Preguntas de los lectores
◼ ¿Debería hacerse una distinción entre el reino de Dios y el reino de Cristo? Además, puesto que el apóstol Pedro menciona el “reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,” ¿cómo puede decirse que el reinado de Jesús llega a su fin cuando él “entrega el reino a su Dios y Padre”?—2 Pedro 1:11; 1 Corintios 15:24.
Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Venga tu reino [el del Padre].” (Mateo 6:9, 10) Por lo tanto, el reino es de Dios, pero Jehová, el “Rey de la eternidad,” ha dado responsabilidades de gobernación a su Hijo unigénito por un tiempo limitado y con un propósito específico. Durante este período designado Jesús sirve en la capacidad de regente diputado que ha sido enviado desde la diestra de su Padre.—1 Timoteo 1:17; Salmo 110:1, 2; Daniel 4:17.
En vista de la rebelión del hijo perteneciente a la región espiritual que se convirtió en el Diablo, así como de la rebelión de la primera pareja humana sobre la Tierra, Jehová se propuso expresar de manera nueva Su gobernación. Esto sería por medio de la ‘descendencia’ prometida. (Génesis 3:15; Efesios 1:8-12) El día de su muerte, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino.” Sin embargo, el Padre seleccionaría a los que habrían de reinar con Jesús y les asignaría sus lugares respectivos en el gobierno del Reino.—Mateo 20:23; Lucas 12:32; 22:29, 30; Romanos 8:16, 17.
Puesto que a Jesús se le ha delegado esta autoridad de reinar junto con los 144.000 reyes asociados con él, es propio decir que él tiene un reino, el reino mesiánico. Daniel tuvo una visión en la cual vio la instalación entonces futura de Jesús y estos “santos,” y dijo: “Al Anciano de Días [Jehová] obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas. . . . ‘Y el reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que son los santos del Supremo.’”—Daniel 7:13, 14, 27.
Esta autoridad constituida funciona dentro del reino o arreglo gubernamental universal de Jehová, de modo que cuando Jesús empieza a reinar como rey mesiánico hay voces celestiales que, con toda propiedad, claman en canción: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor [Jehová] y de su Cristo [o: uno ungido por Dios], y él [Jehová] gobernará como rey para siempre jamás.” Por lo tanto, el reino mesiánico recibe su poder y autoridad de Jehová, quien es Soberano Universal sobre toda su creación.—Revelación 11:15; 4:11; Juan 5:19, 30.
Al ser resucitado, el glorificado Jesucristo esperó a la diestra de su Padre hasta que fuera el tiempo en que él hubiera de empezar a reinar desde los cielos sobre la humanidad en general. (Hechos 2:32-36; Hebreos 10:12, 13) Este corresponde al tiempo en que una voz fuerte procedente del cielo proclama: “¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo!” (Revelación 12:10; compare con Rev 11:17, 18.) Junto con Jesús, 144.000 personas escogidas de entre la humanidad reinan como coherederos, y de ellas se dice que “serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.”—Revelación 20:6; 14:1, 3.
Para el fin del reinado milenario de Jesús, todos los humanos sobre la Tierra que se hayan valido de los beneficios del Reino se presentarán perfeccionados ante Dios. Serán comparables a Adán antes de que Adán pecara. Jesús, habiendo cumplido la misión asignada a él por su Padre, entonces “entrega el reino a su Dios y Padre.”(1 Corintios 15:24-28) Desde allí en adelante no sigue existiendo ningún reino subordinado entre Jehová y la humanidad obediente. Los aspectos mesiánicos terminan, pero el reino de Jehová continúa eternamente. La gobernación de Cristo y de sus herederos del reino ‘nunca será reducida a ruinas’ y ‘no será pasada a ningún otro pueblo.’ (Daniel 2:44) La autoridad especial delegada será simplemente absorbida de nuevo por Jehová. “Entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas a él, para que Dios sea todas las cosas para con todos.”—1 Corintios 15:28.
Los beneficios de ese Reino por Cristo serán ‘eternos,’ aunque el reino en realidad habrá sido solo “de duración de era,” en un sentido de la palabra griega aionios que se usa en 2 Pedro 1:11. Desde un punto de vista relativo, el reinado de 1.000 años de Cristo es eterno. En contraste con la duración del régimen de cualquier rey humano que haya gobernado en la Tierra, el reino de Jesús sobre la humanidad continúa por muchos siglos. Su reinado continúa por más tiempo de lo que duró la vida del hombre más viejo de la historia humana, a saber, Matusalén, a quien le faltaron 31 años para vivir un milenio. (Génesis 5:27) Además, Jesús todavía será rey honorario, ya que su posición de dignidad real no termina simplemente porque él entrega el reino mesiánico a su Padre. El siempre estará interesado en la humanidad, pues en su condición de Obrero Maestro de Jehová a él se le atribuyen las siguientes palabras: “Las cosas que eran el objeto de mi cariño estaban con los hijos de los hombres.” (Proverbios 8:31) Además, él siempre ocupará un lugar especial de afecto en el corazón de los humanos debido a todo lo que ha hecho para ellos. Esto está en armonía con lo que dice Hebreos 7:17 acerca de que Jesús es “sacerdote para siempre.”
La Biblia no dice exactamente qué obras se asignarán a Jesús y sus corregentes después del reinado milenario. Al describir a la Nueva Jerusalén parecida a una ciudad en los cielos, Revelación 22:5 menciona a los que “gobernarán como reyes para siempre jamás,” refiriéndose evidentemente a los que regirán en asociación con Jesús, los 144.000 que constituyen su novia. Podemos estar seguros de que Jehová tiene para éstos muchos excelentes privilegios y oportunidades respecto al cuidado de las asignaciones de servicio de éstos en toda Su creación.