El gobierno que nos traerá el Paraíso
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, dijo a sus seguidores que oraran por el Reino de Dios: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). También habló constantemente acerca de “las buenas nuevas del reino” (Mateo 4:23). De hecho, habló más acerca del Reino que de cualquier otra cosa. ¿Por qué? Porque el Reino es el instrumento que Dios usará para resolver los problemas que tanto dificultan la vida hoy día. Mediante el Reino, Dios pronto pondrá fin a las guerras, el hambre, las enfermedades y el delito, y hará que haya unidad y paz.
¿Quisiera usted vivir en un mundo como ese? Si así es, entonces debe leer este folleto. En él aprenderá que el Reino es un gobierno, pero un gobierno mejor que cualquiera que haya regido hasta hoy sobre la humanidad. También se emocionará al ver cómo Dios gradualmente explicó a sus siervos Sus propósitos acerca del Reino. Además, verá cómo le puede ayudar el Reino aun hoy.
De hecho, ahora mismo usted puede llegar a ser súbdito del Reino de Dios. Pero antes que opte por hacer eso, necesitará más información acerca de ese gobierno. Por eso lo estimulamos a examinar este folleto. Todo cuanto se le dirá en él acerca del Reino se toma de la Biblia.
Ante todo, veamos por qué necesitamos tanto el Reino de Dios.
En el principio de la historia humana, Dios hizo perfecto al hombre y lo puso en un paraíso. En aquel tiempo no se necesitaba el Reino.
Sin embargo, Adán y Eva, nuestros primeros padres, escucharon a Satanás, un ángel rebelde. Él les contó mentiras acerca de Dios e hizo que se rebelaran contra Dios. Así, ellos merecieron morir, porque “el salario que el pecado paga es muerte”. (Romanos 6:23.)
Un hombre imperfecto, pecador, no puede tener hijos perfectos. Por eso todos los hijos de Adán nacieron imperfectos, pecaminosos, moribundos. (Romanos 5:12.)
Desde entonces, los humanos han necesitado el Reino de Dios como ayuda para recobrarse de la maldición del pecado y la muerte. El Reino también limpiará el nombre de Dios de las mentiras que Satanás dijo contra él.
Jehová Dios prometió que una “descendencia” (o simiente) especial nacería para rescatar del pecado a la humanidad (Génesis 3:15). Esta “descendencia” sería el Rey del Reino de Dios.
¿Quién sería ese?
Unos 2.000 años después que Adán hubo pecado, vivió un hombre muy fiel llamado Abrahán. Jehová dijo a Abrahán que saliera de su propia ciudad y viviera en tiendas de campaña en la tierra de Palestina.
Abrahán hizo todo lo que Jehová le dijo que hiciera, hasta una cosa muy difícil. Jehová le dijo que sacrificara en un altar a Isaac su hijo.
En verdad Jehová no quería un sacrificio humano. Pero quería saber cuánto lo amaba Abrahán. Abrahán estaba a punto de matar a Isaac cuando Jehová lo detuvo.
Por la gran fe de Abrahán, Jehová prometió dar la tierra de Palestina a su prole y dijo que la Descendencia prometida vendría por el linaje de Abrahán, y el de su hijo Isaac. (Génesis 22:17, 18; 26:4, 5.)
Isaac tuvo hijos gemelos, Esaú y Jacob. Jehová dijo que la Descendencia prometida vendría mediante Jacob. (Génesis 28:13-15.)
Jacob, a quien Jehová también llamó Israel, tuvo 12 hijos, y con el tiempo todos estos tuvieron hijos. De modo que los hijos de Abrahán empezaron a multiplicarse. (Génesis 46:8-27.)
Cuando hubo gran hambre donde se hallaban, Jacob y su familia se mudaron a Egipto por invitación de Faraón, el gobernante de Egipto. (Génesis 45:16-20.)
En Egipto se reveló que la Descendencia prometida vendría mediante el hijo de Jacob llamado Judá. (Génesis 49:10.)
Con el tiempo Jacob murió, y su prole se multiplicó hasta que fueron como una nación. Entonces los egipcios, por temor de ellos, los esclavizaron. (Éxodo 1:7-14.)
Al fin Jehová envió a Moisés, un hombre muy fiel, para exigir que el Faraón de aquel tiempo dejara salir en libertad a los hijos de Israel. (Éxodo 6:10, 11.)
Faraón rehusó, y Jehová causó diez plagas a los egipcios. La última plaga fue enviar al ángel de la muerte a matar a todos los primogénitos de Egipto. (Éxodo, capítulos 7 a 12.)
Dios dijo a los israelitas que si mataban un cordero para su cena y ponían parte de su sangre en los postes de sus puertas, el ángel de la muerte pasaría por alto sus casas. Así se salvaron los primogénitos israelitas. (Éxodo 12:1-35.)
Como resultado, Faraón ordenó a los israelitas que salieran de Egipto. Pero después cambió de opinión y los persiguió para traerlos de vuelta.
Jehová abrió un camino de escape para los israelitas a través del mar Rojo. Cuando Faraón y sus ejércitos trataron de seguirlos, fueron ahogados. (Éxodo 15:5-21.)
Jehová guió a los hijos de Israel a una montaña llamada Sinaí, en el desierto. Allí les dio su Ley y dijo que si la observaban llegarían a ser un reino de sacerdotes y una nación santa. Así, los israelitas tenían la oportunidad de ser, con el tiempo, una parte importante del Reino de Dios. (Éxodo 19:6; 24:3-8.)
Después que los israelitas hubieron estado en el monte Sinaí aproximadamente un año, Jehová los guió hacia Palestina, la tierra que había prometido a Abrahán el antepasado de ellos.
En Palestina, después Dios permitió que los israelitas fueran gobernados por reyes. Entonces, Dios tuvo un reino en la Tierra.
El segundo rey de Israel fue David, descendiente de Judá. David venció a todos los enemigos de Israel, e hizo de Jerusalén la ciudad capital de la nación.
Sucesos del reinado de David muestran que cuando Jehová apoya a un rey no hay gobernante terrestre que pueda vencerlo.
Jehová dijo que la Descendencia prometida vendría mediante David. (1 Crónicas 17:7, 11, 14.)
Salomón, hijo de David, gobernó después de él. Fue un rey sabio, e Israel prosperó bajo su reinado.
Salomón también construyó un templo excelente a Jehová en Jerusalén. Las condiciones en Israel bajo el reinado de Salomón nos muestran algunas de las bendiciones que traerá a la humanidad el Reino venidero de Dios. (1 Reyes 4:24, 25.)
Sin embargo, muchos de los reyes que hubo después de Salomón fueron muy infieles.
Pero mientras los descendientes de David todavía gobernaban en Jerusalén, Jehová hizo que su profeta Isaías hablara acerca de un futuro Hijo de David que gobernaría fielmente sobre toda la Tierra. Este sería la Descendencia prometida. (Isaías 9:6, 7.)
El profeta Isaías predijo que la gobernación de Él sería hasta más gloriosa que la de Salomón. (Isaías, capítulos 11 y 65.)
Ahora, más que nunca, los siervos de Jehová se preguntaban quién sería esta Descendencia.
Pero antes que la Descendencia viniera, los reyes de Israel se hicieron tan inicuos que en 607 a. de la E.C. Jehová permitió que la nación fuera conquistada por los babilonios, y la mayoría de la gente fue desterrada a Babilonia. Pero Dios no había olvidado su promesa. La Descendencia todavía aparecería en la línea de David. (Ezequiel 21:25-27.)
Lo que le sucedió a Israel mostró que aunque un rey humano sabio y fiel pudiera traer beneficios, estos beneficios serían limitados. Los hombres fieles mueren, y sus sucesores quizás no sean fieles. ¿Qué solución había?
La Descendencia prometida.
Con el tiempo, después de miles de años, la Descendencia apareció. ¿Quién fue?
Un ángel de Dios dio la respuesta a una joven israelita soltera llamada María. Le dijo que ella tendría un hijo cuyo nombre sería Jesús. Esto fue lo que el ángel dijo:
“Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará”. (Lucas 1:32, 33.)
De modo que Jesús sería la Descendencia prometida y con el tiempo el Rey del Reino de Dios. Pero ¿cómo difería Jesús de los hombres fieles que habían vivido antes?
Jesús nació mediante un milagro. Su madre era virgen, y él no tuvo padre humano. Jesús había vivido antes en el cielo, y el espíritu santo o fuerza activa de Dios transfirió la vida de Jesús del cielo a la matriz de María. Por eso, él no heredó el pecado de Adán. Jesús no pecó en toda su vida. (1 Pedro 2:22.)
A los 30 años de edad, Jesús fue bautizado.
Habló a la gente acerca del Reino de Dios y con el tiempo se presentó como el Rey de ese Reino. (Mateo 4:23; 21:4-11.)
También ejecutó muchos milagros.
Sanó a los enfermos. (Mateo 9:35.)
Alimentó milagrosamente a los hambrientos. (Mateo 14:14-22.)
Hasta levantó a los muertos. (Juan 11:38-44.)
Estos milagros muestran qué clase de cosas hará Jesús para la humanidad como Rey del Reino de Dios.
¿Recuerda usted que el rey David había hecho de Jerusalén la capital de su reino? Jesús explicó que el Reino de Dios no estaría en la Tierra, sino en el cielo (Juan 18:36). Por eso al Reino se le llama “Jerusalén celestial”. (Hebreos 12:22, 28.)
Jesús dio conocimiento de las leyes que los que hubieran de ser súbditos del Reino tendrían que obedecer. Estas leyes se encuentran ahora en la Biblia. Las leyes más importantes eran que las personas deberían amar a Dios y amarse unas a otras. (Mateo 22:37-39.) Jesús también reveló que él no estaría solo en gobernar su Reino. Se escogería a algunos humanos para que fueran al cielo y gobernaran allí con él (Lucas 12:32; Juan 14:3). ¿Cuántos habría? Revelación 14:1 responde: 144.000.
Si solo 144.000 van al cielo a gobernar con Jesús, ¿qué esperanza puede tener el resto de la humanidad?
La Biblia dice: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. (Salmo 37:29.)
A los que han de vivir en la Tierra para siempre se les llama las “otras ovejas” (Juan 10:16.)
De modo que hay dos esperanzas. Jehová Dios invita a 144.000 a ir al cielo a gobernar con Jesucristo. Pero a otros millones de personas da la esperanza segura de vivir en la Tierra para siempre como súbditos de Su Reino. (Revelación 5:10.)
Satanás odiaba a Jesús y le presentó oposición. Después que Jesús hubo predicado por tres años y medio, Satanás hizo que lo arrestaran y le dieran muerte mediante clavarlo a un madero. ¿Por qué permitió Dios esto?
Recuerde: por ser descendientes de Adán, todos pecamos y merecemos morir. (Romanos 6:23.)
Recuerde, también, que por el modo milagroso como nació Jesús, era perfecto y no merecía morir. Sin embargo, Dios permitió que Satanás ‘magullara a Jesús en el talón’, o lo matara. Pero Dios lo levantó a la vida de nuevo como espíritu inmortal. Puesto que todavía tenía el derecho a la vida humana perfecta, ahora él podía usar esto para rescatarnos del pecado a nosotros los humanos. (Génesis 3:15; Romanos 5:12, 21; Mateo 20:28.)
Para ayudarnos a entender de lleno lo que significa el sacrificio de Jesús, la Biblia habla de ese sacrificio mediante patrones proféticos.
Por ejemplo, ¿recuerda usted que Jehová le dijo a Abrahán que sacrificara a su hijo, como prueba de su amor?
Esto fue un patrón profético del sacrificio de Jesús. Mostró que el amor de Jehová a la humanidad era tan grande que Jehová permitió que su Hijo, Jesús, muriera por nosotros para que tuviéramos vida. (Juan 3:16.)
¿Recuerda cómo Jehová rescató a los israelitas de Egipto y salvó a los primogénitos de ellos haciendo que el ángel de la muerte los pasara por alto? (Éxodo 12:12, 13.)
Esto fue un patrón profético. Tal como la sangre del cordero significó vida para los primogénitos de los israelitas, la sangre derramada de Jesús significa vida para los que creen en él. Y tal como los sucesos de aquella noche significaron libertad para los israelitas, la muerte de Jesús da a la humanidad libertad del pecado y de la muerte.
Por eso a Jesús se le llama “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Juan 1:29.)
Sin embargo, mientras Jesús estuvo en la Tierra también juntó discípulos y los educó o entrenó para que predicaran las buenas nuevas del Reino, hasta después de su muerte. (Mateo 10:5; Lucas 10:1.)
Estos fueron los primeros humanos escogidos por Dios para gobernar con Jesús en su Reino. (Lucas 12:32.)
¿Recuerda que Dios prometió a los judíos que si observaban la Ley serían “un reino de sacerdotes”? Ahora tenían la oportunidad de ser parte del Reino de Dios y servir como sacerdotes celestiales si aceptaban a Jesús. Pero la mayoría de ellos rechazó a Jesús.
Por eso, desde aquel tiempo en adelante los judíos ya no fueron la nación escogida de Dios; Palestina ya no era la Tierra Prometida. (Mateo 21:43; 23:37, 38.)
Desde los días de Jesús hasta los nuestros Jehová ha estado juntando a estos que reinarían en el cielo con Jesús. Todavía quedan unos miles de ellos vivos en la Tierra hoy. Los llamamos el resto ungido. (Revelación 12:17.)
Ahora usted está empezando a ver lo que el Reino de Dios es. Es un gobierno en el cielo, su Rey es Jesucristo, y a él se unen 144.000 personas tomadas de la Tierra. El Reino gobernará sobre la humanidad fiel que estará en la Tierra, y tendrá poder para traer paz a la Tierra.
Después de su muerte, Jesús fue resucitado y fue al cielo. Allí, esperó hasta que Dios dijera cuándo sería tiempo para que él empezara a gobernar como Rey del Reino de Dios (Salmo 110:1). ¿Cuándo sería eso?
A veces Jehová envió sueños a algunas personas para darles información acerca de su Reino.
En los días de Daniel, Jehová envió un sueño de esa clase a Nabucodonosor, el rey de Babilonia. El sueño era de un árbol enorme. (Daniel 4:10-37.)
El árbol fue cortado y el tronco fue rodeado de ataduras por siete años.
El árbol representó a Nabucodonosor. Tal como el tronco estuvo atado por siete años, Nabucodonosor perdió el juicio por siete años. Después se hizo que recobrara el juicio.
Todo esto fue un patrón profético. Nabucodonosor representó la gobernación de alcance mundial de Jehová. Al principio, esta fue ejercida mediante descendientes del rey David en Jerusalén. Cuando Babilonia conquistó a Jerusalén en 607 a. de la E.C., aquella línea de reyes fue interrumpida. Nunca habría otro rey en la línea de David “hasta que venga aquel que tiene el derecho legal” (Ezequiel 21:27). Ese fue Jesucristo.
¿Cuánto tiempo pasaría desde 607 a. de la E.C. hasta que Jesús empezara a reinar? Siete años proféticos. Es decir, 2.520 años (Revelación 12:6, 14). Y 2.520 años desde 607 a. de la E.C. nos llevan a 1914 E.C.
De modo que Jesús empezó a gobernar en los cielos en 1914. ¿Qué significó eso?
La Biblia nos lo dice mediante una visión que tuvo el apóstol Juan.
Él vio que una mujer en el cielo daba a luz un hijo varón. (Revelación 12:1-12.)
La mujer representó a la organización celestial de Dios, compuesta de todos los siervos angelicales de Dios en el cielo. El hijo varón representa el Reino de Dios. Este Reino nació en 1914.
¿Qué sucedió después? Lo primero que Jesús hizo como Rey fue echar a Satanás, y a los ángeles que se rebelaron con él, del cielo abajo a la Tierra. (Revelación 12:9.)
La Biblia nos dice el resultado: “¡Alégrense, cielos, y los que residen en ellos! ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”. (Revelación 12:12.)
Por eso, cuando Jesús empezó a reinar en el cielo sus enemigos se hicieron muy activos en la Tierra.
Como predijo la Biblia, él empezó a gobernar en medio de sus enemigos. (Salmo 110:1, 2.)
¿Qué significaría esto para la humanidad?
Jesús nos dijo: guerras, escasez de alimento, enfermedades y terremotos. (Mateo 24:7, 8; Lucas 21:10, 11.)
Hemos visto suceder estas cosas desde 1914, otra razón por la cual sabemos que el Reino empezó a regir entonces.
El libro de Revelación nos dice que los hombres ‘arruinarían la tierra’. (Revelación 11:18.) También hemos visto cumplidas estas palabras, especialmente desde 1914.
El apóstol Pablo añadió que las personas serían ‘amadoras de sí mismas, amadoras del dinero, desobedientes a los padres, no dispuestas a ningún acuerdo, calumniadoras, sin gobierno de sí mismas’. (2 Timoteo 3:1-5.)
Ahora usted sabe por qué es tan difícil la vida hoy. Satanás ha estado muy activo. Pero el Reino de Dios también ha estado activo.
Poco después de 1914 el resto de los que esperan gobernar en el cielo con Jesús empezó a dar las buenas nuevas de que el Reino estaba establecido. Esta obra se ha extendido ahora por toda la Tierra, como Jesús dijo que sucedería. (Mateo 24:14.)
¿Qué propósito tiene esta obra de predicar?
Primero, informar a la gente acerca del Reino de Dios.
Segundo, ayudar a las personas a decidir si desean ser súbditos del Reino o no.
Jesús dijo que en nuestros días toda la humanidad sería dividida entre personas semejantes a ovejas y personas semejantes a cabras. (Mateo 25:31-46.)
Las “ovejas” serían las personas que amaran a él y a los hermanos de él. Las “cabras” serían las que no los amaran.
Las “ovejas” obtendrían vida eterna, pero las “cabras” no.
Esta obra de dividir se está efectuando mediante la predicación de las buenas nuevas del Reino.
He aquí una profecía del profeta Isaías.
“Y en la parte final de los días tiene que suceder que la montaña de la casa de Jehová llegará a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas, y ciertamente será alzada por encima de las colinas; y a ella tendrán que afluir todas las naciones.” (Isaías 2:2.)
La humanidad se enfrenta ahora a “la parte final de los días”.
La “casa” de adoración de Jehová está “alzada” por encima de las religiones falsas.
“Y muchos pueblos ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas’.” (Isaías 2:3.)
Así, muchas personas de todas las naciones vienen a adorar a Jehová e invitan a otras a unirse a ellas. Aprenden a actuar como Jehová desea.
“Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isaías 2:4.)
Los que adoran a Jehová están unidos y son pacíficos.
El resultado de esta actividad por el Reino de Dios es que ahora por todo el mundo hay muchos millones de personas que son súbditos del Reino.
Se juntan alrededor del resto, los que quedan de los que tienen la esperanza de ir al cielo y gobernar con Cristo.
Reciben alimento espiritual mediante la organización de Dios. (Mateo 24:45-47.)
Son una hermandad internacional de cristianos que en verdad se aman unos a otros. (Juan 13:35.)
Disfrutan de tranquilidad mental, de una esperanza para el futuro. (Filipenses 4:7.)
Pronto las buenas nuevas habrán sido predicadas. Las “ovejas” habrán sido juntadas. Entonces, ¿qué hará el Reino?
¿Recuerda usted que el fiel rey David venció a todos los enemigos del pueblo de Dios? Pues bien, el Rey Jesús hará lo mismo.
El rey Nabucodonosor tuvo una vez un sueño de una enorme imagen que simbolizó a todos los imperios mundiales desde sus días hasta los nuestros.
Entonces vio que de una montaña se sacó una piedra que destrozó a la imagen. La piedra representó el Reino de Dios.
Esto significa la destrucción del inicuo sistema de cosas actual. (Daniel 2:44.)
He aquí algunas cosas que el Reino derribará.
La religión falsa desaparecerá, como una piedra de molino arrojada al mar. (Revelación 18:21.)
Por eso se anima a todos los que aman a Dios a salir de la religión falsa AHORA. (Revelación 18:4.)
Después, el Rey Jesús ‘herirá a las naciones y las pastoreará con vara de hierro’. (Revelación 19:15.)
Por consiguiente, los testigos de Jehová, aunque pagan sus impuestos y obedecen las leyes del país, no se envuelven en la política.
Finalmente, Satanás mismo, el gran “dragón”, es arrojado en el abismo. (Revelación 20:2, 3.)
Solo las “ovejas”, los que se someten a Jesús como Rey, sobrevivirán a esta tribulación. (Mateo 25:31-34, 41, 46.)
El apóstol Juan tuvo una visión de las “ovejas” que son sobrevivientes de la tribulación.
“Vi, y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.” (Revelación 7:9.)
La “gran muchedumbre” está compuesta de todos los que responden a la predicación de las buenas nuevas.
Ellos “salen de la gran tribulación”. (Revelación 7:14.)
Las “ramas de palmera” muestran que dan la bienvenida a Jesús como su Rey.
El que lleven “largas ropas blancas” representa que tienen fe en el sacrificio de Jesús.
El “Cordero” es Jesucristo.
¿De qué bendiciones disfrutan entonces? ¿Recuerda usted la felicidad de Israel cuando el fiel rey Salomón reinaba? Esto dio un cuadro pequeño de la felicidad que habrá en la Tierra bajo el Rey Jesús.
Habrá paz literal entre la humanidad y entre los hombres y los animales, tal como predijo Isaías. (Salmo 46:9; Isaías 11:6-9.)
Tal como Jesús sanó a los enfermos mientras estuvo en la Tierra, así quitará de toda la humanidad las enfermedades. (Isaías 33:24.)
Tal como alimentó a las multitudes, así eliminará de toda la humanidad la escasez de alimento. (Salmo 72:16.)
Tal como levantó a los muertos, así levantará a los muertos que no tuvieron plena oportunidad de someterse al Reino de Dios. (Juan 5:28, 29.)
Gradualmente hará que la humanidad vuelva a la perfección que Adán perdió.
¿No es ese un futuro maravilloso? ¿Quisiera verlo? Si así es, esfuércese para poder someterse ahora al Reino de Dios y llegar a ser una de las “ovejas”.
Estudie la Biblia y llegue a conocer a Jehová Dios y a Jesucristo. (Juan 17:3.)
Asóciese con otras personas que también se someten al Reino. (Hebreos 10:25.)
Aprenda las leyes del Reino, y obedézcalas. (Isaías 2:3, 4.)
Dedique su vida a servir a Jehová, y bautícese. (Mateo 28:19, 20.)
Evite cosas malas como el robar, el mentir, la inmoralidad y la borrachera, que desagradan a Jehová Dios. (1 Corintios 6:9-11.)
Participe en predicar las buenas nuevas del Reino. (Mateo 24:14.)
Entonces, con la ayuda de Dios, verá restaurado el Paraíso que Adán perdió para sus descendientes, y verá cumplida esta promesa: “Oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’”. (Revelación 21:3, 4.)
[Tabla en la página 20]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
607 a.E.C. 1914 E.C.
a.E.C. E.C.
500 1.000 1.500 2.000 2.520
[Ilustraciones en la página 11]
Abrahán
Isaac
Jacob
Judá
David
[Ilustración en la página 14]
144.000
[Ilustraciones en la página 16]
Adán
Jesús