¿Podrá salvarse su matrimonio?
ES UN hecho lamentable, pero los matrimonios de más de un millón de personas al año son rotos por el divorcio tan solo en los Estados Unidos. ¡Esto equivale un promedio de aproximadamente un divorcio cada minuto!
Es triste el hecho de que tantas personas que esperan disfrutar de felicidad en el matrimonio encuentren exactamente lo contrario. Un consejero estadounidense sobre el matrimonio hizo la siguiente observación acerca de los que se casan hoy: “Una cuarta parte de ellos acabarán en el juzgado de divorcios, mientras que otra cuarta parte conservarán su matrimonio legalmente intacto por una variedad de razones, pero obtendrán poca satisfacción de éste.”
Claramente, los matrimonios de millones de personas necesitan ayuda. Posiblemente su matrimonio, también, tenga dificultades. ¿Qué puede usted hacer para fortalecerlo? ¿Cómo puede realizarse la felicidad que usted esperaba originalmente del matrimonio?
ACUDA A LA FUENTE CORRECTA POR AYUDA
Los hombres y las mujeres están diseñados maravillosamente unos para otros. Están equipados inherentemente para vivir juntos como marido y mujer. No obstante, muchos matrimonios fracasan. ¿Por qué? Porque pasan por alto un requisito importante.
Un requisito básico para tener éxito genuino en el matrimonio es consultar con regularidad el consejo de su originador, el Creador del hombre, Jehová Dios. En su Palabra escrita, la Biblia, él ha provisto el consejo que, si ambos cónyuges lo aplican, ciertamente asegurará la felicidad de su matrimonio.
Esto no es simple teoría, o una aserción ociosa, sin apoyo. Es un hecho. Pues cuando las personas se han esforzado realmente por cultivar en su matrimonio las cualidades que recomienda la Biblia, se han logrado mejoramientos admirables. ¿Está usted dispuesto a hacer un esfuerzo concienzudo para salvar su matrimonio por medio de aceptar el consejo del preeminente consejero sobre el matrimonio, Jehová Dios?
CUANDO HAY DIFICULTADES GRAVES
Pero quizás usted crea que ya no se le puede ayudar a su matrimonio, que los problemas son demasiado graves. Posiblemente su esposo sea un borrachín. Quizás hasta abuse físicamente de usted a veces, y exprese gran falta de respeto a Dios y su Palabra. ¿Qué se puede hacer en tal caso?
La situación no es desesperada. En el primer siglo hubo casos de esposos que no tenían respeto alguno a los principios cristianos. Note el consejo divino que se dio a las esposas cristianas que afrontaban tales circunstancias: “Ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos, a fin de que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin una palabra por la conducta de sus esposas, por haber sido testigos oculares de su conducta casta junto con profundo respeto.”—1 Ped. 3:1, 2; Tito 2:4, 5.
Este consejo ha resultado provechoso vez tras vez. Al exhibir conducta casta y respeto profundo a menudo las esposas cristianas han contribuido a salvar sus matrimonios, convirtiéndolos en uniones felices. “Pero, ¿cómo le muestra uno respeto al hombre que se emborracha y no le tiene respeto a Dios?” quizás pregunte usted.
Es verdad que eso no es fácil. Usted no puede, por supuesto, aprobar la borrachera ni otros tipos de conducta impía. Pero usted sí puede trabajar para aumentar el respeto al cargo o posición de su esposo como cabeza de la familia.
También, aunque posiblemente haya cosas desagradables que usted haya descubierto acerca de él como individuo desde que se casó con él, sin duda, si usted los buscara, podría hallar nuevos aspectos de su personalidad que usted considera deseables. Además, ¿no puede usted continuar desarrollando amor y respeto a las cosas que tienen que ver con su esposo que inicialmente avivaron el amor de usted a él, si todavía tiene esas mismas cualidades, así como las cosas buenas que usted haya descubierto desde entonces? ¿Hay cosas que usted personalmente pueda hacer que den énfasis a las buenas cualidades de él y reduzcan al mínimo sus cualidades indeseables?
Algunas esposas han pensado seriamente en tales asuntos. Y también han cultivado la cualidad cristiana de aguante, permaneciendo castas y respetuosas a través de años de abuso por esposos que se oponían a su proceder cristiano. Los resultados a veces son absolutamente conmovedores. Por ejemplo, hace algún tiempo un esposo escribió:
‘Por doce años yo fui el peor enemigo de mi propia esposa. La amenazaba y reñíamos todos los días; es decir, yo siempre buscaba pelear y hasta me ponía a pegarle. Muy a menudo venía borracho a casa y entonces le pegaba tanto a mi esposa como a mi hijo. Pero todo en vano; mi esposa perseveraba en su estudio de la Biblia y en adorar a Dios.
‘Hace solo poco tiempo, relativamente, sentían alivio todos los días cuando me iba a trabajar y temían el instante en que regresaría. Entonces, hace poco, tuve una conversación con un ministro cristiano de los testigos de Jehová. Después me senté y repasé los pasados doce años de mi vida. Este análisis fue aplastante para mí. Discerní lo terriblemente desconsiderado que había sido para con mi esposa, mientras que ella había aguantado todo con humildad, como un pedazo de granito contra el cual las olas de mi locura se estrellaban en vano. Mientras más cruel había sido yo, más amor y misericordia me había mostrado ella.
‘Sí, solo ahora veo todo esto. Y a medida que comencé a discernirlo, tomé la Biblia; y, gracias a su instrucción, ahora soy como un hombre que ha vuelto a nacer. Ya no me emborracho y he dejado de fumar, he dejado el populacho, y ahora participo con mis amados regularmente en el estudio de la Palabra de Dios.’
Hay muchos ejemplos semejantes a éste de esposas que, por su conducta casta y profundo respeto, han ganado a sus esposos al cristianismo. Aunque esto quizás haya requerido años, ¡cuán felices están estas esposas por no haberse rendido y abandonado a sus esposos! Se pueden realizar bendiciones verdaderas como resultado del aguante.
EVITANDO SEPARACIÓN Y DIVORCIO
Es verdad que en su ley Jehová Dios ha tomado en cuenta el divorcio. Pero su ley no permite muchas razones para romper el vínculo del matrimonio mediante el divorcio. El Hijo de Dios, Jesús, dijo: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [o adulterio], y se case con otra comete adulterio.” (Mat. 19:9) Así, pues, el divorcio bíblico está limitado. El adulterio es la única base que la ley de Dios permite para el divorcio y segundas nupcias.
Pero, ¿qué hay de la separación de cónyuges, cuando no se ha cometido adulterio y cuando no se tenga la intención de divorciarse? ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre este asunto?
Esta pregunta surgió en la congregación corintia del primer siglo, y Dios inspiró este consejo: “La esposa no debe irse de su esposo; pero si de hecho se fuera, que permanezca sin casarse o si no que se reconcilie con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa.” (1 Cor. 7:10, 11) Por lo tanto, aunque se reconoce que no todos los matrimonios permanecerían juntos, la Biblia muestra que los matrimonios cristianos deben hacer cuanto puedan para resolver las diferencias que surjan y no separarse.
Lo razonable de esto es obvio, porque cuando ambos cónyuges afirman ser cristianos dedicados, están bajo la obligación de llevar a cabo la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios para los matrimonios cristianos es que ‘permanezcan juntos’ y no rompan el vínculo del matrimonio. (Gén. 2:24; Mat. 19:4-6) Realmente, ningún problema debería surgir en la vida de los esposos y esposas cristianos que no pueda resolverse aplicando la sabiduría de Dios y mostrándose verdadero amor los unos a los otros.
Pero, ¿qué hay de la situación en la que un cónyuge es cristiano dedicado y el otro incrédulo? En este caso la Biblia aconseja: “Si algún hermano tiene esposa incrédula, y sin embargo ella está de acuerdo en morar con él, no la deje; y la mujer que tiene esposo incrédulo, y sin embargo él está de acuerdo en morar con ella, no deje a su esposo. . . . Pero si el incrédulo procede a irse, que se vaya; no está en servidumbre el hermano o la hermana en tales circunstancias, antes Dios los ha llamado a ustedes a paz.”—1 Cor. 7:12-15.
Por lo tanto, las Escrituras ponen el énfasis principal en no romper el vínculo matrimonial. Si ha de romperse, el cristiano debe esforzarse por no ser él quien lo rompa. Sin embargo, si el incrédulo se separara, el cristiano dejaría que se fuera.
Hay ventajas singulares en permanecer uno con su cónyuge, aunque esa persona sea incrédula. Ante todo, hay la posibilidad de que usted, como creyente cristiano, gane a su cónyuge al cristianismo. Ciertamente el incrédulo está en una posición ventajosa, porque está en contacto con el cristianismo verdadero al estar con usted.—1 Cor. 7:16.
Además, si usted se separara, y el adulterio no fuera la base para la separación, usted no estaría libre bíblicamente para volver a casarse ni para tener relaciones sexuales con otra persona aunque usted obtuviera un divorcio. Piense en la presión que tal separación posiblemente ejercería en usted. ¿Qué hay si resultara en que usted cayera en la inmoralidad? ¡Qué triste sería eso!
Otro factor importante que debe considerarse son los hijos, si tiene algunos. ¿Va a ser suficiente el cuidado y el amor de uno solo de los padres? ¿Podrá usted manejar los asuntos desde un punto de vista financiero, así como de otras maneras?
Es verdad que si las circunstancias son sumamente severas, usted puede optar por recurrir a la separación. Pero éste debe ser un paso que se dé solo como recurso verdaderamente último, después de haber agotado todo otro esfuerzo por corregir la situación, y después de considerar el asunto en oración.
TRABAJANDO PARA CONSERVAR SU MATRIMONIO
Por otra parte, es mucho mejor cuando los cónyuges pueden resolver sus problemas y aprenden a disfrutar del compañerismo mutuo. Esto se puede lograr si ambos verdaderamente quieren conservar su matrimonio, y si acuden a la Palabra de Dios por ayuda al efectuarlo.
Cada cónyuge tiene que comprender que hay una razón fundamental por la cual el matrimonio está en dificultades. Y eso es que usted o su cónyuge, o ambos, no están aplicando los principios bíblicos. En alguna parte estos principios vitales están siendo puestos a un lado, pasados por alto, y las inclinaciones personales los han reemplazado. Por lo tanto, para salvar el matrimonio hay que corregir esta situación.
Por ejemplo, quizás el problema sea que los principios bíblicos de la jefatura y el amor no estén aplicándose. Dice la Biblia: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor, porque el esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación . . . los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos.”—Efe. 5:22, 23, 28.
El ser cabeza de su esposa significa que el esposo lleva la responsabilidad principal de tomar decisiones acerca de asuntos de familia. En consecuencia, quizás surja la ocasión en que su esposo decida mudar la familia a otra parte. Usted, como esposa, quizás comprenda que esto planteará problemas, pero si usted aplica lo que la Biblia enseña sobre la jefatura usted cederá al deseo de su esposo, porque él tiene el derecho de decidir sobre tales asuntos.
Por otra parte, usted, como esposo que aplica el principio bíblico de ‘amar a su esposa como a usted mismo,’ considerará con su esposa el asunto de mudarse antes de tomar su decisión. Usted le preguntaría lo que piensa ella y le pediría sugerencias, y las tomaría en consideración. Pero en usted, el esposo, descansa la decisión final, y la esposa cristiana debe respetar y apoyar esta decisión.
Por eso, aunque en algunas familias el desagrado en cuanto al lugar donde se vive quizás llegue a ser tan grave que haya un deseo de resolver el problema por medio de separarse, al aplicar los principios bíblicos esos problemas pueden impedirse del todo. ¡Esto verdaderamente surte efecto! Cuando los matrimonios están anuentes a poner su vida en armonía con la Palabra de Dios, su matrimonio de veras puede ser feliz.
MOSTRANDO INTERÉS EL UNO EN EL OTRO
Un principio bíblico que es vital que los cónyuges apliquen en su matrimonio es el de mostrarse uno al otro interés amoroso. “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona,” estimula la Biblia. (1 Cor. 10:24; Fili. 2:4) Ha sido posible salvar muchos matrimonios cuando los esposos y las esposas han hecho un verdadero esfuerzo por efectuar esto.
Cuando usted y su cónyuge se cortejaban antes del matrimonio, cada uno se esforzaba por cultivar interés en lo que al otro le gustaba, ¿no es verdad? Sin duda esto fue un factor que los hizo quererse. ¿Entonces, por qué no continuar esta práctica? Por supuesto, quizás usted no se interese en algunas actividades que le agradan a su esposo. Quizás él no sea creyente cristiano, y por lo tanto posiblemente no se interese en el estudio bíblico de la manera que usted se interesa. No obstante, usted haría bien en cultivar un interés en determinadas actividades de él por causa del matrimonio. Es difícil hacer que el amor crezca cuando el esposo y la esposa no hacen juntos las cosas.
Por lo tanto, cuando no está envuelto el transigir en un principio ni se viola un punto en cuestión bíblico, el cónyuge creyente hace bien en subordinar los deseos personales y pasar algún tiempo haciendo lo que quiere el incrédulo, demostrando así la calidad de razonable que caracteriza al cristiano. Este es el proceder amoroso y puede hacer que el incrédulo inquiera en cuanto a una fe que resulta en tal consideración para el cónyuge de uno.
Recientemente una cristiana que estaba teniendo dificultades maritales serias reconoció haber fracasado en esto: “He estado equivocada al excluir los deseos de mi esposo,” explicó ella. “No he cultivado un interés en las cosas que le agradan a él. A él le gusta el juego de bolos, ir de caza, juegos de béisbol, etc. Aunque hace años solía invitarme, yo nunca iba.”
Esta señora respondió cuando se le animó a participar en algunas de las actividades de su esposo. Felizmente ella escribió: “Le dije que había estado equivocada en muchos casos, y que iba a tratar de mejorar. Le dije que me gustaría ir al juego de bolos un día a la semana, posiblemente el sábado por la tarde si quisiera. Unos cuantos días después lo invité a nuestro estudio bíblico ¡y qué sorpresa tuve cuando aceptó! Sentí mucha compasión por él cuando dijo que iba porque quería aprender a hacer lo que era correcto.”
El esposo cristiano igualmente debe esforzarse por mostrar interés en su esposa, y en las actividades que ella lleva a cabo a favor de la familia. Aunque ella no abrace ahora el cristianismo verdadero, pase tiempo con ella, considérela, elógiela. Muéstrele que usted se interesa en ella. Jamás esté demasiado ocupado en otras actividades para dedicarle algún tiempo y fortalecer su confianza en que usted la ama.
El simplemente estar cada uno alerta o ‘sintonizado’ a los intereses y necesidades del otro es vital para un matrimonio armonioso. Una joven casada, que no había hecho esto, se quejó así en cuanto a su esposo: “Sigue excusándose para alejarse cada vez más de mí.” Se consideraron con ella las razones por las cuales su esposo pudiera estar actuando así. Reconoció que recientemente había dejado de interesarse tanto en atender a su apariencia personal. También, dijo que la conversación de su esposo le aburría, y que se interesaba poco en comunicarse con él.
Se le ayudó a la esposa a discernir la necesidad de mostrar más interés en su esposo. Por lo tanto, comenzó a ser más atenta con él, y a interesarse más en lo que él hacía. Se esmeró en preparar más frecuentemente los platos favoritos de él, y prestó más atención a serle atractiva físicamente. El esposo respondió volviendo a mostrarse ansioso por venir a casa a su esposa.
Es verdad, posiblemente sea fácil ver lo que su cónyuge esté haciendo mal. Pero la esposa cristiana debe preguntarse: “¿Qué puedo hacer yo para contribuir al éxito de la unión? Si mi esposo no viene a casa por la noche y sale y se emborracha, ¿se debe a que hay algo en el hogar a lo cual no le gusta regresar? ¿Lo regaño? ¿Estoy siempre sermoneándolo? ¿Son ingobernables los niños?” Un autoanálisis honrado de esa clase puede ser sumamente revelador y valioso.
HÁBLENSE
Un intercambio de comunicación es una manera obvia y no obstante vital de mostrarse interés amoroso los cónyuges. Antes de que usted se casara sin duda se esforzaba por entablar una conversación interesante con su futura esposa. Ella obviamente disfrutaba de esto. Entonces, sabiamente continúe haciendo este esfuerzo por hablar. Su esposa lo apreciará.
La esposa, por otra parte, debe usar de discreción cuando entable una conversación. No reciba a su esposo con una andanada de problemas tan pronto llegue él a casa y antes de que tenga tiempo de acomodarse. Piense en las cosas agradables acerca de las cuales usted pudiera hablar. Y cuando haya problemas que considerar, escoja una ocasión cuando él se encuentre en el mejor estado de ánimo para considerarlos. Tal consideración amorosa ciertamente contribuirá a mejora en relaciones del matrimonio.
VENTAJAS DE QUE DISFRUTAN LOS CRISTIANOS
Los esposos cristianos y las esposas cristianas tienen verdaderas ventajas. Ante todo, confiadamente pueden dirigirse juntos a la Palabra de Dios y considerar sus problemas a la luz de su consejo sabio. También, pueden llevar juntos sus problemas a Jehová Dios en oración, pidiendo humildemente que él los ayude. (Sal. 139:23, 24) Después de participar así en oración difícilmente estarán inclinados a tratarse uno al otro áspera o fríamente.
Además, si las diferencias son extremadas, los cónyuges cristianos tienen una provisión excelente para obtener ayuda en la congregación cristiana. Pueden consultar a los superintendentes y a los hombres de mayor edad maduros que tienen el pensar de Dios sobre asuntos maritales para obtener consejo de las Escrituras. Si aplican este consejo, los que tienen dificultades en el matrimonio ciertamente se benefician.
Esto no significa que ustedes los que no son miembros de la congregación cristiana no pueden disfrutar de estas ventajas. Los testigos de Jehová tendrán gusto en ayudarles a obtener un conocimiento de las enseñanzas y principios bíblicos, incluso de los que tienen que ver con las relaciones entre los esposos y las esposas. De hecho, una parte del curso de estudio bíblico gratuito que ofrecen, utilizando la publicación La verdad que lleva a vida eterna, es la consideración del tema “Edificando una vida de familia feliz.” No titubee en aprovecharse de esta provisión pidiéndole a un testigo de Jehová que lo visite en su hogar.
Por eso, si usted está pasando ahora por dificultades en el matrimonio, no se desaliente. Usted puede hacer mucho que sin duda mejore la situación. Y acuérdese, si un esposo y una esposa realmente quieren conservar su matrimonio, y si acuden a la Palabra de Dios para obtener ayuda al hacerlo, es posible salvar su matrimonio.
[Ilustración de la página 485]
Para tener éxito en el matrimonio es requisito básico consultar con regularidad el consejo de su Originador, Jehová Dios, según se encuentra en la Biblia