Un vistazo al mormonismo
LA Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día está lejos de ser una organización religiosa insignificante. Con un número de miembros de más de un millón y medio en 1960, es lo bastante grande como para hacer sentir su presencia en este mundo moderno. La actividad celosa de 6,000 misioneros de tiempo cabal y más de 7,000 misioneros de tiempo parcial ha puesto al mormonismo en contacto con gente de muchos países que sabe poco o nada con respecto a él. Para provecho de ella demos un vistazo de cerca al mormonismo.
Afirmando ser una organización religiosa completamente diferente, los mormones vigorosamente rechazan cualquier conexión con el catolicismo y el protestantismo. Su fundador, José Smith, estuvo convencido de que no había verdad en ninguna de estas grandes divisiones religiosas de la cristiandad. Enorgulleciéndose de ser diferentes a las otras iglesias, los mormones consideran a su iglesia como la restauración de la iglesia de Cristo, que ellos creen fue destruida cuando murieron los apóstoles. Olvidando que Cristo es el principal fundamento de la iglesia o congregación de él, ellos concluyen que ella no podría existir sin apóstoles vivientes como fundamento. Ellos creen que la restauración de la iglesia de Cristo comenzó cuando José Smith tuvo visiones de mensajeros celestiales.
Fue en 1820 que José Smith tuvo su primera visión. Él alegó que mientras se hallaba solo en el bosque vio una visión de dos personajes brillantes que estaban más arriba de él y que éstos le dijeron que no ingresara a ninguna iglesia. Estos personajes, se alega, fueron el Padre celestial y su Hijo, Jesucristo. Tres años más tarde él dijo que tuvo otra visión. Esta vez un mensajero celestial que se llamó a sí mismo Moroni le habló de un libro escondido, escrito en láminas de oro. Obedeciendo instrucciones del mensajero, dijo que removió las láminas de su escondite después de esperar cuatro años. Se supone que este libro dorado es el Libro de Mormón.
José Smith alegó que tuvo otra visión en 1829, en la cual ocasión Juan el Bautista se le apareció como un mensajero celestial y confirió sobre él y su socio, Oliverio Cowdery, el sacerdocio de Aarón, después de lo cual se bautizaron el uno al otro secretamente. Esta alegación se hizo a pesar del hecho de que la Biblia dice que el sacerdocio aarónico fue cambiado cuando Jesucristo llevó a un fin la ley mosaica. Se cree que esta visión y una visión subsecuente de tres apóstoles les dieron a estos dos hombres autoridad para restaurar la iglesia de Cristo.—Heb. 7:11, 12, 18.
PUNTOS DE VISTA DE LAS ESCRITURAS
Los mormones reconocen que aceptan la Biblia como la inspirada Palabra de Dios, pero están prontos a restringir su aceptación, diciendo: “Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios según esté traducida correctamente.” Esta excusa les permite rechazar cualquier declaración bíblica que esté en pugna con la enseñanza mormónica. Así, a las enseñanzas y escrituras mormónicas se les hace la vara de medir de la verdad.
Desde los días de la traducción de la Versión del Rey Jaime de la Biblia [en inglés], el conocimiento de los idiomas bíblicos ha mejorado mucho y se han hallado millares de manuscritos muy antiguos de la Biblia. Estos factores han hecho posible las traducciones, modernas de la Biblia con una exactitud textual que está muy cerca de la de los escritos originales. La Biblia es una guía confiable y no necesita ni los escritos apócrifos de la Iglesia Católica ni el Libro de Mormón para completarla.—2 Tim. 3:16, 17.
Como la Iglesia Católica, que rehúsa aceptar la Biblia como la única autoridad sobre creencias religiosas, los mormones insisten en que hay otras autoridades iguales a la Biblia. Este punto de vista es vital para cualquier religión que tiene enseñanzas que carecen de apoyo bíblico. En el libro Why I Am a Mormon, Wallace F. Bennett expresa el punto de vista mormónico, cuando dice: “Reconocemos las limitaciones de la Biblia así como su valor. No atribuimos autoridad final a ninguna de sus declaraciones porque creemos que Dios ha restablecido la autoridad para hablar en su nombre y la ha dado otra vez a hombres justos.” Sobre el mismo tema José Smith, hijo, declaró en la Documentary History of the Church: “Les dije a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros de la Tierra, y la llave de nuestra religión, y que el hombre se acercaría más a Dios al cumplir con sus preceptos que al cumplir con cualquier otro libro.” ¿No debería ser la Biblia la llave de la creencia cristiana?
Los mormones usan el texto de Ezequiel 37:16, 17 para probar su argumento de que la Biblia y el Libro de Mormón fueron predichos en la profecía. Alegan que los dos palos de que habla el profeta Ezequiel representan a estos dos libros. Pero los palos de la profecía de Ezequiel no se refieren a libros, y esto lo indica Ezequiel mismo. El designó un palo para Judá y el otro como “el palo de Efraín.” La tribu de Efraín descendió de José y llegó a ser la cabeza de las diez tribus que se separaron en los días del rey Roboam. A causa de esta jefatura el nombre Efraín llegó a ser aplicado al reino de diez tribus. Después que los israelitas fueron librados del cautiverio en Babilonia, las diez tribus se reunieron con las otras dos tribus y los levitas. Esta reunión de los reinos septentrional y meridional de Israel fue lo que predijo Ezequiel cuando habló de que los dos palos llegarían a ser un solo palo. De modo que la Biblia no presta apoyo a la alegación de que algún otro libro religioso es de igual autoridad a ella.
CONCEPTO DEL PADRE Y DEL HIJO
Con respecto a su Padre, Jesucristo dijo en Juan 4:24, “Dios es un Espíritu.” Los mormones alegan que Dios no es un espíritu sino un personaje de hueso y carne. “Lo que quiero que se les grabe,” dijo José Smith en el Logan Journal del 14 de marzo de 1911, “es que Dios es real, una persona de carne y huesos, así como ustedes lo son y yo lo soy. Cristo es igual, pero el espíritu santo es una persona de espíritu.” Estos tres forman, según la creencia mormónica, una trinidad o deidad, pero no de la misma manera que la trinidad concebida por el catolicismo. La trinidad mormónica consta de tres personajes distintos que están unidos en propósito. Hablan de los tres como Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el espíritu santo.
Los mormones señalan a la declaración de la Biblia de que el hombre fue creado a la imagen de Dios como prueba de su argumento de que Dios tiene un cuerpo de carne y huesos, pero esta conclusión no está en armonía con las Escrituras. El ser a la imagen de Dios no significa que el hombre y Dios son semejantes en sustancia. Los cuerpos de carne fueron diseñados para vivir en la Tierra, no para existir en la región de los espíritus. Por eso Pablo dijo: “La gloria de los cuerpos celestes es de una clase, y la de los cuerpos terrestres es de una clase diferente.” (1 Cor. 15:40) El hombre se asemeja a Dios porque refleja los atributos de Dios, lo cual hace al hombre superior a las bestias.
De nada sirve alegar que los cuerpos celestiales de Dios y de Cristo son carne y hueso en vez de carne y sangre. Los cuerpos de carne y hueso no pueden existir sin sangre, porque la Biblia dice: “La vida de la carne en la sangre está.” (Lev. 17:11, Mod) Un cuerpo de carne y hueso, por lo tanto, estaría sin vida. Es exactamente tan imposible que un cuerpo de carne y hueso esté en el reino celestial como lo es para un cuerpo de carne y sangre. El apóstol Pablo aclara esto cuando declara específicamente que la carne no puede ir allí. “Carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios.”—1 Cor. 15:50.
El resucitado Jesucristo no tuvo un cuerpo carnal cuando entró en la presencia de Dios después de su ascensión. Pedro muestra que Cristo fue resucitado con un cuerpo de espíritu, no con un cuerpo material de carne y huesos sin sangre. “Cristo murió una vez para todo tiempo concerniente a pecados, una persona justa por las injustas, para poder guiarlos a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu.” (1 Ped. 3:18) Considere también el testimonio de Pablo: “El postrer Adán vino a ser un espíritu dador de vida.” (1 Cor. 15:45) Los cuerpos carnales que Jesús tuvo mientras estuvo en la Tierra después de su resurrección fueron materializaciones como las que hicieron los ángeles en numerosas ocasiones hasta el primer siglo. Jesús tenía el poder de materializar un cuerpo carnal.
La conclusión no bíblica del mormonismo de que Dios tiene un cuerpo de carne y hueso ha llevado a la alegación de que Dios en otro tiempo fue un hombre. José Smith, hijo, dijo en Times and Seasons del 15 de agosto de 1844: “Es el primer principio del evangelio conocer con certeza el carácter de Dios y saber que podemos conversar con él como un hombre conversa con otro y que en otro tiempo fue un hombre como nosotros; sí, que Dios mismo, el Padre de todos nosotros, moró en una Tierra, igual como Jesucristo mismo moró.” Para apoyo de este punto de vista los mormones se ven obligados a dirigirse a sus propios escritos en vez de a la Biblia.
El concepto de que hay una deidad de tres Dioses: el Padre, el Hijo y el espíritu santo, tampoco tiene fundamento en la Biblia. Esta enseña que solo hay un Dios que es y siempre será sin igual. “Realmente hay para nosotros un solo Dios el Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas, y nosotros por medio de él.” (1 Cor. 8:6) En vez de ser parte de una deidad y con el tiempo llegar a ser igual al Padre, Jesucristo es una criatura que, como las otras criaturas, acude al Padre como su Dios y está eternamente sujeto a él. Por eso él le dijo a María: “Yo estoy ascendiendo a mi Padre y al Padre de ustedes y a mi Dios y al Dios de ustedes.”—Juan 20:17; 1 Cor. 15:28.
VIDA Y MUERTE
Como el hinduismo y el budismo, el mormonismo cree que la existencia de un hombre se extiende antes del día de su nacimiento y más allá del día de su muerte, que es una progresión larga. Basan esto en su argumento de que el espíritu del hombre es inmortal. Con respecto a esto, Esteban L. Richards, uno de los presidentes mormónicos, dijo: “En el concepto de ellos, el espíritu del hombre no solo nunca muere sino que vive a través de las condiciones de la progresión eterna. Lo que se aprende o se adquiere en la vida de una persona se lleva a una vida subsiguiente. La condenación o ‘maldición’ solo es una retardación en la progresión. La benignidad acelera la progresión—la maldad la retarda. No hay limitación concebible para los logros del bien. Finalmente pueden llegar a ser, por medio de la progresión, tan inteligentes y tan omnipotentes como Dios, él mismo.” Otro vocero mormónico, Jaime E. Talmage, declaró: “Hay en el hombre un espíritu inmortal que vivió como un ser inteligente antes de que se formara el cuerpo, y que continuará existiendo como el mismo individuo inmortal después que el cuerpo se haya ido para pudrirse.”
La Biblia claramente da a conocer el hecho de que Jesucristo existió en la región de los espíritus antes de llegar a ser hombre. Si lo mismo fuera cierto para todos los hombres, ¿no sería la Biblia igualmente clara con respecto a ello? Si tal doctrina fuera cierta, sería de tan grande importancia que la Biblia ciertamente la, mencionaría, pero no dice nada con respecto a que los hombres tengan una existencia prehumana.
No obstante, los mormones señalan a una pregunta que los discípulos de Jesús hicieron con respecto a un ciego como prueba de la preexistencia. El texto que usan es Juan 9:1-3, que dice: “Ahora mientras él iba pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ‘Rabí, ¿quién pecó, este hombre o sus padres, para que naciera ciego?’ Jesús respondió: ‘Ni este hombre pecó ni sus padres.’” Pero Jesús no dijo que ellos tenían la idea correcta. Más bien, él los corrigió cuando dijo que ni el hombre ni sus padres habían pecado. Posiblemente estos discípulos creían, como algunos rabinos, que una persona puede pecar en el vientre de su madre antes de nacer. Dado que su modo de pensar era incorrecto, la pregunta de ellos no es apoyo para la doctrina de la preexistencia.
Cuando habló con respecto a Esaú y Jacob el apóstol Pablo apoyó el punto de vista bíblico de que la existencia de un hombre comienza cuando nace y no en alguna región de espíritus antes de nacer. Pablo dijo: “Cuando ellos todavía no habían nacido ni practicado cosa buena o mala.” (Rom. 9:11) Si hubieran tenido una existencia prehumana, Pablo no pudiera haber dicho eso. Jesús mismo indicó que los hombres no vienen de las regiones de espíritus de arriba como él había venido. A los judíos él dijo: “Ustedes son de las regiones de abajo; yo soy de las regiones de arriba. Ustedes proceden de este mundo; yo no procedo de este mundo.”—Juan 8:23.
También, la creencia mormónica de que el espíritu del hombre se separa de su cuerpo al morir y continúa su existencia en un lugar llamado “paraíso” donde recibe la oportunidad de oír el evangelio y de arrepentirse de sus pecados no tiene apoyo en la Palabra de Dios. La Biblia declara que los muertos no pueden pensar ni hacer decisiones. Note lo que está escrito en el Salmo 146:4: “Su espíritu sale, él vuelve a su tierra; en ese día ciertamente perecen sus pensamientos.” Dado que sus pensamientos cesan, su espíritu no podría ser algo que continúe su existencia consciente, sino que en cambio es la fuerza impersonal de vida. Otro texto declara: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.” (Ecl. 9:5) La esperanza de los muertos es una resurrección, un despertamiento de la muerte a la vida.
Las palabras de Pedro en 1 Pedro 4:6 no apoyan el punto de vista mormónico tampoco. Él no hablaba con respecto a los espíritus de personas muertas cuando dijo: “Con este propósito fueron declaradas también las buenas nuevas a los muertos, para que pudieran ser juzgados en cuanto a la carne desde el punto de vista de los hombres.” Dado que los muertos físicamente “no están conscientes de nada en absoluto,” los muertos que se mencionan aquí son los mismos muertos que Jesús dio a entender cuando dijo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos,” y los mismos que Pablo dio a entender cuando dijo: “Es a ustedes a quienes Dios dio vida aunque estaban muertos en sus transgresiones y pecados.” Las personas vivas que están muertas a los ojos de Dios a causa de los pecados pueden oír el evangelio, pensar y arrepentirse. Los “espíritus en prisión” a quienes Jesús predicó eran ángeles caídos, no los espíritus de personas muertas.—Mat. 8:22; Efe. 2:1; 1 Ped. 3:18, 19.
MATRIMONIO
Debido a la creencia no bíblica de que la existencia consciente de un hombre continúa después de la muerte, los mormones presentan el argumento de que el vínculo del matrimonio también continúa después de la muerte. Wallace Bennett dice: “Los mormones creen que cuando la ceremonia se efectúa en un templo, por alguien que tiene la autoridad necesaria, la unión es eterna en duración y que se extiende más allá de la muerte.” No hay nada en la Biblia que justifique esta conclusión.
Contrario a la enseñanza mormónica, la Biblia revela que la muerte disuelve el vínculo del matrimonio. En Romanos 7:2 está escrito: “La mujer casada está ligada por la ley a su esposo mientras él vive; pero si su esposo muere, ella queda desobligada de la ley de su esposo.” El vínculo matrimonial ya no la ata a él. Note también lo que Jesucristo dijo: “En la resurrección ni los hombres se casan ni las mujeres son dadas en matrimonio, sino que son como ángeles en el cielo.” (Mat. 22:30) Dado que llegan a ser como los ángeles con respecto al matrimonio, ellos son solteros. Brigham. Young reconoció la soltería de los ángeles cuando dijo: “Son solteros, sin familias o reinos sobre los cuales reinar.” La verdad del asunto es que la muerte termina el vínculo matrimonial.
TRABAJO MISIONAL
Mucho trabajo misional hacen los mormones para esparcir sus creencias, pero nadie en la iglesia mormónica hace del trabajo misional una vocación u ocupación permanente como lo hicieron Jesucristo y el apóstol Pablo. Los misioneros por lo general son hombres jóvenes de poco más de veinte años que pasan dos años en los países en que se habla inglés y dos años y medio en países en que se habla un idioma diferente. Después de esta corta permanencia regresan a su casa a reanudar su propio modelo de vida en su comunidad.
Durante su permanencia en un país, los misioneros trabajan en parejas, visitando de casa en casa. Cuando un amo de casa los invita a entrar, proceden a conducir, de manera amigable, una serie de lecciones sobre las creencias de su iglesia con el objeto de convertir al amo de casa a su religión. Aunque el amo de casa disfrute de su amigabilidad y llegue a depender de ellos para instrucción y dirección espirituales, ellos no están lo bastante interesados en él para quedarse en el país más allá de los dos años o dos años y medio que se requieren de ellos. Cuando salen, el amo de casa es transferido a un nuevo grupo de misioneros, si llega un nuevo grupo.
No puede haber duda con respecto a la sinceridad mormónica en sus creencias, pero la sinceridad no hace ciertas sus creencias. La verdad no se establece por convicción personal. Muchas personas desde los días de los apóstoles han alegado haber tenido visiones y ser profetas de Dios. La firme convicción de los que las creyeron no hicieron verdaderas las enseñanzas de estas personas. Por lo general estos profetas autonombrados tuvieron que proclamar sus propios escritos como santa escritura para hallar para sus enseñanzas el apoyo que la Biblia no da. La mejor protección contra tales engaños es comparar las enseñanzas religiosas con la Biblia. Úsela como la vara de medir de la verdad. Siga el consejo de Juan: “Amados, no crean toda expresión inspirada, sino prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios, porque muchos profetas falsos han salido al mundo.”—1 Juan 4:1.