Una prueba de humildad
LA HUMILDAD es una cualidad que el Soberano del universo, Jehová Dios, desea hallar en aquellos que él honra usándolos en su servicio. La Biblia nos dice: “Dios se opone a los altivos, mas da bondad inmerecida a los humildes.”—Sant. 4:6.
Aunque es supremo, Jehová Dios es humilde. ¿Cómo puede ser esto? El que Dios sea humilde no significa, por supuesto, que él se somete a otros. Más bien significa que siempre está dispuesto y anuente a ejercer misericordia para con los pecadores de humilde condición que sinceramente desean su aprobación. El rey David fue uno que reconoció esto. Después que Jehová lo rescató de sus enemigos, David cantó: “Tú me darás tu escudo de salvación, y tu humildad es lo que me hace grande.” (2 Sam. 22:36) Sí, humildemente Jehová condescendió en acudir en ayuda de un hombre imperfecto (aunque de corazón recto), David, y así lo hizo grande.
El Hijo primogénito de Dios, Jesucristo, también reflejó humildad. (Fili. 2:5-8) Como hombre perfecto, jamás fue demasiado crítico ni fue arrogante para con las personas pecaminosas entre quienes vivió y trabajó. La piedad y la compasión lo movieron a ayudar a otros espiritual y físicamente.—Mat. 9:36.
Igual que Jesucristo, millones de ángeles fieles han mostrado humildad tanto en actitud como en acción. El ángel que se usó para transmitir una revelación profética al apóstol Juan confesó humildemente: “Yo simplemente soy coesclavo tuyo y de tus hermanos.” (Rev. 22:9) Y de los ángeles en conjunto, Jesús dijo: “Surge gozo entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” (Luc. 15:10) Este gozo ciertamente es una evidencia de gran humildad. ¿Por qué?
Bueno, allá en el primer siglo E.C. los pecadores arrepentidos llegaban a tener la perspectiva de ser miembros del reino celestial. Todos los que después se mostraban fieles hasta la mismísima muerte habrían de ser reyes-sacerdotes asociados con el Señor Jesucristo, alcanzando una posición superior a la de los ángeles. (1 Cor. 6:2, 3; 2 Tim. 2:11, 12; Rev. 20:6) Sin embargo, los ángeles no se sintieron menospreciados debido a no haber sido escogidos por Jehová Dios a pesar de su registro de servicio leal que antecedía por mucho la fecha en que el hombre fue creado. No, más bien se regocijaron, pues reconocían que lo que estos humanos habían afrontado y vencido los equipaba para servir como reyes y sacerdotes compasivos y misericordiosos.—Compare con Hebreos 4:14-16.
Tanto aprecian los ángeles la rectitud y justicia del arreglo de Jehová que humildemente sirven a los herederos en perspectiva del Reino que están en la Tierra. Dice Hebreos 1:14: “¿No son todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación?” Ponen un ejemplo excelente.
UNA PRUEBA PARA LOS QUE NO SON NOMBRADOS ANCIANOS
Como humanos imperfectos, nos inclinamos a pensar más de nosotros mismos de lo que realmente deberíamos pensar. Por eso tenemos que esforzarnos por imitar la humildad de Jehová Dios y de sus hijos angelicales, entre ellos Jesucristo. A veces hay desenvolvimientos dentro de las congregaciones del pueblo de Dios que ponen a prueba la humildad de muchos. Especialmente sucede esto cuando a los hombres se les nombra para servir en capacidades especiales. Por ejemplo, algunos, aunque no son nombrados ancianos, pueden pensar que se les debe considerar como maestros en la congregación.
Aun en el primer siglo E.C. ciertos cristianos razonaban así. Evidentemente se dirigía a hombres que así pensaban el discípulo Santiago cuando declaró: “No muchos de ustedes deberían hacerse maestros, hermanos míos; ustedes deberían darse cuenta de que a los que lo hacemos se nos pedirá cuenta más estricta.”—Sant. 3:1, New American Bible.
De veras que pone pensativo a uno considerar que, al efectuar su trabajo, los ancianos tienen mayor responsabilidad que los cristianos en general. (Luc. 12:48) Este asunto de que ‘se les pida cuenta más estricta’ no es una cosa fácil para los ancianos. Ellos, lo mismo que sus hermanos cristianos, son hombres imperfectos. El discípulo Santiago reconoció: “Todos tropezamos muchas veces.”—Sant. 3:2.
Las imperfecciones de los ancianos a menudo se revelan a mayor grado que las de otros miembros de la congregación. ¿A qué se debe esto? Se debe a que los ancianos están constantemente delante de la congregación, enseñando, exhortando y censurando. Sus acciones llegan a estar bajo el escrutinio cuidadoso de los miembros de la congregación, pues a los ancianos se les tiene por ejemplos en conducta cristiana correcta.
El hombre que no ha sido nombrado como anciano y sin embargo cree que debería serlo hace bien en reflexionar seriamente sobre lo que escribió Santiago. Podría preguntarse: ¿Por qué quiero ser anciano? ¿Se debe a que quiero gastarme a favor de mis hermanos? ¿Es mi motivo enteramente altruista, o deseo la prominencia que está asociada con el que es maestro de compañeros creyentes? ¿Realmente puedo rendir una cuenta más seria que otros miembros de la congregación? ¿Tengo la sabiduría y perspicacia para juzgar los asuntos que afectan la vida de la gente? ¿Puedo dar consejo bíblico sano que verdaderamente ayude a otros a resolver problemas personales y de familia?
Conscientes de sus limitaciones en por lo menos algunos de estos respectos, muchos cristianos reconocen que no llenan los requisitos para ser ancianos. Se regocijan de que hermanos responsables que tienen las capacidades espirituales necesarias ponen la lealtad a Jehová por encima de la amistad personal y por lo tanto no los recomendaron para el puesto de anciano. Los hombres que comprenden esto debidamente se dan cuenta de que no se les ha perjudicado con esto. No hay nada que les impida el participar plenamente en el trabajo de predicar y enseñar la verdad bíblica a los de afuera, apoyando lealmente a los que son ancianos en la congregación en la ejecución de su trabajo, cultivando el fruto del espíritu de Dios en medida más plena, y haciendo lo que es bueno para con sus hermanos cristianos. ¿Y no son éstas las cosas que enriquecen y hacen significativa la vida del cristiano? Por supuesto que sí.
Estos hermanos humildes saben que pueden continuar trabajando para llegar a ser ancianos, no para autoglorificación, sino para la bendición de compañeros creyentes. Hasta pueden abordar a ancianos en la congregación y preguntar qué hacer para mejorar en los campos en que les falta un poco para elevarse a la altura de los requisitos bíblicos para ancianos.
Si un hermano tiende a ser “agresivo” y competidor, tratando de impresionar a otros con sus habilidades, primero debería esforzarse por cultivar mayor humildad. Como aconsejó el discípulo Santiago: “Que su conducta correcta dé prueba práctica de ello, con la modestia que proviene de la sabiduría. Pero si ustedes están abrigando amargos celos y ambición egoísta en su corazón, consideren si sus pretensiones no son falsas y un desafío a la verdad.” (Sant. 3:13, 14, New English Bible) No el despliegue ostentoso, sino la humildad y la modestia son características del que posee sabiduría verdadera. Los hombres que tienen amargos celos y son contenciosos no tienen base alguna para hacer alarde acerca de estar capacitados para enseñar a sus hermanos. Sus pretensiones estarían en oposición a la verdad acerca del asunto.
UNA PRUEBA QUE AFECTA A LOS ANCIANOS NOMBRADOS
La prueba de humildad también incluye a los que son nombrados ancianos. Muchos de estos hombres han servido de ministros presidentes por varios años. Se les consideraba como el varón “número uno” de la congregación. A menudo su voz era la que decidía aceptar o rechazar sugerencias. ¿Qué les parece el ceder la presidencia del cuerpo de ancianos a algún otro? ¿Temen que las cosas no vayan tan bien? ¿Están anuentes a prestar consideración debida a las sugerencias de otros? ¿O tienden, debido a su experiencia pasada, a poner a un lado las sugerencias de otros?
Los anteriores ministros presidentes que tienen la actitud correcta reconocen que el arreglo de Jehová siempre es el mejor. Encarecidamente desean manejar los asuntos en armonía con el consejo del apóstol Pablo de ‘considerar que otros entre los siervos de Dios son superiores a ellos mismos.’ (Fili. 2:3) Con debida modestia, reconocen que hay otros que son superiores a ellos en ciertas cualidades. Algunos hermanos son sobresalientes en su despliegue de empatía, bondad, amigabilidad y generosidad. Otros tienen un excelente entendimiento de las Escrituras y pueden aplicarlas eficazmente cuando surgen problemas. Todavía otros poseen celo, entusiasmo y energía asombrosos. Verdaderamente, ningún hombre individual tiene todas las cualidades deseables en equilibrio completo. De modo que estos humildes ex-ministros presidentes se regocijan por el efecto enriquecedor que la presidencia por turno efectúa a favor de todos en la congregación.—Compare con 1 Corintios 12:4-11.
También se pone a prueba la humildad de los hermanos nombrados para servir como nuevos presidentes o ministros presidentes por turno. ¿Tratarán ahora de impresionar a la congregación o sobreponerle su personalidad, cambiando los asuntos de manera que cuadren con sus gustos personales? No lo harán si son verdaderamente humildes y modestos. Reconocen que su nombramiento no los hace el varón más prominente de la congregación. Ellos no saben todas las respuestas. Simplemente son un miembro del “cuerpo de ancianos.” Necesitan el efecto equilibrante de los otros hermanos. Es tal como dice Proverbios 15:22: “En la multitud de consejeros hay logro.” Sí, un cuerpo de ancianos, que funciona como un todo unido, puede reflejar la belleza de las cualidades piadosas de tal manera que ningún hombre individual jamás podría hacerlo. Eso significa que todos los ancianos tienen que sentirse libres para expresarse e iniciar sugerencias o recomendaciones para que los otros ancianos las consideren.
UNA PRUEBA DE HUMILDAD PARA LOS JÓVENES CRISTIANOS
Los jóvenes que están en los últimos años de su adolescencia o en los primeros años pasado de los veinte igualmente afrontan una prueba de humildad. Algunos de ellos poseen excelentes habilidades y pueden expresarse bien. Pero carecen de la sabiduría y experiencia que necesitan los que enseñan, exhortan, censuran y juzgan los asuntos de índole muy seria dentro de la congregación del pueblo de Dios. Puesto que ni siquiera se les usa como siervos ministeriales, algunos hermanos que están en los últimos años de su adolescencia quizás piensen que no hay nada que pueden hacer. ¿Cómo pueden estos jóvenes conservar el punto de vista correcto del arreglo de Jehová?
Harían bien en considerar las muchas cosas que pueden hacer al servir a Jehová y sus hermanos. Por estar generalmente libres de responsabilidades de familia, pueden dedicar más tiempo a estudiar y meditar en la Palabra de Dios. Procediendo así, pueden edificar un excelente fondo de conocimiento, y eso les será sumamente útil cuando sí llenen los requisitos para servir como ancianos. No hay límite impuesto a lo que pueden hacer los jóvenes en proclamar a otros las buenas nuevas. También pueden ofrecer sus talentos y habilidades para ayudar a los ancianos y siervos ministeriales a efectuar su trabajo. Al demostrar que son cooperativos, confiables, considerados, plenamente dedicados al servicio de Jehová, obtienen el respeto y la confianza de toda la congregación. (Hech. 16:1, 2) También se le hace patente a todo el cuerpo de ancianos que estos jóvenes están manifestando las cualidades que deben tener los hombres que con el tiempo podrían usarse como siervos ministeriales.
Es bueno que los jóvenes recuerden que, en el arreglo bíblico, no solo algunos, sino todos los hermanos en una congregación que satisfagan los requisitos necesarios, pueden ser nombrados como siervos ministeriales o como ancianos. Sin embargo, es obvio que a menos que los adolescentes hagan un verdadero esfuerzo por desarrollar excelentes cualidades cristianas no las poseerán cuando sean mayores de edad. La juventud suministra una excelente oportunidad para trabajar con la mira de adquirir las cualidades que resultarán ser una bendición y fuente de estímulo a los compañeros creyentes.
Los jóvenes pueden sacar mucho provecho de la asociación con los que son ancianos y otras personas de mayor edad que manifiestan excelentes cualidades cristianas. Dice Proverbios 13:20: “El que está andando con personas sabias se hará sabio.” Aunque un joven tenga que esperar cierto tiempo antes de ser nombrado como siervo ministerial y más adelante anciano, esto no debe ser causa para perturbación. Es mucho mejor servir después que tenga un buen conocimiento de las Escrituras y experiencia en la vida. ¿No merecen nuestros hermanos lo mejor a modo de consejo y enseñanza bíblicos? Ciertamente no querríamos que ellos recibieran pastoreo inferior solo para que nosotros pudiéramos obtener provecho personal.
UNA PRUEBA DE HUMILDAD PARA TODOS
Cuando pensamos en ello, realmente el arreglo ordenado por Dios en las congregaciones de los testigos cristianos de Jehová prueba la humildad de todos los que estamos asociados. Los ancianos tienen que ser humildes para prestar atención al mandato inspirado: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena voluntad; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con verdaderas ganas; tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño.” (1 Ped. 5:2, 3) También se requiere humildad de todos los otros miembros de la congregación para que cooperen con los ancianos, apoyando sus decisiones y ayudándolos a efectuar su trabajo vital. Esto está en armonía con la exhortación bíblica: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que rendirán cuenta; para que lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes.”—Heb. 13:17.
Es verdad, los ancianos son hombres imperfectos. Cometen errores. Pero si los perfectos hijos angelicales de Dios están dispuestos a servirles atendiendo a sus necesidades y a las nuestras, ciertamente todos nosotros deberíamos estar dispuestos a humildemente someternos al arreglo de Jehová. El que cooperemos con estos hombres puede contribuir mucho a nuestra felicidad y bienestar. Por eso, que todos nosotros apliquemos todo esfuerzo por pasar la prueba de humildad con éxito, para la gloria de nuestro humilde Padre celestial, Jehová Dios.