Viviendo ahora como sociedad del Nuevo Mundo
Lo siguiente fué pronunciado por el presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract ante la Asamblea Sociedad del Nuevo Mundo de los testigos de Jehová en el estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York, N.Y., el lunes 20 de julio de 1953 por la tarde.
“El reino del mundo ha llegado a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él gobernará como rey para siempre jamás.”—Apo. 11:15, NM.
1. ¿Por qué es éste todavía el mismo viejo mundo desde 1914, pero qué ha surgido, cautivando la atención del mundo?
CUANDO los grandes cañones de la I Guerra Mundial atronadoramente comenzaron a arrojar fuego y humo en el verano de 1914 fué el debido tiempo para que naciera la sociedad del nuevo mundo. Durante los casi cuarenta años desde entonces las cosas han sufrido una transformación notable. El mapa del globo ha cambiado, muchos gobiernos han cambiado su carácter político, y enormes conglomerados de personas han sido desarraigados y desalojados o han llegado a estar bajo indeseables señores opresores. Ya nada es estable, todo parece estar en un estado de continuo movimiento, el género humano se halla arrastrado por una irresistible corriente de asuntos problemáticos. El género humano no sabe hacia dónde va, pero sigue en su camino y espera desesperadamente que sea trasladado a un mundo renovado de mejor vida, a un nuevo mundo hecho por el hombre. Pero a pesar de todos los cambios políticos, sociales, culturales, económicos, científicos y religiosos desde el año 1914, éste todavía es el mismo viejo mundo. Sólo la faz de él ha cambiado, como cualquier rascadura de la superficie revelará. Su espíritu todavía es un espíritu del viejo mundo, sus divisiones egoístas todavía están allí con brechas que amenazan dilatarse; sus miras de confianza y determinación propias todavía están allí; y, lo más siniestro de todo, las fuerzas invisibles, sobrehumanas, que apoyan la operación de este mundo todavía están allí y están febrilmente activas. Empero, a pesar de todos los factores para perpetuar el viejo mundo, la sociedad del nuevo mundo ha surgido y crecido hasta que ahora cautiva la atención del viejo mundo. Esto ha venido de una procedencia inesperada y muy improbable, y el viejo mundo vigila con vista hostil para ver qué será de ella.
2, 3. ¿A quién únicamente debe dársele el crédito por producir esta sociedad del Nuevo Mundo, y por qué?
2 ¿Cómo, entonces, vino a la existencia esta sociedad del Nuevo Mundo? Los lemas políticos que se usaron durante la I Guerra Mundial, tales como “¡Hacer al mundo seguro para la democracia!,” y las proposiciones que hicieron gobernantes, negociantes y clérigos para la era postbélica, jamás podrían haber producido esta sociedad del Nuevo Mundo. Siendo ella lo que es hoy, sólo el poder y la sabiduría de Dios pueden recibir el crédito por haberla producido de acuerdo con su propósito maravilloso. Sólo él pudo inspirar en sus adoradores obedientes la visión de su prometido nuevo mundo y darles el entendimiento de sus requisitos; y esto lo ha hecho por medio de su Palabra escrita, la Santa Biblia.
3 Durante décadas antes de la I Guerra Mundial Dios había estado preparando un pueblo para llegar a ser esta enteramente diferente sociedad de nuestro día. A ese pueblo él reveló las enseñanzas de su Palabra de la cual los clérigos religiosos se habían extraviado y de la cual sus congregaciones se habían apartado para que sus oídos fueran regalados con sabiduría, tradiciones y filosofías mundanas. Él le hizo comprender que se acercaba el tiempo para que el Reino por el que se oraba frecuentemente fuera plenamente establecido. Con mucha anticipación hasta les reveló mediante su Palabra que el tiempo para que el Reino asumiera poder en el cielo y en la tierra era 1914 d. de J.C., porque entonces terminaría el tiempo que él había adjudicado para la dominación ininterrumpida de la tierra por las naciones gentiles desde la primera destrucción de Jerusalén en 607 a. de J.C. Fué sumamente urgente que su pueblo informado se preparara para el ejercicio del poder universal del reino de Dios mediante su glorificado Hijo Jesucristo. Con ahinco se esforzó el pueblo por hacer esto, y, exactamente como se le había enseñado que esperara, la tribulación sobre la organización mundial del Diablo estalló en el año 1914.
4. ¿Por qué pensaron los enemigos en un tiempo que nada había de esperarse de los adoradores de Jehová en el período postbélico?
4 Cuatro años más tarde, cuando un armisticio repentino detuvo la I Guerra Mundial, estos adoradores y siervos devotos del Altísimo Dios yacían aturdidos en una condición bastante desolada. No sólo había roto la guerra internacional sus conexiones con sus hermanos por toda la tierra, sino que habían sufrido años de persecuciones violentas a manos de la gente enardecida, incitada por los intolerantes clérigos religiosos. Su literatura bíblica, hasta sus copias de la Biblia misma, estaba proscrita, muchos de sus miembros estaban encerrados en cárceles y establecimientos militares, y había oficiales principales de su corporación legal yaciendo en la penitenciaría con fuerte condena y negándoseles todo recurso a trato de tribunal imparcial y adecuado. Eran aborrecidos en gran manera, eran el blanco de odio de todas las naciones. Sus enemigos pensaron que habían escrito ¡fin! para ellos. Poco o nada de consecuencia había de esperarse de ellos en el período postbélico, pensaron los enemigos.
5, 6. ¿Cómo fueron unidos los del resto después de la I Guerra Mundial, y cómo fueron reorganizados?
5 Pero donde hay vida hay esperanza. El resto pequeño de fieles sobrevivientes a aquellas experiencias de la guerra mundial todavía confiaba en su Dios, el único “cuyo nombre es Jehová.” (Sal. 83:18) Todavía tenía fe en su Palabra y no la olvidó o desechó. La furia del enemigo no había roto los vínculos que los unían a sus hermanos y, a pesar de todo lo que sus enemigos pudieran hacer, esos vínculos los unirían de nuevo. Ahora vieron el significado de sus persecuciones durante la guerra mundial, sí, el significado de esa guerra misma y sus circunstancias concomitantes, hambre, pestilencia, terremotos y angustia de naciones. Estas cosas fueron prueba de que nos había sobrevenido el tiempo del fin del mundo y que el reino de Dios por su Cristo ahora era una realidad. Esto dió base para el mensaje sorprendente de que una multitud de buen tamaño, “millones,” ellos calcularon, de personas que ahora viven jamás morirían. El período postbélicó ofrecía una oportunidad para servir a Jehová Dios más, y ellos estaban determinados a alabarle ante todas las naciones mientras les quedara aliento.
6 Dios leyó el corazón de su pueblo fiel que estaba afligido. Él fué quien los había protegido a través de las pruebas ardientes, en medio de la I Guerra Mundial. Tenía un propósito al proceder así. Por lo tanto, mediante su providencia extraña, los soltó del cautiverio en que estaban a sus enemigos. Mediante el poder de su espíritu los libró del efecto estorboso de temer a los hombres y a las organizaciones de los hombres. Los reorganizó y colocó su trabajo ante ellos, haciéndoles saber que éste era el tiempo predestinado cuando “este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones” y que este evangelio consta las buenas nuevas de toda importancia de que el reino de Dios ha sido establecido.—Mat. 24:14.
7. ¿Cómo vino a Ja existencia esta sociedad del Nuevo Mundo de hoy, y por qué no será suprimida?
7 Hoy podemos ver que el propósito de Dios se ha efectuado. Por todos los medios de transmitir información estas buenas nuevas del reino de Jehová se han predicado. Una cantidad de literatura que asciende a cientos de millones de piezas en muchos idiomas ha sido distribuída públicamente y de casa en casa. A estos sermones impresos han sido añadidas las voces de estos anunciadores del Reino con testificaciones personales y mediante instrucción bíblica en las casas y con discursos públicos ante auditorios visibles y por la radio. Cientos de millones de personas han oído el mensaje de este gobierno divino del nuevo mundo, muchas de ellas oyéndolo vez tras vez durante el transcurso de los años. Miles de lectores y oyentes han reconocido que éste es el mensaje dador de vida de Dios para este día. Han respondido a él con gozo y han dedicado su vida a él por medio de Jesucristo y se han unido en enarbolar esta brillante señal del Reino, hasta que hoy hay anunciadores del Reino organizados y entregando informes de actividad en todos los continentes y en las muchas islas del mar. Todos juntos, estos cientos de miles de anunciadores forman una sociedad que no es parte alguna de este viejo mundo. Las naciones de este mundo jamás podrán suprimir a esta sociedad. Crecerá y vivirá para siempre, porque es el “plantío de Jehová” y él no lo desarraigará. (Isa. 61:3, Va; Mat. 15:13, NM) En medio del fuego de la persecución él ha unificado a su pueblo en esta sociedad del Nuevo Mundo mediante su Santa Palabra y mediante su espíritu y mediante el trabajo que le ha comisionado a hacer.
PROBLEMAS DE LA VIDA DE SOCIEDAD AHORA
8. ¿Por qué es correcto llamar esto una “sociedad,” y por qué continuará después del Armagedón?
8 ¿Es correcto llamar a esto una “sociedad”? Sí, porque es un grupo de personas, personas cristianas, organizadas y trabajando juntas en un trabajo común, reuniéndose con regularidad y adorando al único Dios verdadero, y esforzándose por vivir conforme a una norma común, la norma de Dios. Esta sociedad no está incorporada bajo algún estado político y su código de leyes. Ningún estado político puede estatuir una sociedad tal como lo que ésta es. El conglomerado de sus miembros se extiende más allá de las fronteras de cualquier nación o imperio y de su influencia predominan te. Una carta constitucional no podría mantener unida a tal sociedad y hacer que siguiera funcionando. Es de la creación de Dios por medio de su verdad y su espíritu. Cierto, ha cooperado hasta ahora con la corporación legal, la Sociedad Watch Tówer Bible and Tract de Pensilvania, como su siervo administrativo, publicador y legal. Pero no cesará cuando la Sociedad Watch Tówer pierda su carta constitucional, ya sea cuando la Sociedad Watch Tówer sea disuelta por un gobierno hostil del modo que la sucursal en la Alemania oriental fué disuelta primero por los nazis y ahora recientemente por el gobierno comunista, o cuando el gobierno que la reconoció legalmente desaparezca en la batalla del Armagedón. Una Sociedad de Tratados Watch Tówer existió y diseminó el mensaje de Dios antes de que la Sociedad de Tratados Zion’s W atch Tówer fuera incorporada en 1884 bajo las leyes del estado de Pensilvania, EE. UU. Después que la batalla del Armagedón arrase a este viejo mundo la sociedad del Nuevo Mundo continuará, porque será aprobada y autorizada por el único gobierno que entonces estará en el poder, el gobierno divino. Formará el fundamento, el núcleo, alrededor del cual la población de la “nueva tierra” crecerá y llenará todo este planeta.—2 Ped. 3:13.
9. ¿Por qué, como miembros de esta sociedad, podemos con toda seguridad esperar tener nuestros problemas ahora durante este período de transición?
9 Como miembros de la sociedad del Nuevo Mundo podemos estar seguros de que tendremos nuestros problemas ahora. Todavía no estamos fuera de este viejo mundo. Los “tiempos señalados de las naciones” terminaron en 1914, pero esto no acabó con el viejo mundo; sólo dió principio al “tiempo del fin” del mundo. Después de esa fecha Satanás el Diablo y sus demonios fueron arrojados del cielo, pero esto no destruyó su mundo; sólo limitó a la tierra la actividad de las fuerzas espirituales invisibles tras este mundo. El viejo mundo todavía está con nosotros. Sus intereses chocan con los del entrante nuevo mundo. De modo que esto nos causa dificultades en este período de transición.
10. ¿Cómo podemos evitar el llegar a ser “condenados con el mundo” y, por lo contrario, cómo podemos ‘condenar al mundo’?
10 Precisamente ahora estamos rodeados de un mundo lleno de trifulcas, odios raciales y religiosos, tradiciones nacionales, orgullos y rivalidades, y un sinnúmero de otras cosas divisivas. Los miembros de la sociedad del Nuevo Mundo son sacados de todas las naciones y tribus, pero dichas cosas productoras de dificultad no pueden ser llevadas adentro de la sociedad. No serán llevadas a través del Armagedón. Tienen que terminar y terminarán allí. De modo que no nos resulta en ningún bien el persistir en dichas cosas o mezclarnos en ellas ahora. Tenemos que abandonar estas formas mundanas de egoísmo, esos celos, envidias, ambiciones ególatras, guerras sectarias religiosas, persecuciones de unos a otros, y otras manifestaciones del espíritu del Diablo, “el dios de este sistema de cosas.” No queremos asumir ninguna responsabilidad ante Dios por los sistemas gobernantes y conflictos destructores de este viejo mundo. No queremos participar con la raza humana en su responsabilidad de comunidad por estas cosas que se oponen a Dios y guerrean contra su reino. Si no nos conserváramos limpios de su política y sus controversias, entonces seríamos “condenados con el mundo.” Es privilegio nuestro el copiar el ejemplo de Noé antes del Diluvio, quien, “después que se le dió amonestación divina de cosas todavía no presenciadas, mostró temor piadoso y construyó un arca para la salvación de su familia, y mediante esta fe condenó al mundo.”—1Cor.11:32 y Heb.11:7, NM.
11, 12. ¿Cómo estamos nosotros en la misma posición en este mundo que Jesús cuando estuvo sobre la tierra, y por qué tenemos que estar así?
11 Como cristianos estamos en la misma posición que Jesús nuestro Caudillo cuando estuvo sobre la tierra. (Juan 17:14, 16; 15:19) Estamos en este mundo, pero no somos parte de él y no somos amigos de él. Somos los amigos del nuevo mundo de Dios; apoyamos su gobierno divino establecido en los cielos. Por esta razón el mundo quizás nos considere enemigos suyos, pero no hay otra manera en que podamos ser amigos de Dios. Amamos al nuevo mundo y lo esperamos, porque eso significa que el amor del Padre celestial está en nosotros. Tiene que ser de este modo, porque se nos manda, en 1 Juan 2:15-17 (NM): “No estén amando al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo en el mundo -el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno-no origina con el Padre, sino que origina con el mundo. Además, el mundo está desapareciendo y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
12 En este mundo las guerras y luchas, los deseos vehementes de placeres sensuales, los asesinatos y las codicias continúan. El discípulo Santiago denunció a todos los cristianos que se volvían a dichas cosas como teniendo trato sexual ilegal con el mundo: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desea ser un amigo del mundo se está constituyendo un enemigo de Dios.” (Sant. 4:1-4, NM) No había amistad entre el apóstol Pablo y este mundo. El mundo lo consideró como un maldecido criminal condenado a una muerte de tormento en un madero; pero el apóstol a su vez consideró al mundo como igualmente maldecido y condenado. Por consiguiente él dijo: “Jamás suceda que yo me jacte, salvo en el madero de tormento de nuestro Señor Jesucristo, mediante quien el mundo me ha sido empalado a mí y yo al mundo.”—Gál. 6:14, NM.
13. (a) ¿A qué mundo tenemos que amar, y por qué? (b) ¿Por qué no quiere decir esto que somos aborrecedores de la humanidad y de toda persona?
13 ¡Cuán maravilloso será sobrevivir a la batalla del Armagedón y vivir en un mundo que podamos amar, un mundo con el que podamos ser amigos, en el que podamos estar y ser parte de él sin hacernos los enemigos de Dios ! Ese es el mundo que Jehová Dios amó tanto que dió a su Hijo unigénito, para que cualquiera que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16) Tenemos que amar al mundo que Dios amó tanto. Entonces nuestro amor jamás fracasará, porque ese justo nuevo mundo nunca desaparecerá. El que no amemos o seamos amigos de este viejo mundo no significa que seamos aborrecedores de la humanidad, aborrecedores de todos; igual como no lo fueron los discípulos Juan, Santiago y Pablo, quienes se expresaron como lo hicieron en sus escritos. Si fuéramos aborrecedores de todos, entonces nos retiraríamos para no tener contacto con la gente, como monjes y monjas religiosos, y no iríamos de puerta en puerta, trayendo a las personas la amonestación de Dios mediante palabra oral y página impresa y exhortándolas: “Reconcíliense con Dios.” (2 Cor. 5:20, NM) El más grande mandamiento que jamás se haya dado es que tenemos que amar a Dios primero, es decir, con toda nuestra mente, corazón, fuerza y alma; y, al expresar ese amor a Dios, tenemos que obedecer su segundo gran mandamiento, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto tratamos de hacer al dejar nuestros hogares cómodos y visitar a nuestros semejantes en sus casas y compartir con ellos el mensaje dado por Dios, para que sean salvados al nuevo mundo igual que nosotros.
14. ¿Por qué no podemos mirar atrás a este mundo, y teniendo presente qué ejemplo de esto?
14 Pero en cuanto a llegar a ser los amigos de este mundo en sus deseos, miras, ambiciones, política, sistemas, religiones y filosofías, jamás podemos hacer eso sin llegar a ser hipócritas religiosos, odiados por Dios. Hemos respondido a su llamada para salir de este mundo; y el que ahora miráramos atrás como si nos hubiéramos privado de algo que vale la pena nos haría enemigos de Dios y nos condenaría a la destrucción. Jesús dijo: “Acordaos de la mujer de Lot.” ¿Por qué? Porque, mientras huía de Sodoma a medida que destrucción ardiente llovía del cielo sobre Sodoma, ella miró atrás desobedientemente, aflojó el paso en su huída y quedó encerrada en sal sofocante, para llegar a ser un pilar de amonestación a todos los desertores, a todos los renegados.—Luc. 17:32, 33.
15. Aunque dividido contra sí mismo, no obstante ¿contra qué está unido el mundo, y por qué?
15 Hoy estamos viviendo en medio de una comunidad internacional que está dividida en dos grandes blocs, un bloc republicano comunista y un bloc democrático. Están divididos política, económica y socialmente uno del otro, empero hay pruebas que manifiestan que ambos blocs están unidamente en contra de la sociedad del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque ella no sigue el modelo de ninguno de los dos blocs. La sociedad del Nuevo Mundo es teocrática, como lo será el justo nuevo mundo. Reconoce a Dios como el gobernante legítimo, el soberano supremo del cielo y la tierra. Se adhiere a ese hecho en su organización y operaciones y se apega a su Palabra, la Santa Biblia, reconociendo que proporciona la ley suprema. En el año 1914 sus “tiempos señalados de las naciones” se acabaron y él efectuó el nacimiento del reino de su Hijo Jesucristo. Por lo tanto ahora tenemos que decir, en el lenguaje de la profecía de Isaías para nuestro día: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Legislador, Jehová es nuestro Rey; él nos salvará.”—Isa. 33:22.
BAJO EL REINO AHORA
16. ¿Bajo qué factores gobernantes tenemos que vivir ahora, y cómo tenemos que portarnos bajo los tales?
16 Es un reino verdadero éste bajo el que estamos viviendo ahora. Por supuesto, los reinos y las repúblicas de este mundo están viviendo bajo él también, pero no están operando como representantes de él o como expresiones políticas de él ni como sus súbditos leales. Más bien son sus enemigos, que rehusan reconocer su existencia y soberanía y por eso se oponen furiosamente a él. En consecuencia están destinados a la destrucción por la vara de hierro del Rey ungido de Jehová, Jesucristo. En el ínterin, mientras el Rey deja que permanezcan estos poderes políticos terrestres y opta por gobernar en medio de sus enemigos, la sociedad del Nuevo Mundo tiene que vivir bajo dichos factores gobernantes visibles. Tiene que vivir pacíficamente y no participar en ninguna clase de subversión. Somos exhortados por la Palabra de Dios a obedecer todas las leyes de justicia hechas por el hombre. Pero donde surge un conflicto entre la ley de Dios y la de dictadores humanos y legislaturas humanas, entonces tenemos que demostrar que reconocemos la soberanía de Jehová sobre la tierra y el cielo y tenemos que seguir el ejemplo teocrático que nos puso el apóstol Pedro, quien declaró ante el Tribunal Supremo de Jerusalén: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 5:29, NM.
17. ¿Por qué es razonable que demos el primer lugar al gobierno y las leyes de Dios y que demos a César sólo lo que le pertenece a él?
17 Esta es una manera razonable de ver las cosas. Habiendo admitido que vivimos bajo los gobiernos inmediatos de los sistemas políticos de este mundo, no obstante tenemos que preguntar: ¿Bajo qué viven estos mismos sistemas políticos? Aunque tratan de estar sobre la cúspide de la tierra, ¿no están de todos modos bajo el cielo y por consiguiente bajo el gobierno del cielo? ¡Ciertamente que sí! El gobierno del cielo ahora significa el gobierno de Dios mediante su Hijo entronizado, Jesucristo. Por eso en vista de este hecho determinante reconocemos la soberanía superior de Jehová Dios y damos el primer lugar a su gobierno y leyes. A los factores gobernantes humanos sólo devolvemos o damos cualquier cosa que les adeudemos por los servicios y beneficios limitados que disfrutamos por parte de ellos. Eso es todo lo que se les debe. La guerra universal del Armagedón está frente a esta generación, y esos factores gobernantes mundanos no van a protegernos o a proteger nuestra propiedad durante esa guerra. No nos van a pasar a través del Armagedón e introducirnos en el nuevo mundo, porque ellos mismos no pasarán sino que serán desmenuzados.—Sal. 2:1-9.
18. ¿Cuándo cesarán nuestras deudas con César, y qué deudas pagarán a Dios los gobiernos políticos, y por qué?
18 Es a Jehová Dios que tenemos que rendir y devolver lo que pertenece a Dios, si hemos de sobrevivir a la guerra del Armagedón o si, muriendo antes de ese tiempo, hemos de ser resucitados a la vida en su nuevo mundo de después del Armagedón. Entonces no le deberemos absolutamente nada a “César,” porque en ese tiempo los gobiernos políticos de este mundo habrán cesado de funcionar. Sus deudas que deben a Jehová Dios por perseguir a su pueblo fiel las pagarán con su existencia. (Mat. 22:21) Estuvo bien, era un deber paternal, el que Jehová Dios expresara la ira que tenía con su propio pueblo por sus faltas y lo castigara durante el período de la I Guerra Mundial. Pero no fué correcto el que los sistemas políticos, como espada de los sistemas religiosos, oprimieran, persiguieran y trataran de destruir al pueblo de Jehová maliciosamente, y que luego no pararan sino que trataran de continuar haciéndolo desde el fin de la I Guerra Mundial. “Así dice Yavé [Jehová] Sebaot: Siento grande amor hacia Jerusalén y hacia Sión, y estoy muy airado contra las naciones que ahora están tranquilas; porque yo estaba un poco airado, pero ellas agravaron el mal.”—Zac. 1:14, 15, NC.
19, 20. ¿Por qué es más real para nosotros el Reino, aunque celestial, que las Naciones Unidas con su capital y edificios?
19 El Reino establecido en los cielos invisibles en 1914 tal vez sea ilusorio a los políticos mundanos, pero es real para nosotros, de hecho más real que las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas ahora tienen una capital con edificios de secretaría y asamblea allí en la orilla occidental del río Este, en la ciudad de Nueva York, y ¿cómo, entonces, usted pregunta, podría el Reino ser más real sin dichas cosas visibles, tangibles? En respuesta decimos: No hay necesidad de edificios oficiales de ladrillo, piedra, concreto y acero hechos por manos del hombre a fin de probar la existencia de un gobierno. El gobierno universal de Jehová puede funcionar sin edificios materiales sobre esta tierra. En el paraíso del Edén la pareja humana perfecta, Adán y Eva, no tuvo edificios hechos por el hombre junto a las orillas del río del Edén que simbolizar el gobierno teocrático de Jehová sobre los dos, y no estuvieron agobiados con impuestos para mantener dichos edificios. Mucho más tarde la santa ciudad de Jerusalén tuvo un templo material dedicado a Jehová Dios y marcado por su nombre; pero desde Cristo los cristianos verdaderos que adoran a Dios con espíritu y con verdad no han tenido que edificar tal templo terrestre para practicar su adoración pura o para simbolizar su existencia.
20 La realidad de un gobierno se manifiesta por tener súbditos que se someten a su poder. El que nosotros reconozcamos un gobierno y nos sometamos a él se demuestra por nuestra obediencia leal a él. Tenemos la realidad y poder del Reino vívidamente grabados en nosotros, no por edificios materiales, uniformes, banderas, emblemas e insignias oficiales, sino por las señales visibles en la tierra. La Palabra de Dios, la Biblia, predijo que éstas aparecerían como evidencia del establecimiento y operación del Reino, tal como la I Guerra Mundial, que empezó en 1914, seguida de interminable angustia de los pueblos y perplejidad de las naciones, no sabiendo a qué lado dirigirse a fin de encontrar una salida de la crisis sin paralelo. Y, lo que es más impresionante, la obra del Reino como se predijo en la profecía divina está efectuándose irresistiblemente antes de que el fin venga en el Armagedón.—Mat. 24:3-14.
21. ¿Cómo seguimos el proceder de Abrahán de andar por fe, y cómo aguantamos las consecuencias presentes, lo mismo que Moisés?
21 Ante estas cosas reales, ¿por qué no debería ser real el Reino para nosotros? Nosotros andamos por fe como el antiguo patriarca Abrahán anduvo. Él no confió en los edificios materiales de la ciudad de Ur de los caldeos para un gobierno permanente. Bajo la guía de Jehová salió de Ur para la Tierra Prometida. “Por fe él residió temporalmente en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y habitó en tiendas con Isaac y Jacob, los herederos con él de la mismísima promesa. Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos y cuyo edificador y creador es Dios.” Hoy nosotros estamos en mejor posición que Abrahán, Isaac y Jacob: “En fe murieron todos éstos, aunque no recibieron el cumplimiento de las promesas, pero las vieron desde lejos y las saludaron y declararon públicamente que eran extranjeros y residentes temporarios en la tierra. . . . Pero ahora ellos están haciendo esfuerzos por alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo. Por lo tanto Dios no se avergüenza de ellos, de ser invocado como el Dios de ellos, porque él les ha preparado una ciudad.” (Heb. 11:8-10, 13, 14, 16, NM) Como aquellos patriarcas fieles, nosotros los de la sociedad del Nuevo Mundo confesamos que somos extranjeros y residentes temporarios en este viejo mundo. No tenemos ningún derecho de mezclarnos en su política y alborotos sangrientos, con más razón ahora que vemos que el Reino, la ciudad que tiene fundamentos reales y edificada y creada por Dios, ha sido puesto en el poder y está gobernando. Aunque sufrimos odio internacional por este proceder de no entremeternos, no obstante lo aguantamos con la fuerza de Dios. Con la visión del Reino ante nosotros, procedemos como el fiel Moisés: “Él continuó firme como si viera al que es invisible.”—Heb. 11:27, NM.
AHORA ES EL TIEMPO PARA OBEDECER
22, 23. (a) Desde 1914 ¿con quién tienen que habérselas las criaturas y organizaciones en el cielo y sobre la tierra? (b) ¿Qué ejemplo de los israelitas antes de que tuvieran un rey visible no podemos seguir ahora?
22 Estén dentro o fuera de la sociedad del Nuevo Mundo, que todos sepan una cosa: El hecho de que el reino de Jehová ha sido establecido con su Rey Ungido en el trono nos coloca bajo una responsabilidad especial. Conforme a nuestra fe manifestaremos seriedad en cuanto a cumplir con ella. Un nuevo poder ha entrado en vigor en el universo. Es el gobierno teocrático prometido por mucho tiempo, la organización capital del universo que está dedicada a vindicar la soberanía de Jehová. Todas las criaturas, todas las organizaciones, en el cielo y sobre la tierra ahora tienen que habérselas con esta nueva entidad, el Reino. Ya no nos conviene ser como los israelitas de la antigüedad. Por cientos de años después que hubieron cruzado el Jordán y se hubieron establecido en la tierra de Palestina su Gobernante invisible, su Rey, fué Jehová. Ellos no tenían ningún rey visible de la línea regia de David, pero Dios levantaba jueces para que los gobernaran y libraran de sus enemigos. (1 Sam. 8:7; 12:12) Había considerable interpretación privada y trato despectivo a la ley teocrática de su pacto nacional con Jehová. La descripción de ese tiempo dice: “En aquellos días no había rey en Israel. Por lo que toca a todo el mundo, lo que era recto a sus propios ojos, eso estaba acostumbrado a hacer.”—Jue. 17:6; 21:25, NM.
23 Mientras esto se hacía dentro de lo estipulado por su pacto de la Ley con Dios, esto no era desordenado. Mostraba el grado de su libertad de acción. Pero el pasar por alto a Dios y apoyarse en el propio entendimiento de uno y hacer lo que era recto a los propios ojos de uno era incorrecto, antiteocrático, aun antes de que hubiera un rey visible en Israel. Moisés en su discurso de despedida a los israelitas al otro lado del Jordán los amonestó contra esto, diciendo: “Ustedes no deben hacer igual a todo lo que estamos haciendo aquí hoy, cada cual lo que es recto a sus propios ojos, porque todavía no han entrado al lugar de descanso y a la herencia que Jehová tu Dios te está dando.” (Deu. 12:8, 9, NM) El establecimiento de un reino visible sobre los israelitas quiso decir arreglos más nuevos para ellos, con instrucciones más específicas dadas a ellos y más demandas hechas de ellos. Quiso decir un funcionamiento más compacto de la organización nacional, el sentir ellos más el poder y la autoridad del gobernante.
24. ¿Cómo fué semejante a esto la situación entre los cristianos antes de 1914, y ahora a quién tenemos sobre nosotros?
24 Antes de que el Reino fuera establecido en manos del glorificado Hijo de David, Jesucristo, la situación entre los del pueblo fiel de Jehová Dios fué muy semejante a la que existió entre los israelitas antes de que obtuvieran su reino davídico: los cristianos estaban acostumbrados a hacer lo que era recto a sus propios ojos. Pensando que el sistema democrático de gobierno y vida como se ejemplifica en las democracias occidentales del mundo era la mejor manera en que las congregaciones podían ser organizadas y operadas, trataron de entrelazar la democracia con las instrucciones de las Santas Escrituras. Esto resultó en una extensa variedad de interpretaciones privadas de la Escritura y predicciones personales del futuro, y bastante gobierno local, espíritu de partido, contiendas y rivalidades por puestos oficiales. Pero ahora desde 1914, y particularmente desde el recogimiento del pueblo de Jehová después de la I Guerra Mundial, dicha manera de proceder conforme a lo que es recto a los ojos de una persona o de una congregación no será seguida por nadie que sea leal al reino de Jehová. Y a no es igual a como fué en los días de los jueces de Israel. ¡Ahora hay un Rey sobre nosotros! Este Rey “por la gracia de Dios” es superior a todos los reyes de la tierra. Dijo Jehová Dios: “Y yo le haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra.” (Sal. 89:28, NC; 88:28, BC; 89:27, AN; UTA) Él no es una mera figura decorativa, un mero símbolo nacional, con un primer ministro como el gobernante verdadero y un Congreso o Parlamento como el legislador para él y un cuerpo judicial para que le diga lo que es o no es legal y constitucional. Él es Rey de los reyes y Señor de los señores por decreto de Jehová. Él es un monarca absoluto bajo su Dios Jehová. ¡Para conservar nuestra vida tenemos que respetar ese hecho!
25. ¿Por qué es ahora diferente con el resto de cristianos fieles de cuando el resto judío regresó de Babilonia?
25 La teocracia de Jehová, su soberanía universal, ahora funciona por medio de realeza, el gobierno regio de su Hijo, Jesucristo. Los “tiempos señalados de las naciones,” los tiempos gentiles, han terminado, y las naciones políticas de este mundo ahora están en el “tiempo del fin” que está pasando velozmente. Desde el fin de la I Guerra Mundial en 1918 un resto de cristianos fieles ha vuelto a la adoración de Jehová en su templo espiritual. Ahora, sin embargo, es diferente de cuando el resto de adoradores judíos regresó de Babilonia en los días de Zorobabel por permiso y decreto del emperador persa Ciro. En ese tiempo los “tiempos señalados de las naciones” apenas empezaban y habían terminado 70 de los 2,520 años que éstos durarían, y la nación renacida de Israel dependía de la potestad mundial persa. Pero ahora Jehová ha levantado un Ciro Mayor, así como profetizó, y este Rey ha librado al pueblo de Dios de este mundo babilónico. (Isa. 44:28 a 45:13) Estamos endeudados al Reino celestial y dependemos del Ciro Mayor, Jesucristo, quien ahora gobierna en medio de sus enemigos, los poderes gentiles cuyos “tiempos señalados” expiraron en 1914.
26. Desde 1914 ¿tiene el Hijo de Dios sólo un reino espiritual sobre sus seguidores, y por eso por qué no podemos obrar independientemente?
26 De modo que ahora con nosotros los cristianos las cosas tienen que ser diferentes a lo que eran antes de 1914, antes de nuestra liberación de la Babilonia moderna. Antes de ese tiempo y desde los días apostólicos fué cierto de nosotros los cristianos que “el Padre . . . nos libró de la autoridad de las tinieblas y nos trasplantó al reino del Hijo de su amor.” (Col. 1:12, 13, NM) Pero ahora ese Hijo del amor de Dios tiene más que un reino espiritual sobre sus propios seguidores. Ha sido entronizado para gobernar ahora en medio de sus enemigos en el cielo y la tierra para desmenuzar a las naciones en el Armagedón y hacerse cargo del dominio literal de toda la tierra. A él se le ha dado el derecho a la tierra y su dominación. Él pone en vigor la teocracia, aplica el gobierno de Dios, la soberanía de Jehová, hacia esta tierra. Es un castigador veloz de lo que no es teocrático. Por eso tenga cuidado con él en el Armagedón. No nos atrevemos a obrar independientemente de él en asuntos religiosos. No podemos hacer lo que se nos antoje. Tenemos que ser teocráticos en pensamiento, hechos, adoración y organización, poniendo el dominio de Dios antes que el dominio del pueblo. No podemos ser aislamientistas, individualistas, sintiéndonos molestos por las obligaciones y restricciones de la organización, oponiéndonos a estar organizados, con Dios arriba y nosotros abajo.
27. ¿Qué significa ahora el Reino para el pueblo de Dios sobre la tierra, y por qué no podemos ser separatistas ahora?
27 Si tenemos fe en el Reino, si somos amorosamente leales al Rey ungido de Dios, nos alegraremos en obedecer sus instrucciones y arreglos por medio de su organización teocrática visible. El Reino significa organización más compacta para el pueblo de Dios sobre la tierra. Esto es vitalmente necesario si hemos de resistir las fuerzas combinadas del enemigo y vencer a este mundo. Nadie puede obrar solo, y el Rey no hará compañía a tal individualista. Él acompaña a su rebaño, sus súbditos organizados. Si nosotros rehusamos las instrucciones de la organización, si dejamos de reunirnos para evitar la organización y sus obligaciones, ¿dónde podríamos ir después del Armagedón? ¿Habrá separatistas después del Armagedón los cuales se formarán su propia sociedad y vivirán como ermitaños en la tierra extensa, evitando el contacto humano y prefiriendo una sociedad animal? El que alguno abandonara la congregación organizada de los que están destinados a sobrevivir al Armagedón significaría que el tal jamás pasaría a través del Armagedón para entrar al Nuevo Mundo y su sistema teocrático. Igual que la familia de Noé, ¡nosotros ahora tenemos que entrar al arca todos juntos!
28. ¿Qué debemos hacer ahora acerca de dificultades internas entre nosotros mismos, y por qué?
28 El que ahora nosotros estemos estrechamente unidos en la organización mientras somos imperfectos y tenemos nuestros gustos, disgustos y tendencias egoístas tal vez resulte en un poco de fricción y dificultad por algún tiempo. Pero si tratamos de mostrar la actitud mental y el espíritu de Cristo y toleramos a nuestros hermanos con amor, podremos arreglar nuestras dificultades y mantenernos juntos en una sola causa común suprema. No salimos del viejo mundo y sus trifulcas sólo para arrojarnos a trifulcas de nuestra propia hechura entre nosotros mismos. Por eso tenemos que aprender a vencer nuestras dificultades internas y arreglarlas ahora. Eso es mejor que el tener que contender con tales cosas entre nosotros después del Armagedón. Dijo Pablo: “Enójense, y no obstante no pequen; no se ponga el sol mientras estén ustedes en un estado irritado, ni dejen espacio para el Diablo.” (Efe. 4:26, 27, NM) Ahora bien pudiéramos decir: Que el Armagedón no descienda como un ladrón estando usted con un genio encolerizado, en un estado provocado contra su hermano. Lo que debe hacerse es buscar la paz y la armonía con su hermano ahora. El Libro de la sociedad del Nuevo Mundo, la Biblia, le enseña cómo hacerlo.—Mat. 18:15-17.
EL LENGUAJE COMÚN DE LA SOCIEDAD
29. ¿Tendrán los sobrevivientes divisiones nacionalistas después del Armagedón, y qué hay acerca de su lenguaje?
29 Inmediatamente después de la batalla del Armagedón ¿vivirán los sobrevivientes bajo gobiernos nacionalistas con lealtades divididas, pretensiones rivales, tradiciones orgullosas y antiguos odios y sospechas? No, no después que el Rey empuñe su cetro contra las naciones furiosas. Los sobrevivientes serán los que ahora han salido de este mundo y que se han remontado por encima de las cosas egoístas cultivadas por el “dios de este sistema de cosas.” Por de pronto habrá agrupaciones de distintas lenguas. No obstante, todos serán una sola familia teocrática-así como ahora son “una sola manada, un solo pastor.” (Juan 10:16, NM) No habrá naciones, sino que todos serán ciudadanos del nuevo mundo, bajo un solo Rey. Será igual a como ahora es con el cuerpo de Cristo, “donde no hay ni griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todas las cosas y en todos.” (Col. 3:11, NM) Ya Jehová Dios ha dirigido a su pueblo de toda extracción nacional un “lenguaje puro,” y éste será el único lenguaje que todos hablarán desde el mismo comienzo del nuevo mundo, a saber, la verdad del Reino teocrático.
30. ¿Qué requisito esencial se impone ahora sobre nosotros así como se impuso sobre los israelitas librados de Babilonia?
30 Para continuar en la sociedad del Nuevo Mundo un requisito esencial es que tenemos que hablar la verdad. Satanás el Diablo es el “padre de la mentira,” y el mentir es una característica del sistema de cosas del cual él es el Dios. (Juan 8:44, NM) Una de nuestras grandes luchas es librarnos de las mentiras que hemos heredado por haber sido parte de este viejo mundo, particularmente las mentiras religiosas. Después que los antiguos israelitas fueron librados de la Babilonia poderosa, el siguiente fué el mandato que Jehová Dios les envió mediante su profeta Zacarías para su prosperidad: “Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad cada cual verdad con su prójimo, juzgad según la verdad y lo conducente a la paz, dentro de vuestras puertas: y no maquinéis el mal uno contra otro en vuestros corazones, ni améis el juramento falso; porque todas éstas son cosas que aborrezco, dice Jehová.” Por medio de esta fidelidad a la verdad al hablar con su prójimo, y al celebrar audiencias de tribunal y rendir decisiones sin parcialidad en las puertas de la ciudad, y al no prestar juramento falso con el propósito de herir a un semejante contra quien maquinamos mal, la ciudad de Jerusalén debía llegar a llamarse “Ciudad de la Verdad.” (Zac. 8:16, 17, 3) El apóstol Pablo vió que éste era un requisito para los cristianos de su día. Después de decirles que no siguieran andando como las naciones mundanas andan en la inutilidad de su mente sino que se vistieran con una nueva personalidad, les dijo cómo hacer esto y agregó: “Por lo cual, ahora que ustedes han echado a un lado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, porque somos miembros que nos pertenecemos unos a otros.”—Efe. 4:25, NM.
31. ¿Qué significa para nosotros hoy ‘el hablar la verdad’?, y, por obrar así nosotros, ¿cómo llegará a ser conocida la organización?
31 Hoy este mismo requisito aplica. a la sociedad del Nuevo Mundo, cuyos miembros han sido librados de un viejo mundo falso e hipócrita. Nosotros, también, tenemos que insistir en hablar la verdad. Eso significa que tenemos que deshacernos de las mentiras del viejo mundo y de la práctica de falsedades por razón egoísta alguna. Significa que tenemos que libertarnos de las mentiras de la religión falsa, las cuales blasfeman el nombre de Dios y tergiversan su propósito y camino de salvación, y las cuales conducen al género humano a la destrucción en el Armagedón. “La verdad los hará libres,” dijo Jesús, y esa verdad la encontramos en la Palabra de Dios. Es esta verdad la que tenemos que hablar los unos a los otros en la sociedad del Nuevo Mundo para edificamos mutuamente en nuestra santísima fe. (Judas 20) Es la verdad que debemos publicar entre el público fuera de la sociedad del Nuevo Mundo, para que otros que tienen hambre de verdad y justicia puedan entrar a la sociedad y llenarse y ser libertados. Esto es especialmente necesario en ciertos países en que comunidades pequeñas han llegado a ser miembros de la sociedad del Nuevo Mundo en un cien por ciento. Ellas no se atreven a aislarse para gozar de la verdad y paz totalmente para sí mismas, evadiendo los trabajos de la obra de testificación. Para evitar el hacerse egoístas tienen que salir y predicar a los que todavía están en esclavitud al error y también apoyar la diseminación de la verdad por otros. Mediante tal declaración persistente de la verdad teocrática a nuestros semejantes por todas partes, la sociedad del Nuevo Mundo ciertamente será conocida como una organización de verdad.
32, 33. (a) ¿Cómo ha restaurado Jehová jueces y consejeros para nosotros como al principio? (b) ¿Qué pacto concluyó Jehová con los israelitas en Moab, y qué les instó Moisés a hacer?
32 Profetizando de los gloriosos días de la restauración del pueblo de Jehová a la forma teocrática de organización y actividad, Isaías expresó esta promesa de Jehová: “Restituiré tus jueces como fueron al principio, y tus consejeros como de primero: después de lo cual serás llamada Ciudad de Justicia, Ciudad Fiel.” (Isa. 1:26) Habiendo ahora entronizado a su Rey corno nuestro Juez y ‘Maravilloso Consejero,’ Jehová Dios ha restaurado las cosas como al tiempo cuando Jesucristo estuvo presente visiblemente sobre la tierra en la carne, y ahora gozamos de los consejos de la Palabra revelada de Dios como nunca antes. Tenemos la obligación de mostrar que somos una sociedad fiel, una representante leal de la Jerusalén celestial de Dios, la “Ciudad Fiel” que está arriba. Estamos ahora en una posición semejante a la de los israelitas en las llanuras desiertas de Moab poco antes de cruzar el río Jordán para entrar a la Tierra Prometida. Moisés, sabiendo que iba a morir en el transcurso de un mes, reunió a los israelitas y les dió una repetición del pacto de la Ley que Jehová había hecho con ellos en el monte Horeb en Arabia, junto con cambios que iban a entrar en vigor bajo las condiciones nuevas en la Tierra Prometida.
33 Al terminar Moisés de repetir la ley teocrática allí en Moab, leernos: “Estas son las palabras del pacto que Jehová ordenó a Moisés concluir con los hijos de Israel en la tierra de Moab aparte del pacto que él había concluído con ellos en Horeb.” (Deu. 29:1, NM) Esto solía llamarse un “pacto de fidelidad” pero en realidad era un pacto de la ley repetida con revisiones al pacto de Horeb para ajustarlo a los arreglos que entrarían en vigor en la Tierra Prometida. Por consiguiente el libro de la Biblia que contiene esta repetición de la ley se llama Deuteronomio. Corroboró y reforzó el pacto de la ley que había sido dado a la nación de Israel en Horeb o el monte Sinaí. Fué después de esto que Moisés instó a los israelitas a ser fieles a este pacto, poniendo al cielo y la tierra como testigos contra ellos de que había colocado delante de ellos la vida y la muerte, la bendición y la maldición: por lo tanto debían escoger la vida guardando fielmente el pacto, para que pudieran seguir viviendo con favor y bendición divinos.
34. ¿Cómo se nos están reenunciando la ley y requisitos teocráticos de Jehová ahora, y por qué es ahora bajo las condiciones presentes que tenemos que escoger el camino de la vida?
34 Hoy, desde nuestra liberación de la Babilonia moderna en 1919 y antes de nuestra entrada al nuevo mundo después del Armagedón, se nos están reenunciando la ley y requisitos teocráticos de Jehová como nunca antes en la historia cristiana. La Biblia entera está siendo abierta para nosotros. Esta es la obra del Mayor Moisés de Jehová, Jesucristo. Estamos siendo ejercitados en los requisitos de la sociedad del Nuevo Mundo, para que sepamos escoger el camino de la vida y seguir viviendo con el favor y la bendición de Dios ahora; quizás hasta seamos protegidos a través del Armagedón para entrar al nuevo mundo en su comienzo. Nos toca a nosotros hacer nuestra decisión ahora, a la luz de la ley teocrática revelada. Es ahora que tenemos que cumplir con estos requisitos teocráticos, ahora en este “tiempo del fin,” y no únicamente después del Armagedón. Después de esa guerra no habrá vecinos paganos que nos rodeen como rodearon a los israelitas después que Moisés murió y ellos cruzaron el Jordán para entrar a la Tierra Prometida. No, en el nuevo mundo no habrá vecinos paganos y religiosos falsos que sobrevivan al Armagedón para acosarnos y tentarnos a adorar sus dioses falsos y ofrecernos sus hijos e hijas en matrimonio a condición de que les ofrezcamos los nuestros y así hagamos sociedades y alianzas que resulten en perjuicio nuestro. Ahora es cuando tenemos que contender con tales cosas. Por eso el Mayor Moisés nos ha reenunciado y dilatado las leyes y requisitos de Dios.
35. ¿A qué conducirá el que seamos inmutables ahora bajo la adversidad, y a qué camino nos insta el Mayor Moisés?
35 Ahora es cuando tenemos que decidirnos a mantener integridad y ser fieles a la teocracia a fin de mostrarnos dignos del mundo entrante del único Dios verdadero. Si somos inmutables ahora bajo la adversidad en este viejo mundo hostil, esto nos conducirá a que seamos fieles entonces en medio de la ininterrumpida prosperidad espiritual y material sin las tentaciones del Diablo y su depravado mundo egoísta. El tiempo presente es el tiempo favorable para que nosotros como miembros de la sociedad del Nuevo Mundo hagamos nuestra selección final entre los dos caminos que el Mayor Moisés coloca ante nosotros. Su consejo urgente es:. “Debes escoger la vida a fin de que puedas mantenerte vivo, tú y tu prole, amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote tenazmente a él, porque él es tu vida y la longitud de tus días.”—Deu. 30:19, 20, NM.
EL TIEMPO DE LAMENTACIÓN HA PASADO
36. ¿Por qué no podemos afligirnos con el mundo? En vez de eso, ¿para hacer qué cosa es la ocasión ahora?
36 El mantener nuestra vista siempre al frente hacia el nuevo mundo que brilla más y más sobre nuestro horizonte nos ayudará a adherirnos a nuestra decisión de conseguir vida en el nuevo mundo que nosotros representamos como sociedad. Hoy el mundo agonizante se lamenta por sus sufrimientos, sus pérdidas, sus desilusiones, pero no se entristece de una manera piadosa que propenda a arrepentimiento para salvación. No hay nada en el mundo que hemos dejado atrás y del cual el Todopoderoso Dios nos ha rescatado por lo cual lamentarnos. No podemos adoptar la actitud mental del mundo y su manera de estimar las cosas. El participar con el mundo en su tristeza egoísta no es saludable para nosotros: “la tristeza del mundo produce la muerte.” (2 Cor. 7:9, 10, NM) Como individuos hemos sido pecadores en el pasado. Cometimos nuestros errores y quebrantamos la ley de Dios o hasta nos opusimos a él y perseguimos a su pueblo. Pues hasta el resto de sus herederos del Reino celestial se equivocó en tiempos pasados y fué culpable de conducta mala, faltas y fracasos durante la I Guerra Mundial, y Jehová se enojó con él y lo dejó sufrir cautiverio babilónico a este mundo. Pero ¿por qué lamentarse más por el pasado muerto? Dios ya ha librado a su resto y con él también a una “grande muchedumbre” de amantes de la verdad y la justicia y los ha constituído en una sociedad del Nuevo Mundo. La aflicción que condujo al arrepentimiento, y el arrepentimiento que condujo a esta liberación, ya son cosas del pasado. Ahora no es ocasión para que nos aflijamos más y nos entristezcamos a tal grado que nos desalentemos, sino para que nos regocijemos por la salvación presente que disfrutamos por la misericordia de Jehová.
37. ¿Por qué está Jehová Dios alegre en la actualidad, y por qué debemos estar alegres con él?
37 La aflicción y tristeza y lamentación debilitan, pero el gozo fortalece. Jehová nuestro Dios está sumamente alegre en este tiempo. Su Reino mediante su amado Hijo Jesucristo ha comenzado; sus enemigos tolerados por mucho tiempo, Satanás y los demonios, han sido arrojados del cielo a la tierra; ha librado a su pueblo de la esclavitud a este mundo y lo ha constituído en una sociedad de anunciadores del Reino; y ahora la gran guerra que vindicará su soberanía universal de una vez por todas se acerca, con la victoria segura. Ahora nos toca a nosotros salir de cualquier contemplación afligida e introversa de nosotros mismos y pensar en lo que Dios ha hecho, está haciendo y hará, para su inmarcesible gloria y la bendición de su pueblo fiel. ¿Por qué debemos afligirnos junto con el enemigo de Dios, este mundo? ¿Por qué debe afligirse el pueblo de Jehová cuando él está alegre, rebosando de gozo justo? Su Hijo está aquí como un Novio gozoso, y las “bodas del Cordero” se acercan a su consumación. (Apo. 19:7) Jehová está recogiendo todas las cosas en el cielo y en la tierra en una sola bajo su soberanía. Nosotros estamos en el antitipo de la antigua fiesta teocrática de recogimiento, la fiesta de la cosecha de las labores del año, la fiesta más alegre de todo el año. A un lado, entonces, con la vana lamentación y pesadumbre por lo pasado. Este es el tiempo para regocijarse con Jehová como amigos y amadores de él, porque, en el lenguaje de Nehemías, “el gozo de Jehová es vuestra fortaleza.”—Neh. 8:10, Va.
38. ¿Cómo hemos obtenido gozo y alegría eternos, y por qué no importa el sufrimiento presente?
38 La sociedad del Nuevo Mundo debe continuar siendo el pueblo más alegre y optimista sobre la faz de la tierra. El gozo eterno está sobre nuestra cabeza con el conocimiento de que el reino para la vindicación de Jehová está aquí para siempre y que nosotros somos sus anunciadores. Al entrar a la sociedad del Nuevo Mundo hemos obtenido alegría y gozo, y la aflicción y lamentación han desaparecido, a pesar del odio y persecución que tenemos que sufrir internacionalmente por un corto tiempo. Consideramos que es un honor sufrir por causa de él.—Isa. 35:10.