Adelantando tras de haber obtenido “una fe”
“Suministren a su fe virtud, a su virtud conocimiento, a su conocimiento gobierno de sí mismos, a su gobierno de sí mismos perseverancia, a su perseverancia devoción piadosa, a su devoción piadosa cariño fraternal, a su cariño fraternal amor.”—2 Ped. 1:5-7.
1. ¿Qué hace que un tesoro sea realmente valioso, y cómo pudiera ilustrarse esto?
UN TESORO valioso que permanece enterrado en el suelo no cumple con ningún fin útil. Difiere poco de una roca ocultada por una capa de tierra. Pero el tesoro ciertamente encierra la posibilidad de beneficiar al que lo posee y aun a otros. Pudiera utilizarse para ayudar a los enfermos y necesitados, o pudiera invertirse prudentemente. Si se tratara de una gran suma de dinero, ésta pudiera crear oportunidades de empleo y así hacer posible que muchas personas se ganaran la subsistencia. Verdaderamente el valor de un tesoro aumenta cuando se emplea de manera productiva.
2. Según 2 Pedro 1:1, ¿qué preciosa posesión han obtenido los cristianos?
2 Mayor todavía es la posibilidad de lograr el bien con el tesoro espiritual que los siervos de Dios poseen. En la segunda carta que el apóstol Pedro escribió a los cristianos, él se refiere a este tesoro precioso al empezar con las siguientes palabras: “Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, a los que han obtenido una fe, tenida en privilegio igual al nuestro, por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo.” (2 Ped. 1:1) “Fe,” es decir, la fe que es esencial para la vida eterna, era el tesoro inestimable que había llegado a ser posesión de todos aquellos a quienes se dirigió el apóstol.
La fe... un tesoro
3. ¿Por qué pudo Pedro describir la fe de aquellos a quienes escribió como una fe “tenida en privilegio igual al nuestro”?
3 Esta fe no era posesión exclusiva de Pedro y los demás apóstoles ni de todos aquellos que, como él, eran judíos cristianizados. El entero cuerpo de los creyentes, tanto judíos como no judíos, la compartían en común. El Dios Altísimo les había hecho posible obtener esta fe. Por medio del mensaje de las “buenas nuevas” que se predicó, Dios atrajo personas a sí mismo por medio de su Hijo. (Juan 6:44) Él abrió el corazón de ciertas personas y les hizo posible responder a su “palabra,” o mensaje.—Hech. 16:14; Rom. 10:8.
4. ¿Cómo se obtiene la fe “por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo”?
4 Como hizo notar el apóstol Pedro, esta fe se obtuvo “por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo.” El Todopoderoso hizo posible que hombres de todas las tribus, pueblos, naciones y razas recibieran esta posesión inestimable. Al proceder así sin mostrar preferencia a individuo alguno al perdonar los pecados sobre la base del sacrificio de su Hijo y aceptar a los arrepentidos como pueblo suyo, Jehová Dios desplegó su justicia, su equidad, su imparcialidad. Este es el mismísimo punto que Pedro sacó a relucir cuando llevó las “buenas nuevas” al centurión italiano Cornelio y a los parientes y amistades íntimas de éste. “Con certeza,” dijo el apóstol, “percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto.” (Hech. 10:34, 35) Nuestro Salvador Jesucristo refleja ese mismo espíritu imparcial. Entregó su vida para personas de todas partes.—1 Tim. 2:5, 6.
Adelantando en conocimiento de Dios y de Cristo
5. Después de haber obtenido una fe, ¿qué responsabilidad tenemos, y qué es esencial para cumplirla?
5 Después de haber “obtenido una fe,” los discípulos de Jesucristo quedan bajo la responsabilidad personal de ajustarse cada vez más estrechamente a la voluntad de Dios para ellos. El conocimiento exacto nos ayuda a hacer esto. El apóstol Pedro subrayó la importancia del conocimiento exacto, pleno o completo, al decir: “Que bondad inmerecida y paz sean aumentadas a ustedes por un conocimiento exacto de Dios y de Jesús nuestro Señor.”—2 Ped. 1:2.
6. (a) ¿Qué se quiere decir por tener un “conocimiento exacto de Dios y de Jesús”? (b) ¿Cómo llegamos a tener ese conocimiento?
6 El que tengamos “conocimiento exacto de Dios y de Jesús nuestro Señor” quiere decir conocerlos como personas —sus cualidades, sus modos de ser y sus tratos— e imitar su ejemplo exento de defecto. (Compare con Jeremías 22:15, 16; Mateo 7:21-23; 1 Juan 2:3-6; 3:5, 6.) Por adelanto en aprender y aplicar los principios de la Palabra de Dios, llegamos a tener cada vez mejor conocimiento del Padre y su Hijo. Esto resulta en que disfrutemos de bondad inmerecida y paz a un grado cada vez mayor.
7. ¿Cómo puede ser aumentada la “bondad inmerecida” “por un conocimiento exacto de Dios y de Jesús”?
7 Es solo por hacer lo que agrada a Jehová Dios y a Jesucristo que seguimos recibiendo ayuda y guía divinas. Debido a que somos humanos pecaminosos, no tenemos mérito por nuestra propia cuenta. Por eso, cualquier cosa que nuestro Hacedor haga a favor de nosotros es una expresión de su bondad inmerecida. Sin embargo, el que recibamos esta divina bondad inmerecida depende de que nos esforcemos por ser como nuestro Padre celestial y su Hijo. Cuando esto es cierto en nuestro caso, podemos acercarnos a Jehová Dios con plena confianza en que responderá a nuestras peticiones. Juan, el apóstol cristiano, declaró lo siguiente:
“Cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos. En verdad, éste es su mandamiento: que tengamos fe en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos estemos amando los unos a los otros, así como él nos dio mandamiento. Además, el que observa sus mandamientos permanece en unión con él, y él en unión con el tal; y en esto adquirimos el conocimiento de que él está permaneciendo en unión con nosotros, debido al espíritu que nos dio.”—1 Juan 3:22-24.
8. ¿Cómo puede decirse que la “paz” es aumentada “por un conocimiento exacto de Dios y de Jesús”?
8 Cuando no poseemos simplemente conocimiento, sino conocimiento pleno, completo, de nuestro Padre celestial y de su Hijo, vemos claramente lo que es grato a la vista de ellos. Permanecemos en unión y en paz con ellos, y disfrutamos de una intimidad con ellos como amigos suyos. Por consiguiente, nuestro progreso en llegar a conocer a Jehová Dios y a su Hijo contribuye más plenamente al disfrute de más profunda paz. Esto es así porque evitamos a un grado siempre mayor las actitudes, el habla y las acciones que son contrarias al ejemplo de nuestro Dios y de nuestro Señor Jesucristo.
9. ¿Qué efecto tiene en nuestra paz con Dios el que pequemos?
9 Por otra parte, si pecáramos, estaríamos trastornando nuestra paz con el Altísimo, porque estaríamos obrando en contra de su voluntad. Solo el perdón de Dios, basado en nuestro sincero arrepentimiento y fe en los beneficios expiatorios del sacrificio de Cristo, puede efectuar una restauración de la paz.—1 Juan 2:1, 2.
Que el “poder divino” lo mueva a acción
10. ¿Qué puede ayudarnos a disfrutar a mayor grado de la bondad inmerecida y de la paz?
10 Jehová Dios y Jesucristo, por supuesto, quieren que disfrutemos de la bondad inmerecida y de la paz a mayor grado. Por esto, debemos cooperar con ellos y hacer un esfuerzo resuelto por llegar a conocerlos mejor. Una manera en que podemos hacer esto es reflexionando con aprecio en lo que Jehová Dios, por medio de su Hijo, ha hecho a favor nuestro. El apóstol Pedro escribió: “Su poder divino nos ha dado libremente todas las cosas que atañen a la vida y a la devoción piadosa, mediante el conocimiento exacto de aquel que nos llamó por gloria y virtud. Por medio de estas cosas nos ha dado libremente las preciosas y grandiosísimas promesas, para que por éstas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria.”—2 Ped. 1:3, 4.
11, 12. (a) ¿Por qué está asociado el “poder divino” con el “conocimiento exacto”? (b) ¿Cómo se ilustra esto en el caso de los cristianos de Tesalónica?
11 Se nota que Pedro asoció “poder divino” con “conocimiento exacto.” Esto es sumamente apropiado, porque la palabra o mensaje de Dios respecto a su Hijo, las “buenas nuevas,” puede tener poderoso efecto en la vida de la gente. Esto está bien ilustrado en lo que el apóstol Pablo escribió a los tesalonicenses, a saber: “Las buenas nuevas que predicamos no resultaron estar entre ustedes con habla solamente, sino también con poder.” (1 Tes. 1:5) La predicación de las “buenas nuevas” en Tesalónica produjo resultados. No era caso de personas que oyeran palabras y no obraran según ellas, es decir, no era caso de “habla solamente.” Los tesalonicenses que abrazaron el cristianismo se sintieron movidos a actuar, lo cual indicó que las “buenas nuevas” habían ejercido poder. Estos cristianos sirvieron de ejemplo a otros creyentes al aguantar fielmente persecución por causa de la justicia y al seguir dando testimonio a todos acerca de las “buenas nuevas.”
12 Puesto que Tesalónica era un puerto marítimo, los creyentes de aquel lugar estaban en comunicación con marinos, mercaderes y otras personas de lugares distantes. Los cristianos tesalonicenses se valieron eficazmente de sus oportunidades de compartir las “buenas nuevas” con otros. Como resultado de esto, llegó a hablarse de su fe por todas partes. Cuando Pablo y sus compañeros declaraban y enseñaban públicamente la verdad en otras ciudades, se les contaba acerca de los cristianos de Tesalónica. Comentando sobre esto, el apóstol escribió lo siguiente:
“Porque desde vuestra comunidad [Tesalónica] ha resonado el mensaje del Señor, y no solamente en Macedonia y Grecia; en todas partes vuestra fe en Dios ha corrido de boca en boca, de modo que nosotros no necesitamos hablar para nada; ellos mismos, hablando de nosotros, cuentan qué acogida nos hicisteis, cómo abandonando los ídolos os convertisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero y aguardar la vuelta desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte, de Jesús, el que nos libra del castigo que viene.”—1 Tes. 1:8-10, “Nueva Biblia Española.”
13. ¿Cómo hemos experimentado personalmente el efecto del “poder divino” en nosotros, y, por eso, qué debemos seguir haciendo?
13 De manera similar, nosotros los creyentes de hoy día hemos sentido el “poder divino” obrar en nosotros debido a que hemos aceptado las “buenas nuevas,” la palabra o mensaje de Dios. Esas “buenas nuevas” nos han movido a hacer cambios en nuestra vida, a ajustarnos a la voluntad divina. También se nos ha movido a declarar las “buenas nuevas” a otros. El poder divino que se ejerce por medio del “conocimiento exacto” contenido en las “buenas nuevas” nos ha suministrado todo lo que necesitamos para “la vida y . . . la devoción piadosa.” Así, debido al poder divino, podemos llevar una vida recta, con miras a la eternidad. Y debemos seguir dejando que el poder divino nos ayude a llegar a ser más parecidos a Cristo en conducta y actividad.
14. ¿Cómo efectúa Jehová Dios el llamar “por gloria y virtud”?
14 La manera en que Jehová Dios llama o atrae a sí a las personas debe servirnos de fuerte estímulo para progresar en el vivir cristiano. El apóstol Pedro mencionó “el conocimiento exacto de aquel que nos llamó por gloria y virtud.” Jehová Dios efectúa el ‘llamar’ o ‘atraer’ por medio de su Hijo. Es especialmente en Jesucristo en quien la “gloria y virtud” se manifiestan a los seres humanos. El apóstol cristiano Juan escribió lo siguiente respecto al Hijo: “La Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre; y estaba lleno de bondad inmerecida y verdad.” (Juan 1:14) Juan y los otros apóstoles vieron en la vida del Señor Jesucristo una gloria, un esplendor, una magnificencia que solo pudieran haberse desplegado por alguien que reflejara perfectamente la imagen del Padre celestial. Además, el apóstol Juan, junto con Santiago y Pedro, presenciaron la transfiguración de Jesucristo. En aquella ocasión “su rostro resplandeció como el sol, y sus prendas exteriores de vestir se hicieron esplendorosas como la luz.” (Mat. 17:2) Así como la gloria está relacionada con el Hijo de Dios, también lo está la virtud. Jesucristo fue sobresalientemente virtuoso, un hombre de excelencia moral. Hasta el traidor Judas Iscariote confesó: “Pequé cuando traicioné sangre justa.” (Mat. 27:4) De modo que ha sido por medio de la “gloria y virtud” reflejadas en el Hijo que Jehová ha efectuado el llamamiento.
Las promesas de Dios... aliciente para adelantar
15. ¿Por qué son “preciosas y grandiosísimas” las promesas que Dios ha dado?
15 El maravilloso arreglo de Dios para la salvación como se revela en las “buenas nuevas” dio a los cristianos del primer siglo “preciosas y grandiosísimas promesas.” Estas promesas eran preciosas o valiosas al suministrar consuelo, estímulo y poder sustentador para hacer frente al odio del mundo. Cuando consideramos que los creyentes a quienes Pedro escribió esperaban participar de la gloria de Cristo como coherederos en su reino, tenemos que convenir con el apóstol en que habían recibido “grandiosísimas promesas.”—2 Ped. 1:4a.
16, 17. ¿Qué efecto tienen en los creyentes las promesas divinas?
16 ¿Qué hicieron estas promesas para los creyentes del primer siglo? La respuesta de Pedro es: “Para que por éstas ustedes lleguen a ser participes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria.” (2 Ped. 1:4b) En otras palabras, las promesas de Dios suministraban la base para que los creyentes llegaran a ser “partícipes de la naturaleza divina.” La esperanza de los cristianos del primer siglo era estar asociados con Jesucristo en el reino celestial y ser como él. (Rom. 8:17) Puesto que el Hijo es ‘el reflejo de la gloria de Dios y la representación exacta de su mismo ser,’ todos los que llegan a ser como Jesucristo también son como el Padre. (Heb. 1:3) El apóstol Juan escribió las siguientes palabras: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en él se purifica a sí mismo así como ése es puro.”—1 Juan 3:2, 3.
17 Así, al participar de la gloria del Hijo de Dios, los cristianos engendrados por espíritu llegan a ser partícipes de la “naturaleza divina.” Esta grandiosa esperanza, basada en las seguras promesas de Dios, proveía fuerte aliciente para que ellos hicieran cuanto les fuera posible para purificarse de toda contaminación mundana. El apóstol Pedro estableció el mismo punto acerca de ser limpios, porque mostró que los “partícipes de la naturaleza divina” habían “escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria.” La “lujuria,” una pasión por aquello a lo cual la persona no tiene derecho, es la fuente de la corrupción o contaminación del mundo. Era de esta contaminación que habían escapado los creyentes cuando se habían valido de los medios provistos por Dios para la salvación y entonces se habían aplicado para ajustarse a la norma divina de santidad, limpieza o pureza. Como fue cierto de los creyentes del primer siglo, las promesas contenidas en las Escrituras nos pueden incitar a seguir purificándonos.
Se necesita más que fe
18, 19. Después de obtener una fe, ¿qué debemos estar haciendo en armonía con 2 Pedro 1:5–7, y por qué?
18 Todos los que son verdaderos siervos de Dios hoy día se han beneficiado del poder divino que se ejerce por medio de las “buenas nuevas” y de las maravillosas promesas asociadas con ellas. Por eso tenemos buena razón para demostrar que somos personas que reflejamos una personalidad cristiana y estamos activas en ayudar a otras personas, especialmente en sentido espiritual. El apóstol Pedro dio esta exhortación: “Sí, por esta misma razón, contribuyendo ustedes en respuesta todo esfuerzo solícito, suministren a su fe virtud, a su virtud conocimiento, a su conocimiento gobierno de sí mismos, a su gobierno de sí mismos perseverancia, a su perseverancia devoción piadosa, a su devoción piadosa cariño fraternal, a su cariño fraternal amor.”—2 Ped. 1:5-7.
19 No debemos estar satisfechos con simplemente tener fe o creencia. Más bien, en respuesta al hecho de que nuestro Padre nos ha capacitado para ejercer fe, o como consecuencia de ello, nuestro deseo debería ser el de desarrollar otras excelentes cualidades que den prueba de que tenemos fe. El apóstol Pedro nos instó a ‘contribuir todo esfuerzo solícito,’ a esforzarnos diligentemente con toda la fuerza que tenemos, por asemejarnos más al Hijo de Dios.
20. ¿Qué quiere decir el añadir virtud a nuestra fe?
20 El que añadiéramos virtud a la fe significaría que nos esforzaríamos por ser personas de excelencia moral en imitación de nuestro Dechado, Cristo. Tal virtud, o excelencia moral, es una cualidad positiva. El que la posee no solo se abstiene de causar perjuicio a su semejante, sino que también se esfuerza por hacer el bien y responde a las necesidades espirituales, físicas y emocionales de otras personas. La virtud realmente es bondad activa. Así, la vida de una persona virtuosa no se distingue simplemente por cosas negativas, como, por ejemplo, el evitar la inmoralidad sexual, la inmundicia, la falta de honradez y otras prácticas que Dios desaprueba. En el primer siglo E.C. los fariseos se enorgullecían de no ser “como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros.” (Luc. 18:11) Pero no eran virtuosos, porque despreciaban a la gente común y no mostraban misericordia, piedad ni compasión.—Mar. 3:1-6; Juan 7:47-49.
21. ¿Por qué es importante seguir adquiriendo conocimiento?
21 La virtud según Jesucristo la ejemplificó no puede existir aparte del conocimiento. Se necesita conocimiento para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. (Heb. 5:14) También es esencial para evaluar precisamente cómo se ha de expresar el bien positivo en una situación dada. (Fili. 1:9, 10) A diferencia de lo que sucede en el caso de la credulidad, el conocimiento no puede sacudir la fe que tiene base sólida. Por eso, el que seamos diligentes en la aplicación de las Santas Escrituras fortalecerá nuestra fe a medida que continuemos adquiriendo conocimiento de Jehová Dios y de su Hijo.
22. (a) ¿Por qué es esencial el conocimiento para cultivar el gobierno de uno mismo? (b) ¿Qué relación existe entre el gobierno de uno mismo y la perseverancia?
22 Este conocimiento sirve para restringirnos de ceder a las pasiones pecaminosas, de que nos hagamos inmoderados y desenfrenados en la conducta o lleguemos a ser culpables, de otras maneras, de un serio fracaso en cuanto a reflejar la imagen divina en actitud, palabra y acción. Sí, el conocimiento contribuye a que tengamos gobierno de nosotros mismos, la capacidad de controlar o refrenar uno su persona, acción o habla. Al continuar ejerciendo gobierno de nosotros mismos, tendremos la cualidad esencial de perseverancia. Cuando se nos someta a las presiones del mundo en la forma de los afanes diarios, la persecución o la atracción de los placeres o de las posesiones materiales, no cederemos a nuestros deseos de cambiar de nuestra posición de esclavos de Dios y Cristo, sino que ejerceremos gobierno de nosotros mismos.
23. (a) ¿Cómo se produce la perseverancia? (b) ¿Qué es la devoción piadosa, y cómo se manifiesta?
23 La fortaleza interna que produce la perseverancia también puede suministrarnos mayor resistencia a la tendencia a ceder a las pasiones pecaminosas, a transigir al sufrir persecución, o a llegar a estar preocupados con los afanes diarios, los placeres o las posesiones materiales. Esta perseverancia o aguante nos viene porque ponemos nuestra confianza en el Altísimo para obtener fortaleza y guía. (Compare con Filipenses 4:12, 13; Santiago 1:2-8.) La devoción piadosa, o el comportarse con reverencia, debe añadirse a la perseverancia. Esta reverencia distingue el entero derrotero de vida del cristiano genuino. Se manifiesta en saludable estima y honra al Creador y el debido respeto e interés con relación a los seres humanos hechos a la imagen de Dios.—1 Tim. 5:4.
24. ¿Por qué no puede haber comportamiento reverencial sin que haya cariño fraternal?
24 No puede haber piedad, o el comportarse con reverencia, sin que haya cariño fraternal. El apóstol Juan declaró: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios,’ y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.” (1 Juan 4:20) Por consiguiente, tenemos que esforzarnos por desarrollar cariño profundo para nuestros compañeros de creencia, y así ‘suministrar cariño fraternal a nuestra devoción piadosa.’
25. ¿A quiénes debemos manifestar amor, y por qué?
25 El amor es la cualidad sobresaliente que debe evidenciarse de manera especial en nuestra vida. Esta clase de amor no se debe limitar a nuestros hermanos cristianos. A la vez que les tenemos cariño a nuestros hermanos espirituales, hay que mostrar amor a toda la humanidad. Este amor no depende de la condición moral de la persona. Lo mismo que el amor de Dios a la humanidad, éste se muestra hasta a los enemigos. En su Sermón del Monte, Jesucristo dijo:
“Oyeron ustedes que se dijo: ‘Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo.’ Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen; para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.”—Mat. 5:43-48.
26, 27. ¿Qué sucede cuando suministramos a nuestra fe los elementos esenciales que Pedro alistó?
26 ¿Qué resultado tiene el que a la fe se añada virtud, conocimiento, gobierno de uno mismo, perseverancia, devoción piadosa, cariño fraternal y amor? El apóstol Pedro contesta: “Si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán el que ustedes sean inactivos o infructíferos respecto al conocimiento exacto de nuestro Señor Jesucristo.”—2 Ped. 1:8.
27 Sí, el resultado es actividad y productividad. Cuando suministramos a nuestra fe los elementos esenciales que el apóstol alistó y hacemos que sean parte de nosotros hasta el punto de rebosar, no estaremos parados, inactivos, muertos en sentido espiritual. Nuestro adelanto espiritual continuará. Estaremos manifestando el fruto de una personalidad como la de Cristo y haciendo expresiones acerca de las “buenas nuevas” a otros. Si en nuestro corazón se alojan cualidades piadosas que verdaderamente llegan a ser parte de nosotros, esas cualidades nos moverán a pensar, hablar y obrar de una manera que tenga la aprobación divina.—Compare con Lucas 6:43-45.
La importancia de progresar
28. ¿En qué situación se encuentra el que dice ser cristiano pero no progresa espiritualmente?
28 Si uno no lograra adelantamiento como cristiano, llegaría a estar en una posición de grave peligro espiritual. El apóstol Pedro dijo lo siguiente acerca de una persona en esa condición: “Si estas cosas [previamente mencionadas] no están presentes en alguien, está ciego, cerrando los ojos a la luz, y se ha hecho olvidadizo respecto a su limpiamiento de sus pecados de hace mucho.”—2 Ped. 1:9.
29. ¿Por qué es ciega por preferencia la persona que carece del fruto de una personalidad como la de Cristo?
29 Si una persona no progresa espiritualmente, si su declaración de fe carece del fruto de una personalidad como la de Cristo, está ciega en sentido espiritual. No ve lo que quiere decir ser cristiano. Esta ceguera es deliberada, porque la aceptación de las “buenas nuevas” por ella exigía que continuara esforzándose por llegar a ser más parecida a su Amo, Cristo.
30. ¿Qué debería sentirse movido a hacer el cristiano que ha sido ‘limpiado del pecado’?
30 El que dejara de progresar también habría perdido de vista el hecho de que se le había limpiado de sus pecados sobre la base de la sangre derramada de Jesús. En armonía con la purificación que habría recibido al tiempo de llegar a ser cristiano bautizado, debería haber seguido esforzándose por permanecer limpio; de hecho, por ajustarse a mayor grado a la norma divina de santidad. Su fracaso en cuanto a esto pudiera resultar fácilmente en apostasía, en rechazar por completo el sacrificio del Hijo de Dios.
31, 32. En vista del grave peligro que resulta de no lograr progreso como cristianos, ¿a qué consejo de Pedro debemos prestar atención?
31 Puesto que el dejar de progresar como cristianos encierra algún peligro espiritual, hacemos bien en empeñarnos en mejorar los esfuerzos que hacemos por reflejar la imagen divina. Al comentar sobre esto, Pedro dijo: “Por esta razón, hermanos, con más motivo hagan lo sumo posible para hacer seguros para ustedes mismos su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca. De hecho, así se les suministrará ricamente a ustedes la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”—2 Ped. 1:10, 11.
32 Ciertamente todos aquellos a quienes Dios ha ‘llamado y escogido’ para que sean su pueblo deben hacer un esfuerzo resuelto por seguir siendo eso. Los escritos inspirados de Pedro manifestaron que tales personas, al seguir añadiendo a su fe cualidades como las de Cristo, no dejarían de lograr la meta de su fe... la salvación. Nada impediría que consiguieran entrada en el “reino eterno” de Jesucristo. La entrada al reino les sería ‘suministrada ricamente.’
33. ¿Qué pudiera estar envuelto en el hecho de que al cristiano se le haya ‘suministrado ricamente’ su entrada en el reino?
33 Sería gloriosa la entrada de estas personas, pues sus cualidades como las de Cristo se reflejarían radiantemente. Sin embargo, la expresión ‘suministrada ricamente’ también pudiera señalar al grado superlativo del estado de bendición de que han de disfrutar los que verdaderamente se hayan esforzado en la carrera por la vida.—Fili. 3:14.
34. ¿Cómo pudiera ilustrarse un grado superlativo del estado de bendición?
34 La diferencia entre la vida y la vida acompañada de bendiciones especiales pudiera ilustrarse por dos capitanes de barco. Puede que un capitán ejecute maniobras con destreza durante una tempestad y logre llevar su barco a salvo a la playa. Pero puede que el otro capitán experimente naufragio durante la misma tempestad y solo salve su vida. Aunque ambos capitanes lograron escapar con su vida, ciertamente aquel cuyo barco permaneció intacto disfrutaría de mayor felicidad y honra.—Compare con 1 Corintios 3:12-15.
35. Aunque la vida eterna es un don de Dios, ¿por qué requiere esfuerzo personal el conseguirlo?
35 Aunque la vida es un don gratuito de Dios, tenemos la obligación de mostrar nuestro sincero deseo de recibir ese don por medio de hacer cuanto nos sea posible para agradar a nuestro Padre celestial. Es un don, porque nosotros los humanos pecaminosos jamás podríamos conseguirla a base de nuestro propio mérito. Pero si nuestro proceder de vida no diera prueba de que realmente apreciamos, agradecemos y deseamos este don, pudiera ser que no lo recibiéramos. Por lo tanto, que seamos diligentes al verdaderamente ser como Cristo en actitud, habla y acción. Entonces, con la ayuda divina, podemos estar seguros de tener éxito, de no perder la vida ni ninguna de las bendiciones adicionales que nuestro Padre celestial nos otorgue por haber sido fructíferos.
36. Según lo mostró Pedro, ¿qué factores no eliminan nuestra necesidad de recordatorios?
36 Por lo tanto, sería bueno recordar la importancia de la fidelidad. Esto es lo que el apóstol Pedro quería que hicieran los lectores de su segunda carta. Escribió:
“Por esta razón siempre estaré dispuesto a recordarles estas cosas, aunque las conocen y están firmemente establecidos en la verdad que está presente en ustedes. Pero lo considero correcto, mientras estoy en este tabernáculo, despertarlos por medio de hacerles recordar, puesto que sé que dentro de poco el desechar de mi tabernáculo acontecerá, así como también me lo significó nuestro Señor Jesucristo. Así es que haré lo sumo posible también a todo tiempo para que, después de mi partida, ustedes puedan hacer mención de estas cosas para ustedes mismos.” (2 Ped. 1:12-15)
Al igual que aquellos a quienes Pedro dirigió sus palabras en el primer siglo, nosotros quizás conozcamos la importancia de predicar las “buenas nuevas” y de lograr mejoramiento en el despliegue de una personalidad como la de Cristo. Puede ser que estemos firmemente establecidos en la verdad cristiana al grado que hayamos llegado a conocerla. Sin embargo, especialmente cuando nos enfrentemos a pruebas o tal vez a los argumentos astutos de los maestros falsos, necesitamos los recordatorios que Pedro expuso.
37. ¿Cómo fue Pedro un excelente ejemplo en cuanto a dar recordatorios?
37 Es bueno que tengamos presente la razón por la cual Pedro escribió estos recordatorios. El apóstol sabía que él iba a morir dentro de poco, porque Jesucristo le había dicho personalmente que experimentaría la muerte de mártir. (Juan 21:18, 19) La perspectiva de esto no echó sobre Pedro un manto de tristeza. Antes bien, el decidió valerse del tiempo que le quedaba para fortalecer a sus hermanos, y animarlos a ser activos y fructíferos. Así, aun después de la partida de él en la muerte, ellos podrían sacar estímulo de sus recordatorios y utilizarlos para edificarse unos a otros.
38. ¿Qué deberíamos estar haciendo nosotros con los recordatorios expuestos en las cartas de Pedro?
38 Que nosotros también saquemos estímulo de las cartas de Pedro y fortalezcamos a otros por medio de llamar atención a sus recordatorios. Entonces, a medida que esperamos con interés y confianza el cumplimiento de las maravillosas promesas de Jehová, continuemos proclamando las “buenas nuevas” y adelantando en ser más parecidos a nuestro Padre celestial y su Hijo.
“Esto es lo que continúo orando: que el amor de ustedes abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento; . . . y estén llenos de fruto justo, que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios.”—Fili. 1:9, 11.
[Ilustración en la página 19]
“Suministren a su fe virtud, a su virtud conocimiento”
[Ilustración en la página 21]
‘Suministren a su perseverancia devoción piadosa’
[Ilustración en la página 23]
‘Suministren a su devoción piadosa cariño fraternal’
[Ilustración en la página 25]
‘Si estas cosas existen en ustedes, impedirán el que ustedes sean inactivos o infructíferos’