Adoradores despiertos en el tiempo del fin
1. ¿Por qué es tan importante estar espiritualmente despiertos ahora?
ENCARADOS como nos hallamos a la inminente destrucción del mundo inicuo a manos de Cristo Jesús el ejecutor designado por Jehová, ¡cuán vital es estar despiertos a las responsabilidades que descansan sobre los que practican la religión de la Biblia! Debemos guardarnos de los peligros que podrían arrastrarnos a la destrucción con los inicuos, porque el Diablo, semejante a un león rugiente, trata de devorar a los que titubean. Hay que tener cuidado para mantener nuestra vista firmemente fija en el nuevo mundo que está inmediatamente delante de nosotros.—1 Ped. 5:8.
2. ¿A que tuvieran qué actitud instó el apóstol Pedro a sus hermanos, y por qué nos es apropiado ese consejo a nosotros en el tiempo del fin?
2 Fue unos seis años antes de la destrucción de Jerusalén por los ejércitos romanos en 70 d. de J.C. que el apóstol Pedro escribió su segunda carta a los de la congregación cristiana, dando consejo inspirado que es de aún mayor fuerza ahora en estos días inmediatamente antes de la destrucción prefigurada por la de Jerusalén. Dirigiéndose a los que ya habían obtenido la fe, recalcó que dependían de Dios, en consecuencia que necesitaban andar humildemente delante de él, cuando Pedro dijo que habían obtenido la fe “por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo.” (2 Ped. 1:1) Todos nosotros estamos en deuda con Dios por la vida y el sinnúmero de provisiones que la sostienen. No tenemos nada de qué jactarnos en nosotros mismos, pero sí tenemos mucho por lo cual estar agradecidos. Así como estamos en deuda con Dios por nuestra vida presente, así también nuestra esperanza de vida eterna en el nuevo mundo se funda en sus provisiones.
PROVISIÓN DIVINA PARA LIBERACIÓN
3. ¿En qué se basa nuestra esperanza de salvación?
3 Aunque nacimos en pecado y bajo la sentencia de muerte, cuando oímos las buenas nuevas despertamos y reconocimos el hecho de que el único medio por el cual está disponible la redención es por medio del sacrificio de rescate de Jesús, de la cual provisión Jehová Dios es el Autor. Jesús es “el camino y la verdad y la vida,” y nadie viene al Padre salvo por medio de él. (Juan 14:6) Los cristianos que llegan a ser “participantes de la naturaleza divina” como hijos espíritus de Dios y coherederos con Cristo en el reino celestial tienen tal esperanza debido al rescate. A ellos el apóstol Pablo dice: “Ahora que hemos sido declarados justos como resultado de la fe, gocemos de paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, mediante quien también hemos logrado acercarnos por medio de la fe a esta bondad inmerecida en que nos mantenemos ahora, y regocijémonos, basados en la esperanza de la gloria de Dios.” (2 Ped. 1:4; Rom. 5:1, 2) La esperanza que abrigan los de la “grande muchedumbre” de creyentes que heredará el dominio terrestre del Reino también se basa en esta provisión, y ellos proclaman públicamente: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Apo. 7:10) Aprecian profundamente esta provisión divina. No es algo en lo que dicen tener fe pero que no entienden. Enseñan a otros en cuanto a ello, y regularmente se aprovechan de la oración a Dios en el nombre del que dio su vida como rescate.
4. (a) ¿Por qué medios es posible librarse de la destrucción en el Armagedón? (b) En vez de confiar en los hombres, ¿qué actitud debemos tener?
4 El aceptar a Jesucristo como aquel por medio de quien Dios provee liberación también es el medio por el cual es posible sobrevivir al cataclismo del Armagedón. En el día de Noé únicamente los que cifraron la fe en Noé como profeta de Dios y se sometieron a su jefatura fueron preservados a través del diluvio. Cuando estalle el Armagedón en esta generación, solo los que hayan probado su fe en el Mayor Noé Jesucristo como el gran Profeta de Dios y Rey reinante y que se sometan a su jefatura serán preservados y entrarán en el nuevo mundo. (1 Ped. 3:20, 21) Los que han cifrado su confianza en los hombres terrestres descubrirán que no tienen quien les ayude. El hombre con todo su saber científico hallará que sus interceptores de proyectiles son impotentes para desviar las fuerzas de la naturaleza que Dios dirigirá contra los inicuos para destruirlos; tampoco podrá el hombre inventar algún medio por el cual pueda escaparse del juicio huyendo a alguna otra parte del universo. En cuanto a los inicuos Dios dice: “Si cavan hasta el Sheol, de allí los tomará mi propia mano; y si suben a los cielos, de allí los bajaré.” (Amós 9:2) En vez de cifrar la confianza en las obras de los hombres, los que están despiertos a la situación a que ahora se encara el género humano buscarán con humildad el rostro de Dios y el favor de su Hijo, el Rey Jesucristo. “Dios se opone a los arrogantes, pero da bondad inmerecida a los humildes.”—1 Ped. 5:5; Sal. 2:12.
PRODUCIENDO EL FRUTO CORRECTO
5. ¿Qué cualidades deben estar manifiestas en la vida de los que quieren vida en el nuevo mundo, y en qué resultará esto ahora?
5 Todo esto requiere esfuerzo de nuestra parte. Significa el dirigir nuestra vida de tal manera que esté en armonía con los justos requisitos de Dios. En vista de las expectativas para vida que Dios ha puesto delante de nosotros, Pedro amonestó: “Sí, por esta misma razón, mediante el contribuir ustedes correspondientemente todo esfuerzo concienzudo, proporcionen a su fe virtud, a su virtud conocimiento, a su conocimiento dominio propio, a su dominio propio aguante, a su aguante devoción piadosa, a su devoción piadosa cariño fraternal, a su cariño fraternal amor.” (2 Ped. 1:5-7) La fe, que es una convicción bien fundada de que la esperanza puesta delante de nosotros por medio de la Palabra de Dios se cumplirá, se requiere a fin de agradar a Dios. La virtud es rectitud de conducta, en consonancia con la norma de moral de Dios; sin ésta nuestra adoración no sería aceptable. Nos es preciso tener conocimiento si queremos ser ‘trabajadores sin tener de qué avergonzarnos, manejando la palabra de la verdad correctamente.’ (2 Tim. 2:15) El dominio propio es importante para hacer que nuestra vida esté en consonancia con lo que sabemos que es correcto. El aguante nos capacita para permanecer firmes en la fe aun bajo circunstancias difíciles. La devoción piadosa nos mueve a poner nuestro corazón en nuestra adoración. El cariño fraternal y el amor nos mantienen cerca de Dios, de nuestros hermanos y de la organización teocrática. “Si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos tocante al conocimiento acertado de nuestro Señor Jesucristo.”—2 Ped. 1:8.
6. (a) ¿Qué frutos ha producido la cristiandad, y por qué?(b) ¿Qué clase de fruto es evidente entre el pueblo de Jehová, y por qué?
6 No nos conviene ser adoradores desatentos o soñolientos. Ha llegado el tiempo para actividad. Nuestro proceder ahora determinará nuestra oportunidad para vivir en el nuevo mundo. Todo hombre es conocido por sus frutos. Un impreso intitulado “Memento,” preparado especialmente para el “Domingo de Pasión” y distribuido en Holanda, al comentar sobre los frutos de la religión de la cristiandad, dijo: “Somos culpables de la unidad gastada de la Iglesia de Cristo y de la desintegración de la Verdad. . . . Somos culpables de los treinta y tres millones de comunistas que niegan a Dios, porque no amamos con suficiente celo. . . . Somos débiles porque hemos convertido el evangelio en una fórmula suave para la decencia exterior y el vivir seguro . . . Somos débiles porque nos deshacemos de la moral cristiana . . . Somos débiles porque no oramos.” Sus frutos manifiestan que su religión no es la religión de la Biblia, porque sus frutos no brotan de un “conocimiento acertado de nuestro Señor Jesucristo.” Sin embargo, el que oye la Palabra de verdad y obtiene el sentido de ella realmente lleva fruto de la clase correcta. Produce en su vida el fruto de cualidades cristianas, que se menciona en Juan 15:8, y el cual trae gloria al Padre. Es consistente al ofrecer “a Dios sacrificio de alabanza, esto es, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre.” (Heb. 13:15) Esto resulta en que más personas oigan las buenas nuevas y lleguen a ser cristianos dedicados, cartas de recomendación que alegran el corazón dando testimonio de lo fructífero que es el ministerio en el que participamos como “colaboradores de Dios.”—2 Cor. 3:1-3; 1 Cor. 3:5-9.
7. Si uno no produce fruto cristiano, ¿qué pasa? ¿Qué debe hacerse en cuanto a ello?
7 Si estas cualidades y actividades apropiadas faltaran en nuestra vida, algo grave estaría pasando. “Porque si estas cosas no están presentes en alguien, está ciego, cerrando los ojos a la luz, y ha asumido un olvidarse de su limpiamiento de sus pecados de hace mucho tiempo.” (2 Ped. 1:9) Si algunos se han hecho negligentes en estos asuntos y no han estado haciendo el “esfuerzo concienzudo” que se requiere, ahora es el tiempo para corregir la situación. No nos conviene ser indiferentes o tibios. Sería sumamente imprudente aplazar para algún tiempo futuro nuestro servicio a Dios, especialmente en vista de la brevedad del tiempo que queda. Tenemos que estar despiertos a los requisitos de la adoración verdadera. Solo si reconocemos lo necesario que nos es conformarnos a los requisitos de Dios y esforzarnos de todo corazón para servirle ahora ‘se nos proporcionará ricamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo’.—2 Ped. 1:11.
RECORDATORIOS AMOROSOS
8. ¿Qué razón dijo el apóstol Pedro que tenía para escribir su segunda carta?
8 ¿Por qué es que Pedro escribió estos puntos de consejo a sus hermanos cristianos? ¿No sabían las cosas acerca de las que él escribió? Él responde: “Por esta razón estaré dispuesto siempre a recordarles estas cosas, aunque ustedes las saben y están firmemente establecidos en la verdad que está presente en ustedes. Pero considero correcto, mientras estoy en este tabernáculo, el despertarlos a modo de recordarles.” (2 Ped. 1:12, 13) Es cierto que para ese tiempo se habían escrito dos o tres de los relatos del Evangelio, así como el libro de los Hechos. Pablo, también, había escrito la mayor parte de sus catorce cartas inspiradas, y Pedro menciona éstas. No obstante él dice: “Amados, ésta es ya la segunda carta que les escribo, en la cual, como en mi primera, estoy despertando sus facultades de pensamiento claro a modo de recordatorio, para que recuerden las palabras que hablaron previamente los santos profetas y el mandamiento del Señor y Salvador por medio de los apóstoles de ustedes.” (2 Ped. 3:1, 2) Él sabía que eso los estimularía a continuar manteniéndose espiritualmente despiertos. Les serviría de salvaguardia el repasar estas verdades importantes, para mantener vivo su aprecio y para capacitarlos a estar ‘siempre listos para hacer una defensa ante todo aquel que les demandara una razón de la esperanza que había en ellos.’—1 Ped. 3:15.
9. ¿Cómo se nos han provisto hoy recordatorios, y qué efecto tienen sobre nosotros?
9 Nosotros que vivimos en este tiempo del fin igualmente necesitamos tales recordatorios amorosos. La Biblia misma contiene recordatorios para nosotros. (Sal. 119:2) También, por medio de artículos que aparecen en La Atalaya y en otras publicaciones de la Sociedad nuestro pensar es estimulado a modo de recordatorio. Cierto, podemos reconocer muchas verdades básicas como cosas que hemos estudiado antes, pero este recordatorio es vital para mantener vivo nuestro aprecio, pues sin aprecio aun el conocimiento que tenemos pronto dejaría de movernos a servicio activo. Con miras a estar despierto espiritualmente, aprovéchese completamente de estos recordatorios provistos divinamente.
10. ¿Qué hizo a Pedro tan confiado en la veracidad de las profecías, y por qué tenemos hoy día aún mayor razón para confiar?
10 Lo que Pedro escribió no fue imaginación. No estaba basando su enseñanza en “cuentos falsos inventados artificiosamente.” Había estado personalmente con Jesús al tiempo de su transfiguración y, en una visión, había visto al Señor en la gloria del Reino. Además, había oído la voz de Dios mismo desde el cielo, diciendo: “Este es mi hijo, mi amado, en quien he puesto mi aprobación.” Fue debido a estas experiencias confirmadoras de la fe que Pedro arguyó que “tenemos la palabra profética hecha más firme, y hacen bien en prestarle atención.” (2 Ped. 1:16-19) Si Pedro tuvo razón para tener fe entonces, nosotros tenemos aun más fuertes razones hoy día, porque hemos visto cumplidas delante de nuestros mismos ojos las profecías que inequívocamente prueban que Cristo ahora está presente en el poder y gloria del Reino, que ya ha obrado contra el Diablo y lo ha echado del cielo, y que pronto este tiempo del fin llegará a su culminación con la destrucción de toda la iniquidad, abriendo el camino para el nuevo mundo eterno de Dios. El mantener estos hechos constantemente delante de nuestra mente nos ayuda a estar bien despiertos en el desempeño de nuestra adoración.
PELIGROS QUE DEBEN EVITARSE
11. (a) ¿Qué nos ayuda como cristianos a ser vigilantes? (b) ¿Contra qué dos ofensas graves se nos amonesta en 2 Pedro 2:10?
11 ¡Qué lástima sería no alcanzar el nuevo mundo ya que estamos en su umbral! No obstante exactamente eso pudiera suceder si dejáramos de poner atención a las amonestaciones registradas para nuestra protección. “Jehová sabe librar de la prueba a gente de devoción piadosa, pero preservar a gente injusta para el día de juicio para ser arrasada, especialmente, pues, los que siguen en pos de la carne con el deseo de corromperla y que miran con desprecio al señorío.” (2 Ped. 2:9, 10) Note las dos ofensas contra las cuales se nos amonesta en particular: el ir en pos de la carne con el deseo de corromperla, y el mirar con desprecio al señorío.
12. (a) Si algunos “van en pos de la carne con el deseo de corromperla,” ¿qué esperanza no alcanzan? (b) ¿Cómo mostró la experiencia de los israelitas la necesidad de estar alerta a este peligro?
12 No hay objeto en pasar por alto la amonestación. De nada nos servirá el argüir que nacimos en pecado y que por eso fácilmente cedemos a la debilidad de la carne. “¿No saben que las personas injustas no heredaran el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que son mantenidos para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas codiciosas, ni borrachos, ni vilipendiadores, ni opresores heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9, 10) Nunca estamos tan cerca del nuevo mundo que podamos aflojar nuestra guardia. Tenemos que mantenernos despiertos en cuanto al peligro. Cerca del fin de su jornada de cuarenta años a través del desierto, cuando estaban por entrar en la Tierra Prometida, millares de israelitas perdieron su oportunidad de entrar en la tierra que Dios les había dado al sucumbir a la pasión carnal y tener “relaciones inmorales con las hijas de Moab.” (Núm. 25:1) Cualesquier personas hoy día que han dejado la conducta contaminadora del mundo y luego sucumben a las tentaciones de la inmoralidad y emprenden ese modo de vivir han repudiado al dueño que las compró, Jesucristo. “Les ha sucedido el dicho del proverbio verídico: ‘El perro ha vuelto a su propio vómito, y la puerca que fue bañada a revolcarse en el lodo.’”—2 Ped. 2:22.
13. ¿Qué le pasa a la persona que se entrega a la inmoralidad, por eso qué tenemos que guardar, y cómo?
13 Los que adoptan tal derrotero tienen corazón malo. “Tienen ojos llenos de adulterio y no pueden desistir del pecado, y seducen almas inestables. Tienen un corazón entrenado en la codicia,” dice Pedro. Jesús indicó la misma causa cuando dijo: “Del corazón proceden los razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones,” etc. (2 Ped. 2:14; Mat. 15:19) ¿Cómo llegaron a estar tales deseos en el corazón el asiento del móvil, para dominarlo? Una persona no obra según todo pensamiento que entra en su mente; más bien son aquellas cosas en que se espacía, aquellos pensamientos que retiene en su mente hasta que se hacen fértiles, según los cuales obra con el tiempo. (Sant. 1:14, 15) Si una persona forma el hábito de alimentar su mente con inmoralidad, está poniendo en peligro su integridad cristiana. “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” (Pro. 4:23) Esto lo podemos hacer cultivando los hábitos correctos de pensar que se recomiendan en Filipenses 4:8: “Finalmente, hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de importancia, cuantas sean justas, cuantas sean puras, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, sigan considerando estas cosas.” El hacer eso es salvaguardar el corazón.
14. ¿Quiénes son los “gloriosos” que Pedro menciona, y por qué es importante mostrarles el debido respeto?
14 ¿Qué hay de los que “miran con desprecio al señorío”? De ellos el apóstol dice además: “Atrevidos, obstinados, no tiemblan ante los gloriosos, sino que hablan injuriosamente.” (2 Ped. 2:10) Los “gloriosos” que se mencionan aquí no son ningunos de aquellos que se consideran brillantes y que fulguran a su propia vista o que son gloriosos a la vista de otros debido a sus logros personales. Cuando oró a su Padre, Jesús dijo de los que habían llegado a ser seguidores de sus pisadas: “Yo les he dado la gloria que tú me diste.” (Juan 17:22) La gloria, por lo tanto, se la da Dios. Se les han conferido privilegios, que, por provenir de Dios, en verdad son gloriosos. Los que son hermanos del Rey Jesucristo han sido escogidos como herederos del reino celestial—¡un privilegio glorioso en verdad! Este favor que Dios ha mostrado no lo pueden pasar por alto otros del género humano que quieren conseguir la vida. Por esa razón, en su parábola de las ovejas y las cabras, Jesús mostró que otros serían juzgados en cuanto a ser dignos de vivir en el nuevo mundo sobre la base de su actitud para con los hermanos del Rey y el mensaje que llevan concerniente al Reino. El hablar injuriosamente de estos embajadores del Reino sería mostrar desprecio al Reino, al Rey, y al señorío de Aquel que facultó al Rey, a Jehová Dios mismo. Como grupo colectivo, el resto de estos herederos del Reino que todavía está en la Tierra constituye el “esclavo fiel y discreto,” al cual Dios ha confiado los intereses del Reino en la Tierra. Bajo la dirección del espíritu santo, este “esclavo” ha designado a individuos como siervos en las congregaciones para pastorear al rebaño de Dios. Es importante que reconozcamos a aquellos a quienes Dios ha dado dicha responsabilidad especial, o autoridad, y que cooperemos plenamente con ellos y que no miremos con desprecio el arreglo ni hablemos injuriosamente de aquellos a quienes se han confiado estos privilegios.
15. ¿Cómo muestran que son como animales irracionales los que ‘hablan injuriosamente de los gloriosos’?
15 Los que pelean contra la organización visible de Dios, como lo ha hecho el “esclavo malo,” muestran que son irracionales, que no estiman a Jehová Dios ni reconocen que tienen que rendirle cuentas a él. Dejando de apreciar las cosas espirituales, “estos hombres, como los animales irracionales nacidos naturalmente para ser prendidos y destruidos, sufrirán, en las cosas de las que son ignorantes y hablan injuriosamente, aun la destrucción en su propio curso de destrucción, haciéndose mal a sí mismos como recompensa por hacer mal.”—2 Ped. 2:12, 13.
16. ¿De qué podemos estar seguros en vista de la ejecución divina de juicio en tiempos pasados?
16 Que ninguno de los que muestran ser desatentos a la amonestación divina piense que Dios retendrá de ellos el castigo que merecen por su conducta de desafío a Dios. Él no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, ni al mundo inicuo del día de Noé ni al pueblo inmoral de Sodoma y Gomorra. (2 Ped. 2:4-7) En el Armagedón él ejecutará juicio sobre los que siguen en las pisadas de sus antepasados inicuos, pero también preservará a los que muestran que su corazón está fijo en él por medio de conformarse a sus caminos justos.
PUNTO DE VISTA APROPIADO DE LA PACIENCIA DE DIOS
17. ¿Por qué no resulta en hacer flaquear la fe del cristiano el que se burlen los incrédulos de la idea del fin del mundo?
17 Se debe a que nuestro pensar ha sido estimulado por la Palabra de Dios, que aunque nos encaramos a la incredulidad burladora del mundo hallamos que nuestra fe no flaquea. Las personas mundanas pueden decir: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan igual como ha sido desde el principio de la creación.” (2 Ped. 3:4) ¡Pero nosotros sabemos que eso no es cierto! Informados por la infalible Palabra de Dios, estamos despiertos al hecho de que estamos viviendo en el tiempo del fin. Aunque los hombres se burlen de la idea de la destrucción del mundo inicuo en la batalla del Armagedón, nosotros no nos burlamos. Nosotros estamos bien familiarizados con los registros sagrados y seglares del diluvio del día de Noé, por medio del cual “el mundo de ese tiempo sufrió la destrucción cuando fue anegado con agua.” Eso estableció un modelo de cosas por venir. “Por la misma palabra [de Dios] los cielos [Satanás y sus demonios] y la tierra [la gente impía] actuales están guardados para fuego y se están reservando para el día de juicio y de la destrucción de hombres impíos.” (2 Ped. 3:5-7) Ese juicio es seguro; no es algo de lo cual burlarse.
18. (a) Cuando los burladores arguyen que Dios es lento, ¿por qué es incorrecto su razonamiento? (b) ¿Cómo debemos considerar la paciencia que Dios muestra ahora?
18 En su esfuerzo por empequeñecer la seriedad de la situación, y reflejando su propia incredulidad, los burladores arguyen que si acaso Dios se propusiera introducir un nuevo mundo ya lo habría hecho hace mucho; lo consideran lento. Sin embargo, Pedro aconseja: “Que este hecho en particular no escape su atención, amados, que un día es con Jehová como mil años y mil años como un día.” Mil años es largo tiempo para el hombre que vive solo setenta u ochenta años pero para Dios, que habita en la eternidad, es como sería un día para nosotros. Por eso no hay causa para dudar cuando nos detenemos a considerar que menos de seis de estos días de mil años han pasado desde que el hombre cayó en el pecado, y que ya estamos viviendo en la mismísima generación que verá entrar el nuevo mundo. “Jehová no es lento respecto a su promesa, según lo que algunos consideran lentitud, sino que es paciente con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido sino desea que todos vengan al arrepentimiento.” (2 Ped. 3:8, 9) Los que están ocupados en la obra del Señor no se quejan a causa de la paciencia de Dios; trabajan duro para hallar a los que son las ovejas del Señor y para ayudarlos a entrar en el rebaño de seguridad mientras todavía hay tiempo. Aunque esperan con vivo interés el tiempo en que se acabará con la iniquidad y quedará vindicado para siempre el nombre de Dios, están ansiosos de hacer cuanto pueden antes de ese tiempo para ayudar a los que tienen una condición recta de corazón a alcanzar arrepentimiento y sobrevivir con ellos y entrar en el nuevo mundo de justicia.
19. ¿Por qué vendrá la destrucción sobre el viejo mundo cual ladrón, pero por qué no se cogerá desprevenidos a los testigos fieles de Jehová?
19 Aunque se ha amonestado al mundo, los incrédulos, los desobedientes serán cogidos desprevenidos porque no ponen atención. El día de Jehová vendrá sobre ellos cual ladrón—no deseado, y en una hora cuando no lo esperan. “Pero ustedes, hermanos, ustedes no están en tinieblas, de modo que ese día los alcance como alcanzaría a ladrones, porque todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día.” (1 Tes. 5:2-5; 2 Ped. 3:10) No, los testigos fieles de Jehová no serán cogidos desprevenidos. Ellos toman a pecho el consejo: “Siendo que esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que sean encontrados por él al fin sin mancha e inmaculados y en paz.” Viven cada día con un sentido agudo de conocer la proximidad del día de la ejecución por Jehová del mundo satánico. Saben que el reino de Dios ya gobierna en los cielos y que ellos son sus agentes de publicidad. Celosamente abogan por él de palabra y de hecho. Estos adoradores despiertos de Jehová Dios se esfuerzan de veras por animar a otros a estar despiertos espiritualmente ahora para que no desciendan al sueño perpetuo con los inicuos en el Armagedón, sino para que sobrevivan con los adoradores despiertos y entren en el nuevo mundo para adorar a Jehová para siempre.—2 Ped. 3:11-14.