Preguntas de los lectores
● ¿Por qué dice La Atalaya del 1 de mayo de 1980 (páginas 26, 27) que el “nuevo pacto” está llegando al fin de su operación, mientras que Hebreos 13:20 dice que este pacto es “un pacto eterno”?
La Atalaya declaró: “Es evidente que el nuevo pacto está llegando al fin de su operación, cuyo propósito ha sido producir 144.000 israelitas espirituales que reciban la aprobación de Dios para estar asociados con Jesucristo en el reino celestial, el gobierno ideal para la humanidad. Cuando el último de estos israelitas espirituales aprobados cese de ser uno de los ‘hombres’ debido a una muerte terrena y a una resurrección para participar en el reino celestial, entonces el oficio de mediador de Jesucristo también cesará.”
Note que La Atalaya no dijo que los beneficios de este nuevo pacto cesarían. Los que vivan en la Tierra se beneficiaran eternamente de que el nuevo pacto haya cumplido su propósito de producir 144.000 hijos espirituales de Dios que reinarán como coherederos con Cristo en los cielos. Se puede hacer la siguiente ilustración: Un hombre tal vez contrate a otro para que éste le edifique una casa. La casa se construye de acuerdo con los datos especificados, el pago se efectúa, y el contrato queda cumplido, pero los beneficios del contrato continúan recibiéndose indefinidamente en el futuro porque se puede disfrutar de la casa.
En Hebreos 13:20 el apóstol Pablo dice que Jehová resucita “al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno [griego: diatheke aionios], a nuestro Señor Jesús.” El Emphatic Diaglott traduce esto como “la sangre de un Pacto eónico” (interlineal: “que dura edades”). Los traductores de la Versión de los Setenta usaron esta misma expresión griega al traducir las palabras hebreas berith ohlam en Éxodo 31:16, con referencia a la ley sabática (parte del pacto de la Ley) que tuvo fin, aunque muchas traducciones se refieren a ésta también como un “pacto eterno.” (Éxo. 31:17; Versión de los Setenta; Col. 2:13-16) De manera semejante, el pacto con Aarón y sus hijos para un “sacerdocio perdurable” [hebreo: ohlam; griego: aionía] (Versión Moderna) era solamente “hasta tiempo indefinido” (Traducción del Nuevo Mundo).—Éxo. 40:15; Núm. 25:13; Heb. 7:11, 12.
La palabra hebrea ohlam y su equivalente griego aionios pueden significar para siempre en el sentido de que algo nunca tiene fin o pueden significar que algo dura indefinidamente en el futuro. El pacto de la Ley mosaica y el pacto para el sacerdocio levítico tuvieron fin después de tiempos de existencia no especificados, por haber cumplido su propósito, pero con beneficios duraderos. De igual manera, el nuevo pacto tendrá fin cuando todos los ungidos hayan sido resucitados a vida celestial con inmortalidad.
De manera similar, Jehová declaró que su promesa a Abrahán con relación a la ‘descendencia de la bendición’ sería “un pacto hasta tiempo indefinido” [hebreo: ohlam; Versión de los Setenta, en griego: aionion]; “pacto eterno” (Versión Moderna). (Gén. 17:7; 22:18) Una vez que el pacto de la Ley mosaica llegó a su fin cuando Jehová lo clavó al madero de tormento, el nuevo pacto lo reemplazó como complemento del pacto abrahámico. Al durar “hasta tiempo indefinido,” el pacto hecho con Abrahán se cumple cuando el último de los que componen la ‘descendencia [secundaria] de Abrahán’ recibe el galardón en el cielo y esta “descendencia” —Cristo y sus 144.000 corregentes— complete su asignación de mil años de proveer beneficios dadores de vida y un gobierno perfecto a la humanidad.—Gál. 3:16, 19, 29; Rev. 14:1; 20:6; 1 Cor. 15:24, 28.
● ¿Hay “cuatro jinetes del Apocalipsis”? ¿O hay cinco?
La frase: “los cuatro jinetes del Apocalipsis,” que el autor español Vicente Blasco Ibáñez popularizó como título de una novela inspirada por la I Guerra Mundial, fue tomada de la descripción que se halla en el capítulo seis de Revelación o el Apocalipsis.
En ese capítulo el apóstol Juan relata que en una visión vio ‘un caballo blanco y al que iba sentado sobre él,’ y se entiende que este jinete representa a Jesucristo que sale cabalgando como rey celestial. Entonces viene un jinete montado en un “caballo de color de fuego,” lo que representa guerra como la que estalló en 1914 E.C. Lo que se ve en tercer lugar es un caballo negro con un jinete, y esto representa enorme escasez de alimentos. El relato entonces añade: “Y vi, y, ¡miren! un caballo pálido; y el que iba sentado sobre él tenía el nombre Muerte. Y el Hades venía siguiéndolo de cerca.”—Rev. 6:1-8.a
Pero, ¿cómo seguía el Hades a la Muerte? ¿Cabalgaba el Hades en su propio caballo, del que no se da descripción, o estaba el Hades sentado detrás de la Muerte sobre el caballo pálido? ¿O hasta sería que el Hades no venía a caballo, pero de todos modos seguía a la Muerte? En realidad, ninguno de nosotros puede decir con seguridad cuál de estas posibilidades es la correcta, porque Juan no proporcionó ese detalle. Por lo tanto, según el relato mismo, lo único que podemos decir con certeza es que Juan vio cuatro jinetes... los cuatro jinetes en los caballos blanco, rojo, negro y pálido. No hay por qué ser dogmáticos en cuanto a si el Hades venía cabalgando en un quinto caballo o no.
Sin embargo, la descripción que Juan da nos permite percibir lo que él consideró más importante que el modo preciso en que el Hades venía siguiendo a la Muerte. Es decir, que las personas a quienes llega una muerte prematura —como cuando hay guerra, hambre y plagas— son recogidas por el Hades, el sepulcro común de la humanidad.—Rev. 20:13.
[Nota a pie de página]
a Para comentarios sobre este pasaje, versículo por versículo, vea “Entonces queda terminado el misterio de Dios,” págs. 38-64.