Cómo beneficia la resurrección a todos los muertos que están en el infierno
“¡Ojalá que en el seol tú me escondieras, que allí me guardaras hasta pasar tu cólera!”—Job 14:13, versión católica romana Biblia de Jerusalén.
1, 2. (a) La gran aserción que hace La Atalaya acerca del “infierno,” hace surgir ¿qué preguntas? (b) ¿Qué preguntas posiblemente se sientan inducidos a hacer acerca de sí mismos los que están viviendo en aquel entonces?
HUBO un tiempo en que no había “infierno.” Y volverá a haber un tiempo en que no habrá “infierno.” Ante tan grande aserción, bien pudiera preguntar la gente: ¿Cómo va a realizarse esto? ¿Quién lo efectuará? ¿Viviremos nosotros hasta el tiempo en que esto suceda?
2 Cuando hablamos de vivir nosotros hasta poder ver el tiempo en que no haya “infierno,” nos sentimos inducidos a preguntar: ¿Será esto beneficioso para nosotros que estemos viviendo en la Tierra entonces? ¿Pudiera la desaparición del “infierno” soltar sobre esta Tierra un enjambre de personas de la peor clase, resultando en que se pongan aun peores de lo que están hoy nuestras condiciones morales y sociales? El sugerir semejante cosa es horroroso, aterrador. ¿Qué bien pudiera resultar de esto para cualquiera, para Dios o para el hombre, especialmente para nosotros que ya estamos plagados de perturbaciones y perturbadores? Parece que éstas son preguntas difíciles. No obstante, hay respuestas dignas de confianza a todas estas preguntas. Sin duda todos nos interesamos en oírlas. Entonces entenderemos lo que realmente está por venir.
3. ¿Cómo tradujeron la palabra griega original en Mateo 11:23 un traductor español en 1556 y Jerónimo, y cómo representó Dante el lugar?
3 La palabra “infierno” siempre ha tenido conexión religiosa. Por eso el Libro religioso de más antigüedad, la Biblia, debe proporcionar las respuestas correctas. Y eso es precisamente lo que hace. Hace siglos que se usa la palabra española “infierno” en el habla. Por ejemplo, considere la antigua versión española que dice en su portada “El Testamento Nvevo de Nvestro Senor y Salvador Iefu Chrifto. En Venecia, en casa de Iuan Philadelpho, M.D. LVI [1556].” Cuando el traductor de esta versión tradujo la parte griega de la Biblia original, dijo, en Mateo 11:23, en la ortografía de 1556: “Y tu Capernao, que hafta los cielos as fido enfalçada, haftalos infiernos feras abatida.” Sin embargo, ya mucho antes de eso, en 383 E.C., cuando el católico romano San Jerónimo tradujo las mismas escrituras del griego común al latín, empleó la palabra “infernus.” Así fue que el poeta italiano del siglo catorce, Dante Alighieri, escribió su famoso poema intitulado Divina Comedia y llamó la primera parte de él “Inferno” o “Infierno.” Representó el “Infierno” como un hoyo profundo con círculos que gradualmente se contraían sobre los cuales las almas humanas condenadas sufrían después de la muerte del cuerpo. ¿Tenía razón Dante?
4. La imagen que el clero de la cristiandad ha creado del “infierno” depende de ¿qué doctrina que ellos enseñan?
4 Los clérigos religiosos de la cristiandad han creado en la mente de los miembros de sus iglesias una imagen del “infierno” según lo que ellos entienden que es. Es una imagen terrible. Su idea del “infierno” que por largo tiempo han enseñado depende de la doctrina que ellos enseñan acerca del alma humana. Se imaginan que el alma humana es algo separado y distinto del cuerpo humano. Además, que, aunque el cuerpo humano es mortal y corruptible, el alma humana es inmortal e incorruptible, y puesto que es espiritual es invisible, algo que no podemos palpar con nuestro sentido del tacto.
5. Cuando una persona muere, ¿adónde va el alma, según el clero? ¿Cómo se contrasta el “infierno” con el cielo?
5 Por eso, según dice el clero, cuando muere el cuerpo humano, el alma humana no muere sino que sobrevive, aunque no podemos verla con los ojos físicos. Puesto que entonces tiene que partir del cuerpo en el cual ha estado morando, tiene que ir a algún lugar en el mundo invisible de espíritus. ¿Pero adónde? Dicho sencillamente, las almas buenas van al cielo, pero las almas malas van al infierno. Así se pone el cielo como lo contrario del infierno, y tal como el cielo es un lugar de felicidad y bendición eternas, así el infierno tiene que ser el lugar de sufrimiento sempiterno, tormento eterno. Los clérigos dicen que hay fuego y azufre allí en el infierno.
6. ¿Enseña la Biblia que hay un “infierno,” y de qué manera debe determinarse lo que es ese lugar?
6 Durante muchos siglos los clérigos de la cristiandad han enseñado esta idea del “infierno.” Puesto que afirman que lo que ellos enseñan es lo que la Santa Biblia dice acerca del “infierno,” nos vemos obligados a ir directamente a la Biblia misma para averiguar con exactitud lo que ésta realmente dice sobre este tema. Oh sí, la palabra “infierno” ocurre veintenas de veces en diferentes traducciones de la Biblia, y según esas traducciones la Biblia sí enseña que hay un “infierno.” Pero el punto es éste: ¿Qué dijeron y qué mostraron que es este “infierno” los escritores de la Biblia? Tenemos que guiarnos por lo que ellos muestran que es, y no por lo que otros digan que esos escritores de la Biblia dijeron que era. Podemos engañarnos si torcemos lo que dijeron esos escritores de la Biblia.
DESDE CUÁNDO HA EXISTIDO EL “INFIERNO”
7. ¿Desde cuándo por lo menos sabemos que ha existido el “infierno,” y cuál fue la palabra en el idioma antiguo que se usó originalmente para referirse a él?
7 Sabemos que este “infierno” ya existía por lo menos en el año 1750 antes de nuestra era común, lo que quiere decir que hace más de 3.720 años. Ese fue el año en que los medios hermanos envidiosos de José, hijo de Jacob, vendieron a José y éste vino a ser esclavo en Egipto. Más tarde esos medios hermanos le mintieron a su padre Jacob acerca de lo que le había sucedido a su hijo amado José. Le dieron la impresión de que una bestia salvaje había dado muerte a José. Desconsolado, ¿qué dijo el patriarca Jacob? ¿Dónde dijo que estaba entonces su hijo José? Jacob era hebreo, y la traducción católica romana Biblia de Jerusalén muestra la palabra hebrea que Jacob usó, en Génesis 37:35. Allí leemos: “Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: ‘Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo.’” Años después, cuando los medios hermanos de José pidieron permiso para llevar a Benjamín el hermano carnal de José con ellos a Egipto, Jacob volvió a usar la palabra hebrea y dijo: “Si le ocurre cualquier desgracia en ese viaje que vais a hacer, entonces haríais bajar mi vejez con pena al seol.”—Gén. 42:38; vea también Gén. 44:29, 31.
8. (a) ¿Qué palabra usó Jerónimo en su traducción latina de las palabras de Jacob? (b) ¿Qué palabra usó la Biblia inglesa versión Douay, y por lo tanto dónde creía Jacob que estaba su hijo José?
8 Los católicos romanos no deben pasar por alto el hecho de que la traducción latina de su San Jerónimo no usa para las palabras de Jacob en estos versículos la palabra hebrea Seol. Usa la palabra latina “infernus” y su palabra relacionada “inferi.” Pero la traducción católica romana Douay en inglés usa la palabra “hell,” inglés para “infierno,” en los cuatro lugares. Entonces esto quiere decir que el patriarca hebreo Jacob creía que su amado hijo José estaba en el Seol, en el infernus, en el “infierno.” Además, Jacob esperaba ir allá para estar con su hijo.
9. ¿Por qué, considerando Malaquías 1:2, 3, se nos hace difícil creer que Jacob esperaba ir a un lugar como el que ha enseñado el clero por largo tiempo?
9 ¿No nos llena esto de curiosidad? ¿Realmente esperaba Jacob ir a un “infierno” como el que los clérigos de la cristiandad le han descrito por siglos a la gente que asiste a sus iglesias? ¿Esperaba Jacob ir a un lugar donde su alma sería atormentada por fuego, del cual nunca podría salir; y creía él que su preciado hijo José estaba en semejante lugar? Entonces, ¿están Jacob y su hijo José en dicho lugar de tormento eterno en fuego hoy, después que han pasado más de 3.600 años desde que murieron? Se nos debe hacer difícil creer esto porque precisamente en el último libro de las inspiradas Escrituras Hebreas el Señor Dios dice por medio de su profeta Malaquías: “Yo amé a Jacob, y a [su hermano mellizo] Esaú lo he odiado.”—Mal. 1:2, 3.
10. ¿Cuándo fue al “infierno” Jacob, y a quiénes se unió allí?
10 De todos modos, ¿cuándo fue que el patriarca Jacob como hombre amado por Dios bajó al Seol, al infernus, al “infierno”? Fue después que murió en el año 1711 a. de la E.C., y José que todavía vivía y sus hermanos llevaron el cuerpo embalsamado y lo enterraron en la cueva de Macpela. Esta está en la ciudad de Hebrón, que hoy se halla en la tierra de Israel. En esa misma cueva estaba enterrado Isaac, el padre de Jacob, también su abuelo Abrahán. Así Jacob se unió a Abrahán y a Isaac en el Seol, en el infernus, en el “infierno.”—Génesis 49:33 a 50:13.
11. (a) ¿Cómo nos ayudan Martín Lutero y Casiodoro de Reina a entender lo que es este “infierno”? (b) ¿Cómo tradujeron traductores judíos su propia palabra hebrea Seol, y cuán comprensiva es esta palabra en su significado?
11 No hay razón bíblica para creer que esos tres patriarcas hebreos estén sufriendo hoy en un “infierno” de tormento eterno en fuego. Se nos ayuda a salir de la dificultad de entender esto acudiendo a otros traductores de la Biblia. Por ejemplo, Martín Lutero, ex-sacerdote católico romano, traduce la palabra Seol por “hoyo” (die Grube). Entonces, poco después, durante el mismo siglo de Lutero, la Biblia traducida al español por Casiodoro de Reina, en 1569, tradujo la palabra Seol por “la sepultura.” Los hebreos, los judíos mismos, deben saber lo que significa su propia palabra Seol; así es que la traducción de la Biblia al inglés por la Jewish Publication Society of America traduce la palabra por “the grave,” que es “el sepulcro.” (1917 E.C.) Y también lo hace la traducción al inglés por el rabino judío Isaac Leeser. (1853 E.C.) Sin embargo, debe notarse que Seol no significa “un sepulcro.” Significa “el sepulcro,” es decir, el sepulcro común de todo el género humano muerto. El que entendamos este hecho acerca del “infierno” que se enseña en la Biblia, nos ayuda a entender la situación respecto al género humano muerto.
12. ¿Cuántas veces aparece “Seol” en las Escrituras Hebreas, y qué hombres usaron la palabra allí?
12 Así es que, empezando con el uso que Jacob hizo de la palabra hebrea, “Seol” ocurre sesenta y cinco (65) veces desde el principio hasta el fin de los treinta y nueve (39) libros de las inspiradas Escrituras Hebreas. Usaron la palabra el profeta Moisés, Job, Samuel, David, Salomón, Isaías, Jeremías (en los Reyes), Ezequiel, Oseas, Amós, Jonás y Habacuc.
13. ¿Qué vocablos españoles muestra la Versión Moderna de la Biblia que son equivalentes en significado, y qué muestra Eclesiastés 9:5, 10 que no tiene nada que ver con el “infierno”?
13 Los traductores de la Biblia, al verter esa palabra Seol a sus idiomas, no lo han hecho de modo uniforme. Por ejemplo, la Versión Moderna, traducción española de la Biblia, traduce la palabra Seol cuarenta veces “el sepulcro” o “la sepultura,” veintiuna veces “el infierno,” y las restantes cuatro veces “el abismo” y “entre los muertos.” Por lo tanto, cualquier persona que sea razonable, tendrá que admitir que en las inspiradas Escrituras Hebreas las palabras “el infierno,” “el sepulcro,” “la sepultura” y “el abismo” significan la misma cosa. Y no tiene nada que ver con fuego, azufre y tormento eterno. Si nos dirigimos a Eclesiastés 9:5, 10 en la Biblia inglesa versión Douay, leemos: “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben ya. . . . Cualquier cosa que tu mano pueda hacer, hazla con ahínco: porque ni trabajo, ni razón, ni sabiduría, ni conocimiento, habrá en el infierno [latín, inferi], a donde te apresuras.”
14. (a) ¿Por qué pudo decir Job lo que dijo acerca del “infierno” en Job 14:13? (b) ¿Cómo mostraron Jonás y David que ellos también reconocían ese hecho?
14 Con razón el patriarca Job pudo decir en medio de sus terribles sufrimientos: “¿Quién me concederá esto, que me protejas en el infierno [latín, infernus], y me escondas hasta que pase tu ira, y me asignes un tiempo en que te acordarás de mí?” (Job 14:13, Douay) El patriarca Job sabía que Dios se acuerda de los que están en el Seol, en el “infierno,” en el infernus. Job creía que Dios se acordaría de él para bien debido a su fiel integridad para con el Dios verdadero. El profeta Jonás también reconocía ese hecho, porque, cuando estaba dentro del pez grande en el mar Mediterráneo dijo: “Clamé de en medio de mi aflicción al Señor, y él me oyó: clamé desde el vientre del infierno [latín, inferi], y has oído mi voz.” (Jon. 2:3, Douay) Y también tenemos al salmista David, quien escribió: “Porque no dejarás mi alma en el infierno [latín, infernus]; ni darás a tu santo para que vea corrupción.”—Sal. 15:10, Douay.
CUÁNDO NO EXISTIÓ EL “INFIERNO”
15. ¿Cuándo no existió el “infierno”?
15 Ahora es buen tiempo para preguntar, ya que nuestro entendimiento de los asuntos ha sido corregido por medio de la Biblia misma, ¿cuándo fue que no existía el “infierno,” el infernus, o el Seol? Fue en el tiempo en que el primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva, estaban en el Paraíso, en el jardín de Edén, hace casi seis mil años. En cuanto a aquel tiempo dichoso leemos: “Y el Señor Dios había plantado un paraíso de placer desde el principio: en el cual colocó al hombre a quien había formado.” Más tarde Dios puso allí a la primera mujer, al lado de Adán.—Gén. 2:8-23; 1:26-28, Douay.
16. ¿Por qué no había empezado a existir en aquel entonces el “infierno”?
16 El “infierno” o el Seol no existía en aquel entonces en la Tierra. No había cementerio que hubiese sido cavado por Dios o por el hombre. Todavía no había tenido su comienzo el sepulcro común del hombre como el que existe hoy día. No había necesidad de cosa semejante entonces, porque el Señor Dios no había creado al género humano para que finalmente fuera al “infierno” (Seol), o al cielo. El amoroso deseo de Dios era que el género humano viviera para siempre en la Tierra en medio de condiciones paradisíacas. Por eso le dijo a Adán, aun antes que fuera creada su esposa Eva: “Del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás. Porque en cualquier día que comieres de él, morirás la muerte.”—Gén. 2:17, Douay.
17. (a) ¿Qué debemos notar que Dios dijo o no dijo cuando advirtió a Adán contra desobedecer? (b) ¿Cómo armonizan las palabras de Dios al sentenciar a Adán a la muerte con el relato de la creación, y por eso qué no podía suceder al morir Adán?
17 No vayamos a pasar por alto este punto importante: el Señor Dios, notemos, no le dijo a Adán que, en cualquier día que comiera del fruto prohibido, iría a un “infierno” para sufrir conscientemente para siempre en tormentos de fuego. Advirtió a Adán que moriría la muerte por la desobediencia. Aun después que Adán siguió el ejemplo de su esposa y comió el fruto prohibido, Dios le dijo a Adán en la sentencia de muerte: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas a la tierra, de la cual fuiste tomado: porque polvo eres, y en polvo tornarás.” (Gén. 3:19, Douay) Esto armonizaba con la descripción de la creación del hombre, que dice: “Y el Señor Dios formó al hombre del fango de la tierra: e inspiró en su rostro el aliento de vida, y el hombre llegó a ser alma viviente.” (Gén. 2:7, Douay) El hombre llegó a ser alma humana viviente al tiempo de ser creado. Por eso al morir dejaría de ser alma viviente, de modo que no había alma que sobreviviera y que pudiera ser atormentada conscientemente en fuego y azufre para siempre.
18. Según lo muestra el relato del Génesis, ¿con la muerte y entierro de quién empezó el “infierno”?
18 Puesto que vivió una vida condenada fuera del paraíso de placer por unos novecientos treinta años, Adán vivió más de ochocientos años después de la muerte de su segundo hijo Abel. Abel que era justo y temía a Dios fue asesinado por su envidioso hermano mayor Caín. Como no se informa acerca de la muerte de ningún hijo o hija de Adán y Eva antes de eso, el “infierno” (el infernus, el Seol) llegó a la existencia con la muerte y entierro de Abel. El Señor Dios le dijo al asesino Caín: “¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo. Y ahora se te maldice con destierro del suelo, que ha abierto su boca para recibir por mano tuya la sangre de tu hermano.”—Gén. 4:1-11; 5:1-5.
19. ¿Qué dicen las Escrituras acerca de Abel que indica que él fue al Seol y que se acuerda de él allí?
19 Abel fue un hombre de fe en Dios. En Hebreos 11:4 leemos: “Por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que Caín, por la cual fe se le dio testimonio de que era justo, dando Dios testimonio respecto a sus dones; y por ella, aunque murió, todavía habla.” (Vea también 1 Juan 3:12.) También Jesucristo, al hablar de Abel, dijo que era justo. (Mat. 23:35) Por esa razón el Señor Dios se acuerda de Abel en su muerte, y por esta razón fue al Seol, al “infierno” o el infernus que Abel bajó al tiempo de morir y ser enterrado. Todavía yace en el sepulcro común del género humano muerto. Su muerte fue desemejante de la de los pecadores sentenciados, Adán y Eva. Podemos saber con seguridad que Dios se acordará de Abel así como se acordará del patriarca Job al tiempo divinamente asignado.—Job 14:13.
“INFIERNO” EN LAS ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS
20. ¿Qué pregunta acerca del “infierno” hace surgir la parábola de Jesús del rico y Lázaro, y, según la Biblia de Jerusalén, qué palabra usó aquí el relato de Lucas?
20 Puesto que acabamos de mencionar a Jesucristo, es momento oportuno para preguntar: ¿No enseñó Jesucristo mismo que hay fuego literal en el “infierno”? Mire lo que dijo en su parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro. Jesús dijo: “Y murió también el rico: y fue enterrado en el infierno [latín, infernus]. Y alzando los ojos cuando estaba en tormentos, vio a Abrahán de lejos, y a Lázaro en su seno: Y gritó, y dijo: . . . estoy atormentado en esta llama.” (Luc. 16:22-24, Douay) Esta parábola fue registrada por el discípulo cristiano Lucas en el idioma griego, de modo que no usó la palabra hebrea Seol. La traducción católica romana Biblia de Jerusalén muestra la palabra griega que Lucas usó, pues reza así: “Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos.” Ah, sí, aquí se usa la palabra griega Hades. ¿Y hay fuego en el Hades para atormentar a los muertos, como daría a entender la Biblia de Jerusalén?
21. ¿Por qué tiene aquí la palabra griega Hades el mismo significado que Seol, y no la idea que Homero tenía del Hades?
21 Antes de contestar esa pregunta, hacemos ésta: ¿Por qué tiene la palabra griega Hades que aquí se traduce infierno (infernus) el mismo significado que la palabra hebrea Seol? ¿Por qué no tiene la idea de Hades que se enseña en las mitologías paganas grecas? Fue porque, después del tiempo del poeta griego Homero (o antes de 700 a. de la E.C.) el nombre propio Hades vino a significar no solo el “lugar de espíritus de difuntos,” sino también “el sepulcro” y “la muerte.” (Vea el Greek-English Lexicon, por Liddell y Scott, publicado originalmente en 1843, tomo I, página 21, columna 2, bajo Hades, sección II.)
22. Así que, cuando la versión griega de los Setenta pone Hades en la boca de Jacob, y se pone Hades en la boca de Jesús, ¿qué significa, y qué no significa?
22 Por eso cuando ciertos judíos alejandrinos, que hablaban griego allá en Egipto, empezaron a traducir las inspiradas Escrituras Hebreas al griego común, alrededor de 280 a. de la E.C., y comenzaron lo que ahora se llama la versión griega de los Setenta, usaron la palabra Hades para traducir la palabra hebrea Seol. Por lo tanto, al traducir las palabras del patriarca Jacob en Génesis 37:34; 42:38; 44:29, 31, pusieron la palabra Hades en la boca de Jacob, para significar “el sepulcro,” y no la idea falsa que Homero tenía del Hades. Por eso, cuando se pone Hades en la boca de Jesucristo, no significa un lugar de tormento eterno en fuego.
“GEHENA”
23, 24. (a) ¿Con qué palabra asoció fuego Jesús, y a qué aplicó literalmente, pero qué significado simbólico tenía? (b) ¿Cómo advirtió Jesús, según Mateo 5:22, 29, 30, contra el Gehena?
23 El lugar con el cual Jesucristo asoció fuego no fue el Hades, sino el Gehena. El nombre realmente significa el “valle de Hinón.” Éste, en su sentido literal, significa el valle de Hinón al sur y sudoeste de Jerusalén. En el día de Jesús se usaba este lugar como basurero de la ciudad o lugar donde echar los desperdicios, y se usaba fuego mezclado con azufre para acabar con los desperdicios, hasta con los cadáveres de criminales que se consideraban demasiado viles para ser enterrados en el Hades, el sepulcro común del género humano. En sentido simbólico, la manera en que lo usó Jesús, el Gehena era símbolo de destrucción eterna y total, el borrar a uno de la existencia para siempre. ¡Aniquilación! El nombre Gehena ocurre solo doce veces en las inspiradas Escrituras Griegas Cristianas. La primera vez que se informa que Jesús usó la palabra es en Mateo 5:22, 29, 30. Allí leemos (Versión Hispano-Americana):
24 “Todo aquel que se enojare con su hermano, será reo ante el tribunal; y cualquiera que injuriare a su hermano, será reo ante el Sanedrín; y cualquiera que le maldijere, será reo del Gehena del fuego. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; porque te conviene que uno de tus miembros se pierda, y no que todo tu cuerpo sea echado en el Gehena. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; porque te conviene que uno de tus miembros se pierda, y no que todo tu cuerpo vaya al Gehena.”—Vea Marcos 9:43-47.
25. Para ilustrar que el Gehena significa destrucción eterna, ¿qué dijo Jesús acerca del alma en Mateo 10:28?
25 Para ilustrar el hecho de que el Gehena representa la destrucción eterna y total, Jesús les dijo a sus doce apóstoles: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero al alma no pueden matar; temed más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el Gehena.” (Mat. 10:28, Versión Hispano-Americana) Bueno, pues, si se destruye lo que se llama “alma,” ¿cómo sería posible atormentarla conscientemente en fuego y azufre para siempre? En la edad del obscurantismo los perseguidores religiosos no necesitaban una eternidad para quemar el cuerpo de un llamado “hereje” en la hoguera. El fuego no conserva a uno.
26. En todos los lugares donde aparece esta palabra griega, ¿qué palabra usa la traducción latina de Jerónimo, y quiénes son los individuos a quienes se asigna a este lugar?
26 Para otros lugares donde aparece el Gehena, vea Mateo 18:9; 23:15, 33; Lucas 12:5, y Santiago 3:6. En todos estos casos la Vulgata latina de Jerónimo usa la palabra gehenna, y no infernus. Aquellos a quienes Dios asigna a la destrucción eterna representada por el Gehena son individuos que, como Satanás el Diablo y sus ángeles demonios, ya no pueden ser corregidos, ya no pueden ser recobrados a la justicia. Es por eso que Jesús, en su parábola de las ovejas y las cabras, dice a los que se asemejan a cabras: “Apartaos de mí, vosotros los malditos, al fuego eterno, que fue preparado para el diablo y sus ángeles.”—Mat. 25:41, Douay.
NO BORRADOS PARA SIEMPRE EN EL “INFIERNO”
27, 28. (a) ¿La experiencia particular de quién muestra si los que van al “infierno” son borrados para siempre? (b) ¿Se refirió David a sí mismo en el Salmo 16:10, y qué dijo Pedro acerca de esto en el Pentecostés?
27 ¿Quiere decir esto que los que van al “infierno,” es decir, al “Hades” o “Seol,” no son borrados allí para siempre, que no permanecen allí durante todo el tiempo futuro? Este tiene que ser el caso si la Santa Biblia muestra que alguien salió del “infierno” (infernus, Hades, Seol), para permanecer para siempre afuera. Recordemos lo que escribió el salmista David: “Porque no dejarás mi alma en el infierno [latín, infernus]; ni darás a tu santo para que vea corrupción.” (Sal. 15:10, Douay; Sal. 16:10, Authorized Version) ¿Hablaba David aquí acerca de sí mismo? El apóstol cristiano Pedro dice que no. El día del Pentecostés del año 33 E.C., Pedro citó este salmo de David y lo aplicó al que debía aplicarse. Pedro dijo:
28 “Porque no dejarás mi alma en el infierno [latín, infernus], ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me has hecho conocer los caminos de la vida: harás que esté lleno de gozo con tu semblante. Varones, hermanos, dejadme hablaros libremente acerca del patriarca David; que murió, y fue sepultado; y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. En vista pues de que era profeta, y sabía que Dios le había jurado con juramento, que del fruto de sus lomos habría de sentarse uno sobre su trono. Previendo esto, habló de la resurrección de Cristo. Pues ni fue dejado en el infierno [latín, infernus], ni vio su carne corrupción. A este Jesús lo ha vuelto a levantar Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.”—Hech. 2:27-32, Douay.
29. ¿Cómo muestra “El Credo de los Apóstoles,” que la gente recita en las iglesias, si el “infierno” es un lugar de tormento eterno en fuego?
29 Muchas personas que han sido miembros de iglesias recordarán haber recitado en unión lo que se llama “El Credo [o Símbolo] de los Apóstoles,” en el cual decían: “Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que . . . fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos [latín, inferna]; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso.” Así los recitadores de este Credo han expresado la creencia de que Jesucristo “descendió a los infiernos.” Al repetir esas palabras, ¿querían decir ellos que él descendió a un lugar de fuego y azufre debajo de la tierra a fin de ser atormentado allí para siempre en lugar del género humano? No podrían haber querido decir eso, porque en las palabras que siguen inmediatamente después decían: “al tercer día resucitó de entre los muertos.” Por lo tanto ellos mismos, así como también el apóstol Pedro, confiesan que, en el caso de Jesucristo, el “infierno” (infernus) no es un lugar del cual los humanos muertos, una vez que hayan entrado en él, no puedan salir nunca. Jesús no sintió tormento alguno allí.
30, 31. (a) Según Eclesiastés 9:5, 10, ¿cuál fue la experiencia de Cristo allá abajo en el “infierno,” y por lo tanto él estaba como si estuviera haciendo qué? (b) Puesto que a Jesucristo se le llama “las primicias” de los muertos en el “infierno,” esto significa ¿qué? para todos los otros que están allí.
30 Jesucristo estuvo en el “infierno” (Hades o Seol) durante partes de tres días (Nisán 14-16, 33 E.C.). Como nos dice Eclesiastés 9:5, 10, mientras estuvo allí no estaba consciente de nada. Allí no halló trabajo, razón, sabiduría ni conocimiento. Aunque realmente estaba muerto, estaba como si estuviera dormido, inactivo, inconsciente de todo. Por eso el apóstol cristiano Pablo escribe lo siguiente acerca de la resurrección de Cristo de entre los muertos: “Pero ahora Cristo se ha levantado de entre los muertos, las primicias de los que duermen.” (1 Cor. 15:20, Douay) Entonces la resurrección realmente benefició a Jesucristo, que estaba muerto en el “infierno” (Hades o Seol). Y por esa razón Dios el Todopoderoso tiene propuesto que la resurrección beneficie a todos los otros muertos que están en ese “infierno.” Jesucristo solo fue “las primicias” de los que duermen allí en la muerte. Se despertará a la cosecha cabal de muertos humanos y se les hará salir al tiempo señalado de Dios. Esta es la idea clave en las inspiradas palabras del apóstol Pablo:
31 “Pues por un hombre vino la muerte, y por un hombre la resurrección de los muertos. Y como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.”—1 Cor. 15:21, 22, Douay.
32. El hecho de que el “infierno” es un lugar del cual hay liberación lo indican ¿qué palabras de Jesús en Revelación 1:17, 18?
32 El hecho de que el “infierno” (Hades o Seol) es el lugar del cual todos los muertos han de ser soltados por una resurrección nos lo aseguran las palabras del resucitado Jesucristo. Alrededor del año 96 E.C., o treinta y dos años después de la quema de Roma por el emperador Nerón, el resucitado Jesucristo se le apareció al apóstol Juan en una visión. Se expone esta visión en el último libro de la Biblia, que se llama el Apocalipsis o la Revelación, y en ella Jesús le dice al apóstol Juan: “Yo soy el primero y el último, y estoy vivo, y estuve muerto, y he aquí que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno [latín, infernus].”—Apo. Rev. 1:17, 18, Douay.
33, 34. (a) ¿Qué muestra si los parientes y amistades tendrán que pagarle dinero a Jesucristo antes que él use las llaves para librar a los que están en la muerte y en el infierno? (b) ¿De qué fue librado Jesucristo mismo, y por qué le ha encomendado Dios las “llaves”?
33 Puesto que tiene las “llaves de la muerte y del infierno,” ¿es el propósito del resucitado Jesucristo mantener a los que están en la muerte y en el infierno encerrados para siempre? ¿O primero tendrán que pagarle dinero los parientes o amistades de los difuntos antes que él use las llaves y deje salir a los que están en la muerte y en el infierno? ¡Qué egoísta y mercantilista sería el que se aprovechara así de tener las “llaves de la muerte y del infierno”!
34 Rechazando por completo semejante idea, Jesús dijo a sus apóstoles: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir, y para dar su vida como redención por muchos.” (Mat. 20:28, Douay) Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra como hombre, nunca cobró ni una sola moneda denario de plata por levantar de entre los muertos a cualquiera de las personas muertas que él hizo volver a la vida. No el mantener a los muertos encerrados para siempre, sino el librarlos amorosa y gratuitamente, ése es el propósito del resucitado Jesucristo respecto al uso de las “llaves de la muerte y del infierno.” Dios mismo, que resucitó a su Hijo Jesucristo del “infierno,” le encomendó esas “llaves” con ese mismísimo propósito.
35. (a) ¿Qué dijo Jesús respecto al tiempo gozoso en que ha de usar la llave del “infierno”? (b) ¿Por qué o de qué manera es beneficioso el propósito de la resurrección?
35 Esperando con interés ese tiempo que será gozoso para él, Jesucristo les dijo a los judíos: “Como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo también tener vida en sí mismo. Y le ha dado poder para ejecutar juicio, porque es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto; porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios. Y los que han hecho cosas buenas, saldrán a la resurrección de vida; pero los que han hecho mal, a la resurrección de juicio.” (Juan 5:26-29, Douay) Claro está que esa resurrección de todos los muertos que están en el “infierno” es para beneficio de ellos. Solo es después que cualesquiera de los que hayan sido resucitados del “infierno” vuelvan voluntariosamente a la comisión de maldades que el haber sido resucitado vendrá a parar en el caso de ellos en un juicio de condenación a la destrucción eterna. De modo que el propósito de la resurrección es beneficioso; tiene en mira el beneficio eterno de los muertos. Les hace accesible la oportunidad de disfrutar de la vida eterna en el nuevo orden de Dios.
36, 37. ¿A quién se le dio una visión del tiempo en que ya no habrá “infierno,” y qué descripción dio él de la escena?
36 En esa misma Revelación o Apocalipsis que el apóstol Juan recibió, el resucitado Jesucristo dio un cuadro del tiempo en que ya no habrá “infierno.” Esto es después que haya sido destruido este viejo sistema mundano de cosas, y Dios crea nuevos cielos y una nueva tierra, es decir un nuevo gobierno celestial y una nueva sociedad humana terrestre. Describiendo la maravillosa escena, Juan escribe:
37 “Y vi un gran trono blanco, y a uno que estaba sentado sobre él, de cuyo rostro huyó la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie en la presencia del trono, y fueron abiertos los libros; y fue abierto otro libro, que era el libro de la vida; y los muertos fueron juzgados por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él, y la muerte y el infierno [latín, infernus] entregaron sus muertos.”—Apo. Rev. 20:11-13, Douay.
38. (a) Así que, ¿cómo será puesto fuera de existencia el “infierno,” y cómo representa esto la Revelación? (b) ¿Cómo se hará que cesen la “muerte” y la iniquidad?
38 Ah, sí, cuando el “infierno” (Hades o Seol) haya entregado el último muerto que haya en él, por la resurrección de todos los muertos por quienes Jesucristo dio su vida humana como redención, entonces ya no habrá más infierno. En toda la redondez de la Tierra, los habitantes no verán ni un solo cementerio ni un marcador sepulcral. El sepulcro común del género humano habrá sido destruido para siempre. Por eso Apocalipsis Rev. 20:14, 15, Douay, pasa a decir: “Y el infierno [latín, infernus] y la muerte fueron arrojados al estanque de fuego. Esta es la muerte segunda. Y cualquiera que no se halló escrito en el libro de la vida, fue arrojado al estanque de fuego.” ¡Qué glorioso día de juicio será ése! Al “infierno” se le dará el golpe de muerte. A la muerte que todo el género humano ha heredado de los pecaminosos Adán y Eva se le hará morir, dejará de existir porque se habrá hecho que toda la humanidad obediente alcance la perfección de vida humana en un paraíso de placer restaurado. Se hará que cese el cometer maldades por medio de destruir a todos los que se vuelvan voluntariosamente inicuos y que tendrán que sufrir la pena de la muerte segunda.
[Ilustración de la página 233]
El poeta italiano Dante representó el “Inferno” o “infierno” como un lugar donde sufren los humanos después de la muerte del cuerpo. ¿Tenía razón Dante?
[Ilustración de la página 236]
Dios no dijo que si Adán comía el fruto prohibido iría a un “infierno” ardiente, sino que moriría
[Ilustración de la página 240]
La resurrección hará accesible a los muertos que sean levantados la oportunidad de disfrutar de vida eterna. Cuando el “infierno” haya entregado al último muerto que haya en él, los habitantes de la Tierra nunca volverán a ver un cementerio, porque al “infierno” mismo se le habrá dado el golpe de muerte
[Mapa de la página 237]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
El Gehena o valle de Hinón era un basurero de la ciudad y llegó a ser símbolo de destrucción eterna
MAPA DE LA JERUSALÉN DEL PRIMER SIGLO
ZONA DEL TEMPLO
VALLE DE HINÓN
(GEHENA)