Alemania (Parte 3)
ALIMENTO ESPIRITUAL EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Durante aquellos años en que los hermanos, especialmente los que estaban en campos de concentración, estuvieron “aislados” tuvieron muy poca oportunidad de obtener una Biblia u otras publicaciones. Por eso se hizo más esfuerzo por recordar el contenido de importantes artículos de La Atalaya cuando tenían que estar de pie por horas en el patio, o por las noches cuando tenían un poco de silencio en el cuartel. Su gozo era especialmente grande cuando de alguna manera les era posible obtener una Biblia.
Jehová a veces usó maneras interesantes de poner una Biblia en manos de sus siervos. Franz Birk, de Renchen (la Selva Negra), recuerda que cierto día en Buchenwald un prisionero mundano le preguntó si quería tener una Biblia. Había hallado una en la fábrica de papel donde trabajaba. Por supuesto el hermano Birk aceptó la oferta agradecidamente.
El hermano Franke también recuerda que, en 1943, un hombre de edad avanzada de la SS que se había unido a esta organización solo bajo la presión de los tiempos fue a varios clérigos en su día libre para pedirles una Biblia. Todos le dijeron que lamentaban no tener una Biblia ya. Fue de noche cuando finalmente halló a un clérigo que le dijo que tenía una pequeña Biblia de Lutero que había guardado por razones especiales. Sin embargo, se alegró tanto de que un hombre de la SS manifestara interés en la Biblia que dijo que se la daría. La mañana siguiente este hombre canoso de la SS le entregó al hermano Franke la Biblia, obviamente gozoso de que pudiera dar este regalo a un prisionero que estaba bajo su vigilancia.
Con el tiempo se hizo posible hacer entrar clandestinamente nuevos artículos de La Atalaya en los campos de concentración. En el campo de concentración de Birkenfeld se hizo de este modo: Entre los prisioneros había un hermano que, debido a su conocimiento de arquitectura, trabajaba con un ciudadano que era amigable para con los testigos de Jehová. Por medio de este hombre amigable el hermano se comunicó con hermanos de fuera del campo que pronto le suministraron las Atalayas más nuevas.
Nuestros hermanos que estaban en el campo de Neuengamme tuvieron oportunidades similares. La mayoría de los aproximadamente setenta hermanos que estaban allí fueron puestos a trabajar en la limpieza después de las incursiones aéreas sobre Hamburgo. Allí en Hamburgo pudieron obtener Biblias, y en una ocasión hallaron tres en unos minutos. Willi Karger, que tuvo esta experiencia personal, relata lo siguiente: “Quisiera contar acerca de más alimento espiritual que nos trajo una hermana de Döbeln. Que nunca sea olvidado esto. El hermano de ella, Hans Jäger. pertenecía a nuestra cuadrilla de trabajo en Bergedorf cerca de Hamburgo, y fue puesto a trabajar en la fábrica de Hierro Glunz. Teníamos trabajo duro y estábamos bajo estricta observación. El hermano Jäger, no obstante, logró sacar a escondidas una cara y notificar a su hermana dónde estaría durante el mediodía. Su hermana tomó un tren hacia Hamburgo y cuidadosamente determinó cómo llegar al lugar donde estábamos trabajando. Logró poner en nuestras manos las revistas que habíamos solicitado, de modo que, a pesar de los guardas de la SS y debido a la supervisión de Jehová, las valiosas revistas fueron introducidas en el campo sin que nadie se diera cuenta.”
Todos se ingeniaban diferentes maneras, y con el tiempo hubo varias Biblias en el campo. Un hermano le escribió a su esposa en Danzig que le gustaría comer “pan de jengibre de Elberfelder,” y con el siguiente paquete de alimento (que los hermanos podían recibir en este campo en aquel tiempo) recibió una Biblia Elberfelder cuidadosamente horneada en pan de jengibre. Algunos estaban en comunicación con prisioneros que trabajaban en el crematorio. Estos contaron que allí se quemaban muchos libros y revistas, y por eso los hermanos hicieron arreglos secretos para recibir las Biblias y las revistas, a cambio de parte de sus suministros de alimento.
En Sachsenhausen algunas Biblias pasaron a manos de los hermanos mientras todavía estaban en “aislamiento.” Extraño como parezca, el aislamiento resultó ser protección hasta cierto grado en este caso, puesto que no solo se asignaba a un hermano a vigilar la puerta que llevaba a la zona de aislamiento, sino que también tenía la llave y, por lo tanto, tenía que cerrar y abrir con llave la puerta. Había siete mesas grandes en un cuarto en que podían sentarse cincuenta y seis hermanos. Por mucho tiempo un hermano pronunciaba un comentario de quince minutos que abarcaba el texto mientras los otros hermanos comían su desayuno. Esto se alternaba entonces entre las mesas así como entre los hermanos sentados a ellas. Este comentario entonces era el tema de conversación cuando los hermanos se veían obligados a estar de pie por horas en el patio.
Durante el crudo invierno de 1939/1940, los Testigos elevaron en oración una petición a Jehová sobre este asunto de literatura, y, mire, ¡un milagro! Jehová colocó su mano protectora sobre un hermano que pudo introducir clandestinamente tres Atalayas en el “aislamiento” dentro de su pierna de madera, y esto a pesar de un examen cuidadoso. Aunque los hermanos tenían que arrastrarse debajo de las camas y leer bajo la luz de una linterna eléctrica mientras otros vigilaban a la derecha y a la izquierda, esto fue prueba de la dirección maravillosa de Jehová. Como buen Pastor, no abandona a su pueblo.
En el invierno de 1941/42, cuando los hermanos habían sido soltados del “aislamiento,” siete Atalayas que consideraban los capítulos 11 y 12 de Daniel, el primer número de las cuales consideraba Miqueas, un libro intitulado “Kreuzzug gegen das Christentum” (Cruzada contra el cristianismo) y un Bulletin (ahora Ministerio del Reino) llegaron a la vez. Esto fue verdaderamente un regalo del cielo porque, junto con sus hermanos de otros países, ahora pudieron obtener un entendimiento claro del “rey del sur” y el “rey del norte.”
Gracias al hecho de que los prisioneros que no estaban en “aislamiento” tenían libres los domingos por la tarde y de que el capitán político del bloque fue a otro cuartel a ver a sus amigos aquella tarde, se les hizo posible a los hermanos conducir un estudio de La Atalaya cada domingo por varios meses. Como promedio, de 220 a 250 hermanos participaban en este estudio, mientras que de 60 a 70 mantenían una vigilancia hasta la misma entrada del campo, y cuando surgía peligro daban cierta señal. Así nunca fueron sorprendidos por un hombre de la SS durante su estudio. El estudio que se condujo en 1942 sigue siendo una cosa inolvidable para los que estuvieron en él. Los hermanos quedaron tan impresionados con las maravillosas explicaciones acerca de la profecía de los capítulos 11 y 12 de Daniel que, al concluir éstos, en gozoso tiempo de marcha, cantaron canciones folclóricas entre las cuales mezclaron cánticos del Reino, no dando así lugar para que el guarda que estaba de servicio a unos cuantos metros de distancia del cuartel en una torre tuviera sospechas; más bien, él disfrutó del bello cantar. Imagínese: ¡Las voces de 250 hombres que, aunque en prisión, en realidad eran libres, cantando de toda alma cánticos de alabanza a Jehová! ¡Qué escena! ¿No habrán cantado junto con ellos los ángeles del cielo?
SE ALIVIA LA PRESIÓN EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Aunque la sangre de fieles testigos de Jehová continuó fluyendo en los centros de ejecución nazis hasta el mismo momento del desplome completo del régimen, sin embargo las armas de los que vez tras vez habían jurado que los testigos de Jehová solo saldrían de los campos de concentración por las chimeneas del crematorio comenzaron a debilitarse. También había los problemas que la guerra presentaba. Así que, especialmente desde 1942/1943 en adelante, hubo períodos en que se dejó a los testigos de Jehová en comparativa paz.
La guerra, que ahora era una guerra total, había cambiado hasta tal punto que todas las fuerzas disponibles fueron movilizadas. Por esta razón, en 1942 se comenzó a incluir a los prisioneros hasta el grado posible en proyectos que eran productivos para la economía. Con relación a esto un comentario hecho por el líder de la SS Pohl a su jefe, Himmler, acerca del “estado de los campos de concentración” es interesante:
“La guerra ha producido un cambio visible en la estructura de los campos de concentración y fundamentalmente ha cambiado su función en cuanto al uso de los prisioneros.
“El encarcelamiento de los prisioneros solo por razones de seguridad, educativas o prevención ya no predomina [ni siquiera se menciona la destrucción en masa]. El énfasis ha oscilado al aspecto económico del asunto. La movilización de todos los prisioneros, en primer lugar, para trabajos que tienen que ver con la guerra (aumento de la producción de armamentos) y, en segundo lugar, para asuntos relacionados con la paz se hace cada vez más el factor predominante.
“Las medidas necesarias que se están tomando vienen como resultado de haberse comprendido esto, lo cual requiere una transferencia gradual de los campos de concentración de su propósito anterior que se limitaba a una sola cosa a una organización que satisfaga las necesidades económicas.”
Esta transformación, por supuesto, requería que se alimentara mejor a los prisioneros para utilizarlos más en el trabajo. Esto representó más alivio para los hermanos. Los funcionarios también fueron lo suficientemente sensatos, con pocas excepciones, como para no tratar de colocar a los hermanos en fábricas de armamentos, sino usarlos en armonía con sus habilidades vocacionales en los diferentes talleres.
Mientras tanto, Jehová había hecho su parte, porque él puede dirigir el corazón de los hombres —hasta el de sus enemigos— como corrientes de agua. Un ejemplo notable fue el de Himmler. Por años creyó que solo él podía decidir en cuanto a la vida de los fieles siervos de Jehová, pero súbitamente comenzó a cambiar de opinión acerca de los “Estudiantes de la Biblia.” Su médico particular, un médico finlandés llamado Kersten, desempeñó un papel importante en esto.
El masajista Kersten comenzó a ejercer fuerte influencia en Himmler, que siempre estaba muy enfermo. Oyó que los testigos de Jehová estaban siendo cruelmente perseguidos y cierto día le pidió a Himmler que le diera algunas de las mujeres para que trabajaran en su propiedad de Harzwalde, a unos setenta kilómetros al norte de Berlín. Después de mostrar alguna incertidumbre, Himmler concordó, y más tarde le otorgó a Kersten otra petición, dejando que una hermana saliera de un campo de concentración para trabajar en la segunda casa de Kersten, en Suecia. Fue originalmente de estas hermanas que Kersten oyó la verdad acerca de las condiciones que existían en los campos de concentración y acerca del sufrimiento indescriptible que especialmente se les había infligido a los testigos de Jehová por años. Se sintió muy desalentado, sabiendo que sus masajes repetidamente restauraban a aquel malvado a suficiente salud para que ejecutara su labor de asesino. Por lo tanto, decidió usar su influencia para aliviar por lo menos hasta cierto grado el sufrimiento de todos estos prisioneros. Así, se puede atribuir a su influencia el que decenas de miles de ellos, especialmente hacia el fin de la guerra, no fueran exterminados. Especialmente para los testigos de Jehová su influencia resultó ser muy provechosa. Esto se puede ver de una carta que Himmler escribió a sus asociados más cercanos, los encumbrados líderes de la SS Pohl y Müller. Esta carta, marcada “Secreto,” incluía los siguientes pasajes:
“Adjunto un informe acerca de las diez Estudiantes de la Biblia que trabajan en la hacienda de mi doctor. Tuve oportunidad de estudiar el asunto de los Estudiantes Sinceros de la Biblia desde todo ángulo. La Sra. Kersten hizo una muy buena sugerencia. Dijo que nunca había tenido personal más bueno, anuente, fiel y obediente que estas diez mujeres. Estas personas hacen mucho por amor y bondad. . . . Una de las mujeres en cierta ocasión recibió 5.00 RM como propina de un huésped. Aceptó el dinero porque no quería dar mala impresión de la casa, y lo entregó a la Sra. Kersten, puesto que estaba prohibido tener dinero en el campo. Las mujeres hacían voluntariamente cualquier trabajo que se les exigía. Por las noches tejían, los domingos se les mantenía ocupadas de otras maneras. Durante el verano no dejaban pasar la oportunidad de levantarse dos horas más temprano y recoger canastas llenas de setas, aunque se requería que trabajaran diez, once y doce horas al día. Estos hechos completan mi cuadro de los Estudiantes de la Biblia. Son personas increíblemente fanáticas, anuentes, dispuestas al sacrificio. Si pudiéramos poner a trabajar su fanatismo para Alemania o inducir este fanatismo en nuestra gente, entonces seríamos más fuertes de lo que somos hoy. Por supuesto, puesto que rechazan la guerra, su enseñanza es tan dañina que no la podemos permitir para no causar el mayor daño a Alemania. . . .
“Nada se logra con castigarlos, puesto que lo único que hacen es hablar de ello después con entusiasmo. . . . Cada castigo sirve de mérito para el otro mundo. Es por eso que cada verdadero Estudiante de la Biblia se deja ejecutar sin vacilación. . . . Cada encierro en la mazmorra, cada punzada de hambre, cada período de congelación es un mérito, cada castigo, cada golpe es un mérito ante Jehová.
“Si en el futuro surgen en el campo problemas en que estén envueltos los Estudiantes de la Biblia, entonces le prohíbo al comandante del campo pronunciar castigo alguno. Esos casos se me deben informar con una descripción breve de las circunstancias. Desde ahora en adelante tengo planes de hacer lo contrario y decir al individuo particular: ‘Se le prohíbe trabajar. Se le alimentará mejor que a los demás y no tendrá que hacer nada.’
“Porque según la creencia de estos lunáticos de buena naturaleza el mérito cesa entonces, sí, al contrario, Jehová les restará méritos anteriores.
“Ahora mi sugerencia es que todos los Estudiantes de la Biblia sean puestos a trabajar... por ejemplo, en trabajo agrícola, que no tenga nada que ver con la guerra y toda su locura. Se les puede dejar sin vigilancia si se les ha asignado debidamente; no escaparán. Se les pueden dar trabajos que no estén bajo control; demostrarán que son los mejores administradores y obreros.
“Otro uso para ellos según lo sugiere la Sra. Kersten: Podemos emplear a los Estudiantes de la Biblia en nuestros ‘Lebensbornheime’ (hogares erigidos para criar a los niños engendrados por hombres de la SS para producir una raza superior), no como nodrizas, sino, más bien, como cocineras, amas de casa, para hacer trabajo en la lavandería o trabajos similares. En los casos en que todavía tenemos hombres sirviendo de conserjes podemos utilizar a mujeres fuertes de los Estudiantes de la Biblia. Estoy convencido de que, en la mayoría de los casos, tendremos poca dificultad con ellas.
“También estoy de acuerdo con las sugerencias de que los Estudiantes de la Biblia sean asignados a familias grandes. Se debe buscar Estudiantes de la Biblia calificados que tengan la necesaria habilidad y de éstos se me debe informar a mí. Entonces personalmente los distribuiré entre las familias grandes. Sin embargo, en estos hogares no han de usar traje de prisión, sino traje civil, y su estadía debe ser arreglada de manera similar a la de las Estudiantes de la Biblia libres e internadas en Harzwalde.
“En todos estos casos en que los prisioneros están parcialmente libres o hayan sido asignados a tal trabajo queremos evitar registros escritos o firmas y hacer esos arreglos con solo un apretón de manos.
“Sírvase enviar sus recomendaciones para iniciar esta acción y un informe sobre ello.”
Así fue. En poco tiempo una buena cantidad de hermanas fueron enviadas a trabajar en hogares de la SS, huertos, terrenos de propiedad y “Lebensbornheime.”
Sin embargo, había otras razones por las cuales los de la SS estaban dispuestos a aceptar a los testigos de Jehová en sus hogares. La SS percibía el odio secreto que aumentaba entre la gente. Se daban cuenta de que no había solo bromas en cuanto a ellos privadamente. Muchos ni siquiera confiaban ya en sus sirvientas, y temían que les envenenaran la comida o los mataran de algún otro modo. Con el tiempo, funcionarios encumbrados de la SS no se atrevían a ir a cualquier barbero, por temor de que les cortara la garganta. Max Schröer y Paul Wauer fueron asignados a afeitar con regularidad a funcionarios encumbrados de la SS, puesto que ellos sabían que los testigos de Jehová nunca se vengarían y matarían a sus enemigos humanos.
A estos hermanos y hermanas que trabajaban fuera de los campos hasta se les permitía visitas de sus parientes o podían ir ellos a visitar a sus parientes en casa. A algunos se les dieron vacaciones de varias semanas con este fin. Esto con el tiempo significó que los hermanos y las hermanas obtuvieron más alimento, lo cual resultó en rápida mejora de su salud y redujo el número de muertes que se debían a hambre y maltrato.
El grado a que la actitud cambió para provecho de los testigos de Jehová en los campos de concentración se puede ver por una experiencia que tuvo Reinhold Lühring. En febrero de 1944 fue súbitamente llamado de entre su cuadrilla de trabajo y se le pidió que se presentara en la oficina del campo. Este era el lugar donde muchísimos habían recibido maltrato y donde se había intentado persuadirlos para que renunciaran a su fe en Jehová. ¡Qué sorprendido quedó el hermano Lühring cuando los agentes sentados ante él le preguntaron si quería supervisar una hacienda, dirigiendo apropiadamente el trabajo y a los trabajadores! Él contestó afirmativamente a todas sus preguntas, y más tarde fue llevado a Checoslovaquia, junto con otros quince hermanos, para atender la hacienda de la Sra. Heydrich.
Otra cuadrilla de trabajo compuesta de cuarenta y dos hermanos, todos buenos hombres de oficio, fue llevada al lago Wolfgang en Austria para construir una casa para un oficial encumbrado de la SS. Aunque el trabajo en la falda de la montaña no era fácil, en otros respectos les iba mucho mejor a los hermanos. Por ejemplo, Erich Frost, que pertenecía a este grupo, recibió permiso para que le enviaran de su casa su acordeón. Después de recibirlo, a él y a los otros hermanos a menudo se les permitía ir al lago en las noches, donde él tocaba canciones folclóricas y piezas de concierto, de las cuales no solo disfrutaban sus hermanos, sino también los que vivían a la ribera del lago, incluso los de la SS, bajo cuya supervisión trabajaban.
También continuó haciéndose más fácil el suministrar alimento espiritual a los hermanos que estaban en los campos de concentración. El Dr. Kersten desempeñó una parte significante en esto, puesto que con frecuencia viajaba entre su hogar en Suecia y su hacienda en Harzwalde. Siempre dejaba que las hermanas que Himmler le había dado para trabajar en su hacienda y en su hogar en Suecia hicieran sus maletas. Entre ellos se había hecho un acuerdo silencioso de que la hermana de Suecia pondría una cantidad de Atalayas en la maleta de Kersten al hacérsela. Al llegar a Harzwalde, él decía a la hermana que trabajaba para él allí que podía sacar las cosas de su maleta, cosa que él siempre dejaba que ella hiciera sola. Después que las hermanas habían estudiado cuidadosamente estas Atalayas, las pasaban al campo de concentración cercano.
La hacienda del Sr. Kersten en Harzwalde estaba ubicada en un lugar ideal, a unos treinta y cinco kilómetros al sur del campo de mujeres de Ravensbrück y a unos treinta kilómetros al norte del campo de hombres en Sachsenhausen. De Harzwalde se transportaban cosas constantemente a ambos campos, de modo que no era difícil introducir clandestinamente en los campos alimento espiritual para los hermanos y las hermanas.
Así, había un contacto cada vez más estrecho entre los diferentes campos y los hogares particulares donde nuestras hermanas estaban asignadas a trabajar para familias de la SS. Ilse Unterdörfer informa lo siguiente acerca de este tiempo interesante:
“Puesto que teníamos considerable libertad donde trabajábamos, logramos enviar cartas a nuestros parientes sin que las censuraran. También pudimos corresponder con nuestros hermanos que trabajaban fuera y que tenían puestos de confianza trabajando para hombres de la SS, disfrutando así de más libertad. Sí, hasta logramos ponernos en comunicación con hermanos que vivían en libertad y obtenían Atalayas. Después de muchos años de vivir por las cosas que anteriormente habíamos aprendido y de nuevas verdades que nos traían los que recientemente llegaban, fue maravillosamente refrescante poder leer personalmente La Atalaya de nuevo. A mí me asignaron a una hacienda de la SS cerca de Ravensbrück bajo la supervisión del agente de la SS Pohl. Como prisionera supervisora era responsable del trabajo de nuestras hermanas. Algunas de nosotras hasta dormíamos allí y no teníamos que ir ya al campo en absoluto. Así se me hizo posible, según arreglos hechos en una carta que me entregó una hermana, comunicarme con Franz Fritsche, de Berlín, a quien conocí una noche en una sección boscosa de la hacienda. Él siempre me suministraba varias Atalayas. Además de esto, también recibíamos alimento espiritual de otra manera. Dos hermanas trabajaban en una fábrica y también traían ejemplares de La Atalaya al campo. De este modo Jehová nos atendía amorosamente en un tiempo en que era muy urgente.”
Jehová bendijo a los hermanos que tenían más fácil acceso al alimento espiritual y que se esforzaban por hacerlo disponible a otros, como se puede ver por el relato de Frank Birk. Él estuvo entre los que fueron llevados a la hacienda de Harzwalde. Pronto oyeron que otros hermanos prisioneros, que trabajaban bajo la supervisión de un soldado, estaban erigiendo un edificio en el bosque a unos diez kilómetros de distancia. Puesto que los hermanos de la hacienda de Harzwalde ya disfrutaban de cierta medida de libertad, buscaron una oportunidad de encontrarse con estos hermanos en el bosque.
“Un domingo por la mañana,” informa el hermano Birk, “el hermano Krämer y yo montamos en nuestras bicicletas y empezamos a buscar a nuestros hermanos. Mientras íbamos por el campo del bosque, pronto vimos un claro donde se estaba construyendo un nuevo edificio. Al ver a un prisionero cruzar un claro, le hicimos señas con la mano, y él comenzó a caminar hacia nosotros a través del bosque. Tan pronto como vimos el triángulo lila en su ropa supimos que era un hermano. Después que le dijimos que éramos de la cuadrilla de Harzwalde nos llevó al nuevo edificio. Puesto que teníamos con nosotros Atalayas nuevas, nos sentamos y comenzamos a estudiar. Después de eso visitamos a nuestros hermanos cada domingo. Estaban bajo la observancia de un sargento mayor de Freiburg, que mostraba bondad a los hermanos. Poco antes de las Navidades le pregunté: ‘¿Qué le parece si usted y nuestros hermanos visitaran la hacienda de Harzwalde durante los días de fiesta?’ Pensando, respondió que quería un lugar adonde pudiera ir con sus hombres para recortarse el pelo. Cuando oyó que teníamos un barbero en Harzwalde, inmediatamente concordó. Y así, temprano en la mañana de la Navidad, nuestros hermanos, acompañados por este agente, llegaron a la hacienda. La hermana Schulze, de Berlín, que trabajaba en la cocina, atendió especialmente bien al agente para que pudiéramos estar sin perturbaciones en nuestra asociación unos con otros. Aquella noche los hermanos regresaron a casa, llenos de gozo por la bendita reunión que habían tenido. ¡Imagínese, esto había sucedido en medio de nuestros enemigos!”
Con el tiempo hubo más posibilidades de introducir alimento espiritual en todos los campos de concentración. Gertrud Ott y otras dieciocho hermanas encarceladas en Auschwitz fueron enviadas a trabajar en un hotel donde vivían familias de hombres de la SS. Puesto que otras personas venían a comer y beber allí, no pasó mucho tiempo antes que hermanas que todavía estaban libres descubrieran a sus hermanas aprisionadas limpiando las ventanas. “Nosotras somos hermanas, también,” murmuraron al pasar, sin levantar la vista. Tres semanas más tarde hicieron arreglos para encontrarse en el servicio sanitario. Desde entonces en adelante, las hermanas de afuera con regularidad venían y les llevaban a las hermanas que trabajaban en el hotel Atalayas y otras publicaciones, que entonces eran enviadas a Ravensbrück.
Al principio de diciembre de 1942 se les presentó una oportunidad especialmente maravillosa a unos cuarenta hermanos que quedaron en Wewelsburgo para atender una obra especial allí. Aunque todavía se les trataba como prisioneros, disfrutaban de cierta cantidad de libertad, ya que no había cerca de alambre de púas electrificado ni centinela que los mantuviera dentro del campo.
El hermano Engelhardt todavía estaba libre en aquel tiempo y había dado a hermanos que vivían cerca las instrucciones de tratar de hallar una manera de introducir Atalayas en el campo. Después de resolver varios problemas, Sandor Beier, de Herford, y Martha Tünker, de Lemgo, investigaron la situación por medio de sencillamente dar un paseo por aquella sección tal como lo haría una pareja joven. Pronto se comunicaron con los hermanos y con regularidad les suministraron Atalayas desde entonces en adelante. La primera vez, se reunían con los hermanos en un cementerio en cierta tumba; la siguiente vez, escondían las revistas en un montón de paja, o las entregaban a los hermanos personalmente a la medianoche en algún lugar determinado de antemano. Para cada entrega se fijaba un nuevo lugar de reunión. Después que el hermano Engelhardt y las hermanas que habían producido y distribuido las revistas fueron arrestados, surgió la cuestión en cuanto a cómo se suministraría alimento espiritual a los que todavía estaban en libertad.
Esta vez los hermanos de Wewelsburgo trataron de hallar una solución ellos mismos. Pudieron obtener una máquina de escribir, que uno de los hermanos utilizó para preparar papeles de mimeógrafo. Otro hermano construyó una máquina de mimeógrafo primitiva hecha de madera. Hermanas de afuera, con las cuales todavía estaban en comunicación, les llevaban a los hermanos las cosas que necesitaban para mimeografiar. Tantos ejemplares de La Atalaya se estuvieron produciendo finalmente allí que una gran sección del norte de Alemania podía obtener su suministro. Elisabeth Ernsting recuerda que siempre recibía cincuenta ejemplares para suministrarlas al territorio que ella atendía. Así, por casi dos años, hasta el desplome del régimen en 1945, fue posible suministrar La Atalaya a los hermanos que vivían en Westfalen y otros distritos.
El suministro de alimento espiritual para los hermanos y hermanas que estaban dentro de los campos de concentración mejoró tanto que para 1942 en Sachsenhausen podía compararse con un río pequeño. El hermano Fritsche, de Berlín, que fue sentenciado a la muerte poco antes del desplome del régimen nazi pero que no fue ejecutado, pudo suministrar a los hermanos durante un período de año y medio no solo todas las nuevas revistas, sino también varios números anteriores, así como todos los libros y folletos que mientras tanto habían sido presentados al público. Era como si los hermanos hubieran sido conducidos a pastos ricos, porque cada hermano tenía un ejemplar de una de las publicaciones de la Sociedad para estudio cada noche. ¡Qué cambio! Pero eso no es todo. La organización funcionaba tan bien que el hermano Fritsche podía enviar cartas a los parientes de los hermanos, o cartas a otros campos o a sucursales extranjeras. De ese modo fue posible, dentro de un período de año y medio, sacar clandestinamente 150 cartas, e introducir casi la misma cantidad en el campo. Las cartas enviadas afuera daban testimonio de la excelente condición espiritual de los hermanos. Como se puede comprender, se hicieron muchas copias de estas cartas. Algunas hasta fueron reproducidas por mimeógrafo y sirvieron de estímulo a los hermanos de afuera y especialmente a los parientes de los que estaban en prisión.
SE DECLARA DENODADAMENTE LA UNIDAD TEOCRÁTICA EN LOS CAMPOS
Todo marchó bien por aproximadamente año y medio, hasta el otoño de 1943, cuando el hermano Fritsche fue arrestado. Durante registros en casas se habían encontrado informes acerca de Sachsenhausen que dirigieron la atención a él. La policía no solo halló Atalayas y otras publicaciones en manos de él, sino también algunas cartas de hermanos que él había de entregar. La policía, descubriendo que se estaba efectuando correspondencia en escala casi internacional, sospechó de la aptitud y anuencia de los líderes de los campos en el desempeño de sus obligaciones. Himmler, por lo tanto, ordenó que se hiciera un registro inmediato de todos los campos de concentración de que se sospechara.
La campaña comenzó al fin de abril. Cierta mañana algunos oficiales de la Policía Secreta vinieron a Sachsenhausen. Se había planeado bien un ataque por sorpresa a los hermanos. Se llamó a los que trabajaban dentro del campo y se les dijo que se pararan en el patio, donde se les interrogó acerca de los textos diarios y se les cacheó. Los investigadores hallaron algunas publicaciones. Todo esto fue acompañado por las golpizas usuales. Pero la Gestapo no logró que los hermanos se retractaran, porque Jehová los había alimentado abundantemente en medio de sus enemigos. Tenían una visión clara de su comisión y no temían declararse unidamente a favor de la gobernación teocrática.
Ernst Seliger era conocido como el eslabón que conectaba con el hermano Fritsche, de modo que se le dio “atención” especial. Él se había esforzado por vendar no solo las heridas carnales, sino también las espirituales, y su manera paternal y humilde de tratar a otros había contribuido mucho a la unidad de que se disfrutaba en este campo. Pero él se sintió muy perturbado por el resultado de sus primeras interrogaciones y le oró a Jehová que convirtiera su “derrota,” según la consideraba él, en una victoria. Pero esto no sería una prueba para un solo individuo. Wilhelm Röger, de Hilden, describe la situación de este modo: “¡Ahora tenía que ser ‘Uno para todos y todos para uno!’” Todos los hermanos verificaron la declaración del hermano Seliger de que él había pasado entre ellos textos diarios para estimularlos. Confirmaron el hecho de que habían leído la literatura que el hermano Seliger había introducido en el campo y que continuarían estimulándose unos a otros y hablando acerca de su esperanza en cuanto al futuro.
Pasaron cuatro días. El domingo por la mañana el hermano Seliger compareció ante la administración del campo para la protocolización. Describe así sus experiencias: “Primero, testifiqué en tres salas del hospital [donde trabajaba como auxiliar] . . . Entonces lleno de gozo entré en la guarida de los leones. Un médico y un administrador de drogas estaban estudiando las cartas que habíamos enviado ilegalmente desde el campo. Hubo después dos horas de debate encolerizado. Cuando el protocolo había de ser terminado, el agente interrogador dijo: ‘Seliger, ¿qué va a hacer ahora? ¿Va a seguir escribiendo textos diarios y estimulando a sus hermanos? ¿Y va a continuar predicando el mensaje aquí en el campo entre otros prisioneros?’ ‘¡Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer, y no solo yo, sino también todos mis hermanos!’ . . . A las dos terminó el interrogatorio y se les presentó la declaración que se había hecho en nombre de todos los hermanos, y entonces todos gozosamente se pusieron a predicar”... en el cuartel del campo.
Los hermanos recordaron que habían pasado casi diez años desde el 7 de octubre de 1934 cuando, en una carta, se le había informado a Hitler que los testigos de Jehová no cesarían de congregarse y predicar a pesar de las amenazas. Ahora, después de casi diez años, la Gestapo se dio cuenta de que el espíritu combatiente del pueblo de Jehová todavía no había sido quebrantado, prescindiendo de si era dentro o fuera de los campos de concentración. Las cartas daban testimonio de esto.
La Gestapo ahora investigó los otros campos de concentración para ver si la muy proclamada ‘unidad teocrática’ prevalecía en ellos también. El siguiente campo fue Berlín-Lichterfelde, un campo que era una rama del de Sachsenhausen. El hermano Paul Grossmann, que servía de contacto entre Sachsenhausen y Lichterfelde, más tarde mencionó esta investigación:
“El 26 de abril de 1944 la Gestapo asestó un nuevo golpe. A las diez de aquella mañana dos agentes de la Gestapo vinieron a Lichterfelde a investigarme cabalmente como el contacto entre Sachsenhausen y Lichterfelde. Me mostraron dos cartas ilegales que yo había escrito a hermanos de Berlín. Estas cartas revelaban claramente nuestros métodos de operación. [Podemos ver lo imprudente que es escribir cartas que contengan este tipo de información, porque es de esperarse que tarde o temprano los oficiales las hallen al hacer arrestos o conducir registros.] Así los oficiales se informaron acerca de todos los detalles de la organización y además de que con regularidad habíamos recibido alimento de nuestra ‘madre.’
“A pesar de que revolcaron cuanto había, todo lo que encontraron fue una Atalaya. Tuve que estar de pie a la puerta mientras se hacía que vinieran del trabajo los demás hermanos. Ellos también fueron cacheados y se les hizo ponerse de pie a la puerta. Esto fue una verdadera sensación, puesto que por mucho tiempo no se había hecho una incursión policíaca grande como ésta. Hubo muchas golpizas y palabras abusivas durante el interrogatorio, y se hallaron unas cuantas Atalayas y textos. Escondimos de ellos un extenso informe acerca de experiencias en Sachsenhausen, una Biblia y otros documentos. Los hermanos no ocultaron el hecho de que habían estado trabajando activamente en los intereses de la Teocracia y habían leído las Atalayas. Tuvimos que estar de pie a la entrada hasta las once de aquella noche. Mientras tanto un camión de la policía había llegado para transferir a los doce líderes de la camarilla a Sachsenhausen. Esto significaba que iban a ser colgados. Tuvieron que entregar sus cucharas y platos, y así por el estilo. Pero la transferencia no ocurrió. Tampoco el día siguiente, aunque ya se habían escrito los avisos de muerte para los parientes. El tercer día hubo una sorpresa. Los doce hermanos no fueron ejecutados, sino devueltos al trabajo.”
Entonces se requirió que los hermanos de Lichterfelde firmaran una declaración que decía: “Yo ——————, testigo de Jehová, en el campo desde —————— afirmo que pertenezco a la ‘unidad teocrática’ que existe en el campo de concentración de Sachsenhausen. He recibido textos diarios y literatura que he leído y pasado a otros.” Todos estuvieron muy dispuestos a firmar.
En otros campos se efectuaron incursiones policíacas similares con los mismos resultados, una de ellas en Ravensbrück el 4 de mayo de 1944, porque de las cartas se desprendía que se mantenía contacto entre Sachsenhausen y Ravensbrück. Se tomaron medidas severas contra los “cabecillas” en este campo. Pero no pasó mucho tiempo antes que las hermanas fueran puestas de nuevo en sus viejos trabajos aquí, también, después de las solicitudes que hicieron los cabezas responsables de los departamentos. Esto fue más prueba de que para este tiempo el poder del tirano había sido en gran medida quebrantado.
Las derrotas que sufrió el ejército alemán en el frente oriental en 1944 segaron tantas vidas que, no solo se vieron arrastrados a la guerra hombres de edad avanzada y la juventud de Hitler, sino que hasta a los prisioneros se les dio la oportunidad de probar lo que podían hacer en el frente oriental. Por esta razón vinieron comités a los campos y ofrecieron a los prisioneros políticos la oportunidad de unirse a la división del general Dirlewanger, que había sido degradado. Si mostraban que eran aptos allí, entonces se les consideraría alemanes libres. No obstante, fue interesante el hecho de que a todos los prisioneros que llevaban un triángulo lila siempre los enviaban a su cuartel antes de hacer esta oferta a los demás. Sabían la respuesta que recibirían de los testigos de Jehová y, por lo tanto, habían cesado de pedirles que hicieran esto.
EVACUACIÓN APRESURADA DE LOS CAMPOS
En 1945, la lluvia incesante de bombas de las fuerzas aéreas americanas e inglesas de día y de noche y la retirada del ejército alemán, que finalmente se convirtió en franca huida, indicó a todos que se acercaba el fin de la segunda guerra mundial. La SS había cesado de desplegar su señorío. Se puede comprender que no estaban en posición digna de envidiarse cuando se recuerda que centenares de miles de personas que estaban en los campos de concentración esperaban nerviosamente la liberación. Estas masas eran material de comportamiento imprevisible, sí, material explosivo, lo cual hacía que muchos miembros de la SS temieran a los prisioneros. Pero Himmler continuó siguiendo las órdenes de su Führer y envió el siguiente telegrama a los comandantes de Dachau y Flossenburgo: “La rendición no se puede considerar. El campo debe ser evacuado inmediatamente. Ningún prisionero ha de caer en manos enemigas vivo. (Firmado Heinrich Himmler)” Se enviaron instrucciones semejantes a los otros campos.
Este fue el último plan diabólico que de nuevo puso en peligro la vida de los fieles siervos de Dios a quienes se retenía en los campos. Pero ellos no estaban demasiado preocupados. Cifraban su confianza en Jehová, a pesar de lo que pudiera ser el resultado inmediato para ellos personalmente.
Los agentes de la SS que tenían el deber de “liquidar” a los prisioneros se vieron ante una tarea sin solución. El hermano Walter Hamann, que había sido asignado a trabajar en la cantina de la SS, escuchó por casualidad una interesante conversación entre agentes de la SS. Relata lo siguiente: “Los agentes hablaron acerca de matar con gas a los prisioneros, pero era demasiado poco el equipo que tenían para hacerlo y tampoco tenían suficiente gas. Entonces oí una conversación telefónica acerca de un embarque de petróleo para los hornos; pero no podía ser entregado. Mencionaron hacer volar los campos y a los prisioneros. Ya se habían colocado cajas de dinamita en los varios cuarteles, especialmente en la sala del hospital. Pero este plan también fue descartado. Finalmente, se decidió evacuar a los 30.000 prisioneros; se les dijo que serían enviados a un campo de concentración mayor —que no existía— pero en realidad el propósito era suministrarnos una tumba en masa en la bahía de Lübecker. No se necesitaría gas, petróleo ni dinamita para esto.”
Mientras tanto aumentaba la velocidad con que las fuerzas Aliadas se acercaban desde el este y el oeste. Los de la SS ahora empezaron a preocuparse por su propio pellejo y cada vez estaban más confundidos, especialmente después que se supo de la decisión del gobierno de “liquidar” los campos. Enfrentándose a problemas insuperables, sencillamente sacaron a los prisioneros a las carreteras y los pusieron en marcha con muy poco abastecimiento de alimento. Cualquiera que después siguiera la ruta de estas marchas, que correctamente fueron llamadas “marchas de la muerte,” notaría que todas iban dirigidas al mismo destino. La meta era llevar a los prisioneros a la bahía de Lübecker, o al mar abierto en el norte, donde entonces podría metérseles en barcos y hundírseles antes que llegaran las fuerzas enemigas.
Pronto no quedó alimento y, a veces, ni una gota de agua. No obstante, se obligó a los prisioneros hambreados a marchar todo el día, día tras día, bajo poderosos aguaceros con temperaturas con promedio de solo 4 grados centígrados (40 grados Fahrenheit). De noche se les permitía acostarse en los bosques sobre la tierra mojada. La retaguardia de la SS mataba sin misericordia de un disparo en el cuello a los que no podían mantener la velocidad fijada. El ejemplo de Sachsenhausen ilustra a qué grado hubo pérdida de vida en estas marchas. De 26.000 prisioneros que todavía estaban vivos al tiempo de la evacuación, 10.700 quedaron sobre la carretera de Sachsenhausen a Schwerin, muertos a balazos.
Los pocos hermanos que quedaban en Mauthausen también estaban en posición peligrosa. Se habían cavado grandes túneles en la montaña donde se construían los temidos cohetes “V-2.” Cierto día uno de los túneles fue cerrado y se colocaron minas en él. Se planeaba fingir una incursión aérea, lo cual haría que los 18.000 prisioneros entraran en el túnel, que entonces podría ser volado. Pero la administración del campo fue sorprendida por el rápido avance de los tanques rusos, y los de la SS prefirieron dejar a los prisioneros a sus propios recursos y tratar de salvarse la vida, si les era posible. Pero no llegaron muy lejos. Solo unos días después el comandante del campo, conocido por haber dicho: ‘Solo quiero ver certificados de defunción,’ fue reconocido por unos prisioneros y muerto a pisotones. Ahora los prisioneros políticos se esforzaron por vengarse de sus compañeros de prisión que, como ancianos del campo, ancianos de bloques y capataces, se habían hecho culpables de mucho derramamiento de sangre.
La marcha de la muerte de los que estaban internados en Dachau los llevó por bosques, y los de la SS mataban a los prisioneros que no podían mantenerse al paso con los demás. Su meta era los Alpes de Ötztaler, donde de todos modos los que finalmente hubiesen llegado a su destino habrían sido muertos. Los hermanos se mantuvieron juntos y se ayudaron unos a otros, lo cual evitó que algunos fueran muertos hasta que llegaron a Bad Tölz, donde fueron puestos en libertad. El hermano Ropelius recuerda que pasaron la última noche bajo una cubierta de nieve en el bosque de Waakirchen. Al romper el alba la Policía del Estado bávara vino y les dijo que estaban libres y que la SS había huido. Al continuar su viaje encontraron armas apoyadas contra los árboles, pero a ningún hombre de la SS.
Los de la SS tomaron en serio las órdenes del gobierno de “liquidar” a todos los prisioneros. Solo unos días antes de la capitulación, juntaron unos grupos en Neuengamme y los pusieron en un barco de carga que había de llevarlos al ‘Cap Arcona,’ un vapor de lujo, que estaba anclado en la bahía de Neustadter. Unos 7.000 prisioneros estaban ya en este barco de 200 metros de largo. La SS tenía planes de sacar el ‘Cap Arcona’ a alta mar, donde entonces pudieran hundirlo con los prisioneros. Pero el barco todavía desplegaba su bandera y por lo tanto fue hundido el 3 de mayo de 1945 por aviones de combate ingleses. El buque de carga ‘Thielbeck,’ en el cual había entre 2.000 y 3.000 prisioneros, también fue hundido. Unos 9.000 prisioneros bajaron a una tumba acuosa en la bahía de Neustadter. Se entiende por qué los sobrevivientes se estremecen al recordar este acontecimiento. Hasta este día los que se bañan en la playa de Neustadter y personas que efectúan operaciones de excavación allí hallan anualmente de doce a diecisiete esqueletos de estos prisioneros que se ahogaron.
La misma suerte se había fijado para los prisioneros de Sachsenhausen, incluso 220 hermanos. En una marcha asesina cubrieron aproximadamente 200 kilómetros en dos semanas.
Los Testigos habían reconocido prontamente el peligro que amenazaba, de modo que habían reparado sus zapatos y reunido unas cuantas carretillas para transportar las pocas pertenencias de los más débiles, y entonces colocaron a éstos encima de ellas. De otro modo estos hermanos, si hubiesen tenido que caminar toda la distancia, hubieran estado entre los más de 10.000 que murieron. Pero de esta manera los hermanos que no estaban en tan mala situación físicamente podían halarlos por el camino. Mientras seguía la marcha, otros fueron puestos en las carretillas cuando les fallaron las fuerzas. Después de unos días de descanso, cuando habían adquirido de nuevo suficiente fuerza, por turno halaban las carretillas nuevamente. Así, hasta durante esta marcha de la muerte todos permanecieron juntos como una gran familia, disfrutando de la protección de Jehová hasta el fin.
Entonces cierta tarde cuando este grupo de prisioneros que huía estaba a solo tres días de viaje de Lübeck, la SS dio la orden de que todos acamparan en un bosque cerca de Schwerin. Durante la caminata los hermanos habían formado grupitos y habían hecho tiendas provisionales de sus mantas. Habían cubierto el suelo con ramitas para protegerse de la frialdad de la noche. Aquella noche, mientras las balas rusas silbaban sobre sus cabezas y los americanos continuaban adelantando, esta parte del frente alemán se desplomó. Fue un sentimiento indescriptible el de los que estaban allí cuando súbitamente en medio de la noche sonó un clamor, repetido miles de veces: “¡ESTAMOS LIBRES!” Los aproximadamente 2.000 hombres de la SS que hasta entonces habían estado al mando de los prisioneros se habían desprendido secretamente de sus uniformes para presentar la apariencia de ser ciudadanos comunes, y algunos hasta se pusieron uniformes de prisionero para ocultar su identidad. Sin embargo, unas horas después algunos de ellos fueron reconocidos y muertos sin misericordia.
¿Deberían los hermanos haber aceptado la oferta que les hicieron los oficiales estadounidenses que ahora los habían alcanzado y haber disuelto el campamento a la mitad de la noche? Después de considerar el asunto con oración, decidieron esperar hasta la mañana. Pero aun entonces permanecieron allí unas cuantas horas más, puesto que un agricultor de entre los refugiados había dado a los hermanos noventa kilogramos de guisantes. Prepararon y comieron una excelente comida. ¡Oh, qué agradecidos estaban los hermanos! Por casi dos semanas no habían tenido casi nada excepto un poco de té, que recogieron por el camino y prepararon en las noches en el bosque cuando encontraban agua.
¡Qué agradecidos estuvieron cuando descubrieron que ni uno solo de ellos faltaba! Pero, como más tarde llegaron a saber, tenían otra razón por la cual dar gracias a Jehová, porque durante su marcha hacia el norte habían sido detenidos en cierta ocasión por la SS en un bosque por varios días debido a que éstos no estaban seguros de precisamente donde estaba el frente. Estos pocos días fueron precisamente la cantidad de tiempo que hubieran necesitado para llegar a Lübeck antes que el frente finalmente se desplomara.
Ahora ya no tenían gran prisa en cuanto a continuar adelante. Allí mismo en este bosque cerca de Schwerin empezaron a escribir un informe de sus experiencias en una máquina de escribir que los soldados habían tirado de una oficina ambulante. Este informe incluyó una resolución que fue escrita con el sentimiento indescriptible de haber estado libres por varias horas, pero también con aprecio por la protección que Jehová les había suministrado durante los muchos años en que estuvieron en la “guarida de los leones” profundamente impreso en la mente. Esta es la resolución:
¡RESOLUCIÓN!
“3 de mayo de 1945
“La resolución de 230 testigos de Jehová de seis nacionalidades, congregados en un bosque cerca de Schwerin en Mecklemburgo.
“Nosotros, los testigos de Jehová reunidos aquí, enviamos saludos desde el corazón al fiel pueblo del pacto de Jehová y sus compañeros por todo el mundo en las palabras de Salmo 33:1-4 y Sl 37:9. Sépase que nuestro gran Dios, cuyo nombre es Jehová, ha cumplido su palabra a su pueblo, especialmente en el territorio del Rey del Norte. Un largo y duro período de prueba queda tras nosotros y los que han sido conservados, arrebatados, por decirlo así, del horno ardiente, ni siquiera tienen sobre ellos el olor a fuego. (Vea Daniel 3:27.) Al contrario, están llenos de fortaleza y poder de Jehová y esperan ansiosamente nuevas órdenes del Rey para dar adelanto a los intereses teocráticos. Nuestra resolución y nuestra anuencia a trabajar se expresan en Isaías 6:8 y Jeremías 20:11 (traducción de Menge). Gracias a la ayuda del Señor y su apoyo bondadoso, los designios del enemigo de hacer que violáramos nuestra integridad han fallado, aunque él trató de hacer esto empleando muchísimos proyectos violentos y diabólicos así como miles de prácticas inquisitoriales sacadas de la edad media, tanto físicas como mentales, y muchas lisonjas y atractivos. Todas estas diferentes experiencias que llenarían muchos libros se describen brevemente en las palabras del apóstol Pablo en 2 Corintios 6:4-10,; 2 Corintios 11:26, 27 y, sobre todo, en Salmo 124 (traducción de Elberfelder). Satanás y sus agentes endemoniados han sido nuevamente señalados como mentirosos. (Juan 8:44) Nuevamente se ha decidido la gran cuestión a favor de Jehová para honra de él.—Job 1:9-11.
“Para nuestro gozo y vuestro gozo sabed que el Señor, Jehová, nos ha bendecido con abundante botín, treinta y seis hombres de buena voluntad, que al salir nosotros de Sachsenhausen . . . voluntariamente declararon: ‘Iremos con vosotros porque hemos oído que Dios está con vosotros.’ ¡Zacarías 8:23 se ha cumplido! Debido a que salimos apresuradamente, muchos amigos de la Teocracia no pudieron unirse a nosotros, pero Jehová dirigirá los asuntos de modo que pronto encuentren su camino de regreso a nosotros.
“Nosotros, testigos de Jehová, declaramos de nuevo nuestra fe completa en Jehová y nuestra dedicación completa a su Teocracia.
“Solemnemente prometemos que tenemos un solo deseo, a saber, en vista de nuestro aprecio profundo por la interminable cadena de evidencias de que nos ha conservado maravillosamente y nos ha librado de las miles de dificultades, conflictos y aflicciones mientras estuvimos en la guarida de los leones, que se nos permita servir a Jehová y a su gran Rey, Cristo Jesús, con corazones anuentes y gozosos para toda la eternidad. Eso sería en sí mismo nuestra más grande recompensa.
“Concluimos nuestra resolución con las palabras de Salmo 48 gozosamente convencidos de que pronto estaremos reunidos.
“Vuestros consiervos por el nombre santo de Jehová.”
Así, después de expresar primero su agradecimiento a Jehová por la bondad inmerecida de él, por su protección y ahora también por la libertad que les había sido restaurada, los hermanos disolvieron el campamento. Aunque entre 900 a 1.000 prisioneros habían muerto en aquella primera noche de libertad, los hermanos llegaron a Schwerin sin daño alguno. Sin embargo, puesto que los puentes que cruzaban el río Elba habían sido destruidos, no pudieron salir de allí por de dos a tres meses. Hallaron alojamiento en los establos de un cuartel del ejército donde pudieron mimeografiar Atalayas y tener un estudio de La Atalaya cada mañana para prepararse espiritualmente para la obra futura. Al mismo tiempo comenzaron a participar de nuevo en el ministerio del campo, aunque las circunstancias los obligaron a hacer esto en sus uniformes de prisión. Finalmente pudieron continuar sus viajes hacia el oeste, para ponerse en comunicación de nuevo con sus parientes y ver lo que se podía hacer para reorganizar la obra del Reino.
UN REGISTRO DE INTEGRIDAD
En este informe se ha hecho un esfuerzo por reconstruir una fase importante de la historia del día moderno del pueblo de Jehová. Pero solamente se podría relatar una porción pequeña de las cosas interesantes que experimentaron hermanos y hermanas en Alemania durante el reinado de terror nacionalsocialista. Para informar todo lo que sucedió debido a que los Testigos se apegaron firmemente a la adoración verdadera y sostuvieron el nombre de Jehová se necesitarían muchos, muchos libros. Que las experiencias individuales que han sido relatadas hablen por las muchas que también hubieran sido dignas de mención, no para que hombres sean alabados y honrados por ellas, sino, más bien, para que lo sea Jehová. Él fue quien dio pasos al tiempo apropiado para librar a su pueblo como grupo, aunque permitió que muchos de ellos entregaran la vida por Su santo nombre.
Cualquiera que haya hablado con los que fueron librados de la tiranía en 1945 recuerda la frecuencia con que alabaron unidamente a Jehová con las palabras del Salmo 124. Reflexionaron en los maravillosos artículos de La Atalaya que habían salido al principio de la persecución, con los cuales Jehová los había preparado para aquel tiempo difícil. Ahora entendieron lo que Jesús quiso decir cuando dijo que no deberían temer a los que destruyen el cuerpo. Sabían lo que significaba ser arrojados en un horno ardiente o, como Daniel, en una guarida de leones. Pero también se dieron cuenta de que Jehová es más poderoso, pues hizo sus frentes más fuertes que las de sus enemigos. Hasta gente de afuera reconoce esto y a menudo recibe énfasis cuando los historiadores hablan de esta parte de la historia de Alemania. Por ejemplo, Michael H. Kater en su Zeitgeschichte (Trimestral de historia), 1969, folleto 2:
“El ‘Tercer Reich’ solo sabía tratar con la resistencia interna por medio de la fuerza bruta y hasta de ese modo no pudo vencer las fuerzas de la rebelión entre el pueblo alemán, y no pudo dominar el problema de los Estudiantes Sinceros de la Biblia desde 1933 hasta 1945. Los testigos de Jehová salieron de su período de persecución en 1945 debilitados, pero no quebrantados de espíritu.”
Además, en un análisis del libro Kirchenkampf in Deutschland (Lucha de las iglesias en Alemania), por Friedrich Zipfel, leemos:
“Difícilmente se ha hecho un análisis o se ha escrito un libro de memorias acerca de los campos de concentración en que no se dé una descripción de la fuerte fe, la diligencia, la anuencia a ayudar y el martirio fanático de los Estudiantes Sinceros de la Biblia. Esto en contraste con la literatura de oposición en general que se escribió antes de la lucha que los testigos de Jehová sostuvieron antes de ser aprisionados y que, o no los menciona, o solo los menciona de paso. La actividad y la persecución de los Estudiantes de la Biblia es, sin embargo, un caso muy extraño. El noventa y siete por ciento de los miembros de este pequeño grupo religioso fue víctima de la persecución nacionalsocialista. La tercera parte de ellos fueron muertos, o por ejecución, otros actos violentos, hambre, enfermedad o labor de esclavos. La severidad de esta sujeción no tuvo precedente y fue el resultado de una fe intransigente que no podía ser armonizada con la ideología nacionalsocialista.”
¡Qué humillado estaba ahora el Führer del derrotado Reich alemán! Göbbels había dicho lo siguiente de él el 31 de diciembre de 1944: “Si el mundo realmente supiera lo que él quiere decirle y darle y la profundidad del amor que le tiene a su propio pueblo y a toda la humanidad, entonces inmediatamente dejaría sus dioses falsos y lo alabaría . . . un hombre cuyo propósito ha sido liberar a su pueblo. . . . Nunca ha pasado por sus labios una palabra falsa o un pensamiento bajo. Es la verdad misma.” Pero este hombre que trató de hacerse un dios cometió suicidio.
¡Qué humillados también estuvieron los que habían puesto su confianza en él... por ejemplo, Himmler, quien también consideró a Hitler una deidad y que ejecutó sus mandatos sin escrúpulos! Himmler había sido quien había hecho tan difícil la vida para los siervos fieles de Jehová por muchos años. ¿Por cuánta sangre derramada tiene que llevar la responsabilidad? En 1937, jactándose, dijo a nuestras hermanas que estaban en Lichtenburg: “¡Ustedes también capitularán, los pondremos en su lugar, duraremos más que ustedes!” ¡Y qué deprimido estaba después del desplome del régimen nazi cuando huía y se encontró con el hermano Lübke en Harzwalde y le preguntó: “Bueno, Estudiante de la Biblia, ¿qué sucede ahora?”! El hermano Lübke le dio un testimonio cabal y le mostró que los testigos de Jehová siempre habían contado con el desplome del régimen nazi y con que serían librados. Himmler se apartó sin decir palabra, y poco tiempo después se envenenó.
Pero a pesar de las condiciones difíciles, ¡cuánto se regocijaron los que adoraban a Jehová! Habían tenido el privilegio de probar su integridad al Gobernante Soberano del universo. Durante la gobernación de Hitler 1.687 habían perdido su empleo, 284 sus negocios, 735 sus hogares y a 457 no se les había permitido ejercer su oficio. En 129 casos les había sido confiscada su propiedad, a 826 pensionados les habían sido negadas sus pensiones y otras 329 personas habían sufrido otras pérdidas personales. Hubo 860 niños que habían sido separados de sus padres. En 30 casos hubo matrimonios disueltos por presión de funcionarios políticos, y en 108 casos se habían otorgado divorcios al solicitarlo cónyuges que estaban opuestos a la verdad. Un total de 6.019 personas habían sido arrestadas, varias por dos, tres o hasta más veces, de modo que, en conjunto, se registraron 8.917 arrestos. En combinación total habían sido sentenciados a servir 13.924 años y dos meses en prisión, dos y una cuarta parte de veces el período desde la creación de Adán. Un total de 2.000 hermanos y hermanas habían sido puestos en campos de concentración, donde habían pasado 8.078 años y seis meses, un promedio de cuatro años. Un total de 635 habían muerto en prisión, 253 habían sido sentenciados a muerte y 203 de éstos habían sido de hecho ejecutados. ¡Qué registro de integridad!
COMIENZA LA RECONSTRUCCIÓN
Inmediatamente después de la guerra, los hermanos del Betel de Suiza fueron los únicos que tuvieron comunicación con los hermanos alemanes. Estos, habiendo oído de ciertas tendencias indeseables que existían en muchas congregaciones aun después que los hermanos fueron soltados de los campos, enviaron la siguiente carta circular a las congregaciones.
“A todos nuestros amados consiervos en Alemania
Queridos hermanos en Cristo:
“¡Al fin estáis libres del yugo nazi!... Algunos de vosotros habéis sufrido por años, o en prisión o en campos de concentración o por otros tipos de persecución. . . .
“Sin embargo, nadie que haya sido considerado digno de sufrir especialmente por el nombre del Señor se engreirá por eso ni llevará un halo de mártir ni se ensalzará sobre otros que no hayan estado en prisión o campos de concentración. Nadie debe jactarse ante sus semejantes humanos acerca de sus sufrimientos. No olvidéis que muchos de los hermanos que permanecieron en sus hogares también tuvieron muchos problemas y estuvieron bajo presiones severas. El cristiano no puede escoger sus sufrimientos. El Señor los determina o, más bien, los permite.
“Por esta razón, amados hermanos, no nos hagamos injustos ni formemos bandos ni condenemos a nadie, que, según nuestra manera de pensar, haya transigido o haya estado dispuesto a hacerlo. El Señor juzga nuestros corazones. Delante de él somos como un libro abierto. . . .
“El hermano Erich Frost, de Leipzig, está autorizado para encargarse de la dirección de los asuntos en vuestro territorio. Este arreglo, sin embargo, es, según las instrucciones del presidente, solo de naturaleza temporaria. El hermano Frost dará informes con regularidad al presidente, mientras sea posible, acerca del progreso de la obra de publicación.
“¡La predicación bajo la dirección del nuevo presidente de la Sociedad, el hermano Nathan Homer Knorr, ha sido más cabalmente organizada que nunca y va progresando muy bien! . . .
“La Familia de la Casa Bíblica en Berna firmado Fr. Zürcher”
Los hermanos Frost, Schwafert, Wauer, Seliger, Heinicke y otros, inmediatamente después de ser puestos en libertad, empezaron a tratar de obtener posesión de la propiedad de la Sociedad con la idea de hacer que la obra fuera dirigida de nuevo desde allí. Esto resultó imposible más tarde debido a la actitud hostil de las autoridades rusas.
El hermano Frost, quien mientras tanto había sido nombrado superintendente de la sucursal, le pidió a Willi Macco, de Sarrebruck, Hermann Schlömer y Albert Wandres, de Wiesbaden, y al hermano Franke, de Maguncia, que organizaran y atendieran las congregaciones de aquellas secciones de la Alemania Occidental donde habían sido directores regionales de servicio durante la proscripción.
Al mismo tiempo, en la vecindad de Stuttgart, el hermano Franke se esforzaba por comprar papel que pudiera usarse para imprimir ediciones pequeñas de La Atalaya. También se hicieron arreglos para pronunciar discursos por la radio desde Stuttgart, Francfort y Sarrebruck, llamando así la atención del público al mensaje del Reino. Finalmente, el hermano Franke alquiló dos cuartos para oficinas en Wiesbaden, y una semana después una pieza pequeña en la misma casa como habitación.
Al fin de 1945 el hermano Frost fue a Stuttgart desde Magdeburgo y consideró preguntas de la organización con hermanos fieles que estaban dispuestos a emprender el servicio de tiempo cabal como siervos viajantes o a trabajar en Betel. Puesto que la Sociedad estaba registrada en Magdeburgo en la Alemania Oriental, pareció necesario abrir una oficina sucursal en Stuttgart, en la Alemania Occidental.
Pronto el hermano Frost viajó a los Países Bajos para conocer al hermano Knorr y hablar personalmente con él por primera vez. Se detuvo en Wiesbaden en su viaje y, después que el hermano Franke le había mostrado los dos cuartos para oficinas alquilados, inmediatamente decidió cancelar los planes para Stuttgart y abrir la oficina en Wiesbaden. Aquello significaba que los dos cuartos para oficinas y la pequeña habitación del hermano Franke habían de llegar a ser el hogar Betel, donde pronto veinte hermanos y hermanas estuvieron trabajando y comiendo.
Aproximadamente un año después la ciudad de Wiesbaden le ofreció al hermano Franke un apartamento de dos habitaciones en el 42 de Wilhelminen Strasse, debido a que había sido encarcelado durante la proscripción, y así, no solo se mudó el hermano Franke, sino Betel también. La más grande de las dos habitaciones fue el hogar Betel. Por la bondad inmerecida de Jehová, fue posible alquilar otra habitación en la misma casa, que era propiedad de una hermana, y ésta sirvió de oficina. Fue aquí que el hermano Knorr hizo su primera visita a los hermanos de Alemania.
Los hermanos habían visitado repetidamente al alcalde, y aunque éste les había prometido habitaciones, sí, hasta una casa entera, nada había resultado de aquello. Ahora ellos aprovecharon la visita del presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, anunciándola con énfasis a todos los funcionarios pertinentes, pero especialmente al alcalde, preguntándole qué pensaba que ellos deberían decirle al presidente de la Sociedad, que era americano, cuando él les preguntara qué espacio para oficina les había sido ofrecido para que pudieran cumplir con sus responsabilidades. Aprovecharon la proscripción que Hitler les había impuesto y sus largos años de aprisionamiento para señalarles a los funcionarios la responsabilidad que ellos voluntariamente habían aceptado de compensar por las injusticias que se les habían impuesto a los Testigos. ¡Qué sorprendidos quedaron los hermanos cuando el alcalde dijo: “Pues, ¿qué hay de ocupar el ala oeste del edificio de Kohlheck?”! Este había sido construido para utilizarse como cuartel de la fuerza aérea, pero no había sido terminado ni usado cuando la guerra terminó. Este era precisamente el edificio en que ellos habían pensado y que varias veces habían tratado de conseguir, pero sin buen éxito.
Felices con esta información, esperaron emocionados la visita del hermano Knorr, durante la cual se podría redactar el contrato y él podría firmarlo legalmente como presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract.
ASAMBLEA EN NUREMBERG
Mientras los hermanos se ocupaban ansiosamente en tratar de reorganizar las congregaciones y suministrarles alimento espiritual a pesar de la escasez de papel, su deseo de tener una asamblea grande aumentó. Pero el organizar una asamblea de esa índole en aquel tiempo entrañaba resolver muchos problemas, no solo relativos a la escasez de alimento y la escasez de lugares donde dormir, sino también relativos al hecho de que Alemania estaba dividida en cuatro zonas militares, y era extremadamente difícil viajar de una zona a otra. A pesar de esto, el hermano Frost le pidió al hermano Franke que hiciera arreglos para por lo menos una asamblea de distrito en cada zona de ocupación y, si posible, tener una en Nuremberg en la zona americana.
Después de haber fallado los primeros intentos, un hermano fue personalmente a los funcionarios de Nuremberg y determinó que después de todo había la posibilidad de celebrar una asamblea allí. Se hicieron arreglos para el 28 y el 29 de septiembre. La emoción se hizo cada vez más intensa entre los hermanos cuando se anunció que el gobierno militar finalmente nos había ofrecido para uso el Zeppelinwiese de Nuremberg.
En este tiempo se estaba celebrando en Nuremberg el juicio de los llamados “criminales de guerra” y se les había de sentenciar el 23 de septiembre. Esta fecha había sido fijada con semanas de anterioridad, y esto se le había notificado al mundo.
Después que se hizo posible celebrar una asamblea en Nuremberg, los hermanos decidieron al último momento extenderla por un día para que concluyera el lunes 30 de septiembre. Después de reorganizar los trenes especiales y hacer todos los otros arreglos para este tercer día de asamblea, las radioemisoras y los periódicos súbitamente anunciaron al mundo que las sentencias del juicio por crímenes de guerra en Nuremberg no se darían a saber al público sino hasta el 30 de septiembre. Esto hacía surgir problemas, puesto que el gobierno militar estadounidense temía que hubiera manifestaciones en Nuremberg y por lo tanto impuso un toque de queda. Esto significaba que nadie de la ciudad podría asistir al discurso público el lunes. Por lo tanto, fue programado de nuevo para la noche del domingo a las 7:30, cuando el hermano Frost hablaría sobre el tema “Los cristianos en el crisol.” Indescriptible fue el gozo de los 6.000 hermanos presentes cuando oyeron que otras 3.000 personas de Nuremberg estuvieron presentes para escuchar este discurso.
Aunque oficiales del gobierno militar americano al principio trataron de perturbar el tercer día de nuestra asamblea debido a que se dictaba sentencia contra los criminales de guerra aquel mismo día, los hermanos salieron ganando. Después de muchas negociaciones los oficiales militares retiraron su solicitud. ¿Cómo podían prohibir a los testigos de Jehová, que por tantos años habían resistido a los que ahora estaban siendo sometidos a juicio, que concluyeran su asamblea en paz y sin perturbación?
Así, el lunes por la mañana los hermanos que estaban en la asamblea, que llevaba el lema de “De corazón firme para el período posbélico,” tuvieron otra experiencia memorable cuando se dictó la conferencia “Denodados a pesar de la conspiración mundial.”
¿Quién puede describir cómo se sintieron los 6.000 hermanos en asamblea cuando se dieron cuenta de la manera en que Jehová había hecho que se produjeran los asuntos? Imagínese; después del desplome del régimen nazi, los testigos de Jehová, que tienen un verdadero mensaje de paz para la humanidad, fueron los primeros en recibir permiso para reunirse de nuevo en asamblea en este campo que una vez había sido el terreno de paradas de Hitler. ¿Y podemos imaginarnos lo que sintieron cuando pensaron en el hecho de que en este mismo tercer día de su asamblea se les estaba pronunciando la sentencia de muerte a los que representaban a aquel sistema asesino que había tratado de acabar con los testigos de Jehová? Dijo el presidente en la asamblea: “El solo poder experimentar este día, que es solo una vista anticipada del triunfo del pueblo de Dios sobre sus enemigos en la batalla de Armagedón, valió nueve años en el campo de concentración.” La prensa tomó nota de esta declaración y la llevó a todas partes del mundo.
MEDIDAS DE ALIVIO DESDE EL EXTRANJERO
En 1947 los hermanos Knorr, Henschel y Covington pudieron visitar a los hermanos de Alemania. Durante su visita se hicieron arreglos para celebrar una asamblea en Stuttgart, el sábado 31 de mayo y domingo 1 de junio. Puesto que no había salones disponibles para esto en la ciudad, en vista de que todo había sido bombardeado, se hicieron arreglos para celebrar la asamblea en un lugar de un suburbio colindante. Hubo una concurrencia de aproximadamente 7.000 personas.
Durante esta visita del hermano Knorr a él se le hizo patente que los embarques de socorro consistentes en alimento y ropa de la Sociedad deberían continuar. Los hermanos de Suiza habían contribuido muchos regalos en la forma de víveres y ropa para alivio de los hermanos alemanes en su extrema necesidad, mostrando así su amor fraternal. Pero el hermano Knorr sintió tanta lástima por ellos que decidió decir a los hermanos que se reunirían en la asamblea de Los Ángeles solo unas cuantas semanas después la penosa situación de los hermanos alemanes y animarlos a contribuir alimento y ropa. Sin embargo, los hermanos alemanes no estaban especialmente al tanto de su penosa situación, por lo alegres y agradecidos que estaban de que Jehová les hubiera preparado este banquete espiritual, con la culminación de que estuviera entre ellos el hermano Knorr.
Cuando él les contó a los hermanos de los Estados Unidos lo que había observado en Alemania y los estimuló a contribuir víveres, los hermanos respondieron espontáneamente con 140.000 dólares, una suma que se utilizó para comprar 22.000 grandes paquetes de alimentos de la organización CARE para enviarlos a Alemania. Además, contribuyeron 220 toneladas de ropa... trajes de hombre, trajes de mujer, ropa interior y zapatos, para hombres, mujeres y niños.
Tan pronto como se hizo el anuncio de que el embarque iba de camino, se hicieron preparaciones en Betel para una distribución rápida y eficaz. En un suburbio de Wiesbaden alquilaron una habitación en una Gasthaus (un mesón) donde separaron debidamente y distribuyeron la ropa. Todo publicador que había estado activo en el ministerio del campo por seis meses —en otras palabras, que no había informado solo para conseguir un paquete de CARE— fue registrado, porque a cada uno de ellos les esperaba un paquete grande y valioso de alimento.
Apenas había comenzado la distribución cuando llegaron montañas de cartas a la oficina sucursal en las cuales los hermanos expresaron su aprecio. Era conmovedor ver con qué aprecio aceptaron los hermanos estos regalos y que se sentían impulsados a dar gracias tanto a Jehová como a los contribuyentes, sus hermanos de América. Muchas veces había quien dejaba de trabajar para secarse las lágrimas que estas cartas le hacían derramar. Por ejemplo, un padre, después de abrir el paquete y ver su contenido, se arrodilló con su hijo de doce años de edad y dio gracias a Jehová en oración por este amoroso regalo de sus hermanos.
El hermano Knorr también hizo arreglos para que casi un millón y medio de ejemplares de los libros “Sea Dios Veraz,” El nuevo mundo y “La verdad os hará libres” fueran enviados a Alemania como regalo. Con el dinero recogido por la distribución de estos libros se colocaría un fundamento, desde el cual la oficina sucursal podría trabajar. Así Jehová se encargó de todo lo necesario para que la obra marchara adelante de nuevo en Alemania.
ADELANTE A PESAR DE LAS DIFICULTADES POSBÉLICAS
El año de 1948 empezó con una serie de huelgas en Alemania septentrional y en el territorio del Ruhr en protesta por la mala situación en cuanto a alimento. Se habían reducido de nuevo las raciones de carne y grasa. Mientras que la UNO había declarado que era necesario tener una ración de 2.620 calorías al día, lo que se podía obtener era mucho menos que esto en muchos lugares... solo 1.000 o quizás tan poco como 700 calorías. Casi todo el mundo tenía hambre, y la situación empeoraba, lo cual resultaba en un sentimiento general de amargura.
No obstante, el pueblo de Jehová comenzó el nuevo año lleno de celo y entusiasmo. El 1 de enero se celebró una reunión especial en cada congregación y hubo una concurrencia total de 38.682 personas, y durante el mismo mes 27.056 publicadores, 2.183 más que el mes anterior, informaron servicio ministerial en el campo. Era el tiempo en que había de comenzar la campaña anual de La Atalaya, pero lo que nosotros aquí en Alemania realmente necesitábamos eran ejemplares personales de La Atalaya para nosotros mismos. Era un problema, especialmente en vista de las condiciones angustiosas que producía la escasez de papel además de todas las demás dificultades. El hermano Knorr hizo arreglos para que una cantidad suficientemente grande de Atalayas se imprimieran en Suiza y fueran enviadas a Alemania, y, como resultado, durante enero no solo tuvo cada publicador su propia Atalaya, sino que también a cada congregación se le suministró un número que pasaba de esta cantidad, lo cual permitió que muchos de los que asistían con regularidad al estudio de La Atalaya obtuvieran su propio ejemplar personal. De modo que se nos estaba suministrando el alimento espiritual.
En este tiempo la mayoría de las ciudades alemanas no eran más que montones de escombros. Así sucedía con Cassel; había sido casi completamente destruida y según los primeros cálculos que hizo la comisión de planificación, que se estableció para atender la obra de limpieza del terreno, se necesitarían veintitrés años solo para despejar de escombros la ciudad. Fue aquí que planeamos tener una asamblea. La ciudad no podía darnos para nuestra asamblea nada sino el gran Karlswiese, un prado que tenía más de cincuenta grandes cráteres hechos por bombas. Pero los hermanos que tenían experiencia en los campos de concentración se pusieron a trabajar alegremente, a pesar de los comentarios escépticos que repetían con frecuencia los funcionarios. Usando métodos primitivos, transportaron unos 10.000 metros cúbicos de piedras y escombros de las casas destruidas del vecindario y llenaron los cráteres que habían abierto las bombas. Para esto se necesitó un período de casi cuatro semanas.
Estas semanas representaron una prueba, porque apenas habían comenzado a trabajar los hermanos cuando comenzó a llover, y la lluvia no cesó sino hasta que comenzó la asamblea. Aunque calados de agua, no permitieron que ni el trabajo duro ni la lluvia los desalentaran. Cuando la gente les decía que sería imposible celebrar aquella asamblea en el Karlswiese en esta clase de tiempo, ellos respondían con optimismo que cuando la asamblea empezara tendrían buen tiempo.
En medio mismo de la obra preparatoria que progresaba rápidamente se informó una reforma en la moneda. Era de esperarse que habría inconveniencias de la clase más desagradable. El 21 de junio entró en circulación la nueva moneda, y cada ciudadano de las tres zonas occidentales recibió cuarenta marcos de la nueva moneda por sesenta viejos marcos del Reich. Un mes más tarde recibieron otros veinte marcos alemanes. Las cuentas bancarias fueron reducidas a una décima parte de la vieja cantidad en marcos del Reich y, en la mayoría de los casos, fueron congeladas por el momento.
Pronto quedó manifiesto de qué servía la nueva moneda. Suministros que habían sido acumulados se hicieron disponibles para la venta súbitamente, y muchas cosas necesarias que le hubieran faltado a uno por años se pudieron comprar ahora en las tiendas. Pero nuestros hermanos estaban conscientes de sus necesidades espirituales y estuvieron dispuestos a gastar sus marcos alemanes en asistir a la asamblea. Muchos vendieron cosas valiosas como cámaras, y así por el estilo, para cubrir los gastos. La mano de Jehová no fue demasiado corta para ayudar a los que pusieron en primer lugar los intereses del Reino. Como ejemplo de esto, la hermana Neupert, de Munich, informa: “Mi colonia de abejas estaba en peligro debido a que yo no tenía azúcar y no podía comprar ninguna, pero para mí Cassel era más importante. Y no quedé desilusionada. Al regresar descubrí que mis abejas habían trabajado tan celosamente que pude recoger unos 1.000 kilogramos de miel aquel año.”
Cuando los hermanos responsables de la oficina sucursal llegaron a Cassel fueron saludados con las palabras de Isaías 12:3: ‘Con gozo . . . sacaréis agua.’ Los hermanos habían escrito estas palabras en un anuncio colgante y lo habían puesto sobre la entrada del prado. Otros, que todavía estaban ocupados sacando agua de los cráteres que quedaban para que el terreno se secara más rápidamente, los saludaron con su versión del texto: ‘Con bañeras . . . sacaréis agua.’
Diecisiete trenes especiales llegaron a Cassel, y el viernes por la mañana, después de semanas de aguaceros, el Sol brilló desde un claro cielo azul sobre una concurrencia de más de 15.000 personas. La concurrencia llegó a 17.000 el día segundo y culminó en el discurso público cuando los acomodadores contaron 23.150 personas, sin incluir a las multitudes de ciudadanos de Cassel que estaban de pie en las calles alrededor del terreno de asamblea. Los periódicos de Cassel mencionaron que había “25.000 a 30.000 personas en el Prado de Karl.”
Hasta el alcalde estuvo presente y pronunció un discursito a los hermanos, cuya obra le había impresionado mucho. El buen tiempo reinó y el jefe de la policía, un católico, les dijo a los hermanos, durante una visita al lugar de asamblea el segundo día: “¡Parece que le han caído bien al Vecino de arriba!” Y después de una pausa añadió: “Mejor que nosotros.”
Uno de los muchos puntos principales de esta asamblea vino cuando a cada uno de los presentes se le dio un ejemplar gratis del libro “La verdad os hará libres” y dos ejemplares del folleto El gozo de todos los pueblos. Otro punto principal fue el servicio en el campo. Los hermanos fueron llevados por trenes especiales a trabajar todos los pueblos de la vecindad, hasta tan lejos como Paderborn, de modo que esta ciudad del obispo fue completamente trabajada en un solo día. En esta asamblea se bautizaron 1.200 nuevos hermanos y hermanas.
El resultado de la anuencia del pueblo de Jehová a colocar en primer lugar los intereses espirituales fue paz, unidad y aumento. Durante el mes de asamblea de julio, 33.741 publicadores informaron servicio, y esto aumentó en agosto a 36.526. El año de servicio cerró con un aumento de 83 por ciento. El número de congregaciones creció, y el 15 de octubre se hizo una nueva división de circuitos, de modo que entonces hubo setenta.
También fue en 1948 que se erigieron las primeras prensas de platina en el Betel de Wiesbaden. Puesto que un gran cargamento de papel había llegado al mismo tiempo como regalo de Brooklyn, fue posible comenzar a imprimir en escala grande. Dos máquinas operaron día y noche por largo tiempo. Pero muchas personas de afuera tenían curiosidad por saber cómo nos había sido posible conseguir estas dos máquinas, puesto que en aquel tiempo ninguna empresa podía producirlas. Eran prensas que habían pertenecido a un ex-millonario y que habían sido muy perjudicadas en una incursión aérea sobre Darmstadt. Después de 1945 este hombre y el administrador de su oficina desenterraron de los escombros las partes de hierro y las llevaron a la fábrica de Johannisberg en el Rin donde originalmente habían sido hechas. Alegres de tener algo que sus obreros pudieran hacer, restauraron completamente estas máquinas. Mientras tanto, la secretaria de este individuo que había sido un rico impresor, que pronto fue su esposa, aprendió la verdad y usó su influencia para que este hombre vendiera las máquinas a la Sociedad a un precio increíblemente bajo.
Hasta antes de esto los hermanos habían podido producir de cuatro mil a seis mil revistas mensualmente por casi año y medio en un pequeño taller de imprenta en Carlsruhe. Este había sido un taller nacionalsocialista y fue tomado por las fuerzas de ocupación estadounidenses para ponerlo a la disposición de personas a quienes el régimen nazi hubiese perseguido. Puesto que los miembros de Betel pertenecían a este grupo, este pequeño taller de imprenta les fue entregado para que lo usaran a condición de que ellos mismos lo administraran. A Erwin Schwafert se le dio la responsabilidad de administrarlo y de encargarse de que se imprimieran Atalayas allí hasta que pudiéramos continuar la obra en nuestra propia imprenta.
Un problema especial fue la distribución. Aunque la cantidad de publicadores aumentaba mensualmente, el gobierno militar no podía darnos más papel. Por eso, teníamos que hacer un nuevo mapa de distribución cada mes, según el cual un ejemplar de La Atalaya se hacía disponible a cada seis o siete publicadores. Esa fue también una de las razones por las cuales el hermano Knorr hizo todo esfuerzo posible por hacer que la Sociedad fuera establecida legalmente en Wiesbaden como organización sucursal de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de Pensilvania. Así sería posible suministrar pronto papel desde fuera de Alemania para satisfacer la demanda siempre creciente de material de estudio de los hermanos. Pero también necesitaban literatura para trabajar de casa en casa. Pocas publicaciones les habían estado disponibles a los hermanos hasta 1948, principalmente folletos, y éstos se prestaban por una o dos semanas.
En 1949, un aumento en el suministro de papel hizo posible aumentar considerablemente la cantidad de impresiones. Se imprimieron 40.000 ejemplares de La Atalaya del 1 de enero de 1949 y esta cifra aumentó, ascendiendo a 80.000 ejemplares para el número del 15 de abril, 100.000 para el número del 1 de mayo y 150.000 para el número del 15 de mayo.
Mientras que en 1947 hubo una concurrencia de 35.840 personas a la celebración del Memorial en las cuatro zonas de Alemania, un año más tarde hubo 48.120, y en 1949 el número de las personas que concurrieron al Memorial había aumentado a 64.537. En esto también a veces había problemas que resolver. Por ejemplo, en Holzheim cerca de Göppingen se celebró el Memorial de 1948 bajo “protección” policíaca. ¿A qué se debió esto? El hermano Eugen Mühleis explica: “Al ministro se le había prohibido celebrar la cena en la Iglesia Evangélica debido a que había un brote de tifo en la comunidad. El director de la escuela donde habíamos planeado celebrar nuestro Memorial ahora trató de evitar que lo hiciéramos. El departamento de salud nos había otorgado permiso, pero había impuesto varias restricciones que se habían de observar para evitar un esparcimiento de aquella enfermedad contagiosa. Enviaron un policía a nuestra celebración del Memorial para asegurarse de que se observaran estas restricciones.”
Al principio de 1949 se amplió la imprenta de Wiesbaden; hubo ocho prensas trabajando, dos de las cuales funcionaban día y noche. Durante el transcurso del año alrededor de un millón y medio de libros encuadernados fueron enviados desde Brooklyn, y la distribución de éstos creó una base más amplia para nuevas revisitas y estudios bíblicos. Las filas de los publicadores aumentaron de mes en mes, de manera que 43.820 informaron en agosto de 1949. Para el año de servicio se alcanzó un aumento de 33 por ciento en el número de publicadores.
OPOSICIÓN EN LA ALEMANIA ORIENTAL COMUNISTA
Muy diferente era el desarrollo de la obra en la Alemania Oriental y en el sector oriental de la ciudad de Berlín, que, al fin de la II Guerra Mundial, fueron ocupados por la Rusia Soviética y gobernados por la administración militar soviética. Muchos de sus oficiales militares sabían muy poco acerca de los testigos de Jehová, excepto que habían sido perseguidos brutalmente por los nazis. Al principio hubo comparativamente poca intervención, pero, a medida que las congregaciones comenzaron a prosperar y muchas personas empezaron a mostrar interés en el mensaje del Reino, la administración militar soviética comenzó a desconfiar de nuestra obra, puesto que parecía que no podía controlarla. A menudo había mayores muchedumbres en nuestras reuniones públicas que la concurrencia a las reuniones políticas del partido comunista, que eran fomentadas por el gobierno militar.
Agentes soviéticos locales comenzaron a restringir francamente las actividades de las congregaciones y de los publicadores como individuos. Algunos del clero de la cristiandad vieron su oportunidad de mostrarse buenos amigos de los comunistas. Mintiendo, difamaron a los hermanos diciendo que se oponían a las autoridades e influían en la gente para que ésta presentara cierta clase de resistencia pasiva al esfuerzo de recuperación del gobierno militar para la economía desolada de la Alemania Oriental, por medio de predicar el reino de Dios como la única esperanza para la humanidad.
Estas interferencias hicieron que los hermanos que trabajaban en la oficina de la Sociedad en Magdeburgo se comunicaran con la oficina central de la administración militar soviética ubicada en Berlín Oriental. Al principio, sus esfuerzos recibieron trato en armonía con el principio que generalmente se practicaba de “nada prohibido, nada permitido.” Pero finalmente los hermanos lograron obtener un certificado de la oficina central confirmando que los testigos de Jehová operaban legalmente. El presentar este documento en los lugares donde ocurrían interferencias ayudó en algunos casos, pero otros oficiales parecían opinar que la oficina central estaba lejos y que ellos eran sus propios señores.
Después de la guerra, Berlín, la anterior capital del Reich alemán, fue dividida por los cuatro vencedores aliados en cuatro sectores con administración gubernamental parcialmente independiente y parcialmente mutua. La disensión se hizo vehemente cuando los rusos pusieron en vigor un bloqueo de los sectores occidentales de Berlín después de iniciarse la reforma económica de 1948. Los aliados occidentales rompieron a través del bloqueo utilizando su derecho a los pasillos aéreos que no estaban sujetos a controles, suministrando así a la población de los tres sectores las necesidades de la vida por medio de formar un “puente aéreo.” Para cuando se llegó a un acuerdo y los rusos removieron el bloqueo, Berlín era definitivamente una ciudad dividida, el Berlín Oriental bajo dominio comunista y el Berlín Occidental con ciertos enlaces a la República Federal de Alemania.
En 1948 se había fijado la celebración de una asamblea de distrito en Leipzig, pero los oficiales militares rusos rehusaron otorgar permiso. Entonces se hicieron planes para utilizar el bellamente situado Waldbühne (Escenario del Bosque) ubicado en el sector británico de Berlín. No tenían fin las dificultades envueltas en esto. El asunto no era meramente la reforma monetaria y el mal tiempo; la cuestión más importante era: ¿Cómo penetrarían en la ciudad bloqueada de Berlín las miles de personas que vendrían de toda la Alemania Oriental? Finalmente recibimos permiso para la entrada de trenes especiales en la ciudad, de modo que, a pesar de la crítica situación política, casi 14.000 personas se reunieron el primer día. El tercer día hubo más de 16.000 presentes, y más de 25.000 personas asistieron al discurso público del domingo por la tarde. El número de nuevos publicadores que simbolizaron su dedicación por bautismo ascendió a 1.069. Jehová resultó ser un anfitrión bondadoso que preparó una mesa de cosas pingües para su pueblo en el mismo punto que era foco de la lucha entre dos bloques de naciones.
¿Cómo le iba a la propiedad de la Sociedad en Magdeburgo en la Alemania Oriental comunista? Los edificios del número 17-19 de Wachtturmstrasse habían sido devueltos en 1945 inmediatamente después del fin de la guerra y el 95 por ciento de ellos ya estaba restaurado, mientras que aproximadamente el 90 por ciento del que estaba ubicado en el 16 de Leipziger Strasse había sido reparado. Nuestros hermanos habían reconstruido la propiedad destruida, ofreciendo voluntariamente sus servicios sin paga. La decisión del gobierno del Estado de Sajonia del 24 de junio de 1949 devolvió a la Sociedad el resto de la propiedad, en 5-7 Fuchsberg y 1-3 de Wachtturmstrasse. Aquel mes el número total de publicadores en Alemania Oriental a quienes atendía la oficina sucursal de Magdeburgo ascendió a 16.960.
Había una gran demanda de la verdad bíblica. Los superintendentes viajantes informan que muchas veces había de 100 a 150 personas presentes en las reuniones públicas de congregaciones que tenían solo de 30 a 40 publicadores. En las ciudades grandes la concurrencia a los discursos a menudo pasaba de mil personas. Comenzaron muchos estudios bíblicos; en una congregación los publicadores tenían un promedio de 3,8. No siempre les iba bien a los superintendentes viajantes. Algunos de ellos viajaban en bicicletas viejas que conseguían prestadas, algunas de las cuales no tenían llantas de caucho, sino solo bordes de metal. Tenían que viajar largas distancias. Además, existía el problema de las tarjetas de racionamiento. Un superintendente de circuito informa que el certificado que emitía la oficina del trabajo designándolo “predicador” no le fue extendida, lo cual quiso decir que no tuvo tarjeta de racionamiento.
Otro superintendente de circuito informa: “En todo discurso había varios espías. En cierta ocasión los hermanos no estaban muy seguros acerca de un hombre que se presentó en ropas de ciudadano común. Antes de comenzar el discurso me le acerqué y le dije: ‘Perdone, agente, pero, ¿pudiera decirme qué hora es?’ Lo hizo, y porque no se sorprendió por lo que yo lo llamé supimos que era un agente de la policía en ropa de ciudadano común.”
La enemistad de los funcionarios rusos y alemanes comunistas continuó aumentando. Nuevamente se hicieron planes para celebrar una asamblea de distrito en Berlín, en el Waldbühne, para los hermanos que vivían en la Alemania Oriental, desde el 29 al 31 de julio de 1949. Esta asamblea se celebró bajo la sombra de las nubes de persecución que se iban formando, pero demostró que nuestros hermanos estaban resueltos a continuar sirviendo a Jehová con corazón completo. Las preparaciones se hicieron tan calladamente y con tan poca evidencia exterior como fue posible. Ya habían ocurrido varios ataques comunistas contra la libertad religiosa en la Alemania Oriental. Por ejemplo, una asamblea de circuito que se iba a celebrar en Sajonia fue cancelada al último momento y varios Testigos sufrieron daño debido a incidentes de violencia.
Pudimos hacer arreglos para utilizar ocho trenes especiales. Unas 8.000 personas ya habían pagado más de 100.000 marcos alemanes por los boletos o billetes, cuando, solo pocas horas antes de partir, los trenes fueron cancelados. La compañía del tren rehusó devolver el dinero de los pasajes antes que pasaran dos semanas. Había miles de Testigos esperando los trenes especiales en las estaciones cuando oyeron que habían sido cancelados. La policía vigilaba todas las carreteras que entraban en Berlín y registraba todos los autos, ómnibuses y camiones en busca de cualquier persona que estuviera de camino a la asamblea. Pero en la noche del primer día de la asamblea hubo una concurrencia de por lo menos 16.000 personas. Al discurso público del domingo concurrieron más de 33.000. Los inicuos ataques y esfuerzos de los enemigos solo habían resultado en un testimonio gigantesco contra ellos.
Las medidas dictatoriales que se dirigieron contra nosotros pronto fueron cosa conocida y, aunque no se envió invitación a la prensa, muchos reporteros se presentaron para escribir historias sensacionales acerca de los intentos comunistas de evitar que los Testigos llegaran a Berlín. En la noche del sábado, el superintendente de la sucursal, Erich Frost, leyó una resolución a la concurrencia de miles, y aquella misma noche se dio un informe de esto por la RIAS, la emisora estadounidense de Berlín. El hermano Frost pintó la valerosa posición de los Testigos con las palabras: “¿Es el bolcheviquismo mejor que otros sistemas? ¿Creen los comunistas que tienen que terminar lo que Hitler comenzó? ¡El temor que les tenemos a los comunistas es tan poco como el que les tuvimos a los nazis!”
La resolución que fue aprobada en la asamblea de distrito de Berlín incluía una fuerte protesta contra las proscripciones antidemocráticas y anticonstitucionales y las limitaciones de los servicios religiosos en Sajonia y la confiscación de lugares que se usaban para éstos. Esta resolución fue enviada con una carta acompañante, fechada el 3 de agosto, a la principal administración militar soviética de Alemania en Berlín. También se enviaron ejemplares a 4.176 prominentes funcionarios públicos o personas que tenían que ver con diarios, radioemisoras, agencias de noticias, y así por el estilo, tanto en Berlín como en la Alemania Occidental y la Alemania Oriental. De modo que se llamó la atención de todos a la campaña comunista y a la firmeza de los cristianos verdaderos. En agosto, un mes después de la asamblea, los testigos de Jehová en la Alemania Oriental alcanzaron un nuevo máximo de publicadores, ¡568 más de los que habían informado en cualquier tiempo antes!
El encendimiento de una campaña contra los testigos de Jehová continuó haciéndose cada vez más abarcador. La libertad de cultos fue restringida cada vez más. Se emitieron proscripciones contra el conducir estudios bíblicos, miembros de la policía disolvían servicios religiosos, los hermanos eran despedidos de sus empleos del servicio civil o de empleos municipales debido a su religión. El 18 de febrero de 1950 se le envió al gobierno de la República Democrática Alemana una solicitud en que se suplicaba una garantía de verdadera libertad religiosa. El resultado fue más casos de desbaratamiento anticonstitucional de los servicios religiosos, confiscación de literatura y arrestos de varios ministros prominentes. El 27 de junio de 1950 los testigos de Jehová de la Alemania Oriental enviaron otra petición al gobierno, dirigida al ministro presidente Otto Grotewohl. Entonces la mano cruel del comunismo dio un golpe duro.
Temprano en la mañana del 30 de agosto de 1950 fuerzas de la policía comunista bajo el mando de dos agentes rusos penetraron por sorpresa en nuestro Betel de Magdeburgo. Arrestaron a todos los hermanos excepto a uno, a quien mantuvieron como “encargado.” La carta del Ministerio de lo Interior en que se notificaba de la proscripción a la Sociedad Watch Tower de Magdeburgo tenía la fecha del 31 de agosto. Pero no fue sino hasta el 3 de septiembre que la policía le presentó esta carta al único hermano que quedó atrás, el “encargado.”
Informes de hermanas de Betel que fueron testigos oculares describen lo que sucedió aquella mañana del 30 de agosto: “Para las cinco de la mañana sonó la señal de alarma. Me vestí rápidamente. . . . Cuando abrí la puerta para correr abajo, me enfrenté a dos miembros de la policía que dijeron que tenía que permanecer en mi habitación. Entonces uno de los agentes entró y me dijo que abriera el ropero. Rehusé hasta que me mostró su identificación. Lo destrozaron todo. . . .” ¿Cómo había penetrado la policía en el hogar Betel? Otra hermana nos dice esto: “Miré por la ventana del cuarto 23 y noté a un policía trepando sobre la entrada. Otros ya estaban dentro. El vigilante que trabajaba de noche había rehusado abrirles la entrada. Calculo que había por lo menos de 25 a 30 policías en el grupo, ninguno de ellos en uniforme.”
La hermana Bender, que servía en el Betel de Magdeburgo en aquel tiempo y todavía sirve fielmente en el Betel de Wiesbaden, relata su experiencia: “El 30 de agosto de 1950, entre las cuatro y las cinco de la mañana la policía de la Alemania Oriental vino al hogar Betel. Todo el mundo tenía que permanecer en su habitación, pero para las diez de la mañana yo me escabullí de Betel sin que la policía me notara bajando por la escalera de escape desde el balcón del primer piso y subiendo por la cerca entre la propiedad nuestra y la de nuestro vecino. Aunque vi agentes de la policía en la calle, salí de la propiedad del vecino de manera casual y fui al hogar de un hermano donde estaban guardados algunos de los documentos de la Sociedad. Los recogí y un hermano me llevó a Berlín.” De esta manera fue posible salvar algunos registros.
Toda la literatura fue confiscada y sacada junto con el camión de la Sociedad. Lo mismo pasó con los víveres almacenados en la cocina. Solo a las hermanas se les permitió retener sus tarjetas de racionamiento. Una testigo ocular informa lo siguiente: “Mientras tanto —como observamos— se habían llevado calladamente a los hermanos de dos en dos. . . .”
Una ola de persecución había comenzado. ¡Al venir a arrestar a un hermano, la policía lo encontró vestido con la “ropa de zebra” que se había visto obligado a usar en un campo de concentración nazi! Se celebraron juicios falsos y de nuevo la obra de los testigos de Jehová se retiró a la clandestinidad.
Lothar Wagner fue uno de los hermanos que fue sentenciado a un largo término de prisión en 1950. Él describe vívidamente cómo pudo mantener su integridad durante siete años de encierro solitario:
“El 30 de agosto de 1950 fui arrestado en Plau, Mecklemburgo, y el 4 de octubre de 1950 sentenciado a quince años en una penitenciaría por el tribunal superior de la DDR en Berlín. Debido a la agitación que hubo en Hungría en 1956 la sentencia fue reducida a diez años.
“Estos diez años (y seis semanas de detención mientras la investigación estaba pendiente, que no fueron rebajados de la sentencia) los pasé en la penitenciaría de Brandeburgo-Görden. Allí me pusieron en libertad el 3 de octubre de 1960.
“Durante este tiempo pasé siete años en encierro solitario. En los primeros tres años el único contacto que tuve con el mundo exterior era una sola carta, del tamaño de media hoja de papel de escribir a máquina, que consistía en quince líneas, que se me permitía escribir y recibir cada mes... dependiendo de si el contenido era aprobado por la policía o no. Hasta 1958 el trabajar se consideraba un privilegio... de modo que no se me permitió trabajar. Desde 1958 se consideró un castigo... entonces tuve que trabajar.
“Cuando uno está en encierro solitario por tantos años hay un enemigo principal, entre muchas otras molestias, contra lo cual uno tiene que pelear... el tiempo. Es necesario conquistar el tiempo.
“Resolví este problema del tiempo de la siguiente manera: La unidad fortalece, y esto es cierto también del tiempo. Si se considera el período entero de aprisionamiento en su totalidad de quince años como una unidad, este volumen de tiempo casi aplasta a uno, porque está sencillamente más allá de lo que uno se puede imaginar y uno ve esta inmensa expansión de tiempo delante de uno como un monstruo. Es necesario que uno trate de sobreponerse a la situación y someter el tiempo a uno. Cuando los gobernantes de este mundo tratan de gobernar a una gran cantidad de personas que no pueden dominar, frecuentemente siguen el principio: ¡Divide y gobernarás!
“En cuanto al tiempo, apliqué ese principio; dividí el tiempo. No traté con años o meses, no, ni siquiera con semanas o días, sino, a lo más, con horas. Por la mañana como a las siete no me preguntaba: ¿Qué haré hoy? sino: ¿Qué haré hasta las nueve de la mañana?
“Súbitamente todo parecía diferente. Una o dos horas no inspiraban temor; yo podía dominar fácilmente ese tiempo. Pero todavía había otro problema: ¿Con qué llenaría uno el tiempo? No podía obtener papel y lápiz. La única verdadera ocupación era mantener la celda limpia y comer. Hasta si uno hacía esas dos cosas concienzudamente y tan lentamente como fuera posible, todavía uno no podría llenar el día entero con ellas. Naturalmente con el pensamiento uno podía participar en todo ramo del servicio teocrático hasta el grado posible, desde el estudio personal hasta las asambleas internacionales, desde el servicio de casa en casa hasta los discursos públicos. Pero a pesar de todo con frecuencia había una o dos horas del día en que no había nada que hacer, y éstas eran las más peligrosas porque, por descuido, desesperación o abatimiento, uno podría fácilmente derribar todo lo que había edificado laboriosamente durante todo el día.
“Cierto día descubrí un ‘reloj,’ que me fue una ayuda por muchos años, para aplicar este tiempo peligroso y no productivo de manera útil. Descubrí que todavía quedaban dos horas hasta la hora de la comida. Caminé de un lado a otro en mi celda, cinco pasos adelante y cinco pasos atrás y mientras hacía esto canté canciones del Reino. Cuando terminé la canción 30 la puerta se abrió y sirvieron la comida. Yo me había concentrado en el texto de las canciones y ni siquiera noté que el tiempo había pasado. Ese fue un descubrimiento que me salvó de experimentar monotonía y abatimiento por muchos años. Por varias semanas me concentré en completar mi caudal de cánticos del Reino. Cuando no sabía exactamente el texto, sencillamente componía una o dos estrofas. Usé melodías de canciones mundanas que me gustaban para hacer cánticos del Reino por medio de componer letra teocrática. Así, finalmente tuve en mi colección, todos numerados, 100 cánticos del Reino que podía cantar. Una canción duraba exactamente cuatro minutos, de modo que yo podía determinar con exactitud cuántas canciones tenía que cantar para abarcar cierta cantidad de tiempo. A través de los años cantaba por lo menos dos horas diariamente, que serían unos treinta cánticos del Reino. Así, una vez tuve la posibilidad de cantar el día entero desde la mañana hasta la noche cuando no me sentía con ganas de hacer nada más. ¡Qué abundancia de pensamientos animadores y edificantes contienen nuestros cánticos del Reino! Cuando uno usa el texto de cada canción como bosquejo puede fácilmente hacer un discurso de cada canción... otra posibilidad de llenar el tiempo sin sufrir espiritualmente. Se puede verdaderamente decir que nuestros cánticos del Reino son alimento al tiempo debido.
“Estoy muy agradecido a Jehová de que con la ayuda de su espíritu pude permanecer espiritualmente fuerte durante estos diez años sin comunicación con su organización. Quisiera animar a todos a mostrar aprecio debido a todo el alimento espiritual que se nos da, puesto que no sabemos precisamente cómo nos será valioso en algún tiempo. Si con regularidad consumimos el alimento espiritual al debido tiempo, esto nos ayudará en tiempos de dificultades especiales, en las cuales estemos solos, a poner nuestra confianza en Jehová y a aguantar con firmeza del lado de él.”
Desde el 1 de septiembre de 1955 hasta el 31 de agosto de 1961 la Sociedad mantuvo en Berlín Occidental una hermosa oficina sucursal, que hizo posible dar mejor atención a las circunstancias especiales de esta ciudad dividida. También resultó ser un buen arreglo el tener estrechos lazos de organización entre el Berlín Occidental y la Alemania Oriental.
Estos lazos entre los testigos de Jehová que vivían en la Alemania Oriental y el Berlín Oriental y en Occidente fueron afectados adversamente por un giro de acontecimientos de 1961 sobre el cual los Testigos no tuvieron control personalmente. Poco después de la guerra, una corriente cada vez mayor de refugiados salió de la Alemania Oriental y pasó al Berlín Occidental y a la Alemania Occidental, por lo general debido a no estar satisfechos con las normas del régimen. Puesto que las autoridades de la Alemania Oriental no permitían que sus ciudadanos viajaran hacia fuera del país, éstos cruzaban la “frontera verde” secretamente como refugiados. Las autoridades trataron de evitar este éxodo de refugiados aumentando los controles en la frontera, registrando a las personas en los trenes y en las calles y además aplicando leyes más estrictas contra “huir de la república.” Una manera comparativamente conveniente de cruzar a Occidente era por medio del sector oriental de Berlín. Para la primera mitad de 1961 el éxodo de refugiados había aumentado a 20.000 personas por mes; en julio pasó de 30.000. Un total de más de tres millones de residentes, la sexta parte de la población total, había dejado su propiedad y posesiones en la Alemania Oriental y huido como refugiados al Berlín Occidental y a la Alemania Occidental.
Para evitar que se siguiera abandonando su territorio, las autoridades comunistas tomaron acción rigurosa. Temprano en la mañana del 13 de agosto de 1961 comenzaron a construir un muro de cemento y alambre de púas, con un terreno nivelado llamado “la faja de la muerte” y sistemas de alarma automática y guardas, dispuestos a disparar, a lo largo de la frontera de 50 kilómetros de largo entre los sectores oriental y occidental de la ciudad así como a lo largo de la frontera de 120 kilómetros de largo entre los tres sectores occidentales y la Alemania Oriental. Esto apretó el lazo alrededor del Berlín Occidental y súbitamente detuvo el tráfico intenso que, a pesar de los controles, todavía se movía entre las dos secciones de la ciudad. Los testigos de Jehová que vivían en la Alemania Oriental ya no pudieron obtener literatura por medio de viajar a Berlín Occidental o comunicarse con la oficina sucursal allí, ni pudieron ir a las asambleas que se celebraban en la Alemania Occidental.
Por supuesto, el obtener literatura no había sido fácil siquiera antes. El llevar literatura a Alemania Oriental estaba prohibido por las autoridades comunistas, y por lo tanto podía ser castigado. Cuando en los hermanos se encontraba la literatura bíblica de la Sociedad durante los registros que se hacían en la frontera, tenían que enfrentarse a largos términos de prisión. Por lo tanto, aquellos viajes exigían fuerte fe y confianza completa en Jehová.
Desde el principio de la persecución en 1950 hasta que se construyó el “Muro de Berlín” en 1961, las autoridades de la Alemania Oriental arrestaron a 2.897 testigos de Jehová; 2.202 de ellos, incluso 674 hermanas, fueron llevados delante de los tribunales y sentenciados a un total de 12.013 años en prisión o un promedio de cinco años y medio cada uno. Durante su aprisionamiento treinta y siete hermanos y trece hermanas murieron debido a maltrato, enfermedad, desnutrición y edad avanzada. Doce hermanos fueron originalmente sentenciados a cadena perpetua, pero esto fue más tarde reducido a quince años.
Los hermanos de la Alemania Oriental se ajustaron rápidamente a la nueva situación que produjo el “Muro de Berlín.” Se emplearon otros medios para suministrarles el alimento espiritual necesario y continuaron su ministerio cristiano con gran celo. Obviamente las autoridades comunistas no habían esperado esto. Trataron de penetrar en la organización plantando espías que visitaron a personas de las que sabían que eran testigos de Jehová y éstos afirmaron que eran hermanos enviados por la Sociedad para ayudar a ajustar la obra al cambio de circunstancias. Pero los hermanos estaban bien entrenados; inmediatamente reconocieron como espías a aquellos individuos.
Con el transcurso de los años disminuyó mucho el número de los hermanos que eran arrestados y sentenciados. Solo quince nuevos arrestos de los testigos de Jehová ocurrieron en 1963 y nueve en 1964, mientras que durante los mismos dos años noventa y seis y cuarenta y ocho hermanos fueron puestos en libertad después de largos términos de prisión. En el verano de 1964 cuatro hermanos que habían estado en prisión por muchos años tuvieron una sorpresa inesperada. Habiendo sido originalmente sentenciados a cadena perpetua, súbitamente fueron puestos en libertad y enviados a la Alemania Occidental. Llegaron precisamente a tiempo para una asamblea. Pensaban que estaban soñando. Solo unos cuantos días antes, habían estado en las lóbregas penitenciarias de la Alemania Oriental donde solo soñaban con poder reunirse con los hermanos en libertad. Y ahora estaban experimentando el cumplimiento súbito de este deseo que había estado escondido en su corazón. Dos de los hermanos, Friedrich Adler y Wilhelm Engel, eran miembros de la familia de Betel de Magdeburgo. Friedrich Adler fue arrestado y encerrado en prisión en 1950, dos meses antes que la obra fuera proscrita, mientras que Wilhelm Engel fue uno de los que fueron arrestados cuando Betel fue tomado el 30 de agosto de 1950. El hermano Engel fue entregado a la Cruz Roja de la frontera del Sector de Berlín debido a su mala salud. Inmediatamente fue llevado a un hospital donde murió pocas semanas después. Estos hermanos ya habían estado en prisión hasta nueve años bajo el régimen de Hitler y así habían aguantado en total veintitrés años de aprisionamiento debido a su fe. Friedrich Adler volvió a emprender el servicio de Betel, esta vez en Wiesbaden. Podía recordar, al mirar al pasado, una larga y activa vida en el servicio de tiempo cabal, pues ya había servido allá en los años veinte de hermano peregrino. Debilitado por su largo aprisionamiento, terminó su carrera terrestre en diciembre de 1970.
En noviembre de 1964 las autoridades comunistas asestaron un nuevo golpe a los hermanos de la Alemania Oriental. Algún tiempo antes de esto se había introducido el reclutamiento militar para todos los ciudadanos. Los hermanos jóvenes habían rehusado rendir servicio militar, pero por lo general se les trató con consideración y su actitud fue respetada. Pero ahora, súbitamente, bajo el manto de la oscuridad matinal, 142 hermanos fueron arrestados. Este cambio inesperado en la manera de tratar sus casos constituyó una prueba de fe para estos jóvenes hermanos. Fueron puestos en un campo de trabajo. Primero se trató de hacer que trabajaran como “soldados de construcción,” un tipo de servicio militar sustituto, pero ellos rehusaron unidamente hacer esto. A pesar de ser castigados permanecieron firmes, y aquellos intentos de obligarlos cesaron. Tuvieron que ejecutar fuerte trabajo en la construcción de ferrocarriles, trabajando desde las cuatro de la mañana hasta las nueve de la noche. Cuando no estaban trabajando recibían instrucción que tenía el propósito de convencerlos de que los hombres responsables entre los testigos de Jehová eran agentes de Occidente. La mayoría de los hermanos jóvenes se habían familiarizado con la verdad después que la obra había sido prohibida y las autoridades quedaron atónitas al encontrar personas jóvenes que sin temor se apegaban a los principios del verdadero cristianismo a pesar de la masiva adoctrinación de los jóvenes con ideas comunistas y ateas.
Durante 1965 aumentó rápidamente la vigilancia y el hostigamiento de nuestros hermanos por espías y agentes secretos del ministerio de la seguridad del Estado. Muchos hogares fueron sometidos a registro, y a los hermanos se les detenía en las calles y se les interrogaba. En automóviles y hogares, sí, hasta en los dormitorios de los hermanos, se instalaron sistemas secretos para escuchar lo que sucedía. Las autoridades se esforzaron por dar a los hermanos la impresión de que estaban enteradas de cuanto movimiento hacían los hermanos.
Por supuesto, las autoridades lograron obtener muchos detalles por medio de “escuchar” las conversaciones inocentes de los hermanos. Al conducir audiencias, la policía secreta trató de dar la apariencia de que la información que habían recogido acerca de la obra había sido recibida del “mundo capitalista,” así dando a entender que había cierta irreflexión entre los hermanos allí. De esa manera estaban tratando de sembrar semillas de duda y desconfianza en cuanto al Cuerpo Gobernante y los hermanos de las oficinas de la Sociedad. Pero los hermanos no se dejaron perturbar por esto y, con el transcurso del tiempo, empezaron a darse cuenta con cada vez mayor claridad de lo apretada que era la red de espionaje que se había tendido alrededor de ellos.
Esto se hizo especialmente notable cuando, cierto día de noviembre de 1965, temprano en la mañana, los hogares de hermanos por todo el país fueron ocupados por grupos de ocho agentes y sometidos a un registro por varias horas. Quince hermanos a quienes se consideraba “cabecillas” fueron arrestados y mantenidos en la cárcel por un período de entre nueve y trece meses hasta que se les presentó acusación y se les llevó a juicio. En 1966 recibieron sentencias de hasta doce años, con un promedio de más de siete años.
Mientras estos hermanos eran tratados como criminales desesperados, la policía secreta estaba a la caza de otros que habían estado predicando las buenas nuevas y reuniéndose para adorar a Jehová en grupitos tal como lo habían estado haciendo los hermanos que habían recibido sentencia. Les hicieron la oferta de que si entregaban un informe de su actividad y daban los nombres de los que participaban en el ministerio —esto con el propósito de seguridad del Estado— podrían continuar reuniéndose en grupitos, tener su literatura bíblica y mantenerse en comunicación con sus hermanos de otros países. Pero los hermanos rechazaron la oferta insincera de las autoridades. Uno de los agentes se quejó de este modo: “Pensábamos que les habíamos quitado sus líderes, pero ahora solo hemos logrado perder de vista su obra.”
En el transcurso de 1969, después de aproximadamente cuatro años de aprisionamiento, catorce de los quince hermanos arrestados en la campaña de 1965 fueron súbitamente puestos en libertad. La mayoría fueron enviados a la Alemania Occidental. El último del grupo fue arbitrariamente mantenido en prisión por otro año, hasta septiembre de 1970.
Desde entonces la policía secreta ha cambiado su táctica, y en la actualidad están usando las fuerzas regulares de la policía y otras agencias del Estado para causar dificultad a los hermanos. En algunas zonas la policía ha sentenciado a los hermanos a pagar elevadas multas por supuestamente perturbar la paz cuando han predicado o se han reunido. Varios hermanos pudieron lograr que se les suspendieran estas multas apelando a la garantía constitucional de libertad de cultos y exigiendo que se les permitiera enfrentarse a los testigos cuya paz había sido perturbada. Por supuesto, aquellos testigos no existían.
En otras localidades las autoridades han tratado de ejercer presión en los hermanos echándolos de sus hogares y colocándolos en alojamiento de tipo inferior, dándoles trabajo seglar de poca paga y negando a los hermanos jóvenes entrenamiento especializado para varios trabajos.
Desde que la obra en Alemania Oriental fue separada del mundo exterior al construirse el “Muro de Berlín” en 1961, muchos miles de personas han oído las buenas nuevas, aprendido la verdad, se han dedicado y bautizado. Son prueba viviente del hecho de que el espíritu de Jehová no puede ser restringido, ni siquiera por muros y fortalezas de hechura humana. Así, los testigos de Jehová de la Alemania Oriental que han estado trabajando y viviendo bajo proscripción y gran dificultad por más de veintitrés años ya, pueden decir junto con el rey David: “Y por mi Dios puedo trepar un muro.”—Sal. 18:29.
CAMPAÑAS PRÓSPERAS DE PREDICACIÓN
En la Alemania Occidental, durante este tiempo, el mensaje del Reino estaba siendo llamado prominentemente a la atención del público vez tras vez. La campaña de La Atalaya en 1949 colocó un fundamento para conseguir que el alimento espiritual penetrara en los hogares de decenas de millares de personas con regularidad. A todo el que asistía al estudio de La Atalaya, y a toda persona que mostraba interés se le había de ofrecer La Atalaya en suscripción. ¿Alcanzamos nuestra meta? ¡En el año de servicio de 1949 obtuvimos 59.475 suscripciones, una cifra que nunca hemos logrado desde entonces!
La obra con las revistas en la calle fue otro medio por el cual el mensaje vital del reino de Dios se mantuvo ante el ojo del público. Esta actividad fue también una espina en los ojos del clero. En la Baviera católica se intentó evitar la obra con las revistas en las calles por medio de aprobar leyes y reglamentos de tráfico. Se alegó que ciertos grupos religiosos se sentían hostigados. Pero fueron silenciados cuando los estados de Baviera y Hesse emitieron una declaración a todos los oficiales de la policía en 1954 diciendo que el ministerio según lo efectúan los testigos de Jehová no está sujeto a restricciones legales.
Para los meses de verano de julio y agosto de 1956 se planeó una campaña especial para llevar el mensaje del Reino a todo territorio no asignado. Los hermanos trabajaron con entusiasmo sin precedente, trabajando por lo menos el 80 por ciento de todo el territorio no asignado. Hubo muy pocas personas de la Alemania Occidental aquel año que no fueran visitadas por un ministro de las buenas nuevas. No obstante, a menudo había oposición, especialmente en zonas rurales, como podemos ver del siguiente informe: “La entera aldea se alborotó. Había jóvenes que nos seguían de casa en casa y nos presentaban con el objeto de hacer que la gente nos despidiera inmediatamente. Fue imposible colocar siquiera un solo libro en toda la aldea.”
Una semana más tarde la misma congregación trabajó otra aldea en el mismo territorio. Los publicadores se reunieron en la estación del tren, consideraron el texto diario juntos y entonces consideraron las introducciones que utilizarían en su testificación. Un hombre se acercó a los publicadores y empezó a escuchar. Se le dio un testimonio como lo haría un testigo de Jehová a su puerta. Cuando el hermano terminó, el extranjero sacó su cartera y dijo: “Quisiera tener esos libros.” Resultó que aquel hombre vivía en la aldea donde, una semana antes, ni un solo libro se había colocado. A pesar de la oposición en las zonas rurales donde el clero todavía tenía cierta influencia entre los aldeanos, durante estos dos meses se colocaron 166 por ciento más libros y 60 por ciento más revistas que durante los mismos meses del año anterior.
Además de aquellas campañas había otras en que se daba prominencia a tratados y folletos. En la Asamblea Internacional “Voluntad Divina” de 1958 en Nueva York se adoptó una resolución impresionante. Se hicieron planes para distribuirla mundialmente en diciembre y setenta millones de ejemplares se imprimieron en cincuenta idiomas; siete millones se imprimieron en alemán. Estos tratados fueron entregados personalmente al amo de casa, con solo unas cuantas palabras de introducción. Cuando los sacerdotes de las zonas católicas se daban cuenta de lo que estaba siendo distribuido, daban la advertencia a los aldeanos. Pero después de cuatro semanas de actividad celosa hubo razón para gozo y regocijo porque, puesto que esto fue una buena oportunidad para iniciar a los nuevos en el ministerio del campo, la mayoría de las congregaciones pudieron informar un aumento en publicadores de 10 a 50 por ciento y un aumento de 11,6 por ciento se alcanzó por todo el país.
SE LES DA “LA LENGUA DE LOS ENSEÑADOS”
A medida que aumentó el número de trabajadores anuentes que continuaron entrando en la organización de Jehová, él hizo provisión por medio de su clase del ‘esclavo fiel’ para suministrarles a todos, jóvenes y viejos, el entrenamiento necesario. El resultado ha sido que sus siervos han llegado a tener “la lengua de los enseñados.” (Isa. 50:4) Esto ha contribuido al aumento. El mundo también ha notado el efecto que este entrenamiento ha tenido en los Testigos. Por ejemplo, un periódico informó que Ingo Rücker, de once años de edad, había ganado un concurso de lectura en Recklinghausen. “Solo las personas de afuera se sorprenderían, porque fundamentalmente no había manera de evitar su victoria. Ingo Rücker, de once años de edad, ha estado obteniendo puntos extras para el concurso por tres años: En la escuela del ministerio de los testigos de Jehová . . . Fue el mejor lector en la Escuela Josef, aunque fue una contienda fuerte hasta el mismo fin entre él y una joven que también asiste a la escuela del ministerio.” Un superintendente de circuito, después de visitar la congregación de Lörrach, escribió: “Algo especial sucedió el martes por la noche. Mientras se presentaban las asignaciones de las hermanas, una hermana de edad avanzada súbitamente subió al escenario. No solo sostuvo una conversación con afluencia, sin notas y con solo la Biblia en la mano; también observó todas las reglas del habla. Cuando le preguntamos a la hermana su edad, nos dijo que acababa de cumplir noventa años solo unas semanas antes.”
Como provisión importante en este entrenamiento progresivo se comenzó la primera clase de la Escuela del Ministerio del Reino el 13 de noviembre de 1960, para suministrar entrenamiento adelantado para superintendentes de las congregaciones. Esto ahora ha sido expandido a tres escuelas, en Wiesbaden, Hamburgo y Munich.
1948... Y VEINTE AÑOS DESPUÉS
Hubo años de gran aumento en el número de proclamadores de las buenas nuevas, pero también algunos años sin aumento. El año de servicio de 1948 terminó con un aumento de 83 por ciento. El promedio mensual de horas fue de dieciséis por publicador. El aumento se sostuvo durante los años siguientes; en 1949 un aumento de 33 por ciento, en 1950 un aumento de 23 por ciento, y en 1951 un aumento de 26 por ciento.
Entretanto la tensión y las dificultades económicas continuaron y el número de desempleados aumentó a más de dos millones para mediados de febrero de 1950. Al fin de septiembre de 1952 el número de desempleados era todavía de 1.249.000. Desde entonces en adelante, el desempleo comenzó a disminuir, lentamente al principio, y después con mayor rapidez.
Otro cambio también se hizo manifiesto. El número de publicadores de congregación activos continuó creciendo de año en año, pero el número de predicadores de tiempo cabal de las buenas nuevas no se mantuvo a ese paso. Al contrario, en 1955 había 200 menos precursores que en 1950, mientras que había 21.641 más publicadores, casi el doble de los que había en 1950. El punto bajo en esta tendencia se alcanzó en 1956; mientras que en 1950 el 4,4 por ciento de todos los publicadores estaban en el servicio de tiempo cabal, esto había bajado para este tiempo a 1,6 por ciento.
Con el tiempo Alemania llegó a ser una nación de abundancia. Había empleo pleno y el ampliamente aclamado “milagro económico.” Esto afectó el pensamiento de algunos que estaban asociados con los testigos de Jehová. Desde abril a julio de 1963 hubo una disminución en el número de publicadores y en las horas que se dedicaron al ministerio en el campo. En julio hubo 6.000 menos publicadores activos y se dedicaron 40.000 menos horas que en abril a la predicación.
La mayoría de los hermanos, por supuesto, perseveraron en el ministerio y disfrutaron de la bendición de su trabajo. Desde 1965 hasta 1967 se bautizaron 9.325 personas, pero todavía el número promedio de publicadores en 1967 contó con solo 400 más que en 1965, ¡mientras que el máximo de publicadores contó con 437 menos! Era obvio que algunos publicadores habían aflojado las manos debido al deseo de cosas materiales y estaban mostrando menos celo por haber dejado lugar al deseo de lo que el mundo podía ofrecer. Otros hasta se hicieron inactivos. Además, en el año de servicio de 1964, por ejemplo, 569 personas fueron expulsadas, la mayoría debido a inmoralidad. Solo 95 personas pidieron que se les restableciera.
En el año de servicio de 1968 comenzó a haber un cambio. La fuerte lucha que se llevó a cabo contra el materialismo estuvo evitando que las pérdidas fueran tan elevadas como antes. En todos los frentes hubo buen aumento. Ahora teníamos 466 precursores especiales, el número de precursores regulares había ascendido a 2.651 y alcanzamos un máximo de 7.163 que servían en la obra de predicación de tiempo cabal en algún tiempo durante el año. El año de servicio terminó con un aumento de 3 por ciento después de tres años de servicio sin aumento alguno. De nuevo estaba comenzando a haber adelanto.
Desde el 4 de julio hasta el 11 de agosto de 1968 tuvimos once asambleas de distrito. Se presentó a luz pública el libro La verdad que lleva a vida eterna. Gracias a la ayuda de la oficina de Brooklyn, pudimos regalar a cada publicador su propio ejemplar personal además de otros cinco ejemplares para que los distribuyera. En una campaña de agosto 139.471 libros se colocaron en manos de la gente, un nuevo máximo. La demanda era grande. Hasta el fin de marzo de 1973 en nuestra fábrica en Wiesbaden hemos impreso 2.900.115 ejemplares en alemán y 1.715.338 en otros cuatro idiomas. Debido al efecto de este libro y su color azul pronto muchos lo llamaron “la bomba azul.”
En las siguientes asambleas de circuito se escucharon interesantes experiencias acerca de la eficacia de este libro. Una hermana relató lo siguiente: “Cuando recibimos nuestros libros La verdad, poco sospeché cuán valiosa ayuda para el estudio de la Biblia estaba siendo puesta en nuestras manos. Inmediatamente comencé a preguntarle a la gente de mi pueblo durante mi servicio de casa en casa si les interesaría aprender dentro de poco tiempo los principios de la Biblia con la ayuda de este libro. Quedé atónita cuando una señora muy religiosa, de la cual yo sabía que ella y su hermana dirigían el coro de la iglesia, dijo: ‘Siempre ha sido mi deseo familiarizarme con la Biblia. Nunca tuve una oportunidad de hacer eso y me alegro de que usted esté dispuesta a ayudarme.’ ¡Casi no podía creerlo! Ahora ella ha estado estudiando con regularidad por dos meses y va progresando maravillosamente. . . . Una señora muy prominente y rica también estuvo dispuesta a estudiar la Biblia conmigo. La semana pasada me dijo: ‘Este libro realmente habla por sí mismo. Nunca he leído un libro más entendible.’ Ahora ha comenzado una verdadera reacción en cadena. Llena de celo fui a mi vecina para ayudarla también. Una señora ha comenzado a estudiar este mes y no menos de cuatro personas esperan hasta que un nuevo envío de libros llegue aquí y podamos hacer arreglos para una hora conveniente . . . Les puedo decir que en nuestro pueblo se dice que lo que está de moda hoy es estudiar la Biblia con los testigos de Jehová.”
Se hizo más fácil comenzar estudios bíblicos con este nuevo libro, como se ve por el hecho de que en 1969 el número de estudios bíblicos aumentó a 47.691. Durante el año 6.678 personas se bautizaron, la mejor cifra desde 1955. En mayo de 1970 alcanzamos 86.222 publicadores, que no solo fue el quinto máximo consecutivo de publicadores, sino también la primera vez que habíamos tenido más publicadores en mayo que en el mes anterior de abril. En octubre de aquel año alcanzamos otro máximo, esta vez 86.489 publicadores. Esto significaba un aumento de 7.718 publicadores en comparación con la cifra de publicadores de 1968. Este aumento rápido reflejaba la bendición de Jehová sobre sus siervos terrestres. Ciertamente no ha sido pequeño el papel que ha desempeñado el libro La verdad en la producción de este aumento.
ASAMBLEAS TIENEN PARTE PROMINENTE EN DAR EL TESTIMONIO
Las asambleas han desempeñado un papel importante en dar a conocer el nombre de Jehová y en aumentar el número de publicadores del Reino en Alemania. Desde la primera asamblea después de la guerra, celebrada en Nuremberg con una concurrencia de 9.000 personas, y la asamblea de 1948 en Cassel, hasta las asambleas de tiempos modernos a las cuales concurren más de 100.000 personas, se han hecho muchos cambios en la organización, se han resuelto problemas y se han desarrollado nuevas ideas.
En Francfort del Meno, del 24 al 26 de agosto de 1951 se reunieron delegados de veinticuatro naciones para la Asamblea “Adoración Limpia.” Pero antes que 34.542 delegados pudieran reunirse el viernes por la mañana se pasaron muchas horas de tensión nerviosa resolviendo problemas. ¿De qué naturaleza? Una cocina grande de la ciudad había prometido preparar nuestras comidas, pero a medida que se acercó el tiempo de la asamblea mostraron cada vez menos anuencia a hacerlo. ¿Qué se podía hacer? La Sociedad compró 51 grandes calderas de gas, carbón y vapor, cada una de las cuales podía contener 300 litros, y edificó su propia cocina. Puesto que no había el material necesario para convertir todas las calderas en calderas de gas, todas tuvieron que ser convertidas a calderas de vapor. Fue necesario pasar días soldando para conectar los tubos, que habían sido comprados de vendedores de hierro usado con la mayor de las dificultades. Algunas de las paredes de las calderas eran tan delgadas como papel y tuvieron que ser recubiertas. La otra gran cuestión fue dónde conseguir el vapor necesario. Negociamos con la compañía ferrocarrilera de Francfort y pudimos obtener el uso de una locomotora que estaba estacionada en un lugar que no estaba siendo utilizado. Esta locomotora no podía producir vapor de presión baja, sin embargo, y por lo tanto tuvimos que hallar una manera de reducir la presión del vapor a una veinticuatroava parte de lo que era. El problema fue finalmente resuelto, se abrió paso al vapor y dentro de quince minutos las calderas de vapor estuvieron listas para ser usadas. La prensa quedó atónita por lo que habíamos hecho. Sus informes, además de la celosa predicación de nuestros hermanos, contribuyeron a que hubiera 47.432 personas en concurrencia para oír el discurso público del hermano Knorr “¿Hará frente la religión a la crisis mundial?”
Sin duda el gran acontecimiento de 1953 fue la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo” en Nueva York. ¡Qué entusiasmados estuvieron los 284 hermanos de Alemania que pudieron asistir a ella! La asamblea de Nueva York tuvo su paralelo en Alemania en las dos asambleas que se celebraron en Nuremberg para la Alemania Occidental, y una semana más tarde en Berlín para los hermanos de allí y para los que venían de la Alemania Oriental. En Nuremberg se suministraron treinta y ocho tiendas de campaña para alojamiento en grandes números y más de mil tiendas particulares. También se hicieron esfuerzos por obtener habitaciones privadas, lo cual creó problemas para los clérigos de la ciudad. El Nürnberger Evangelischen Gemeindeblatt imprimió un artículo intitulado “Cuidado con la asamblea de los Testigos de Jehová.” En parte decía: “Ha surgido un problema especial por el hecho de que algunos miembros de la iglesia Evangélica han suministrado de buena fe alojamiento gratis a testigos de Jehová visitantes. En la mayoría de los casos oficiales de la iglesia han pedido a los que han hecho eso que cancelen sus invitaciones.” Pero esto se convirtió en un bumerang; debido a esto muchas personas estuvieron aun más dispuestas a ofrecernos alojamiento. ¡El clero ciertamente tuvo un problema!
Dos años más tarde se celebró en la misma ciudad, en los mismos terrenos de los Prados Zeppelin, la gran Asamblea Internacional “Reino Triunfante.” Fue una asamblea muy impresionante; hubo sesenta y dos naciones representadas en ella. Una plataforma extraordinaria dominaba los tremendos Prados Zeppelin. La tribuna de piedra tenía 300 metros de largo y una escalera de 75 escalones que cruzaba esta larga tribuna llevaba a una galería de 144 pilares que se extendía a lo largo de toda la distancia de 300 metros.
Además del alojamiento que se obtuvo en hoteles y en hogares particulares hubo una gigantesca ciudad de tiendas de campaña que suministró alojamiento en masa para 37.000 personas. Se levantaron tiendas grandes, en las cuales podían dormir 600 personas. Sacos llenos de paja sirvieron de colchones.
El viernes por la mañana se celebró un bautismo grande y 4.333 personas simbolizaron su dedicación por bautismo en agua. Entre estos nuevos hermanos hubo algunos de la Alemania Oriental, pues más de 4.000 habían venido de allí. El viernes por la noche la concurrencia oyó un programa de radio controlado por los comunistas que amenazó a todos los testigos de Jehová de la Alemania Oriental, que asistieran a las asambleas de Nuremberg o de Berlín, con ser arrestados al regresar. Pero miles rehusaron dejar que se les intimidara.
¿Cuántas personas asistieron al ampliamente anunciado discurso del hermano Knorr? La revista Neue Illustrierte, con fecha de 20 de agosto, escribió: “Los ‘Prados Zeppelin,’ sobre los cuales Hitler declaró una vez que acabaría con ‘los testigos de Jehová,’ estaban llenos a cabalidad.” Y lo estaban, porque 107.423 personas escucharon atentamente el tema “Conquista del mundo pronto... por el reino de Dios.” Más de veinte mil habitantes de Nuremberg habían venido. Precisamente cuando el presidente comenzó sus comentarios de conclusión empezó a llover —a cántaros— pero el auditorio permaneció en sus asientos, y para cuando el hermano Knorr había terminado, la lluvia había cesado. Entonces sucedió algo que los que estaban allí jamás olvidarán. Un tremendo arco iris apareció en los cielos. ¡Qué vista conmovedora! En despedida el hermano Knorr ondeó su pañuelo, y en respuesta todo el campo se transformó en lo que parecía un campo de flores blancas ondeantes. Muchos tenían lágrimas en los ojos. Fortalecidos en la fe y mejor equipados para seguir rindiendo servicio, la concurrencia de miles comenzó su viaje a casa.
La siguiente gran asamblea internacional se celebró en 1961 en Hamburgo, el más grande puerto de Alemania. No hubo pocos dolores de cabeza implicados en esto. El problema principal fue el terreno de la asamblea, que no era otra cosa sino una gran extensión de césped (80.000 metros cuadrados) ubicada en el parque más grande de la ciudad de Hamburgo. La asamblea comenzó con el acompañamiento de la lluvia que caía, y pronto el prado se convirtió en campos de lodo. ¡Y continuó lloviendo, desde el mismo primer día hasta el último día! Era inspirador ver a decenas de miles de personas entrando en el terreno de la asamblea cada día y escuchando el programa bajo un dosel de paraguas. En realidad, para sorpresa de los reporteros de los periódicos y los fotógrafos presentes, la asamblea no fue seriamente afectada por la lluvia y el lodo. El periódico Hamburger Morgenpost escribió: “Hay que admitir que casi todos exhiben felicidad, aun en el lodo y la lluvia. Están vestidos de manera colorida. Hay una cantidad sorprendentemente grande de jóvenes entre ellos. . . .” Un oficial de la policía le dijo a un representante de la oficina de la asamblea: “Aunque es la más grande asamblea que se ha celebrado en Hamburgo, no nos preocupamos en cuanto a si todo funcionará sin percance. Sabemos que ustedes pudieran fácilmente arreglárselas sin nosotros, pero pensamos que es buen entrenamiento para nuestros agentes y esperamos que no objeten a que estemos entre ustedes.”
Esta fue la última oportunidad que tuvieron nuestros hermanos de la Alemania Oriental de asistir a una asamblea, y hubo varios miles de ellos en ella. Diez días después se construyó el “Muro de Berlín” y la Cortina de Hierro se cerró más apretadamente.
Las lluvias causaron gran daño a los céspedes del parque, pero después que la asamblea terminó, toda la zona fue recubierta de nuevo terreno superior por los hermanos y el césped fue plantado de nuevo. Ahora el parque estaba hasta más hermoso que antes, y esto para beneficio de los funcionarios y el pueblo de Hamburgo. La manera en que el prado de su parque fue plantado de nuevo y la manera en que nuestros hermanos perseveraron durante la lluvia hicieron una profunda impresión en los habitantes de Hamburgo.
En 1963 la Asamblea “Buenas Nuevas Eternas” viajó alrededor del mundo, tocando en Alemania en Munich, la capital de Baviera. Los Prados Teresianos sirvieron de “Salón del Reino” para nosotros.
La obra preparatoria, así como la asamblea misma, hicieron una profunda impresión en Munich, incluso sus hombres de negocio y funcionarios. Un policía asignado a trabajar en el terreno de la asamblea le dijo a un hermano: “¿Sabe que me gusta estar aquí? Me siento tranquilo. Me gusta la sinceridad y franqueza de su gente. Es precisamente lo opuesto de la asamblea eucarística que se celebró aquí hace dos años.” Comparaciones de esta índole a menudo las hacían observadores honrados que eran francos en sus observaciones. Esas impresiones duran. Tres años más tarde un hombre de negocios de Munich le dijo a un hermano que sus compañeros de trabajo de una gran tienda de departamentos de Munich notaron que siempre que se celebraban grandes asambleas en Munich había un aumento en el robo en las tiendas. Durante nuestra asamblea estaban preparados para ese aumento y se sorprendieron cuando la asamblea no tuvo ningún efecto en absoluto en esto. Quedaron completamente desconcertados. Así fue que esta Asamblea “Buenas Nuevas Eternas,” como todas las asambleas anteriores, ayudó a dar a conocer el nombre, propósito y pueblo de Jehová.
A GENTE DE TODAS LAS NACIONES TIENEN QUE PREDICARSE LAS BUENAS NUEVAS
Alemania es solo una parte del campo mundial en el cual es necesario predicar las buenas nuevas. (Mar. 13:10) La Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower ha tenido mucho y buen éxito en el entrenamiento de misioneros y en enviarlos a varias partes de este campo mundial. El primer graduado de Galaad enviado a Alemania, Filip Hoffmann, llegó en 1949.
Otros cuatro vinieron en 1951. Al mirar al pasado ahora a menudo se divierten pensando en lo que debe haber pensado el hermano Frost cuando ellos se presentaron en Betel. Él le había pedido al hermano Knorr que enviara a algunos de los graduados a Alemania para que ayudaran a hacer la obra. Pero cuando vio a estos cuatro tienen que haberle parecido jovencitos, pues todos ellos tenían poco más de veinte años. En los años siguientes, un total de trece misioneros extranjeros finalmente recibieron asignaciones en Alemania. Once de éstos todavía están en el ministerio de tiempo cabal en varios países (una misionera murió en su asignación en 1972 después de veinte años de servicio fiel) y nueve de estos once todavía están ocupados trabajando en Alemania, en Betel o en el ministerio como viajantes. Tres de ellos vinieron de Suiza en 1956 cuando el departamento de traducción fue transferido de Berna a Wiesbaden, y todavía sirven en esa capacidad.
Alice Berner pertenece a este grupo de siervos que han servido por largo tiempo. Escuchemos brevemente la interesante carrera que ella ha tenido: “Empecé mi servicio de tiempo cabal en Suiza en enero de 1924 como precursora. Pero después de seis meses fui llamada al Betel de Zurich. Pronto fuimos transferidos al nuevo hogar Betel en Berna. Allí con el transcurso de los años estuve ocupada en muchos diferentes departamentos. En 1932 una nueva asignación me llevó a París, desde donde tuve un servicio interrumpido, pues a veces tenía que salir del país y trabajar en el servicio de precursora en Bélgica debido a que las autoridades de Francia no me daban un visado permanente. De esta manera permanecí unos tres años en París. En 1935 la Sociedad participó en la Exhibición Internacional de Bruselas donde tuve el privilegio de servir en el puesto de la literatura. Desde allí me llamaron de vuelta a Berna, donde trabajé de nuevo por diez años hasta que en 1946 recibí la gran llamada a asistir a la octava clase de Galaad. Después volví de nuevo a Suiza por otros diez años de servicio gozoso, y tras eso tres de nosotros recibimos una nueva asignación a Alemania. Quiero dar gracias a Jehová por toda su bondad para conmigo, al dejarme tener una vida feliz y rica, llena de maravillosas oportunidades en su servicio.” La hermana Berner todavía es un estímulo a los miembros de la familia de Betel mientras diariamente efectúa su trabajo de traducción.
Los misioneros que fueron enviados a Alemania fueron un incentivo para muchos hermanos alemanes en cuanto a desear asistir a la Escuela de Galaad e ir a la obra misional. Hasta ahora Alemania ha suministrado 183 graduados de Galaad. De éstos, veintinueve regresaron a su país de origen como precursores especiales, ministros viajantes o miembros de la familia de Betel, mientras que los otros han sido enviados a nuevos hogares esparcidos por todas partes de la Tierra.
Para los que estuvieron interesados en asistir a la Escuela de Galaad, se hizo un arreglo especial para ayudarles a mejorar su conocimiento del idioma inglés. Para la primavera de 1973 había dieciséis congregaciones de habla inglesa en Alemania, con 450 publicadores y 130 siervos de tiempo cabal. Los que se preparan para Galaad son asignados a estas congregaciones donde pueden participar en las reuniones y salir al ministerio del campo en territorio de habla inglesa. Desde la formación de la primera congregación inglesa en Wiesbaden en 1967 unas 250 personas han sido bautizadas.
Durante los últimos años unos noventa y cinco precursores especiales de Alemania han sido enviados a países europeos o africanos para continuar su obra de precursores especiales allí. Algunos estuvieron anuentes a servir en campos extranjeros, aunque no tenían conocimiento del lenguaje extranjero que necesitarían. No obstante, estaban dispuestos a hacer esfuerzos especiales para aprender un nuevo idioma para poder servir en países donde se necesitara su ayuda. Por ejemplo, cuatro precursores especiales recibieron un curso de emergencia de una semana en francés en el Betel de Wiesbaden antes de ser enviados a Chad, África. Naturalmente, tuvieron que continuar estudiando el idioma allí, pero pronto pudieron hacerse entender y pudieron continuar su ministerio bajo el ardiente sol africano.
En los últimos años ha habido también grandes cantidades de personas de otros países que se han mudado a Alemania. Debido al auge económico, el gobierno decidió traer obreros del extranjero, y el buen salario que se ofreció atrajo a muchos “obreros invitados.” En 1962 ya había 700.000 personas de Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía, España y Portugal empleados aquí, y en la mayoría de estos países la predicación se había efectuado solo bajo la mayor de las dificultades. Este fue un nuevo campo de actividad para nosotros y continuó expandiéndose. Las estadísticas para septiembre de 1972 mostraron que había 2.352.392 extranjeros empleados en Alemania. De éstos, por ejemplo, 474.934 son de Yugoslavia y 511.104 de Turquía.
Muchos hermanos estuvieron dispuestos a aprender idiomas extranjeros para poder ayudar a estas personas a oír y entender el mensaje del Reino. El hambre de la verdad era verdaderamente grande entre estos trabajadores invitados y hubo muchas interesantes experiencias con ellos. Un superintendente de circuito informó que obtuvo alguna literatura en español, y colocó más de cien folletos y seis libros en un tiempo comparativamente corto. Dijo: “La mayoría de los españoles a quienes ofrecí los folletos tomaron los quince diferentes que tenía disponible.”
Pronto se formaron congregaciones de habla extranjera, la primera de las cuales fue una congregación griega en Munich el 1 de mayo de 1962. Para mayo de 1973 había 1.560 publicadores de habla griega divididos en dos circuitos. La primera congregación de habla española se formó en Francfort en 1964, y la primera congregación italiana en Colonia. Para el verano de 1973 el circuito de habla española tenía 660 publicadores y el circuito italiano informaba 1.000 publicadores además de 45 siervos de tiempo cabal. Tenemos también grupos turcos y yugoslavos. Para muchos el “paraíso económico” que buscaban en Alemania ha resultado ser un “paraíso espiritual” mucho más valioso.
Después de aprender la verdad muchos de nuestros nuevos hermanos regresan a sus países nativos llenos del deseo de llevar la verdad a sus parientes y vecinos. Por ejemplo, un hermano de Sicilia se bautizó en Colonia en octubre de 1965. En diciembre fue a visitar a su familia y naturalmente les habló a ellos y a todos sus parientes y conocidos acerca de la verdad. Al fin de abril de 1966 tuvo que regresar a Alemania para que le sellaran su pasaporte. Pero informó que había hallado a cuatro personas que estaban tan profundamente interesadas en la verdad que tenía que regresar a su país inmediatamente para continuar estudiando con ellas. Su meta era comenzar un estudio de libro de congregación allí. Nunca se había predicado en aquella aldea. El más cercano testigo de Jehová vivía a cien kilómetros de allí.
EXPANSIÓN... VISTA POR LA FAMILIA DE BETEL
La oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower en Wiesbaden se ha mantenido ocupada como resultado de la obra que han hecho los testigos de Jehová por toda Alemania. Puesto que es de aquí que viene su surtido de literatura, los hermanos están profundamente interesados en este lugar, y grandes números de ellos vienen a visitar el hogar Betel y la fábrica. El hermano que atiende a los visitantes puede decirle que, especialmente en los días festivos, a miles de visitantes se les da un recorrido del hogar Betel y la fábrica. En una ocasión vinieron más de 4.000. ¡Afuera había cincuenta y un autobuses! A los hermanos de países extranjeros también les gusta visitarnos. Hace unos años un caballero visitó en gira a Betel y después se le estimuló a comenzar a estudiar la Biblia. Se desarrolló correspondencia entre un hermano de Betel y este caballero, que más tarde aceptó la verdad, se bautizó, entró en el servicio de tiempo cabal y hoy sirve de superintendente de circuito.
Los que de hecho viven y trabajan en Betel han disfrutado de muchas bendiciones a través de los años. Han visto la ampliación de las instalaciones y servicios de la Sociedad, el nuevo trabajo que se ha emprendido, las preparaciones para actividades especiales... y ha sido su privilegio estar en el centro de toda esta actividad. En otras ocasiones también se les ha pedido a otros que ayuden.
En el invierno de 1951/52, por ejemplo, se comenzó la construcción de un nuevo anexo para ampliar las instalaciones y servicios de la sucursal. Esto mantuvo ocupados a los hermanos todo el día y a veces hasta tarde en la noche, en medio de nieve, lluvia y viento. Unos veinte hermanos fueron llamados a Betel para ayudar. En las noches, después de sus horas regulares de trabajo, muchos miembros de la familia de Betel también participaron en la construcción.
Hubo verdadero regocijo entonces cuando una prensa rotativa llegó de la sucursal suiza en Berna. ¡Pero ésta no era cualquier prensa rotativa! Era la primera prensa que se había utilizado para imprimir libros allá en la sucursal de Magdeburgo en 1928. Después de la proscripción nazi había sido llevada a Praga, Checoslovaquia, desde donde fue llevada, pocos años después, a Berna para que no cayera en manos de los nazis. Ahora estaba de regreso en una sucursal alemana y hoy, a pesar de lo vieja que es, todavía está ocupada imprimiendo libros o hasta 7.000 revistas por hora.
Otra causa de gozo fue la aparición de la revista ¡Despertad! alemana en su edición de 32 páginas el 8 de enero de 1953. Desde este número comenzó la distribución de esta revista en Alemania. Logró mucho en cuanto a aumentar el celo de los hermanos por la obra con las revistas.
El hogar Betel en Wiesbaden siguió en expansión. En 1956 hubo un máximo de 50.530 publicadores y éstos distribuyeron 1,3 millones de ejemplares de literatura. El siguiente año de servicio el máximo fue de 56.883. El hermano Knorr llegó a Wiesbaden al fin de noviembre de 1956 en una visita por vuelo de menos de veinticuatro horas. ¿Por qué? Él mismo explica en el informe suyo que se publicó en La Atalaya en inglés del 1 de mayo de 1957. “Aquí también el propósito de la visita fue trabajar en el problema de la expansión. Nuestro hogar Betel y nuestra fábrica actual son demasiado pequeños y llamamos a un arquitecto, un hermano. Con él trabajamos todo el día en el diseño de una fábrica y un hogar Betel más grandes. La Sociedad pudo comprar alguna propiedad de la ciudad de Wiesbaden, y después de considerable discusión las autoridades de la ciudad consintieron en que cambiáramos la ubicación de una calle, haciéndosenos así posible erigir nuestro nuevo edificio precisamente al lado del que tenemos actualmente, de modo que la calle queda en otra ubicación detrás de nuestro nuevo edificio. . . . El edificio será lo suficientemente grande como para alojar algunas nuevas prensas, que ahora están siendo construidas, pues el techo elevado nos da mucho espacio hacia arriba.”
En vez de tener la tradicional “Richtfest” con su bebida (algo que se celebra después que se completa la estructura o armazón de un edificio), se preparó una comida sabrosa para los obreros y los funcionarios de la construcción y se sirvió en el comedor del hogar Betel. Nuestros hermanos les sirvieron y los invitados se sentaron alrededor de mesas cubiertas con manteles blancos. Oyeron un discurso que explicaba el propósito del edificio, la actividad de los testigos de Jehová en general, y cómo se había tratado con el asunto financiero del proyecto del edificio. Miembros de la familia de Betel presentaron un programa musical. La mayoría de los huéspedes llegó a una opinión completamente diferente acerca de los testigos de Jehová y su actividad. El delicioso alimento que se sirvió y la manera en que todos fueron tratados como iguales fue tema de conversación entre los obreros de construcción en Wiesbaden hasta años después. Al fin de la comida cada uno recibió como regalo un libro y un folleto. Algunos de los obreros que debido a prejuicio no habían asistido a la cena vinieron al día siguiente y preguntaron si por lo menos podían tener el libro de regalo. El que se perdieran la comida fue su propia culpa; ahora era asunto de ellos el recibir alimento espiritual con ayuda de la publicación que se les regalaba.
En enero de 1959 se comenzó a mudar al nuevo edificio los diferentes departamentos.
Mientras tanto, como relata Günter Künz, el superintendente de la fábrica, “continuamos recibiendo mejor equipo para producir libros, revistas y otro material impreso. En 1958 recibimos las máquinas de encuadernación que anteriormente habían sido usadas en Berna, Suiza. Era posible encuadernar hasta 5.000 libros por día. Con el transcurso de los años el hermano Knorr dio permiso para reemplazar la mayoría de estas máquinas, que ya habían estado en uso por unos cuarenta años.” De esa manera, para 1973 fue posible aumentar en gran medida la producción de libros.
Los hermanos de la oficina de producción calcularon una vez que en los últimos meses de 1966, cuando se imprimieron 61.622 ejemplares del libro Babilonia, 500.796 ejemplares de ‘Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta’ y 98.885 Anuarios, si estos libros se hubiesen colocado uno sobre otro hubieran hecho una torre que se hubiera extendido por quince kilómetros hacia arriba. Aquello era un logro emocionante. Para suministrar a las congregaciones la literatura necesaria, la producción a menudo se efectuaba a velocidad máxima. En la primavera de 1968, veintidós obreros extras fueron llamados temporáneamente a Betel para ayudar a terminar el libro ¿Llegó a existir el hombre por evolución, o por creación? El taller de encuadernación trabajó en dos tandas y diariamente se produjeron 10.000 libros. Inmediatamente fueron enviados a las congregaciones de modo que este nuevo libro se usara durante la campaña de mayo para que la gente conociera la verdad en cuanto a este tema. El duro trabajo fue recompensado, pues colocamos 136.525 libros, la cifra más elevada desde 1963.
En 1968 el hermano Knorr visitó a Wiesbaden dos veces. Su primera visita fue en junio, y, para gozo de la familia, anunció que se estaban comprando para nuestra fábrica una nueva prensa rotativa y tres nuevas máquinas para el taller de encuadernación. Poco después dos de estas máquinas fueron instaladas y puestas en funcionamiento. Durante su visita de noviembre el hermano Knorr hizo arreglos extensos para aumentar la cantidad de trabajo que estábamos efectuando en la fábrica. Los hermanos comenzaron a trabajar en dos tandas, de manera que de quince a veinte trabajaban de noche. El hermano Knorr había llamado nuestra atención a la importancia de mantener en buena condición la espiritualidad, de modo que se formó una congregación especial para provecho de los hermanos que estaban en la tanda nocturna, que, de otro modo, no hubieran podido asistir a las reuniones. Sus reuniones se celebraron durante el día. La producción de libros aumentó y pudimos encargarnos de la producción de libros para los hermanos holandeses, daneses, noruegos y suecos. Con otras nuevas máquinas pudimos producir unos 20.000 libros diariamente en dos tandas. El año 1969 había de ser otro año ocupado y productivo, pues la producción iría a velocidad máxima y alcanzaría puntos máximos que nunca antes se habían logrado.
“¿Será más tarde de lo que usted cree?” fue el título de la ¡Despertad! alemana especial con fecha del 8 de abril de 1969. De las congregaciones llovieron constantemente los pedidos, y hubo que imprimir más y más revistas. De hecho, nuestra fábrica imprimió 10.241.250 ejemplares. Los hermanos de ambas tandas hasta estuvieron dispuestos a trabajar tiempo extra, porque además de las revistas fue necesario producir una gran cantidad de libros (para el fin del año de servicio de 1969 se produjeron 3.343.304 libros, seis veces la cantidad que se había producido en 1966). Nuestras máquinas estuvieron funcionando casi todo el día y la noche. Por varios meses trabajamos en dos tandas, comimos en dos tandas y dormimos en dos tandas. Fue un tiempo en que estuvimos muy ocupados, pero también fue muy satisfactorio y feliz.
El hermano del departamento de precursores se alegró mucho cuando descubrió que en abril había habido 11.454 precursores temporeros, además de los 1.959 precursores regulares.
Durante el año de servicio de 1969 unos cuarenta millones de piezas de literatura —revistas, libros y folletos— se produjeron. El envío de unas 2.000 toneladas de revistas y libros, además de otras piezas de literatura, fue, por supuesto, costoso. Para reducir estos gastos comenzamos a entregar la literatura con nuestros propios camiones el 3 de diciembre de 1959. Albert Kamm, que ha estado en este departamento desde el mismo principio, relata lo siguiente: “Por todas partes la gente está interesada en saber lo que tenemos en nuestros camiones: La policía, los que atienden las gasolineras, los funcionarios de la aduana, hasta personas que detenemos para pedirles direcciones. Siempre se sorprenden cuando les decimos que el camión está lleno de revistas La Atalaya y ¡Despertad! Cuando uno les dice en conversación que tenemos cinco de estos grandes camiones y otros dos un poco menores, y que están llenos de revistas, entonces se puede ver la sorpresa en sus rostros. A menudo uno puede dar un buen testimonio. Cuando regresamos dos semanas después, a muchos todavía se les hace difícil captar el hecho de que La Atalaya ya ha regresado.”
Wiesbaden está ubicada en un lugar central y por eso nuestros camiones tienen once rutas en Alemania. Los largos viajes abarcan de 1.200 a 1.530 kilómetros. Cada camión viaja unos 70.000 a 80.000 kilómetros anualmente. Libros impresos en Wiesbaden también se entregan a Luxemburgo, los Países Bajos, Bélgica, Suiza y Austria.
Mientras la fábrica funcionaba a velocidad máxima, durante 1969 se efectúo más trabajo de construcción. La sección del desván de la parte vieja del edificio fue convertida en trece nuevas habitaciones. El trabajo fue hecho por hermanos que se alegraron de dedicar su tiempo, fuerzas y habilidades a Betel temporáneamente. El mobiliario para las habitaciones, como las camas, armarios, y así por el estilo, fue construido en nuestro taller de carpintería.
A pesar de esta obra de construcción el hogar de Betel todavía era demasiado pequeño. En mayo de 1970 el hermano Knorr y el hermano Larson, superintendente de la fábrica de Brooklyn, nos visitaron por aproximadamente una semana. Mientras examinaba el hogar y la fábrica, el hermano Knorr decidió que resultaría en los mejores intereses de la obra ampliar las instalaciones y servicios. Esto significaba mucho trabajo para Richard Kelsey, quien había comenzado a servir como el nuevo superintendente de sucursal en el otoño de 1969. Se hizo un contrato con una firma para que efectuara el trabajo principal de construcción, mientras que el trabajo interior sería hecho por los hermanos. En el taller de carpintería Ferdinand Reiter preparó todo para hacer muebles para las nuevas habitaciones. Esto no era nada nuevo para él, porque allá en 1947 ya había ayudado a suministrar ventanas y puertas para la estructura desnuda del viejo edificio de aquel momento. Mientras tanto, se había puesto un poco más viejo, pero, a pesar de sus ochenta años (en segundo lugar entre los miembros de más edad de la familia), todavía es bastante robusto y trabaja cada día, poniendo un buen ejemplo. Los hermanos jóvenes hasta dicen: “Es difícil mantenerse al paso con Ferdinand.”
Esta expansión era verdaderamente necesaria. En abril de 1971 se alcanzó un nuevo máximo de 89.706 publicadores, y hubo 145.419 personas presentes en el Memorial. En junio tuvimos el mejor promedio de horas desde 1954. Hasta el fin del año de servicio de 1971 habíamos colocado diecinueve millones de Biblias, libros, folletos y revistas. Eso significaba, como promedio, una ayuda para el estudio de la Biblia por cada familia en la Alemania Occidental y el Berlín Occidental.
El 11 de febrero de 1972 fue un día memorable. ¿Por qué? A las diez de la mañana llegaron de Brooklyn los primeros ejemplares de la edición alemana de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. ¡Cuánto nos regocijamos! Inmediatamente se hicieron arreglos para tener una campaña con la Biblia durante mayo y junio. Las congregaciones entregaron noticias a los periódicos de sus territorios. Estos artículos ayudaron a llamar la atención de toda persona a la Traducción del Nuevo Mundo. Algunos titulares decían: “Gran demanda de nueva traducción de la Biblia,” “96.000 ministros efectuarán ‘campaña bíblica,’” “Testigos de Jehová llevan a cada familia una Biblia.” Hasta periódicos y revistas religiosos respondieron y ayudaron, a su manera, a llamar la atención de los miembros de sus iglesias a esta Biblia. El Evangelische Gemeindeblatt de Wurtemberg, por ejemplo, escribió: “La primera edición de la traducción alemana ha sido impresa en la extraordinaria cantidad de 1 millón de ejemplares. La demanda de Biblias de Lutero aquí en Alemania es de unos 500.000 ejemplares al año. Los testigos de Jehová ciertamente no han planeado encargarse de sus propias necesidades de Biblias para los años del futuro. Con su usual industriosidad se espera que usen esta nueva publicación para una extensa campaña. . . . Además de esta Biblia, que cuesta solo 5 marcos alemanes, . . . se estimula a los compradores a tener un estudio bíblico y los vendedores ofrecen conducir ese estudio en la casa del comprador.” El Katholische Sonntagsblatt publicó el mismo artículo. La publicación de la Traducción del Nuevo Mundo y su distribución fueron verdaderamente un punto prominente en el año de servicio de 1972.
Para el principio del año de servicio de 1973 había 95.975 proclamadores de las buenas nuevas en la Alemania Occidental y el Berlín Occidental, y la producción de literatura para satisfacer sus necesidades alcanzó nuevos máximos. Durante el año de servicio se imprimieron y encuadernaron diecisiete nuevos libros en la fábrica de Wiesbaden; algunos eran para Alemania, y otros eran para los países escandinavos y los Países Bajos. ¡Imagínese lo emocionada que se sintió la familia de Betel cuando se sacó el total de la producción... más de 3.500.000 libros en un solo año!
Y se han visto buenos resultados en la vida de los que recibieron estas publicaciones. Un muchacho de doce años, por ejemplo, se sintió tan movido por lo que aprendió que le pidió al Testigo que estudiaba con su madre que lo llevara consigo en el ministerio del campo. El Testigo explicó, por supuesto, que primero tendría que salir de Babilonia la Grande, haciendo que removieran su nombre de la lista de miembros de la iglesia. El mismo día siguiente, durante un receso de la escuela, el muchacho, sintiendo la urgencia del asunto, fue a la oficina municipal para llenar el formulario debido. El funcionario le dijo al niño que volviera a otra hora, puesto que no podía atender el asunto entonces. Aquella tarde cuando cerró la escuela, él volvió a la oficina. De nuevo el funcionario trató de postergar el asunto, diciendo que era necesario que la madre del muchacho firmara el formulario, de modo que tendría que venir en otra ocasión. El muchacho le solicitó urgentemente al funcionario que llamara por teléfono a su madre y le pidiera que viniera en aquel momento. El funcionario hizo la llamada, pero sencillamente sugirió que ella viniera a alguna hora conveniente con el muchacho para ver qué se podía hacer en cuanto a aquello. Ante eso, el chico protestó en alta voz, dirigiendo la voz al teléfono: “¡No, mamá, ven ahora mismo!” Ella lo hizo, trayendo consigo a su hijo más joven. Los formularios fueron llenados y firmados. Entonces ella dijo: “Bueno, ya que estamos aquí, vamos a salirnos nosotros también.”
En la oficina de la Sociedad los hermanos observaron con mucho interés los informes que vinieron durante el año. Hubo 150.313 personas en el Memorial en la Alemania Occidental y 7.911 en el Berlín Occidental. Mes por mes hubo un aumento notable en el número de las personas bautizadas. Para julio había 5.209, en comparación con 3.812 para el mismo tiempo del año anterior. Al fin del año de servicio de 1973, esto había ascendido al total de 6.472 más personas que se habían declarado de parte de Jehová. Para ese tiempo, 98.551 personas participaban en proclamar públicamente el reino de Dios como la esperanza de la humanidad en la Alemania Occidental y el Berlín Occidental.
PAZ EN LA TIERRA... PERO SOLO POR EL REINO DE DIOS
Allá en 1939 Adolfo Hitler había escogido “La Paz” como lema de su día de fiesta anual del Reich. Se emitieron monedas conmemorativas y estampillas especiales para este “Día de la Paz del Partido del Reich.” Pero la celebración fue cancelada debido al estallido de la guerra. Treinta años más tarde, en agosto de 1969, en los Prados Zeppelin de Nuremberg, es decir, en el mismo terreno donde había de haberse celebrado treinta años antes el “Día de la Paz del Partido del Reich,” se celebró la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” de los Testigos de Jehová.
Un total combinado de 130.000 delegados recibió alguna clase de alojamiento en esta asamblea. Para hacer posible esto, con un año de anterioridad los Testigos alquilaron más de 60.000 metros cuadrados de tiendas, para poder erigir cuarenta y ocho grandes tiendas. Con aproximadamente año y medio de anterioridad también le habían pedido a la ciudad de Nuremberg que les alquilara todos los auditorios escolares y salones atléticos de la ciudad para utilizarlos como dormitorios. Temprano en el otoño del año anterior se había hecho también trabajo preparatorio para la cafetería.
Cuando la asamblea comenzó, hubo presentes delegados de setenta y ocho diferentes países. El programa mismo de la asamblea no se presentó solo en alemán, sino también en griego, croata, holandés, esloveno y turco. Aquí se habían reunido personas de todas partes del globo terráqueo y moraban juntas en paz, disfrutando de los afectuosos lazos de la hermandad cristiana.
Desde la gigantesca tribuna de piedra, donde los líderes del Partido Nazi habían una vez soñado con un “reinado de mil años,” el hermano Knorr pronunció a 150.645 escuchas el discurso público “La paz de mil años que se aproxima.” Pero no se puso a animar a su auditorio a soñar acerca de lo que los hombres pudieran afirmar que podían hacer. Señaló al único medio por el cual vendrá alguna vez la paz duradera a la humanidad, a saber, el reino de Dios en las manos de su Hijo Jesucristo. ¡Y mostró con las Escrituras que la entrada de esa era de paz está cerca!
PREPARACIÓN PARA LA VICTORIA DIVINA
Los testigos de Jehová, convencidos firmemente de que está muy cercano el tiempo en que Dios saldrá victorioso de todos sus enemigos, planearon una serie de asambleas internacionales para 1973 con el tema de “Victoria Divina.” Dos de estas asambleas se celebraron en Alemania, y estuvieron presentes delegados de por lo menos setenta y cinco países. En el día final, cuando se presentó el discurso “Victoria Divina... su significado para la humanidad angustiada” en el estadio del Rin en Düsseldorf, hubo un auditorio de 67.950 personas. Para el mismo discurso en la asamblea de cinco días en el Parque Olimpia de Munich, hubo 78.792 presentes. ¡Una concurrencia total de 146.742!
Cincuenta años antes había sido en Munich que Hitler había tratado de subir al poder con su “putsch del Salón de Cerveza.” Ahora él y su régimen nazi se han ido, pero los testigos de Jehová, en cantidades cada vez mayores, continúan señalando con confianza al triunfo del reino de Dios.
Había sido también en Munich que atletas de muchos países habían competido en los Juegos Olímpicos de 1972. Aquel acontecimiento fue llamado una “Fiesta de la Paz,” pero, cuando el mundo piensa en ello, lo que muchos recuerdan más vívidamente es el derramamiento de sangre que aconteció, como reflejo de la lucha nacionalista del mundo. Recordando esto, un reportero escribió lo siguiente en el Münchner Arzeiger: “De pie en la hilera vacía del estadio cierto día antes que comenzara la Asamblea ‘Victoria Divina,’ e impresionado por la anuencia de los auxiliares que trabajaban allí (en total había 7.000), automáticamente tuve que pensar en el 5 de septiembre de 1972. En aquel tiempo la violencia y el asesinato penetraron en estos terrenos. En estos días lo han hecho los fieles, quienes, según su convicción, tratan de despertar lo que es bueno y noble en sus semejantes.” Los testigos de Jehová no estaban allí en el Parque Olimpia para competir, tratando de probar cada uno que él o su nación era mejor que los demás. Más bien, ‘andan en el nombre de Jehová’ el “Dios que da paz.” El amor a él es lo que los trajo de muchas naciones a esta asamblea, y ése es el mismo amor que los impulsa unidamente a magnificar el nombre de Dios y a esperar con anhelo el día en que será vindicado de todo oprobio.—Miq. 4:5; Rom. 15:33.
En estas asambleas se dio énfasis al hecho de que es vital que cada uno ‘tenga muy presente la presencia del día de Jehová,’ el “día” en que Dios ejecutara juicio en los inicuos y recompensará a sus siervos, el “día” de la victoria divina. (2 Ped. 3:11, 12) Se les recordó que, en imitación de Jesucristo, individualmente tienen que probar que son vencedores del mundo para disfrutar del favor divino cuando llegue aquel “día de Jehová.” (Juan 16:33) No deben permitir que se les moldee según el mundo, de modo que hagan las cosas a la manera de éste, ni pueden permitir que la indiferencia personal o el miedo a la reacción del mundo les haga retenerse de hacer la voluntad de Dios.
Los testigos de Jehová no salieron de la asamblea pensando que éste es un tiempo en el cual predicar menos, en vista de que ahora la Victoria Divina está tan cerca. Al contrario, fueron animados a utilizar plenamente el tiempo que queda, y se les suministró el equipo con el cual trabajar. Se bosquejó un programa para distribución internacional intensa de un tratado que llevaba el encabezamiento “¿Se le está acabando el tiempo a la humanidad?” Se les suministró un nuevo libro que en inglés llevaba el emocionante título de “God’s Kingdom of a Thousand Years Has Approached” (El reino de mil años de Dios se ha acercado). También recibieron el libro Verdadera paz y seguridad... ¿de qué fuente?, que enfoca la atención en la gran cuestión de la soberanía universal, una cuestión a que se encara toda criatura inteligente. Ya están compartiendo esta información con otras personas. Prescindiendo de las condiciones que se presenten en este mundo en dificultades antes que venga el fin, los testigos de Jehová se han resuelto a seguir adelante en la obra que Dios les ha dado, predicar las buenas nuevas de Su reino.
A través de los años, los testigos de Jehová en Alemania, como en todo otro lugar, se han visto sometidos a prueba. Esto no los ha sorprendido. Saben que su Amo y Señor Jesucristo sufrió persecución de manos de hombres inicuos, y esperan lo mismo. (Juan 15:20) Los testigos de Jehová entienden claramente la cuestión. Saben que Satanás el Diablo ha desafiado lo correcto de la soberanía de Jehová. Ha hecho públicamente la acusación de que los que sirven a Jehová no lo hacen por amor a Dios, sino egoístamente, con el fin de obtener ganancia personal. Satanás ha dado a entender que, al ponérseles bajo presión, ninguno demostrará que es apoyador leal de la soberanía de Jehová, y ese adversario de Dios y del hombre usa a hombres que se ponen a su disposición para tratar de probar su punto en la cuestión.—Luc. 22:31.
En contraste, los testigos de Jehová comprenden que todo lo que tienen y todas sus esperanzas para el futuro se deben a la bondad inmerecida de Jehová. Impulsados por amor genuino a su Creador, consideran un privilegio probarle su integridad, prescindiendo del costo personal. Porque rehúsan transigir con un mundo impío, muchos han perdido su empleo y sus hogares. Algunos han aguantado la pérdida de sus hijos y de su cónyuge. Otros han sido golpeados hasta quedar inconscientes con látigos de acero, se les ha hecho morir de inanición o han sido ejecutados por pelotones de fusilamiento.
Pero en todo esto, ¿quién ha salido victorioso? No el Diablo. Ni el mundo que está en su poder. En lugar de eso, son los testigos cristianos de Jehová, que han puesto su fe en el único Dios verdadero y en su Hijo. Como escribió el apóstol Juan: “Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que tiene fe en que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4, 5) Es cierto que algunos murieron a manos de los enemigos de Dios, pero, teniendo la esperanza de ser coherederos con Cristo en su reino celestial y vivir durante el tiempo de su presencia, fueron, “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,” resucitados a vida celestial inmortal... victoriosos sobre el mundo. (1 Cor. 15:51, 52) Otros, con esperanza de vivir en la Tierra en el nuevo orden de Dios, fueron temporariamente acostados en descanso, con la convicción de que Dios, que no puede mentir, los restaurará a la vida bajo el gobierno justo de Su reino. Otros miles de personas, con la ayuda de Dios, han sobrevivido los crueles ataques de Satanás y sus agentes visibles. Muchos de éstos todavía viven, todavía predican las buenas nuevas, todavía prueban su lealtad a Jehová. Y están resueltos a continuar en ese proceder fiel sin importar qué pruebas les vengan en los días del futuro.
Que todos los que lean este informe se sientan animados por él a mostrar aguante y perseverancia fiel. Recuerden estas palabras inspiradas del apóstol Pablo: “Alborocémonos mientras estamos en tribulaciones, puesto que sabemos que la tribulación produce aguante; el aguante, a su vez, una condición aprobada; la condición aprobada, a su vez, esperanza, y la esperanza no conduce a la desilusión; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por medio del espíritu santo, que nos fue dado.” (Rom. 5:3-5) Que su respuesta al amor de Dios lo mueva a hacer del cumplimiento de la voluntad de Dios la cosa más importante de su vida, con confianza plena en la Victoria Divina que ahora está tan cerca.
[Ilustración de las páginas 192 y 193]
Campo de concentración Sachsenhausen
Cuarteles de la SS
Patio de pasar lista
Edificio de celdas
Aislamiento
Cámara de gases
Lugar de las ejecuciones
Centro de despiojar
[Ilustración de la página 214]
Edificio obtenido por la Sociedad Watch Tower en Wiesbaden
[Ilustración de la página 243]
Hogar Betel e imprenta de la Sociedad Watch Tower en Wiesbaden, en 1973
[Ilustraciones de las páginas 250 y 251]
Hubo 67.950 personas en la Asamblea “Victoria Divina” en Düsseldorf (arriba); en Munich (abajo) hubo 78.792