esto le ayudará a entender cómo librarse de tal esclavitud.
2, 3. (a) Entre los que se libraron de esta esclavitud se hallaba ¿qué famoso trabajador en la causa de la libertad? (b) ¿Cómo se refirió a él mismo por nombre este trabajador por la libertad?
2 Las puertas de liberación de esta casa de esclavitud mundial fueron abiertas hace diecinueve siglos. Allá en el primer siglo de nuestra era común, entre los que se libraron de esta esclavitud se hallaba un hombre que ahora ha llegado a ser conocido alrededor del globo terráqueo. Pero siempre tenía que seguir vigilando y haciendo esfuerzos a fin de evitar el que fuese esclavizado otra vez. Disfrutó muchísimo de su propia libertad y trató de ayudar a tantas otras personas como le era posible para que consiguieran tal libertad. No, él no libró una guerra contra el Imperio Romano, esclavizador de millones; tampoco condujo una Marcha de Libertad hasta Roma para protestar contra la esclavitud. ¿Por qué no? Porque estaba trabajando en la causa de una libertad mayor que la que pueden dar los hombres.
3 Debido a la obra de liberación de este hombre, algunas organizaciones religiosas lo han declarado ser uno de sus “santos” y por eso lo llaman “San Pablo.” Pero él habló de sí mismo como Pablo a secas. Por ejemplo, le dijo a gente que quería hacerlo su caudillo especial: “Pablo no fue fijado en el madero por ustedes, ¿verdad? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?” “Porque cuando uno dice: ‘Yo pertenezco a Pablo,’ pero otro dice: ‘Yo a Apolos,’ ¿no son ustedes simplemente hombres? ¿Qué, pues, es Apolos? Sí, ¿qué es Pablo? Ministros por medio de quienes ustedes llegaron a ser creyentes, así como el Señor se lo concedió a cada uno.”—1 Cor. 1:13; 3:4, 5.
4. (a) ¿Qué era Pablo en cuanto a posición política en el Imperio Romano, y por qué? (b) ¿En la libertad de qué esclavitud estaba interesado Pablo?
4 Pablo tenía los derechos de la ciudadanía romana. A causa de esto el gobierno romano lo consideraba hombre libre. Una vez un “millarca,” un comandante militar, le preguntó: “Dime: ¿Eres tú romano?” Contestó: “Sí.” El comandante militar también alegó tener ciudadanía romana, diciendo: “Yo compré estos derechos como ciudadano por una gran suma de dinero.” Luego Pablo dijo: “Pero yo hasta nací en ellos.” (Hech. 22:27, 28) Pablo de hecho era judío circunciso. Pero como nació en la ciudad asiática de Tarso, nació con ciudadanía romana, porque, más de cien años antes, el político romano Antonio les había otorgado ciudadanía romana a todos los habitantes de Tarso, y más tarde el emperador César Augusto confirmó esos privilegios. (Hech. 21:39; 22:3) De modo que no fue de esclavitud al Imperio Romano que Pablo fue hecho libre, tampoco entró en el campo político para ayudar a otros a librarse de tal esclavitud. Había otra esclavitud de mucho más alcance, una que resultaba en la muerte. En libertad de esta esclavitud se interesó Pablo el ciudadano romano.
5, 6. (a) ¿En qué carta explicó Pablo esta esclavitud mayor? (b) ¿Qué obraba en Pablo para impedir que él hiciera lo que él deseaba hacer?
5 ¿Cómo había entrado Pablo en esta esclavitud mayor? ¿Cómo entramos todos en ella? ¿Cómo nos ha afectado? Pablo explicó esto de manera muy entendible, cuando escribió a compañeros creyentes suyos en Roma, Italia. Cuando habló de la ley de Dios, no de la ley romana, Pablo dijo:
6 “La Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido bajo el pecado. Porque lo que obro no lo sé. Porque lo que deseo, eso no lo practico; sino lo que odio es lo que hago. Sin embargo, si lo que no deseo es lo que hago, convengo en que la Ley es excelente. Mas ahora el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que reside en mí. Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora; porque la habilidad para desear está presente conmigo, mas la habilidad para obrar lo que es excelente no está presente. Porque lo bueno que deseo no lo hago, mas lo malo que no deseo es lo que practico.
7. ¿Qué ley indeseable halló Pablo en sus miembros, y a qué grado estaba en sujeción a ella?
7 “Ahora, pues, si lo que no deseo es lo que hago, el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí. Hallo, pues, esta ley en el caso mío: que cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo. Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al hombre que soy por dentro, pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! Así pues, con la mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.”—Rom. 7:14-25.
8. ¿Contra qué en sí mismo tenía que luchar Pablo, y cuál era la dificultad responsable de esto?
8 El cuerpo de Pablo, así como nuestro propio cuerpo, era “carnal.” En su cuerpo de carne encontró que operaba una ley, una que podemos hallar operando también en nuestro propio cuerpo. Era la ley del pecado. En consecuencia, cuando deseaba hacer lo que es correcto y en armonía con la buena ley de Dios, no se le proporcionaba la habilidad para hacerlo perfectamente y todo el tiempo. El pecado que moraba en su carne lo dominaba y le impedía llevar a cabo su deseo. En el corazón y en la mente estaba en armonía con la ley de Dios, de modo que con su mente era esclavo de la ley de Dios. Pero su carne no siempre estaba de acuerdo con su mente, y por lo tanto tenía que pelear contra el servir la ley del pecado dentro de su carne. ¿A qué se debía la dificultad? Pablo había sido “vendido bajo el pecado.” Si eso fue cierto en cuanto al apóstol Pablo, también es cierto en cuanto a todos nosotros.
9. ¿Por qué no es bueno que anuentemente seamos esclavos de la ley del pecado?
9 No es bueno que seamos anuentemente los esclavos de la ley del pecado, que siempre trata de operar sin control por medio de nuestra carne. Si dejamos que la ley del pecado opere sin hallar resistencia por medio de nuestra carne, esto quizás resulte en algún placer por el momento pero ciertamente no obra para que consigamos una vida eterna de felicidad. La ley de Dios mostró a los judíos lo que es el pecado. Su ley condenaba a muerte a los pecadores. Por eso, Pablo dijo que el pecado estaba obrando la muerte para él de acuerdo con la condenación que la buena ley de Dios pronunció sobre los pecadores.—Rom. 7:13.
10. Como Pablo, ¿qué liberación anhelamos, y por medio de quién vendrá?
10 Por consiguiente, si deseamos la vida eterna en felicidad completa, como Pablo mismo la deseó, anhelamos ser librados del pecado que está en nosotros el cual está haciendo que nuestro cuerpo carnal padezca la muerte. Nombrando a aquel por medio de quien nos vendría esta liberación, Pablo exclamó: “¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Rom. 7:25) ¿Cómo, entonces, viene esta liberación de Dios por medio de Cristo?
11. ¿Qué necesitaba hacerse para que Pablo llegara a estar libre de esclavitud “a la ley del pecado,” y qué pregunta surge en cuanto a la venta de Pablo?
11 Pablo dijo que fue “vendido bajo el pecado.” Por lo tanto, fue esclavo “a la ley del pecado.” Para llegar a estar libre de esta esclavitud, necesitaba ser recomprado. ¿Cómo vino a estar “vendido bajo el pecado” Pablo, el ciudadano romano nacido libre? El averiguar la respuesta a esa pregunta nos ayudará a entender cómo todos los demás de nosotros fuimos ‘vendidos bajo el pecado,’ de modo que ahora hallamos al “pecado obrando muerte” para todos nosotros. ¿Cómo fue recomprado Pablo? ¿Cómo podemos ser recomprados nosotros?
ENTRADA DE LA LEY DEL PECADO EN LA CARNE HUMANA
12. Según el registro que la Biblia da de la creación, ¿por medio de quién obtuvimos todos nuestro cuerpo carnal?
12 Pablo dijo que era “carnal.” Actualmente todos nosotros somos de la misma carne que Pablo, quien fue “apóstol, separado para las buenas nuevas de Dios, que él prometió en tiempo pasado por medio de sus profetas en las santas Escrituras.” (Rom. 1:1, 2) Por medio de la mujer todos obtuvimos nuestro cuerpo carnal del primer hombre, Adán. Su esposa Eva, la primera mujer, fue carne de la carne del primer hombre y hueso de sus huesos. De modo que el apóstol Pablo estuvo de acuerdo con el registro de la Biblia sobre la creación humana y escribió: “Así como la mujer procede del varón, así también el varón es por medio de la mujer; pero todas las cosas proceden de Dios.”—1 Cor. 11:12.
13, 14. (a) ¿Por qué no debemos ceder al impulso del nacionalismo o enorgullecernos de manera nacionalista? (b) ¿Por qué Dios no pudo ser el que nos vendió bajo el pecado?
13 En el tiempo presente, unos seis mil años después de que Dios creó al hombre, la ciencia moderna jamás ha podido refutar lo que dijo el apóstol Pablo a los jueces griegos paganos en Atenas, Grecia: “Dios. . . hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para morar sobre la entera superficie de la tierra, y decretó las sazones señaladas y los límites fijos de la morada de los hombres, para que busquen a Dios.” (Hech. 17:24-27) Por eso, ¿por qué debería algún hombre ceder orgullosamente al impulso del nacionalismo?
14 Prescindiendo de nuestra nacionalidad presente, todos estamos ‘vendidos bajo el pecado,’ todos somos esclavos “a la ley del pecado.” Siendo esclavos todos, ¿por qué deberíamos jactarnos o enorgullecernos, una nacionalidad contra otra? No podemos hacerlo a la vista de Dios y hallar favor especial con él. Por eso preguntamos ahora: ¿Quién nos vendió a todos nosotros? Ciertamente Dios el Creador no lo hizo. Debido a su propia justicia, bondad y santidad absolutas, no pudo crear al primer hombre y a la primera mujer como criaturas ‘vendidas bajo el pecado.’ Bueno, entonces, ¿cuál fue la condición corporal o carnal del primer hombre y de la primera mujer cuando Dios los creó? ¿Qué dice su propio Libro inspirado, la Santa Biblia, en cuanto a ello?
15. (a) Para hacernos a nosotros las criaturas, ¿qué tuvo que ser Dios? (b) ¿Cómo la evaluación que Dios hace de la creación humana difiere de las filosofías religiosas orientales?
15 Para hacernos a nosotros, que somos criaturas tan maravillosamente construidas, Dios tuvo que ser el mayor científico vivo, por lo menos seis mil años adelantados de todos los científicos terrestres de hoy en día. El relato científico de la creación de Dios como fue escrito en la Santa Biblia no conviene con la filosofía humana de los hindúes, budistas y otros religiosos de que todas las cosas materiales son pecaminosas, crasas, toscas y malas en sí mismas. La Biblia dice que, después de que Dios hubo creado al primer hombre y a la primera mujer y los bendijo y les ordenó que llenaran la Tierra con su género carnal, “Dios vio todo lo que había hecho y, ¡mira! era muy bueno.” (Gén. 1:31) Dios no es un Dios que llama bueno a lo que es malo, y malo a lo que es bueno, y que pone las tinieblas por luz y lo amargo por dulce. Acarrea ayes sobre la gente que tuerce cosas como ésa. (Isa. 5:20-23; Pro. 17:15) Cuando Él pronuncia buena su obra, tiene que ser buena. De acuerdo con eso, para ser pronunciados buenos por Dios, el primer hombre y la primera mujer tuvieron que ser buenos.
16, 17. (a) ¿Cómo rastrea el Dr. Lucas la genealogía de un hombre perfecto? (b) Debido a que en esta conexión Lucas llama a Adán hijo de Dios, ¿qué debe haber sido Adán en su principio?
16 Además de Adán, ha habido otro hombre perfecto sobre la Tierra. Un doctor de medicina de nuestro primer siglo rastrea la genealogía de este otro hombre perfecto. Primero el Dr. Lucas dice: “Ahora bien, cuando todo el pueblo se bautizó, Jesús también fue bautizado, y mientras oraba, se abrió el cielo y bajó sobre él el espíritu santo en forma corporal como paloma, y salió una voz del cielo: ‘Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.’” (Luc. 3:21, 22) Luego el Dr. Lucas procede a rastrear la genealogía terrestre de Jesús, diciendo: “Además, Jesús mismo, cuando comenzó su obra era como de treinta años, siendo hijo, según se opinaba, de José, hijo de Helí.” Desde allí el Dr. Lucas se remonta a través de más de setenta generaciones adicionales y termina, diciendo: “hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.”—Luc. 3:23-38.
17 Por lo tanto, después de hablar en cuanto al perfecto y aprobado Hijo de Dios, Jesucristo, el Dr. Lucas dice que el primer hombre Adán fue “hijo de Dios.” Puesto que él llama a Adán “hijo de Dios” junto con Jesús el perfecto y aprobado Hijo de Dios, entonces Adán también, en su principio, debe haber sido una criatura humana perfecta si habría de ser clasificado como “hijo de Dios.” Adán lo fue, según las medidas bíblicas.
18, 19. (a) Según la regla que expresó Juan para juzgar quiénes son hijos de Dios, ¿por qué Adán y Eva no podían haber sido pecaminosos en su principio? (b) ¿Por qué no estaban yaciendo entonces bajo el poder del inicuo?
18 Si, en su principio, Adán hubiera sido pecaminoso, imperfecto, no habría sido hijo de Dios. En prueba de eso el apóstol cristiano Juan escribe bajo inspiración divina: “Todo el que ha nacido de Dios no ejecuta pecado, porque la semilla reproductiva de Él permanece en el tal, y no puede practicar pecado, porque ha nacido de Dios. Los hijos de Dios . . . se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no ejecuta justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano. Sabemos que nos originamos de Dios, pero el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.”—1 Juan 3:9, 10; 5:19.
19 Según esta regla, el primer hombre Adán y su esposa Eva no fueron pecadores ni practicantes de pecado en su principio, porque se originaron de Dios. Fueron hijos directos de Dios. Él no crea pecadores, porque no es la fuente de pecado. En su creación Adán y Eva no yacían en el poder de ningún inicuo, sino que fueron creados para ser siervos del Dios justo.
20, 21. (a) ¿Cómo arguyen la bendición y comisión de Dios a Adán y Eva en contra de que entonces hayan sido pecaminosos? (b) ¿Qué constituía la imagen y semejanza de Dios, y cómo arguye esto a favor de la calidad de hijo de Adán?
20 Es por eso que el relato de la creación en Génesis 1:27, 28 nos dice: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Además, Dios los bendijo y Dios les dijo: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.’” ¿Bendeciría el justo Dios a pecadores y diría a pecadores que llenaran la Tierra con su género pecaminoso y al mismo tiempo que tuvieran a todos los otros animales vivos sobre la Tierra bajo sujeción pecaminosa? ¡No! Dios hizo al primer hombre Adán “a su imagen” y a su semejanza. Puesto que esta imagen y semejanza no se refiere a la forma corporal de Adán ni a sus órganos vitales, esta imagen y semejanza debe haberse referido a las habilidades mentales de Adán y a sus cualidades morales. Podía raciocinar y hacer decisiones inteligentes y sentir la operación de la conciencia.
21 Además de poder físico, Adán tuvo las cualidades de sabiduría, justicia y amor a un grado perfecto. Esto significaría que Adán fue hijo de Dios en su principio, porque esto estaría en armonía con la regla: “El amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y adquiere el conocimiento de Dios. El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.”—1 Juan 4:7, 8.
22. ¿Por qué Dios, cuando creó a su imagen y semejanza, no crearía a un hombre pecador o imperfecto?
22 Puesto que el hombre Adán, cuando fue creado a la imagen y semejanza de Dios, reflejó las cualidades y atributos perfectos de Dios, debe haber sido perfecto en su creación. Cuando Dios creó un hijo terrestre a la imagen y semejanza divinas, ciertamente no crearía a un hombre pecador o imperfecto. Un hombre pecaminoso e imperfecto habría sido un descrédito para la mano de obra de Dios y un reproche contra, las facultades mentales y cualidades morales de Dios.
23, 24. (a) Puesto que ningún “hijo de Dios” obtiene pecaminosidad de Dios, ¿qué clase de criatura humana produjo la actividad de Dios? (b) Puesto que Dios no puede negarse, ¿qué clase de criatura humana representativa haría?
23 Ningún “hijo de Dios” hereda u obtiene pecaminosidad e imperfección de Dios. Este hecho se expresa directamente en Deuteronomio 32:3-6, donde el profeta Moisés le dice a la nación de Israel: “Yo declararé el nombre de Jehová. ¡Atribuyen ustedes, sí, grandeza a nuestro Dios! La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Un Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él. Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él, el defecto es de ellos mismos. ¡Una generación perversa y torcida! ¿Es a Jehová que siguen procediendo así, oh pueblo estúpido y no sabio? ¿No es él tu Padre quien te ha producido, quien te hizo y procedió a darte estabilidad?”
24 La actividad perfecta de Dios jamás produciría una criatura imperfecta. Produciría un hombre perfecto, sin defectos, no torcido ni perverso. Puesto que Dios no puede negarse, no haría que sus obras lo representaran como siendo una clase de persona que no es. Su hijo humano terrestre tendría armoniosamente las cualidades de su Padre celestial y sería sin pecado, a fin de representar la perfección de mente y moralidad de su Padre celestial.
¿A QUÉ SE DEBE NUESTRO PRESENTE ESTADO MENTAL, MORAL Y FÍSICO?
25. ¿Cómo suministró Dios un comienzo perfecto para la familia humana?
25 La actividad perfecta de Dios colocó a este hombre perfecto Adán en un jardín sobre la Tierra, “un paraíso de placer” como lo llaman los traductores de la Biblia Douay. (Gén. 2:7, 8, 15, 16, Dy) Más tarde, la actividad perfecta de Dios creó una esposa perfecta para el Adán perfecto, para que reprodujeran hijos perfectos en este paraíso de placer. (Gén. 2:18-23) Dios, como su Padre celestial, le dijo a Adán cómo podría vivir para siempre en este paraíso de placer.—Gén. 2:17.
26. (a) Siendo así todas esas cosas, ¿qué preguntas surgen en vista de la condición del hombre y de la Tierra hoy en día? (b) ¿A quién no se le puede imputar este estado de las cosas?
26 Siendo así todas estas cosas, ¿cómo es que todos nosotros hoy en día no estamos viviendo en un paraíso de placer? ¿Por qué es que, después de casi seis mil años de cultivar el hombre la tierra, la tierra no está sojuzgada casi en todas partes hasta una condición paradisíaca? ¿Por qué es que después de unos seis milenios de procreación humana los miles de millones de nuestros antepasados no están vivos con nosotros actualmente para llenar una Tierra paradisíaca sino que yacen muertos en el seno de la Tierra o en el corazón del mar? ¿Por qué es que nosotros, los miles de millones de personas vivas del tiempo presente, no somos perfectos en cuerpo, mente y corazón sino que parece que nuestras imperfecciones están aumentando? ¿Por qué es que cada uno de nosotros tiene que decir honradamente: “En mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora”? (Rom. 7:18) Este estado de cosas no se le puede imputar a Dios. Toda su Palabra escrita, la Santa Biblia, testifica que dio a la humanidad un comienzo perfecto. ¿Explica la Biblia también nuestro estado presente? ¡Sí! ¿Cómo?
27. ¿Qué fue el propósito de Dios que heredáramos nosotros la prole humana, pero de cuál generación de la humanidad heredamos esta condición?
27 La respuesta sencilla de la Biblia es que nosotros heredamos este estado de cosas. Pero, ¿de cuál generación de nuestros antepasados? La Biblia contesta: De nuestros primeros padres humanos. Es por eso que todos nosotros, sin excepción, somos afectados. Dios se propuso que heredáramos solo cosas buenas de parte de nuestros padres humanos, perfección humana y santidad en un paraíso perfecto de placer y en relación pacífica, semejante a la de hijos, con Jehová Dios nuestro Padre celestial. Finalmente habríamos de ser una sola familia humana grande, todos nosotros practicando amor de hermanos y hermanas unos a otros y teniendo a todas las otras criaturas animales sobre la Tierra en sujeción amorosa, sin temor de daño. Habríamos de heredar la vida no condenada y libre de la esclavitud del pecado. Por desgracia, heredamos de nuestros primeros padres humanos las cosas contrarias. ¿Cómo sucedió esto?
28. En el jardín, ¿qué conversación tuvo lugar entre Eva y un animal?
28 La primera mujer Eva no le temía a una culebra o serpiente. Esta se hallaba en sujeción a ella y a su esposo Adán. Un día un animal le habló a ella. No era un loro. Era una culebra o serpiente. Aunque esto era fuera de lo común, Eva escuchó sin temor. Esta preguntó si Dios realmente había dicho lo que su esposo Adán le había dicho a ella. Eva repitió las palabras de Dios dichas a su esposo Adán, diciéndole a la serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer. Pero en cuanto a comer del fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios ha dicho: ‘No deben comer de él, no, ustedes no deben tocarlo para que no mueran.’” Entonces la serpiente parlante dijo: “Positivamente ustedes no morirán. Porque Dios sabe que en el mismísimo día que ustedes coman de él sus ojos de seguro serán abiertos y ustedes de seguro serán semejantes a Dios, conociendo el bien y el mal.”—Gén. 3:1-5; 2:16, 17.
29. (a) ¿De qué manera se dejó Eva esclavizar? (b) ¿En qué sentido pecó, transgredió y cometió ofensa?
29 Algo nuevo comenzó a obrar en Eva. Fue deseo de una clase egoísta por lo que no era la voluntad de Dios. Eva no reprendió a esa serpiente, que estaba sujeta a ella, por decir que Dios el Padre celestial de ella era falso y temía el tener otros dioses cerca de él. Ella se dejó esclavizar a su deseo egoísta y comió del fruto prohibido. Al hacerlo, pecó, en que ahora ella erró el blanco de conducta perfecta hacia Dios. Transgredió, porque obró de manera contraria a la ley de Dios que le había sido publicada a ella por su esposo. Ella cometió ofensa,a porque ella cayó en sumisión, mientras que ella debería haber permanecido recta en resistir a la desobediencia a Dios y en vindicación de Dios como veraz y como supremo sin un posible igual. De esta manera la madre de la humanidad se hizo mala.
30. (a) ¿Por qué el tentador no estuvo satisfecho con solo hacer que comiera la mujer del fruto prohibido? (b) ¿Por qué no usó el tentador a la serpiente para persuadir a Adán a comer?
30 En el fondo de esta situación había un tentador. ¿Quién? No era aquella serpiente visible en el árbol del fruto prohibido. El tentador verdadero no estaba satisfecho con solo hacer que la mujer comiera el fruto prohibido. Ella no era cabeza de la familia humana. De modo que la cosa principal que hacer era hacer que el hombre comiera. El hombre como cabeza de la familia determinaría la calidad de la familia. Si Eva, ahora ofensora, no podía ser usada por Adán para producir una raza humana perfecta, entonces Dios podría, a Su debido tiempo, crear otra esposa perfecta para Adán para servir de madre de su familia en perfección. Para hacer que el hombre comiera, la serpiente no tuvo que acercarse a Adán y hablarle como lo había hecho con su esposa perfecta Eva. El tentador astuto que acechaba invisiblemente detrás de la serpiente sabía que Adán no podía ser engañado como Eva. Adán había obtenido la ley de Dios directamente de Dios. Por eso, no siendo posible que fuera engañado por una serpiente, el tentador persuadiría a Adán a comer por invitación de su esposa egoísta. Ella tendría más influencia con Adán que una serpiente parlante.
31. (a) ¿Qué dejó Adán que lo esclavizara, con qué acción resultante de su parte? (b) ¿Por qué Adán fue el único principalmente responsable del asunto?
31 Eva despertó en Adán el deseo egoísta de no perderla como su esposa. Adán también dejó que el deseo egoísta lo dominara y lo esclavizara en el pecado y la transgresión contra su Padre celestial, Jehová Dios. Génesis 3:6, 7 rastrea el orden de los acontecimientos y muestra el principio de una mala conciencia en la humanidad, diciendo: “De modo que ella comenzó a tomar de su fruto y comerlo. Después también dio algo de él a su marido cuando él estuvo con ella y él comenzó a comerlo. Entonces los ojos de ambos se abrieron y comenzaron a darse cuenta de que estaban desnudos. Así que cosieron hojas de higuera y se hicieron cubiertas para los lomos.” Así el padre de la humanidad se hizo malo. Él fue el principalmente responsable, porque el apóstol Pablo dice: “La serpiente sedujo a Eva por su astucia.” “Porque Adán fue formado primero, luego Eva. También, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y vino a estar en transgresión.”—2 Cor. 11:3; 1 Tim. 2:13, 14.
32. ¿Cómo explica Santiago 1:13-15 que Adán y Eva se esclavizaron al deseo egoísta?
32 Adán y Eva se dejaron esclavizar al deseo egoísta y tuvieron que sufrir el costo de satisfacer el deseo egoísta. El discípulo cristiano Santiago (1:13-15) explica esta fuente de tentación, diciendo: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Estoy siendo probado por Dios.’ No; porque con cosas malas Dios no puede ser probado ni prueba él mismo a nadie. Pero cada uno es probado por medio de ser provocado y atraído seductoramente por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” Ahora le aguardaba la muerte a Adán.
33. ¿Qué sentencia pronunció Dios sobre Adán, y qué acción emprendió entonces Dios?
33 Atemorizados por una mala conciencia y sabiendo que tenían que esperar la condenación de Dios a la muerte, Adán y Eva trataron de esconderse. Pero Dios los llamó a cuentas y sacó su confesión de haber obrado mal. Probándose veraz a su propia ley, Dios pronunció la sentencia de muerte sobre el hombre Adán, diciendo: “Comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” Luego Dios los despidió a ambos de su familia de hijos y los echó del paraíso y lejos de su árbol de la vida. El camino de regreso estaba obstruido, y habría significado muerte instantánea para ellos el tratar de regresar. Salieron a una tierra colocada ahora bajo maldición.—Gén. 3:8-24.
34. Como prueba de que transmitieron la maldad, ¿qué violencia tuvo lugar entre la prole temprana de Adán y Eva?
34 Por primera vez fuera del paraíso de placer y en el suelo maldecido comenzaron a tener hijos. Como prueba de que transmitieron el deseo egoísta, la pecaminosidad y la imperfección a sus hijos, su primer hijo resultó ser asesino de su hermano temeroso de Dios. Esto lo hizo, aunque Dios le dijo que el pecado estaba agazapado afuera, tratando de introducirse en él, pero que él debería tratar de ‘lograr el dominio sobre él.’ Él no lo hizo. Su retataranieto también resultó ser homicida. (Gén. 4:1-24) No hubo ninguna llamada “evolución” o “subida del hombre” funcionando en este caso, sino diametralmente lo contrario. La herencia, de acuerdo con las leyes de la genética, se hallaba en operación. El mundo de la humanidad no podía hacer cosa alguna salvo heredar el pecado y quedar bajo la condenación de la muerte.
ESCLAVITUD DE LA HUMANIDAD
35, 36. (a) Por el pecado de un solo hombre, ¿qué entró, y a quiénes se esparció esto? (b) ¿Quién, entonces, de la humanidad no peca, y a qué se debe esto?
35 La ciencia moderna, con su estudio de la genética, no ha podido anular la verdad de las palabras del apóstol Pablo en Romanos 5:12: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”
36 El fiel Job habló de “el hombre, nacido de mujer,” y preguntó desde un punto de vista genético: “¿Quién puede producir a alguien limpio de alguien inmundo?” y contestó: “No hay ninguno.” (Job 14:1-4) El inspirado salmista David convino y dijo: “¡Mira! Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.” (Sal. 51:5) El hijo sabio de David, el rey Salomón, cuando dedicó su templo en Jerusalén para hacer expiación por el pecado, dijo en oración a Dios: “No hay hombre que no peque.” (1 Rey. 8:46) Más tarde, cuando escribió su libro de Eclesiastés, el rey Salomón dijo: “No hay un solo hombre justo en la tierra que siga haciendo lo bueno y no peque. ¡Ve! Esto solo he hallado, que el Dios verdadero hizo al género humano recto, pero ellos mismos han buscado muchos planes.” (Ecl. 7:20, 29) Por eso, la pecaminosidad de la humanidad no provino de Dios.
37. (a) ¿Por quién fuimos vendidos bajo el pecado, y cómo? (b) ¿Cómo fue hecha más clara en el día de Moisés la pecaminosidad resultante de todo el mundo de la humanidad?
37 Aquí volvemos a la pregunta: ¿Cómo llegó a estar la humanidad, como dice el apóstol Pablo, ‘vendida bajo el pecado’? ¿Quién nos vendió bajo el pecado? Fuimos vendidos por medio del pecado. Adán, el primer padre humano de nuestra raza, fue el que nos vendió. Al tiempo de su creación, Adán el primer hombre fue ‘la gloria de Dios.’ (1 Cor. 11:7) Al nacer nosotros de él después de que pecó contra su Creador, llegó a ser cierto que, como Pablo dice en Romanos 3:23, “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios.” Este hecho llegó a estar todavía más claro después que Dios levantó a su profeta Moisés y dio un cuerpo maravilloso de leyes por medio de Moisés a la nación de Israel. Esta ley indicó qué era el pecado. Ponía de manifiesto muy claramente a los israelitas como pecadores, no mejores que el resto del mundo de la humanidad. Debido a esa ley, Pablo vio aun más claramente que fue vendido bajo el pecado.
38. ¿Qué quería comprar Adán por medio de venderse él mismo, y en virtud de qué hecho nos vendió a nosotros también?
38 De modo que se necesitó solo un hombre para vendernos a todos bajo el pecado. Ese un solo hombre, Adán, se vendió bajo el pecado primero. ¿Qué quiso comprar por medio de venderse? Quiso comprar el placer egoísta de mantener compañía continua con la ofensora pecaminosa, Eva su esposa, y compartir la misma condición condenada con ella delante de Dios. Para comprar esto vendiéndose él mismo, él pecó, entregó el gobierno perfecto de sí mismo y se sometió a la esclavitud del pecado. Fue como dijo el profeta Elías mucho después al rey de Israel: “Te has vendido a hacer lo que es malo a los ojos de Jehová.” (1 Rey. 21:20) Diez tribus de la nación de Israel hicieron la misma cosa que este rey Acab. (2 Rey. 17:17) Ahora bien, puesto que todos nosotros como prole de Adán estábamos en los lomos de Adán cuando él se vendió, él nos vendió a todos nosotros con él bajo el pecado. Naturalmente hemos llegado a nacer bajo el pecado. Se necesitó solo a un hombre para hacer esto, por medio de un solo acto.
39. (a) ¿Qué testifica la historia humana desde Adán hasta nuestro día en cuanto a nuestra liberación de esta condición ‘vendida’? (b) ¿Qué, por lo tanto, testificó Pablo en cuanto a la Jerusalén de aquel día y sus hijos?
39 Muchas personas inclinadas a la justicia quizás digan como dijo el apóstol Pablo: “¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte?” (Rom. 7:24) Por la prueba de toda la historia humana desde Adán hasta ahora, el hombre no puede por sus propios esfuerzos, sin ayuda alguna, librarse o rescatarse de esta condición ‘vendida,’ esta esclavitud “bajo el pecado.” Por 1.582 años (de 1513 a. de la E.C. a 70 E.C.), desde el monte Sinaí en Arabia hasta la destrucción de su último templo en Jerusalén, la nación de Israel trató de librarse de tal esclavitud bajo el pecado por medio de la ley de Dios dada por medio de Moisés. Pero fracasó. Por eso, unos veinte años antes de la destrucción del templo, el apóstol Pablo dijo en cuanto a los israelitas circuncisos: “Ahora bien, esta [muchacha esclava] Agar significa Sinaí, una montaña en Arabia, y ella corresponde a la Jerusalén de hoy, porque está en esclavitud con sus hijos.”—Gál. 4:25.
40. ¿Por qué otros medios, entonces, tiene que efectuarse nuestra liberación?
40 Los judíos no se hicieron justos delante de Dios mediante el tratar de guardar Su Ley dada por medio de Moisés. Bueno, entonces, necesitamos la ayuda de Dios por medio de alguna otra manera, a fin de ser librados de ser ‘vendidos bajo el pecado’ y de padecer el castigo por el pecado, la muerte. Dios no nos debía a nosotros el hacer esto. Todo tenía que proceder de parte de su bondad inmerecida y por medio de un don que pudiera recomprarnos. El apóstol Pablo indica el don de Dios para efectuar esto. Después de preguntar quién lo libraría del cuerpo carnal que padece la muerte debido al pecado, Pablo exclama gozosamente: “¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!”—Rom. 7:25.
COMO POR MEDIO DE UN SOLO HOMBRE
41. ¿Cuántos se necesitaron para introducirnos en nuestra condición esclavizada, y cuántos necesita Dios para sacarnos de ella sin violar la justicia?
41 Sin embargo, todos nosotros somos muchos en número, mientras que Jesucristo es uno solo. Eso es verdad. Pero se necesitó un solo hombre, Adán, para introducirnos a todos nosotros, muchas personas, en esta condición esclavizada, vendida, pecaminosa y moribunda. Por eso, por la sabiduría y poder maravilloso de Dios para arreglar las cosas necesarias solo se necesita una persona, Jesucristo, para sacarnos de esta condición miserable mediante el recomprarnos. En la misma carta inspirada a la congregación cristiana en Roma el apóstol Pablo muestra de manera hermosa cómo el Dios de justicia contrapesa a un hombre con otro hombre para efectuar la recompra y liberación sin ninguna violación a la justicia. Pablo escribe (Rom. 5:13, 14):
42. ¿Desde quién en adelante gobernó la muerte como rey, y por qué se le imputó el pecado a aquél?
42 “Hasta la Ley [de Moisés, dada en 1513 a. de la E.C.] había pecado en el mundo [por herencia de Adán], pero a nadie se le imputa pecado cuando no hay ley. No obstante, la muerte gobernó como rey desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado a la semejanza de la transgresión de Adán, el cual tiene un parecido al que había de venir.” Es decir, Adán recibió una ley en el jardín de Edén, a saber: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta que quedes satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento del bien y del mal no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.” (Gén. 2:16, 17) Por eso, cuando Adán comió, no solo pecó al errar el blanco de obediencia perfecta a Dios sino que también cometió ofensa al extralimitarse de la ley publicada de Dios. De modo que el pecado le fue imputado a Adán.
43. ¿Por qué, hasta el tiempo de Moisés, no estaban pecando los hombres pecaminosos “a la semejanza de la transgresión de Adán”?
43 Los descendientes de Adán llegaron a ser pecadores por herencia. Pero, como Dios no dio ningún código o cuerpo arreglado sistemáticamente de ley hasta que usó a Moisés para hacerlo, los descendientes de Adán no podían cometer una transgresión como Adán. No había ninguna ley publicada que ellos transgredieran. No podían ser transgresores como Adán.
44. ¿Quién fue el que “había de venir” a quien Adán tuvo un parecido, pero por qué produce efectos contrarios a los que produjo Adán?
44 Jesucristo fue el único hombre perfecto que “había de venir” y a quien el primer hombre perfecto Adán tuvo parecido. Pero Adán y Jesucristo produjeron efectos contrarios por su diferente proceder. Adán cometió una ofensa y cayó en la dirección incorrecta cuando debería haberse mantenido recto. Desemejante a esto, Jesucristo mantuvo obediencia perfecta a Dios bajo prueba y desempeña un papel vital en conexión con el don gratuito de Dios de justicia no ganada para nosotros que somos pecadores. Por consiguiente, Pablo pasa a decir:
45, 46. (a) Lo que hizo el un solo hombre Adán, ¿a cuántos afectó, y de qué manera? (b) ¿Qué expresión hizo Dios, por medio de quién, y con efectos que abundaron a quiénes?
45 “Mas no es con el don como fue con la ofensa. Porque si por la ofensa de un solo hombre muchos murieron, abundaron mucho más para los muchos la bondad inmerecida de Dios y su don gratuito con la bondad inmerecida por el un solo hombre Jesucristo.”—Rom. 5:15.
46 Sí, el un solo hombre Adán cometió una sola ofensa en Edén, y sus muchos descendientes han muerto merecidamente hasta ahora. Pero hay el otro “un solo hombre Jesucristo.” Por él la bondad inmerecida de Dios y el don gratuito con la bondad inmerecida aplicaron. En vez de que muchos mueran debido a esto, son afectados de manera contraria. Abundan mucho más con la bondad inmerecida de Dios y con su don gratuito de justicia que acompaña a Su bondad inmerecida. En cada caso, lo que uno hace afecta a muchos.
47, 48. (a) A consecuencia de ¿qué siguió el juicio de Dios sobre Adán y en qué resultó? (b) De la existencia de ¿qué cosa surgió la necesidad de un don gratuito, y en qué resultó el don gratuito?
47 El apóstol Pablo continúa, diciendo: “También, no es con el don gratuito como fue con el resultado que se produjo por medio del un solo hombre que pecó. Porque de una sola ofensa el juicio [sobre Adán] resultó en condenación, pero el don resultó en el declarar justos de muchas ofensas.” (Rom. 5:16) Es decir: El juicio adverso por Dios siguió a consecuencia de la “una sola ofensa” de Adán. Este juicio debido a la “una sola ofensa” resultó en condenación para los muchos descendientes de Adán. Cuando, más tarde, la ley de Dios por medio de Moisés entró en acción, los israelitas cometieron “muchas ofensas,” y se probó por ello que todo el resto de la humanidad era pecadora.
48 Esta situación de muchas ofensas en evidencia requirió que Dios hiciera un don gratuito de justicia. Si Dios fuese a poner a todos los hombres bajo la ley de Moisés y fuese a mantenerlos ahí, solo cometerían en relación con ella ofensas en vez de obrar su propia justicia. Pero, ¿cuál fue el efecto del don de Dios que siguió a consecuencia de la existencia de muchas ofensas? Este don de la justicia resultó en declarar justas a todas las personas que aceptaron el don.
49. A causa de la ofensa del un solo hombre, ¿qué comenzó a reinar, y por qué, y sobre quiénes?
49 Note ahora cómo el apóstol Pablo contrapesa a un hombre con el otro cuando dice en seguida: “Porque si por la ofensa del un solo hombre la muerte gobernó como rey por medio de ese solo, mucho más los que reciben la abundancia de la bondad inmerecida y del don gratuito de la justicia gobernarán como reyes en vida por medio del uno, Jesucristo.” (Rom. 5:17) Una ofensa es una forma de pecado; y su castigo es la muerte. Por la ofensa del un solo hombre Adán en Edén la muerte comenzó a reinar no solo sobre Adán. Empero por medio de aquel un solo hombre Adán la muerte también comenzó a reinar sobre toda la humanidad, porque ésta vino a la existencia por medio de Adán, como su prole.
50. ¿Qué cosas contrarias a la ofensa del un solo hombre se ofrecen, cómo se benefician los recipientes, y todo esto es por medio de quién?
50 De modo diferente a la ofensa de Adán, hay la abundancia de bondad inmerecida de Dios y de su don gratuito de justicia. Estas cosas obran en dirección opuesta a la muerte. Por eso, ¿qué les sucede a los que reciben la abundancia de la bondad inmerecida de Dios y de su don gratuito de justicia? Lo que sucede es que, en vez de hacer que la muerte continúe reinando sobre ellos, ¡ellos ‘gobiernan como reyes en vida’! Este arreglo de Dios es “por medio del uno, Jesucristo.” Por eso, siendo que la muerte ha reinado sobre muchos por medio de aquel un solo hombre Adán, los muchos recipientes de la bondad inmerecida y don gratuito de Dios reinan en vida por medio del uno, Jesucristo. ¡Qué equilibrio maravilloso de las cosas produce el Dios Todopoderoso!
51. ¿Cuánto ofender hubo en Edén, quiénes fueron afectados por ello, y de qué manera?
51 El apóstol Pablo no se detiene en este punto sino que agrega: “Así, pues, como por medio de una sola ofensa el resultado a toda clase de hombres fue la condenación, así mismo también por medio de un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida.” (Rom. 5:18) Es decir, hubo la ofensa original cometida por el un solo hombre Adán en Edén. Esta afectó a “toda clase de hombres.” El resultado para ellos fue condenación, porque fueron la prole de un pecador condenado y de él heredaron el pecado que acarrea sobre ellos la condenación de Dios.
52. (a) ¿Cómo se efectuó el “un solo acto de justificación”? (b) ¿Quiénes se benefician por ese acto, y de qué manera?
52 Para contrapesar esto, hubo “un solo acto de justificación” por el un solo hombre que obró en justicia sobre la Tierra, a saber, Jesucristo. Por su proceder sobre la Tierra se probó ser justo, perfecto y santo. ¿Qué resulta de este “un solo acto de justificación”? Esto: la justicia de Jesucristo que resultó en su justificación puede usarse para beneficiar a toda clase de hombres prescindiendo de raza, color, nacionalidad, tribu, idioma o nivel social. Hay el “declararlos justos para vida.” Ya Dios no los considera pecadores sino que abona a su cuenta la justicia de Jesucristo. Esto los exonera de la condenación a la muerte y los hace dignos de vida, vida eterna.
53, 54. (a) Por la desobediencia del un solo hombre Adán ¿quiénes fueron afectados, y cómo? (b) Por medio de la obediencia del uno, Jesucristo, ¿quiénes se benefician, y cómo?
53 Siguiendo este pensamiento, el apóstol Pablo pasa a decir: “Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.” (Rom. 5:19) Es decir: El un solo hombre Adán desobedeció a Dios y llegó a ser pecador. Como consecuencia toda su prole heredó el pecado de él. De esa manera muchos “fueron constituidos pecadores.” Sin embargo, por la obediencia del uno, Jesucristo, a Dios se proveyeron los medios para que muchos fuesen “constituidos justos.”
54 Los primeros que consiguen ser “constituidos justos” son los que componen la congregación espiritual de Jesucristo. Por medio de la fe en el obediente Jesucristo son “constituidos justos” a fin de que sean adoptados como hijos espirituales de Dios y como coherederos de Jesucristo. Puesto que estos hijos espirituales de Dios al fin ascienden a 144.000, “muchos” de veras son “constituidos justos.” (Rev. 7:4-8; 14:1,3, 4) Además, durante el reinado de mil años de Jesucristo muchos del mundo de la humanidad, entre ellos los que son resucitados, conseguirán justicia por medio de Cristo. Cualquiera que no la consiga será destruido en la “muerte segunda.”—Rev. 20:14, 15.
55. Cuando la ley de Moisés fue introducida, ¿qué comenzó a abundar, y de qué manera?
55 El apóstol Pablo ya ha indicado que “a nadie se le imputa pecado cuando no hay ley.” (Rom. 5:13) Por consiguiente, cuando la ley de Moisés fue introducida en 1513 a. de la E.C., los israelitas cometían ofensas bajo esa ley. Por eso, si los israelitas nunca se tuvieron por pecadores antes, ahora podían tenerse por pecadores, ofensores, a la luz de la ley de Dios por medio de Moisés. Teniendo presente esto, Pablo pasa a decir: “Ahora bien, la Ley entró además para que abundase el ofender. Mas donde abundó el pecado, abundó aún más la bondad inmerecida.” (Rom. 5:20) Antes de que Jesucristo apareciera en la escena, la ley de Moisés fue introducida junto al ya existente estado pecaminoso de las cosas. Pero, en vez de declarar justos a los israelitas, esta Ley los probó ser pecadores a un grado mayor, en que ahora eran ofensores contra la ley publicada de Dios.
56. Debido a que de esa manera las ofensas y el pecado abundaron, ¿qué tenía que abundar aún más de parte de Dios, y podría hacerlo?
56 Por eso, aun después que la ley de Moisés entró, el pecado abundó aun entre los israelitas. Esto requirió mayor bondad inmerecida de parte de Dios para con ellos. Pero Dios hizo frente a la necesidad, y por eso su “bondad inmerecida” “abundó aún más.”
57. (a) Después de haber sido introducida la ley de Moisés, ¿qué continuó reinando todavía, y con qué castigo? (b) Con la primera venida de Cristo, ¿qué comenzó a reinar, y qué proveyó esto?
57 “¿Con qué fin?” pregunta entonces el apóstol Pablo. En respuesta a su propia pregunta dice: “Para que, así como el pecado gobernó como rey con la muerte, así mismo también la bondad inmerecida gobernase como rey por medio de justicia con vida eterna en mira por medio de Jesucristo nuestro Señor.” (Rom. 5:21) Es decir: A pesar de introducir la ley de Moisés, el pecado continuó reinando sobre la humanidad y esto fue acompañado por la muerte sobre los esclavos del pecado. Pero ahora, en el año 33 E.C., la vida eterna, vino a estar en mira “por medio de Jesucristo nuestro Señor.” Esto fue a causa de su justicia perfecta. Este arreglo no fue obligatorio de parte de Dios; todo brotó de la bondad inmerecida de Dios hacia la humanidad. Por más de cuatro mil años el pecado había estado reinando y pagando muerte a sus esclavos. Pero ahora con la primera venida de Cristo la bondad inmerecida de Dios hacia la humanidad comenzó a reinar. Suministró liberación de la esclavitud al pecado. Proveyó que la justicia fuese ganada, para que la persona que ganase la justicia pudiera conseguir vida eterna.
58. La bondad inmerecida de Dios comenzó a reinar ¿con qué mira para la humanidad, pero qué tuvieron que hacer los hombres para conseguir ésa?
58 Por medio del un solo hombre Adán el pecado había comenzado a reinar sobre toda la humanidad. Pero ahora por medio del uno, “Jesucristo nuestro Señor,” la bondad inmerecida de Dios comenzó a reinar con lo opuesto de la muerte en mira, a saber, vida eterna para la humanidad. Los que consiguieran esta vida eterna tendrían que apartarse del pecado y dirigirse a la justicia. Tendrían que aceptar la justicia por medio de Jesucristo.
RECOMPRA POR RESCATE
59. (a) ¿Cuántos en la Tierra estuvieron muertos a causa de Adán? (b) ¿Cómo contrapesó Jesucristo los efectos de lo que Adán hizo?
59 Así el un solo hombre Adán fue contrapesado por el Hijo del hombre, Jesucristo. Los efectos de lo que Adán hizo son contrapesados por lo que Jesucristo ha hecho. ¿Cómo pudo ser esto así? Es así porque Jesucristo murió como sacrificio de rescate para todos los descendientes de Adán, a quienes Adán había “vendido” en esclavitud bajo el pecado con muerte como castigo por tal esclavitud. Adán acarreó la muerte sobre todos. Todos estaban muertos. Como dice el apóstol Pablo, “el amor que el Cristo tiene nos obliga, porque. . . un hombre murió por todos; así pues, todos habían muerto.” (2 Cor. 5:14) Para los que estaban muertos por medio de Adán, Jesucristo murió como un sacrificio de rescate, como está escrito: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos.”—1 Tim. 2:5, 6.
60. (a) ¿Qué era la ley del rescate de Dios como se expresa en la ley mosaica? (b) Por consiguiente, ¿qué requirió el rescatar a la prole de Adán?
60 En la Palabra escrita de Dios la ley del rescate es: “Debes dar alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, marca con instrumento candente por marca con instrumento candente, herida por herida, golpe por golpe. Si se le impusiera un rescate [en vez de su propia muerte], entonces tiene que dar el precio de redención por su alma de acuerdo con todo lo que se le imponga.” (Éxo. 21:23-25, 30) El rescatar o recomprar a la prole de Adán que fue ‘vendida bajo el pecado’ requirió el sacrificar una vida humana que fuese exactamente tan perfecta como la de Adán cuando fue creado en el jardín de Edén.
61. (a) ¿Qué perdió Adán para su prole por pecar? (b) ¿Cómo llegó a ser Jesucristo, el Hijo de Dios, el igual completo del recién creado Adán?
61 Al pecar Adán perdió para su prole el privilegio de que naciera perfecta, libre de la condenación de la muerte, nacida bajo la aprobación de Dios con vida eterna en mira. Por consiguiente, la bondad inmerecida de Dios envió a su Hijo unigénito a la Tierra para llegar a ser el hombre perfecto Jesucristo. Nació de una virgen y por eso sin padre humano. De esa manera siguió siendo el Hijo de Dios. Al llegar Jesucristo a la edad adulta era el igual completo de lo que el recién creado Adán era. Así pudo ofrecerse para servir como un sacrificio de rescate.
62. (a) ¿Cuándo se presentó Jesús para servir como sacrificio de rescate, y cómo y cuándo lo ofreció a Dios? (b) Al morir, ¿qué sacrificó realmente?
62 Jesús hizo esto a los treinta años de edad, cuando Juan el Bautista lo bautizó en agua. Tres años y medio más tarde, o en el año 33 E.C., Jesús cumplió este sacrificio al morir en inocencia, sin pecado, y condenado incorrectamente a muerte. Por su justicia y fidelidad sin tacha, Dios lo levantó de entre los muertos como persona espíritu al tercer día. Así, en su resurrección, Jesucristo no reanudó la vida humana, sino que ascendió al cielo simplemente con el valor de su vida humana perfecta. Este valor lo presentó a Jehová Dios en el cielo, entregándolo a favor de la humanidad. Así cumplió con los requisitos de un “rescate correspondiente” dando igual por igual, un alma humana perfecta por un alma humana perfecta perdida. No solo sacrificó su propia vida humana sino que también sacrificó su derecho y privilegio humanos de llegar a ser padre de una raza humana perfecta en la Tierra, digna de vida eterna.
63. Por su sacrificio humano, ¿qué pudo hacer Jesucristo en cuanto a la prole de Adán?
63 De esta manera, mediante su sacrificio humano, pudo recomprar a los hijos de Adán y Eva, adoptándolos y otorgándoles lo que su padre humano Adán había fallado en legarles. Por eso, llegará a ser el “Padre Eterno” para ellos.—Isa. 9:6.
CONTESTANDO LA PREGUNTA
64. (a) ¿A qué pregunta vital nos enfrentamos a causa de las demandas que nos hacen hombres en los puestos de autoridad? (b) En vista de eso, ¿qué tenemos que recordar debido a aprovecharnos del sacrificio de rescate de Cristo?
64 Estos hechos maravillosos colocan delante de nosotros una pregunta vital. Es ésta: ¿De aquí en adelante de quién seremos esclavos, de los hombres o de nuestro Recomprador, nuestro Rescatador? En estos días pueblos impotentes están siendo explotados egoístamente por hombres codiciosos. Las gobernaciones totalitarias y el nacionalismo fanático están asumiendo el dominio. Los hombres y las instituciones ambiciosos, hambrientos de poder, exigen la obediencia abyecta de la humanidad y reclaman su mismísima alma, de modo que, se trata a la vida del hombre como si ésta no le perteneciera a él mismo. ¿Nos someteremos a estos hombres que se hallan ‘vendidos bajo el pecado’? ¿Entregaremos, al exigirlo ellos, nuestra vida y llegaremos a ser “esclavos de los hombres”? Exigen nuestra vida como esclavos de ellos sobre ninguna base o título justo. Pero nosotros, los que nos aprovechamos del sacrificio de rescate de Jesucristo ya estamos “comprados por precio.” (1 Cor. 7:23) Debemos nuestra vida, nuestra esperanza de vida futura eterna, a Jesucristo como nuestro Recomprador, nuestro Rescatador. Él es nuestro Dueño verdadero y legítimo.
65. ¿Cómo, en 2 Corintios 5:14, 15, indica Pablo la respuesta correcta a la pregunta sobre esclavitud?
65 El apóstol Pablo indica la respuesta correcta a la pregunta sobre esclavitud, diciendo: “El amor que el Cristo tiene nos obliga, porque esto es lo que hemos juzgado, que . . . murió por todos para que los que viven, no vivan ya para sí mismos, sino para el que murió por ellos y fue levantado.”—2 Cor. 5:14, 15.
66. (a) Al dejarnos llegar a ser esclavos de los hombres, ¿a quién repudiaríamos, y con qué consecuencias? (b) ¿Por qué nosotros los cristianos no nos pertenecemos a nosotros mismos, y por lo tanto esclavos de quiénes no debemos hacernos?
66 Si, en desobediencia a Dios, nos dejamos llegar a ser “esclavos de los hombres,” entonces ‘repudiamos aun al dueño que nos compró’ y nos acarreamos destrucción sobre nosotros mismos. (2 Ped. 2:1-3) Estamos decididos a no hacer esto. Más bien, cuando estemos frente a frente con la selección, tanto recordaremos como procederemos en armonía con las palabras inspiradas del apóstol Pablo a sus compañeros cristianos: “Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque fueron comprados por precio. Sin falta, glorifiquen a Dios en el cuerpo de ustedes. . . . el que fue llamado siendo hombre libre es esclavo de Cristo. Ustedes fueron comprados por precio; dejen de hacerse esclavos de los hombres.”—1 Cor. 6:19, 20; 7:22, 23; Gál. 1:10.
[Nota]
a El verbo griego para “cometer ofensa” es “parapiptein” y significa “caer a un lado; caer en el camino de uno.” Vea Hebreos 6:6; también Ezequiel 14:13, LXX. El sustantivo griego relacionado (paráptoma) se encuentra en Mateo 6:14, 15.
[Ilustración de la página 339]
Bondad inmerecida