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La búsqueda de la pazLa Atalaya 1960 | 1 de febrero
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(Hech. 7:45; Heb. 4:8) Extraño como parezca, la ciudad de Gabaón y tres ciudades vecinas se escaparon de la destrucción que Josué ejecutó sobre las otras ciudades de Canaán. ¿A qué se debió esto? Otra vez fue un caso de hacer la paz con Jehová Dios antes de que llegara su ejecutor. Días antes de que Josué y sus fuerzas se acercaran, los gabaonitas enviaron a sus embajadores bajo un disfraz al campamento de Josué y pidieron la paz con Jehová Dios y su pueblo. Ofrecieron una rendición completa de ellos mismos a Él por medio de Josué.
27. Semejante a lo que les resultó a esos hombres antiguos, ¿qué le resultará a la “grande muchedumbre” de buscadores de la paz?
27 ¿Cuál fue el resultado? El registro contesta: “Y Josué se puso a hacer paz con ellos y a concluir un pacto con ellos para dejarles vivir, de modo que los príncipes de la asamblea [de Israel] les juraron.” (Jos. 9:15) Semejante a aquellos antiguos gabaonitas no israelitas, la “grande muchedumbre” de buscadores de la paz de hoy día se rinde en dedicación completa a Jehová Dios por medio de Jesucristo ahora antes de que estalle el Armagedón. Por lo tanto el Josué Mayor, Jesucristo, los salva de la destrucción en esa guerra universal. Semejantes al resto de israelitas espirituales, los de esa grande muchedumbre aman la vida. Desean ver una eternidad de días buenos bajo el reino de Dios. Por eso hoy siguen el consejo de David y de Pedro en cuanto a la paz.
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El ir en pos de la pazLa Atalaya 1960 | 1 de febrero
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El ir en pos de la paz
1. Habiendo hallado la paz, ¿qué tiene que hacer entonces el que ama la vida, y qué obligación descansa ahora sobre él?
DESPUÉS que el que ama la vida ha buscado y ha hallado la paz con Dios por medio de su Hijo Jesucristo, ¿qué tiene que hacer? De allí en adelante tiene que seguir tras la paz, sí, ir en pos de ella. “Busque la paz y vaya en pos de ella,” es el consejo por medio del apóstol cristiano Pedro. (1 Ped. 3:11) Tiene que hacer de la paz la cosa tras la cual siga por el resto de su vida. Eso significa que tiene que mantener la paz. Al disfrutar de la paz con Dios mediante Cristo él no está solo. El entrar en la paz con Dios lo introduce en la relación pacífica con la congregación de todos los que están dedicados enteramente a Dios por medio de Cristo y que por lo tanto se han reconciliado con Dios. (2 Cor. 5:18-21) No debe llegar a ser un perturbador de la congregación cristiana. Tiene la obligación de preservar una relación quieta, tranquila, calmada, armoniosa con esta organización. Tiene que vivir en conformidad con la regla de conducta declarada por un apóstol del cuerpo gobernante cristiano: “Sean pacíficos unos con otros. Por otra parte, los exhortamos, hermanos, amonesten a los desordenados, hablen alentadoramente a las almas deprimidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos. Vean que nadie devuelva daño por daño a alguna otra persona; sino sigan siempre lo que es bueno unos con otros y con todos los demás.”—1 Tes. 5:13-15.
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