En unión con el amor
1. (a) Para obtener esclarecimiento de la verdad bíblica, ¿qué tiene que evitarse? (b) ¿Qué pregunta nos ayudará a entender que “Dios es amor”?
NUESTRO entendimiento de Jehová depende enteramente de la revelación que él quiera dar de sí mismo. Por mucho el esclarecimiento mayor se da en su Palabra, como escribió el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz a mi camino.” (Sal. 119:105) Por consiguiente, en nuestro estudio de esa declaración inspirada, “Dios es amor,” no determinaremos su significado mediante nuestras propias conjeturas y sentimientos. Aun menos prestaremos atención a lo que la sabiduría mundana ha dicho sobre el tema del amor. Mucho menos nos dejaremos guiar por las enseñanzas de una religión falsa que predica a un Dios de amor y, de un aliento, un Dios de tormento eterno. En vez de eso, la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos es ésta: ¿Hay algo en las Escrituras que esté presentado preeminentemente como la expresión más plena del amor de Dios? Si lo hay, entonces si aprendemos cuidadosamente todo lo que podemos acerca de esa expresión, podremos tener la seguridad de ser guiados a una apreciación apropiada de la verdad sublime de que “Dios es amor”. No solamente eso, sino que a medida que observemos continuamente esa expresión, poniéndonos más y más en armonía con ella, con confianza podemos esperar el ser traídos más y más estrechamente en unión con el amor. Veamos, entonces, qué respuesta da la Palabra de Dios a nuestra pregunta.
2. ¿Qué palabras de Jesús nos señalan la respuesta, y cómo aplica esto mal la cristiandad?
2 Nos parece fuera de duda que Juan mismo nos señala la respuesta en el registro que fué inspirado a dar de la conversación que Jesús tuvo con Nicodemo, cuando le habló acerca de aquello que Dios amó “tanto . . . que dió a su Hijo unigénito”, el tesoro más querido de su corazón. ¿Qué fué eso? Jesús dijo: “Dios amó tanto al mundo.” (Juan 3:16, NM) Sí, la cita bíblica más popular de toda la cristiandad, empero la que más erróneamente entienden. ¿Cómo es eso? “El mundo” al que la cristiandad le gusta pensar que Jesús se refirió es el mundo del cual ella misma es parte, este “presente inicuo sistema de cosas”, ‘los cielos y la tierra que ahora existen, guardados para el fuego.’ (Gál. 1:4; 2 Ped. 3:7, NM) Es con esta interpretación de base que a la cristiandad le gusta parlotear acerca de la “Paternidad de Dios y la hermandad del hombre”, como que aplican a esta generación y al estado de cosas presente. ¡Qué burla y parodia de la verdad! El entendimiento correcto de cualquier declaración de la Biblia siempre tiene que armonizar con el contexto, también con todos los demás textos bíblicos relativos a ella, sin excepción. Apliquemos esa regla en este caso.
3. Para obtener el punto de vista correcto en cuanto a Juan 3:16, ¿cómo nos ayuda el hacer una comparación con Juan 1:1-13, NM?
3 Note que los comentarios de Juan en Juan 1:1-13 corren paralelos a los de Jesús en Juan 3:16-21 (NM), para mostrar esto: La verdadera luz vino al mundo para que personas de toda clase pudieran ejercer fe en su nombre. Se le dejaba a la gente el aceptar la luz y al mundo el ser salvo. No fué Dios quien se lo impidió, o los influyó, adversamente. Pero ¿qué sucedió? El mundo no le prestó atención. Los hombres amaron las tinieblas en preferencia a la luz. Sin embargo, hubo unas excepciones, algunos que ejercieron fe en él. Y ¿qué les sucedió a éstos? Pues, mediante el creer en el que vino a ser su portador de pecados, como Jesús acababa de explicar a Nicodemo, habrían de escapar de la destrucción que finalmente vendrá sobre el mundo en su día de juicio, y, en lugar de eso, recibieron autoridad para llegar a ser hijos de Dios con la promesa de vida eterna en el orden del nuevo mundo, aquellos nuevos cielos y nueva tierra donde mora la justicia.
4. (a) Si se refirió al nuevo mundo ¿por qué habló Jesús del amor de Dios a éste usando el tiempo pasado? (b) ¿Cómo revela la Escritura cuán grande es el amor de Dios hacia “el mundo”?
4 Pero, pregunta usted, si el mundo que Dios tanto ama era algo muy en el futuro en el día cuando Jesús habló, ¿por qué dijo él que Dios lo amó, usando el tiempo pasado? La respuesta es: porque Dios no sólo determinó y puso su mente en el orden del nuevo mundo tan pronto como surgió la necesidad, allá al tiempo de la rebelión en el Edén, sino que también puso su corazón en él con cariño y devoción inquebrantables. Desde el mismo principio lo amó tanto que hizo arreglos para traer y predijo con mucha anticipación el principal medio mediante el cual se pondría en efecto, la prometida simiente de su mujer. (Gén. 3:15) Su amor fué tan grande y altruísta que con gozo hizo arreglos y predijo lo concerniente al quebrantamiento del talón de esa simiente por la serpiente. No que Dios se regocije en el sufrimiento de la simiente por causa del sufrimiento; sino que, como se explicó hermosamente: “Jehová quiso quebrantarle; . . . [para hacer] su vida ofrenda por el pecado, . . . [Jesús] verá el fruto del trabajo de su alma, y quedará satisfecho.” Y como resultado de este “trabajo”, Jehová dice (BC): “Por medio de su conocimiento, mi siervo, el justo, justificará a muchos y sus iniquidades cargará sobre sí.”—Isa. 53:10, 11.
5. ¿Qué reacción deberla despertar en nosotros el gran amor de Dios?
5 De lo susodicho podemos apreciar que no se trata de una clase de amor impersonal que Dios tenga para cierto arreglo. El orden del nuevo mundo bajo el reino de Dios se compone de individuos, a cada uno de los cuales Dios ama cariñosamente; siendo el primero y principal la Simiente prometida misma, su propio Hijo amado. Pablo lo expresó de esta manera: “[Dios] nos libró de la autoridad de las tinieblas [de este presente mundo] y nos transplantó al reino del Hijo de su amor, mediante quien tenemos nuestra libertad por rescate, el perdón de nuestros pecados.” (Col. 1:13, 14, NM) ¡Cuán ingrato y desamoroso sería el que no correspondiéramos a tan maravillosa evidencia del amor y bondad inmerecida de Dios, y a tan gloriosa y atractiva perspectiva que se coloca delante de nosotros en la más hermosa de todas las cosas, el reino de Dios! ¿No se emociona y excita su corazón? A medida que recordamos estas verdades preciosas, ¿no desea usted vehementemente llegar a estar más y más en unión con el Dios de amor y con su reino bajo Cristo, la expresión plena de su incomparable amor? Como una ayuda para satisfacer ese buen deseo, consideremos más detenidamente la expresión tan frecuentemente usada tanto por Jesús como por Juan, “en unión con.”
6. (a) ¿Cómo están las palabras “unión” y “organización” estrechamente enlazadas? (b) ¿Tenemos razón al usar libremente la última?
6 La palabra “unión” está enlazada estrechamente con otra palabra, “organización.” No se puede tener lo uno sin lo otro. Una organización está compuesta de partes, o miembros, todos dependientes unos de otros, en unión unos con otros y en unidad con el todo; un cuerpo consolidado. Esto hace surgir una pregunta interesante y también suministra la respuesta a ella. Algunos de nuestros críticos, que se las dan de amigos nuestros pero que no son “de nuestra clase”, no son tardos ni perezosos en señalar que la palabra “organización”, que usamos tanto, no se encuentra en ninguna traducción de las Escrituras. (1 Juan 2:19, NM) No argüimos el punto, pero, a pesar de todo, insistimos muy enfáticamente en que es una enseñanza bíblica. Considere tres de las prominentes ilustraciones del pueblo de Dios que se usan y que tienen aplicación particular ahora mismo, “al límite cumplido de los tiempos señalados,” cuando es el “buen placer” de Dios “juntar todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas sobre la tierra”. Estas ilustraciones son (1) el cuerpo humano “trabado armoniosamente y hecho para cooperar por medio de cada coyuntura”, y (2) el templo edificado de “piedras vivas”, y (3) Jerusalén, o Sión, una “ciudad que está bien unida consigo misma,” donde todos ‘habitan juntos en unidad’. ¿Quién puede negar que organización es el tema común desde el principio hasta el fin? Sólo aquellos que, por razones mejor conocidas de ellos mismos, ya no quieren estar organizados y estar en unión con los testigos de Jehová.—Efe. 1:9, 10; 4:16; 1 Ped. 2:5, NM; Sal. 122:3 y 133:1, AN.
7. (a) ¿Cómo se revela la profundidad de la unión entre Jesús y su Padre? (b) ¿Con qué provisión se nos introduce en la escena?
7 El tener presentes estos textos bíblicos, todos los cuales hablan de una unidad organizada, nos ayudará individualmente a apreciar correctamente cuán profunda y estrecha unión con el Dios de luz y amor le es posible lograr a cada uno de nosotros. Debemos ser cuidadosos y no dejar que la concepción o cuadro de unión que formemos en nuestra mente esté determinado o limitado por nuestro propio concepto de las cosas. Recomendamos, por lo tanto, que usted lea la descripción resplandeciente que Juan da acerca de la gloria de “la Palabra” que vino a ser carne, “gloria como la que pertenece a un hijo unigénito por parte de un padre, . . . lleno de bondad inmerecida y verdad.” Sí, éste que “está en la posición del seno para con el Padre es quien lo ha explicado a él”. (Juan 1:14-18, NM) Luego recuerde el efecto entristecedor de la petición que Felipe hizo al fin del ministerio de Jesús: “Maestro, muéstrenos al Padre, y con eso nos basta.” ¿No puede usted oír el tono afligido en la voz de Jesús al contestar: “¿He estado con ustedes tanto tiempo, y aun así, Felipe, tú no has llegado a conocerme? El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”? (Juan 14:8, 9, NM) Felipe no apreció correctamente la unión entre Dios el Padre y Jesús. Por eso Jesús siguió y dió énfasis a la unión que existía entre el Padre y él mismo y a la provisión que él hacía, por medio de la promesa del “espíritu de la verdad”, con lo cual sus seguidores podrían ser traídos a la misma unión, con tal que se probaran fieles al requisito: “El que tiene mis mandamientos y los observa, ése es el que me ama.”—Juan 14:17, 21, NM.
8. ¿Qué ilustración y qué oración nos ayudan más a apreciar nuestra parte en la unión?
8 Le recordamos a usted, también, cómo Jesús consideró el mismo tema de la unión, en el capítulo 15 de Juan, bajo la figura de él mismo como “la vid verdadera” bajo cultivo de su Padre, y sus seguidores representados como “los sarmientos”. ¡Cuán vigorosamente se muestra el propósito de ser traídos a tal unión, a saber, para que sigamos “produciendo mucho fruto”, el fruto de dar testimonio! (Juan 15:8, 27, NM) ¡Cuán fiel y ajustado a la naturaleza, donde mucha luz y calor se necesitan para que una vid crezca a la madurez y dé el rendimiento máximo! De nuevo, cuando Jesús dirigió sus ojos y pensamientos hacia el cielo, note cuán encarecida y repetidamente él oró que “todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, para que ellos también estén en unión con nosotros”.—Juan 17:21, NM.
9. ¿Cómo trató Juan de ese tema en su primera carta?
9 En aquella última noche que pasó con sus seguidores dedicados, después que Judas, aquel que no estaba en unión, había salido a la oscuridad de la noche, Jesús descargó su mente de estas verdades valiosas y vitales. Podemos imaginarnos a Juan reclinándose allí, tan cerca de aquel a quien amaba, escuchando atentamente y absorbiéndolo todo, aun cuando no apreciaría plenamente el significado de lo que había oído hasta que recibiera el espíritu en el Pentecostés. No sorprende, por lo tanto, que éste, tan capacitado, hiciera de este mismo tema de la unión el asunto principal de su primera carta, subrayando particularmente el lado práctico de nuestra responsabilidad. De manera que Juan escribe: “El que dice que permanece en unión con él está él mismo también bajo la obligación de seguir andando exactamente como aquel anduvo.”—1 Juan 2:6, NM.
10. ¿A qué cosa estamos obligados debido a la manera y la evidencia del amor de Dios?
10 De nuevo, note cómo Juan usa el argumento del amor de Dios al nuevo mundo, como se expresa en Juan 3:16, para mostrar nuestra obligación en otro respecto: “En esto el amor de Dios fué hecho manifiesto en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que consiguiésemos la vida por medio de él. El amor consiste en esto, no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio para nuestros pecados. Amados, si Dios nos amó de esta manera, entonces nosotros mismos estamos obligados a amarnos unos a otros.”—1 Juan 4:9-11, NM.
11. ¿Qué significa el estar en unión con Dios y su reino?
11 ¿No nos hace ver claramente todo esto que si hemos de estar en unión con Dios tenemos que estar en unión con aquello en lo cual él ha puesto su corazón, el Reino bajo su Hijo amado? El estar en unión con éste significa más que sólo creer en el mensaje del Reino y esperar sus bendiciones. Significa identificarnos con éste y someternos a éste mediante nuestra dedicación a su Autor y Creador, y luego fiel y celosamente servir sus intereses y proclamar su mensaje, como se ordena. (Mat. 24:14, NM) Cada uno de nosotros debiera tener un amor tan constante y ardiente a ese Reino, siempre hablando acerca de él y viviendo en conformidad con sus requisitos justos y reflejando tanto su espíritu, que podamos decir a cualquiera que se ponga en contacto con nosotros, como le dijo Jesús a Felipe: ‘¿Tanto tiempo hace que usted me conoce y todavía no ha llegado a saber y entender acerca del reino de Dios como nuestra única esperanza?’
12. (a) ¿Cómo se perfecciona el amor con nosotros, y con qué resultado? (b) ¿Con qué cosa como base puede ser vencido completamente el temor?
12 Ahora dirijámonos a otra parte de la primera carta de Juan. A menos que tenga el pasaje fresco en la mente, sugerimos que primero lea 1 Juan 4:16-19 (NM) para entender más fácilmente las siguientes paráfrasis y comentarios sobre dicho pasaje. Nuestro punto de partida es: “Dios es amor.” Como permanecemos en unión con Dios y él con nosotros, así aprendemos con el tiempo a tener amor perfecto, como Dios, en el ejercer cariño inquebrantable y amor y devoción altruístas a su reino, con confianza completa en él. Sí, “es así que el amor ha sido perfeccionado con nosotros.” Como resultado, nuestro amor nos da “libertad de palabra”, “arrojo” (margen), ahora cuando más se necesita, “en el día de juicio.” La razón es que así como Dios es amor, visto en el hecho de que su mente y corazón están totalmente puestos en el nuevo mundo y él está supremamente confiado en cuanto a él, así nosotros, también, aprendemos a tener ese mismo amor y confianza mientras estamos en este presente mundo. Este mundo está pasando, y por ningún motivo debemos amarlo o amar las cosas de que consiste. (1 Juan 2:15-17) Dándonos cuenta, entonces, de que el amor y la confianza van de la mano (no se puede aumentar en uno sin aumentar en el otro), apreciamos que el resultado del amor y la confianza perfectos en Dios y su nuevo mundo, con todas sus bendiciones de esclarecimiento y protección, significa que todo vestigio de temor concerniente a las fuerzas malignas y la premura proveniente de este mundo maligno y condenado a la destrucción se arroja al viento. En verdad, si usted está sufriendo restricción alguna por temor y tiene la lengua atada, cuando debiera estar ejerciendo “libertad de palabra” tocante al mensaje del Reino, entonces usted puede estar muy seguro de que su amor todavía no ha sido traído a madurez. Finalmente, jamás olvide que cualquier progreso que hagamos con respecto al amor se efectúa sólo “porque él primeramente nos amó a nosotros”.
13. ¿Por qué es tan esencial la “libertad de palabra” para con Dios?
13 Aquí está otro punto importante: Esta “libertad de palabra” es esencial no sólo para proclamar el mensaje del Reino en este día de juicio, sino también con respecto a hacer nuestras peticiones a Dios por aquellas necesidades espirituales que nos son vitales para llenar los requisitos divinos y obtener la victoria sobre toda persecución y premura que se efectúe en nuestra contra. Escribe Juan: “Esta es la libertad de palabra que tenemos para con él, que, no importa qué sea lo que pidamos de acuerdo con su voluntad, él nos oye. Además, si [hablando como resultado de amor y confianza perfectos] sabemos que él nos oye respecto de cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas puesto que se las hemos pedido a él.” ¿Qué más podríamos querer?—1 Juan 5:14, 15, NM.
14. ¿En qué contienda y de qué manera puede la fe vencer al mundo?
14 Teniendo presentes estas ideas, podemos apreciar más prestamente el profundo sentido que encierra ese gran apotegma: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4, NM) La contienda es una entre las fuerzas y el personal de la luz y los de las tinieblas. Es el propósito de estas últimas, mediante el causarnos sufrimiento y persecución y tentación, quebrantar nuestra integridad. ¿Por qué sufrió Jesús? Porque persistió en dejar que su luz brillara en medio de las tinieblas y, testificó Juan, “las tinieblas no la han vencido.” Él venció al mundo y obtuvo la victoria porque, por amor a su Padre y a la honra de su nombre, rehusó someterse a las tentaciones y premura de las tinieblas. Al final de su carrera él dijo para estímulo nuestro: “En el mundo tendrán tribulación, pero ¡alégrense! yo he vencido al mundo.” ¿Vamos a dejar, por lo tanto, que ‘la tribulación o angustia o persecución nos separen del amor de Dios que es en Cristo Jesús’? “Al contrario, en todas estas cosas estamos saliendo completamente victoriosos por medio de aquel que nos amó.”—Juan 1:5; 16:33; Rom. 8:35-39, NM.
15. ¿A qué grado disfrutamos de una ventaja sobre este mundo, y por medio de observar qué condiciones?
15 En el artículo anterior (§15) hablamos de la ventaja inconmensurable disfrutada por Jehová, “la Victoria de Israel.” Pero ¿no disfrutamos nosotros también de una ventaja muy mensurable sobre este mundo por estar en plena unión con el Dios de luz y amor? ¿No estamos iluminados en cuanto al significado exacto de la situación de este mundo y lo que resultará de ello? ¿No se nos amonesta y no se nos mantiene alerta respecto a los movimientos y el vil propósito del enemigo, para que no seamos cogidos por sorpresa? ¿No podemos ser absolutamente intrépidos? Podemos, si ejercemos fe perfecta en la fuente de luz y amor: “Dios es nuestro refugio y fortaleza, . . . Por tanto no temeremos aunque la tierra sea conmovida.” A condición, también, de que siempre ‘caminemos en la luz’, de que siempre estemos agradecidos de que “la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado”. Tenemos que obrar como se expresa particularmente para nuestro día: “Ellos lo vencieron debido a la sangre del Cordero y debido a la palabra de su testificación, y no amaron sus almas aun a pesar del peligro de muerte.”—Sal. 46:1, 2; 1 Juan 1:7; Apo. 12:11, NM.
16, 17. ¿Cómo reseñan las Escrituras la unión que les es posible en nuestro día a todos los que entran en Sión?
16 Con la Palabra de Dios como autoridad, por lo tanto, bien podemos terminar nuestro estudio sobre unión con la nota triunfal, a saber:
EN UNIÓN CON EL REY DE SIÓN
17 “¡Levántate! ¡resplandece, oh Sión! porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Y naciones vendrán a tu luz, y reyes a tu naciente resplandor.” (Isa. 60:1, 3) ¡Ah! ¡Sión, la gloriosa ciudad de luz, la única ciudad de su clase, edificada sobre el modelo de amor! ¡Cuán inefable privilegio el de estar en unión con las “autoridades superiores” de Sión, autoridades que son la fuente de su luz! ¡Qué gozo el estar en unión con su Rey Cristo Jesús, quien tiene el título del vencedor, “Rey de los reyes y Señor de los señores”! (Rom. 13:1; Apo. 21:23; 19:16, NM) Y ¡cuán apropiado es que fuera nuestro mismo escritor, Juan, quien experimentara el éxtasis de ver y registrar esa visión de Sión en todo su esplendor, la ciudad capital del amado nuevo mundo de Jehová! Jehová dice de Sión: “Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré, porque la he deseado.” Y ¡piense en ello! Hemos sido invitados bondadosamente a morar allí en esa regia organización teocrática en unión con él, bajo su amor y protección, con la perspectiva deleitable de que la humanidad obediente disfrute de bendiciones semejantes cuando Dios “residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos”. Esa será la verdadera “Paternidad de Dios y la hermandad del hombre”.—Sal. 132:14; Apo. 21:3, NM.
18. ¿Con qué nota de exhortación terminó Juan su primera carta, y encierra esto una lección particular para nuestro tiempo?
18 ¿No dijimos que nuestro estudio de este tema traería las bendiciones más ricas, acompañadas de sondeadoras responsabilidades? Sólo una exhortación final relacionada con las responsabilidades, como Juan análogamente termina su carta. Lo que dice parece una nota fuera de lugar, un tema que él no ha mencionado antes, a saber: “Hijitos, guárdense de los ídolos.” Cuando un individuo pone sus propias ideas y caminos delante de los que el Señor Dios provee para su pueblo mediante su organización, ésa es una forma muy sutil de idolatría. Eso es lo que está sucediendo con algunos de vez en cuando hasta este mismo tan tardío día. Oh sí, éstos todavía reconocen la única Palabra, la Biblia, pero no reconocen la única mesa, “la mesa de Jehová.” Ellos invitan a cualquiera a quien puedan hacer que los escuche a dejar de alimentarse en unidad a la única mesa y los dirigen a sus propias mesas individuales, donde ellos suministran platillos de su propia preparación. Para ellos, el alimentarse a la única mesa indica cautiverio y pérdida de libertad individual. Pero nosotros nos complacemos en ser los “esclavos” de Jehová, mental y enteramente. Nuestra cabeza no fué dejada fuera del agua cuando recibimos nuestra inmersión en agua, ¿verdad? (Apo. 22:3, NM) Esos independientes, cual “ministros de justicia”, tratan de seducir a las personas con la promesa de abrirles los ojos a la luz y libertad verdaderas. Pero sería exactamente de la misma manera que a Eva se le abrieron los ojos, y con el mismo resultado. “Hijitos [sí, esta exhortación la necesitan especialmente los jóvenes en la verdad y no maduros todavía], guárdense de los ídolos.” (1 Juan 5:21; 2 Cor. 11:15, NM; Gén. 3:5-7; Isa. 1:3) Note también el contraste entre la idolatría y la mesa de Jehová en 1 Corintios 10:18-22, NM.
19. ¿Por qué existe necesidad especial de continuar “practicando la verdad”?
19 Continuemos “practicando la verdad”, porque “la fe sin obras está muerta”. El amor no expresado “se enfriará”. La luz escondida debajo de la “canasta” del egoísmo y el temor se apagará, y “¡cuán gran oscuridad es ésa!” El seguir practicando la verdad es el mejor antídoto para cualquier tendencia a entregarse al espíritu del mundo, espíritu de apatía e indiferencia, que está acompañado por una detención de la bendición de Jehová y una falta de aumento. El continuar ahora en unión con el Dios de luz y amor es esencial para nuestra vida en la sociedad del nuevo mundo, ya sea que vivamos ahora como miembros de una compañía local de testigos de Jehová o de una casa misionera o de una casa Betel.—Sant. 2:26; Mat. 24:12; 5:15; 6:23, NM.
20. (a) ¿Estamos de alguna manera en una posición más favorecida en comparación con Juan? (b) A los que están en Sión, ¿qué palabras de ánimo y guía se dan?
20 Juan fué muy privilegiado al vivir en los días de la primera venida y tener el gozo de estar presente personalmente con su amado Maestro. ¿Somos menos privilegiados? En vez de eso, ¿no estamos nosotros mucho más altamente favorecidos al estar viviendo en los días del establecimiento del reino de Dios, sirviéndole bajo la dirección de su organización, Sión, en unión con su digno Rey, Cristo Jesús? Nosotros, también, podemos vivir hoy en unión con la luz y con el amor, así como lo pudo Juan. No hay necesidad de retenerse de desear y de entrar a una amistad estrecha ahora, en cuanto a lo que a usted personalmente se refiere. Para su estímulo y guía y para que su gozo sea pleno, considere las siguientes expresiones benignas: “Ama el SEÑOR [Jehová] a los de corazón puro; y el que habla con gracia—el rey es su amigo.” “El siervo apto gozará del favor del rey.” Finalmente, en armonía con nuestra esperanza de victoria, escuche ese impávido Salmo 149 intitulado “Alabanza al Dios Vencedor”: “Que los hijos de Sión triunfen en su rey. . . . Porque el SEÑOR [Jehová] se complace con su pueblo; él adorna a los humildes con victoria.” (Pro. 22:11; 14:35; Sal. 149:2-4, UTA) ¡De modo que mantenga inquebrantable su unión con Jehová Dios, quien es luz y amor!
¡Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado, y en Jehová he confiado! no resbalaré. ¡Examíname, Jehová, y pruébame; ensaya mis íntimos pensamientos y mi corazón! Porque tengo tu misericordia delante de mis ojos, y ando en tu verdad.—Salmo 26:1-3.