Capítulo 10
La destrucción ardiente de la cristiandad desde el carro celestial
1-3. La posición de Jehová en el templo fue apropiadamente la ocasión para que él hiciera ¿qué, y para qué establecía el modelo esto como se predijo en Malaquías 3:1-5?
EL CARRO celestial de Jehová todavía está parado fuera de la puerta del norte que lleva al patio interior del templo de Jerusalén a medida que se revelan nuevas cosas en la visión que se le da al profeta levítico Ezequiel. De una posición de conductor sobre el carro celestial la “gloria del Dios de Israel” había pasado a sobre el umbral del Santísimo del templo. (Ezequiel 8:3, 4; 9:3) El estar presente él allí era la ocasión apropiada para que inspeccionara esta casa dedicada a él y viera lo que estaba sucediendo allí y entonces expresara su decisión judicial. Establecía el modelo para lo que habría de suceder más tarde tocante a un templo mayor, como lo predijo un profeta posterior con estas palabras:
2 “‘¡Miren! Estoy enviando mi mensajero, y él tiene que despejar un camino delante de mí. Y súbitamente vendrá a Su templo el Señor verdadero, a quien ustedes buscan, y el mensajero del pacto en quien se deleitan. ¡Miren! Ciertamente vendrá,’ ha dicho Jehová de los ejércitos. ‘Pero ¿quién estará soportando el día de su venida, y quién será el que se mantendrá en pie cuando él aparezca? Porque él será como el fuego de un refinador y como la lejía de los lavanderos. Y tendrá que sentarse como refinador y limpiador de plata y tendrá que limpiar a los hijos de Leví; y tendrá que clarificarlos como oro y como plata, y ellos ciertamente llegarán a ser para Jehová personas que presentan una ofrenda de dádiva en justicia. Y la ofrenda de dádiva de Judá y de Jerusalén realmente será agradable a Jehová, como en los días de mucho tiempo atrás y como en los años de la antigüedad.
3 “‘Y ciertamente me acercaré a ustedes para el juicio, y ciertamente llegaré a ser testigo veloz contra los hechiceros, y contra los adúlteros, y contra los que juran falsamente, y contra los que actúan fraudulentamente con el salario del trabajador asalariado, con la viuda y con el huérfano de padre, y los que apartan al residente forastero, mientras que no me han temido,’ ha dicho Jehová de los ejércitos.”—Malaquías 3:1-5; escrito en 443 a. de la E.C., después que fue reedificado el templo de Jerusalén.
4. Según la visión dada a Ezequiel, ¿contra quiénes había sido testigo veloz Jehová en el templo, y desde allí en qué otro lugar habían efectuado los “seis hombres” su obra de destrozo hasta el fin?
4 En la visión dada a Ezequiel en el templo Jehová de veras había sido un “testigo veloz” contra los setenta nombres de mayor edad que habían estado quemando incienso a entalladuras idolátricas y contra las mujeres que estaban sentadas llorando por el dios falso Tamuz y contra los veinticinco hombres que le habían vuelto la espalda al templo de Jehová mientras se inclinaban en adoración al Sol oriental. El hombre “vestido de lino, con un tintero de secretario a sus caderas,” no había puesto una marca salvadora en sus frentes, y por eso los “seis hombres” de Jehová con armas de destrozo habían matado a aquellos contaminadores del templo de Jehová. De su obra en el templo aquellos seis ejecutores habían salido para pasar por la ciudad de Jerusalén y habían dado muerte por aplaste a todas las personas que no llevaban la marca, prescindiendo de edad, sexo o estado civil. Ahora, ¿qué habría de sucederle a la ciudad misma, llena como estaba de los cadáveres de los que habían sido muertos violentamente? Ezequiel estaba bajo el mandato de decirnos:
5. ¿Qué se le dijo ahora al hombre “vestido de lino” que hiciera? ¿Lo hizo?
5 “Y continué viendo, y, ¡mire! sobre la expansión que estaba sobre la cabeza de los querubines había algo como piedra de zafiro, como la apariencia de la semejanza de un trono, apareciendo sobre ellos. Y él procedió a decirle al hombre que estaba vestido con el lino, aun a decirle: ‘Entra entre el conjunto de ruedas, debajo de los querubines, y llena los huecos de tus dos manos con brasas de fuego de entre los querubines y arrójalas sobre la ciudad.’ De manera que él entró delante de mis ojos.”—Ezequiel 10:1, 2.
6. ¿Cuál fue la decisión judicial de Jehová desde el templo, y de dónde se habían de obtener los medios para hacer esto, y entonces quién los usaría?
6 Así se nos indica la decisión judicial de Jehová desde el templo: la ciudad de Jerusalén tenía que ser destruida, quemada con fuego, ¡y ni siquiera su templo sería eximido! ¿De dónde procedería el material incendiario? De entre las ruedas del carro, junto a las cuales estaban de pie los cuatro querubines. Allí habrían de hallarse las brasas de fuego. Sin embargo, no fue directamente a las criaturas vivientes querúbicas que se les mandó que arrojaran las brasas ardientes sobre la Jerusalén llena de cadáveres. No habrían de abandonar su lugar junto a las ruedas del carro celestial, sino que habrían de usar un agente. ¿A quién? Al hombre “vestido de lino, con un tintero de secretario a sus caderas.” De esta manera se demuestra que la destrucción ardiente de Jerusalén y su templo proviene del carro celestial de Jehová, y el arrojar las brasas ardientes desde allí se efectúa por mandato de Jehová. El profeta Ezequiel vio al hombre vestido de lino entrar adonde estaba el fuego para que le llenaran ambas manos de las brasas ardientes. Milagrosamente aquello no habría de lastimarle las manos.
7, 8. ¿Dónde estaban de pie los cuatro querubines situados junto a las ruedas del carro, y cómo determinamos eso?
7 A medida que Ezequiel observa, procede a describirnos lo que sirve de fondo a la emocionante escena, diciendo: “Y los querubines estaban de pie a la derecha de la casa cuando el hombre entró, y la nube llenaba el patio interior.”—Ezequiel 10:3.
8 Por la expresión “derecha de la casa” ¿quiso decir Ezequiel el lado derecho de él al mirar hacia el templo? Tradicionalmente, el lado derecho representa el sur para los hebreos. Pero aquí él habla de la “derecha de la casa cuando el hombre entró,” lo cual parecería referirse al lado derecho del hombre al entrar, estando su lado derecho hacia el norte. Adoptando este punto de vista del asunto, The New English Bible (1970) traduce así esta parte del versículo tres: “Los querubines estaban de pie al lado derecho del templo al entrar un hombre.” Esto situaría a los querubines en el lado del norte, donde los sitúa la descripción de Ezequiel 8:3, 4. De otra manera, hemos de entender (aunque Ezequiel no lo dice) que el carro celestial con sus ruedas y querubines había pasado del norte del templo al lado del sur (el lado derecho cuando se mira hacia el este) del santuario.
9. ¿Cómo repite Ezequiel, aparentemente, Ezequiel 9:3 acerca del movimiento de la gloria de Jehová y el sonido de las alas de los querubines?
9 Ahora aparentemente Ezequiel repite lo que había descrito previamente (en Ezequiel 9:3) al pasar a decir: “Y la gloria de Jehová empezó a levantarse de los querubines junto al umbral de la casa, y la casa gradualmente se llenó de la nube, y el patio mismo estaba lleno del resplandor de la gloria de Jehová. Y el sonido mismo de las alas de los querubines se hizo oír hasta el patio exterior, como el sonido de Dios Todopoderoso cuando habla.”—Ezequiel 10:4, 5.
10. ¿Cómo indican tres traductores modernos que la gloria de Jehová no había hecho ningún movimiento intermedio?
10 Indicando que Jehová no se había alejado del umbral del templo a sobre el carro celestial y luego había regresado al umbral del templo, dice la Literal Translation of the Holy Bible de Young: “Y se pone alto el honor de Jehová sobre el querubín, sobre el umbral de la casa, y la casa se llena de la nube, y el patio se ha llenado del brillo del honor de Jehová.” También, An American Translation vierte así Ezequiel 10:3, 4: “ . . . y la nube llenó el patio interior; pues cuando la gloria del SEÑOR había ascendido de los querubines al umbral de la casa, la casa se llenó de la nube, mientras que el patio se llenó del resplandor de la gloria del SEÑOR.” También, A New Translation of the Bible (por el Dr. James Moffatt) dice aquí: “ . . . una nube llenó el patio interior. Cuando el Esplendor del Eterno ascendió de los querubines y fue al umbral del templo, el templo se llenó de la nube, y el patio interior se llenó de resplandor del Esplendor del Eterno.”
11. Cuando el hombre vestido de lino entró para obtener las brasas ardientes, ¿dónde estaba la gloria de Jehová, y qué efecto tenía esto en el templo, de modo que los querubines llamaron la atención a ello de qué manera?
11 De modo que la gloria de Jehová había dejado el trono de zafiro que había sobre aquella expansión semejante a hielo que estaba sobre las ruedas y los querubines situados junto a ellas y todavía estaba sobre el umbral del Santísimo del templo cuando se le dijo al hombre vestido de lino que obtuviera brasas de fuego. (Ezequiel 1:25-27; 10:1, 2) En cuanto al templo debajo de la gloria de Jehová, llegó a estar lleno de una nube milagrosa, lo cual mostraba que Jehová dominaba el templo y nadie más podía entrar en él. (Compare con 1 Reyes 8:10-13; Revelación 15:8.) Tan brillante era la gloria de Jehová sobre el templo que su resplandor llenaba el patio enfrente del santuario del templo. La presencia de Jehová en el templo para ejecutar su decisión judicial era sumamente importante. Tan merecedora de atención era que los cuatro querubines situados junto a las ruedas del carro pusieron en movimiento sus alas, no para alejarse volando con el carro, sino para hacer un sonido poderoso. Si alguien hubiera estado en el patio exterior, podría haber oído el sonido. Pudiera haber sido como trueno ensordecedor, como cuando Dios Todopoderoso habla.—Compare con Éxodo 20:18, 19; Juan 12:28-30.
12. ¿Dónde había entregado su informe el hombre con el tintero, y a qué dio su atención ahora?
12 El hombre “vestido de lino, con un tintero de secretario a sus caderas,” dirigió su atención ahora a aquellos querubines. En cuanto a su obra previa de marcar frentes él había entregado informe a Jehová en el templo, diciendo: “He hecho tal como me has mandado.” (Ezequiel 9:11) Ahora se dirige a la “derecha de la casa,” para ir al carro celestial, como enseguida nos dice Ezequiel:
13. ¿Qué recibió el hombre “vestido de lino” de uno de los querubines, y cómo?
13 “Y aconteció, cuando mandó al hombre vestido con el lino, diciendo: ‘Toma fuego de entre el conjunto de las ruedas, de entre los querubines,’ que él procedió a entrar y plantarse al lado de la rueda. Entonces el querubín alargó su mano de entre los querubines al fuego que estaba entre los querubines y lo llevó y lo puso en los huecos de las manos del que estaba vestido con el lino, quien ahora lo tomó y salió. Y se vio perteneciente a los querubines la representación de una mano de hombre terrestre debajo de sus alas.”—Ezequiel 10:6-8.
“BRASAS DE FUEGO” SIMBÓLICAS ARROJADAS SOBRE JERUSALÉN
14. ¿Qué clase de brasas ardientes arroja el hombre vestido de lino sobre la ciudad, y qué significa este hecho en cuanto a la destrucción de Jerusalén?
14 Esto es lo último que ve el profeta Ezequiel del hombre “vestido de lino” en la visión. Los ojos de Ezequiel se apartan de seguir a este hombre en la ejecución de su misión a una contemplación adicional del carro celestial. Ezequiel así nos evita la vista del incendio de la ciudad de Jerusalén, a medida que este hombre vestido de lino aparta sus manos de la obra salvavidas de marcar frentes hacia la obra destructiva de arrojar “brasas de fuego” sobre la ciudad. No es con fuego hecho por el hombre que incendia la ciudad; es fuego milagroso de la organización celestial de Dios. No un hombre, sino un querubín que pertenecía a esa organización, puso este fuego en las manos del hombre vestido de lino. ¿Qué significa esto? Esto: que la destrucción total de Jerusalén como SI fuera con fuego podría ser una expresión de la ira y furor de Jehová contra aquella ciudad capital del reino de Judá. El profeta Ezequiel vio este fuego milagroso “entre el conjunto de las ruedas,” no cuando vio por primera vez el carro celestial el año anterior en Babilonia, sino ahora cuando ve a ese carro ubicado en Jerusalén. Cuando ese carro llegara a Jerusalén, ¡sería hora de la destrucción de ella!
15. Correspondientemente, ¿a qué asemeja Jeremías en las Lamentaciones la cólera y furia que Jehová derrama sobre Jerusalén?
15 El profeta Jeremías, cuando se lamenta amargamente por la destrucción de Jerusalén, asemeja la cólera y furia de Jehová a fuego. Tristemente dice: “Jehová se ha tragado, no le ha mostrado compasión a ningún lugar de habitación de Jacob [Israel]. En su furor ha demolido los lugares fortificados de la hija de Judá. Ha puesto en contacto con la tierra, ha profanado al reino y a sus príncipes. En el ardor de la cólera ha cortado todo cuerno de Israel. Ha vuelto atrás su diestra de delante del enemigo; y en Jacob sigue ardiendo como un fuego llameante que ha devorado todo alrededor. Ha pisado su arco como enemigo. Su diestra ha tomado su posición como adversario, y siguió matando a todos aquellos deseables a los ojos. En la tienda de la hija de Sion ha derramado su furia, justamente como fuego.” (Lamentaciones 2:2-4) Con metáforas adecuadas Jeremías continúa diciendo: “Ha realizado Jehová su furia. Ha derramado su ardiente cólera. Y enciende un fuego en Sion, que se come sus fundamentos.”—Lamentaciones 4:11.
16, 17. El relato de 2 Crónicas 36:16-20 está fraseado de tal modo que indica que la destrucción de Jerusalén y su templo fue la expresión de la furia ¿de quién?
16 Aun el cronista inspirado, evidentemente el escriba sacerdotal Esdras, frasea su relato de tal modo que nos recuerda que la destrucción de Jerusalén y su templo en 607 a. de la E.C. fue expresión inequívoca de la furia justificada de Dios contra la ciudad infiel. Por eso, en 2 Crónicas 36:16-20, leemos esto acerca de aquellos judíos insensibles:
17 “Continuamente estuvieron haciendo burla de los mensajeros del Dios verdadero y despreciando sus palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de Jehová subió contra su pueblo, hasta que no hubo curación. De modo que hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que procedió a matar con la espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, y no sintió compasión por joven ni virgen, viejo ni decrépito. Todo lo dio Él en su mano. Y todos los utensilios, grandes y pequeños, de la casa del Dios verdadero y los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y procedió a quemar la casa del Dios verdadero y a demoler el muro de Jerusalén; y todas sus torres de habitación las quemaron con fuego y también todos sus objetos deseables, a fin de causar ruina. Además, a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia, y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar.”
18. ¿Fueron prefigurados por el hombre “vestido de lino” los que realmente quemaron a Jerusalén? Por eso, ¿qué dio a entender realmente el hecho de que este hombre arrojara las brasas ardientes sobre Jerusalén?
18 Ese relato, y el relato más completo de 2 Reyes 25:8-21, muestran que fueron los ejércitos del rey de Babilonia los que realmente quemaron la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, esto no significa que aquellos babilonios fueron prefigurados por el hombre “vestido de lino” que, en la visión de Ezequiel, arrojó brasas ardientes sobre Jerusalén. No; más bien este hombre contemplado en visión continuó representando al resto fiel de los testigos bautizados y ungidos de Jehová que efectúan el marcar simbólico de frentes en este “tiempo del fin” para la cristiandad. Por consiguiente, el que el hombre arrojara brasas de fuego sobre Jerusalén representó primero que Jehová derramaría su furia ardiente sobre Jerusalén. Por el hombre vestido de lino estaba notificando con anticipación de esto a los habitantes de Jerusalén. Este derramamiento de la ira divina se llevó a cabo por medio de los ejércitos babilonios que realmente quemaron la ciudad. De manera semejante la correspondencia moderna del hombre vestido de lino esparce el mensaje ardiente de la Palabra de Dios sobre toda la cristiandad, y esto sirve de notificación de antemano a ella de que la cólera ardiente de Jehová será descargada sobre ella en la venidera “tribulación grande.”
19. Por eso, entonces, ¿qué relación tiene el resto ungido representado por el hombre vestido de lino con la destrucción de la cristiandad, y, aparte de su organización celestial, invisible, qué agencias usará Jehová para descargar destrucción sobre la cristiandad?
19 Por lo tanto, en el desenvolvimiento verdadero de las cosas en el futuro cercano, los del resto ungido representados por el hombre “vestido de lino” realmente no le pondrán fuego a la cristiandad, ni tendrán ninguna participación activa en destruirla. Simplemente proclaman ahora el “día de la venganza de parte de nuestro Dios” contra la cristiandad. (Isaías 61:1, 2) Obtuvieron este mensaje ardiente de Jehová por medio de Su organización celestial, su carro celestial. Por decirlo así, uno de los querubines celestiales que pertenece a ese carro celestial puso estas simbólicas “brasas de fuego de entre los querubines” en los huecos de sus manos para que fueran y las arrojaran sobre la ciudad de la cristiandad como notificación de advertencia. Aparte de lo que la organización celestial invisible de Jehová bajo el glorificado Jesucristo hará para la exterminación literal de la cristiandad, él usará a agencias terrestres para descargar sobre la cristiandad destrucción violenta como lo que los babilonios le hicieron a la Jerusalén hipócrita allá en 607 a. de la E.C.
20. Puesto que la cristiandad es la parte sobresaliente de Babilonia la Grande, ¿qué clase de destrucción le espera?
20 Cuando recordamos que la cristiandad es la parte sobresaliente de la moderna Babilonia la Grande, el imperio mundial de religión babilónica falsa, podemos ver que a la cristiandad le espera destrucción como si fuera por ser quemada con fuego completamente consumidor.
21. Inevitablemente, pues, la cristiandad llega a estar dentro del alcance ¿de qué palabras que se expresan en Revelación, capítulo dieciocho, sobre Babilonia la Grande?
21 Inevitablemente, pues, la cristiandad llega a estar dentro del alcance de las palabras proféticas del cielo, según las oyó el apóstol cristiano Juan: “Por eso es que en un solo día vendrán sus plagas, muerte y lamento y hambre, y será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la juzgó.” Entonces, en una descripción de los que sufren pérdida egoísta personal por la destrucción del imperio mundial de religión falsa (incluso la cristiandad), el apóstol Juan pasa a decir: “Y los reyes de la tierra que cometieron fornicación con ella y vivieron en lujo desvergonzado llorarán y se golpearán en desconsuelo por ella, cuando miren el humo del incendio de ella, mientras se quedan de pie lejos por su temor del tormento de ella y dicen: ‘¡Qué lástima, qué lástima, tú, la gran ciudad, Babilonia la fuerte ciudad, porque en una sola hora ha llegado tu juicio!’”—Revelación 18:8-10.
22. Según las palabras de Revelación, capítulo dieciocho, se reconoce que la destrucción viene ¿de quién, y cómo responderán a ella los que están simbólicamente marcados en la frente?
22 Hasta el último escritor de la Biblia reconoce esta destrucción de la organización religiosa hipócrita como una destrucción ardiente de parte de Aquel que conduce el carro celestial. Así, pues, el apóstol Juan, después de describir la pena que muchos sienten por esta destrucción, dice: “¡Alégrate sobre ella, oh cielo, también ustedes los santos y los apóstoles y los profetas, porque judicialmente Dios le ha impuesto castigo a ella por ustedes!” (Revelación 18:20) Todos los que hayan sido marcados en la frente por el moderno hombre “vestido de lino” se regocijarán con éstos en la destrucción ardiente que habrá procedido del carro celestial de Jehová contra la cristiandad hipócrita y todo el resto de Babilonia la Grande. Ciertamente todos nosotros queremos estar del lado de los que se regocijen cuando suceda esto.
EL CONJUNTO DE RUEDAS Y LOS QUERUBINES QUE ESTÁN ENVUELTOS
23, 24. ¿Qué descripción da ahora Ezequiel de las ruedas y los querubines, y qué indica su correspondencia con la descripción previa en cuanto a la fuente de la destrucción?
23 Junto con el profeta Ezequiel echemos otro vistazo al carro celestial de Jehová desde el cual flamea esta ardiente destrucción contra la cristiandad. La manera en que lo describe ahora Ezequiel corresponde estrechamente con lo que dijo acerca de ello en Ezequiel 1:5-28. Para identificarlo como el mismo carro, Ezequiel escribe:
24 “Y continué viendo, y, ¡mire! había cuatro ruedas al lado de los querubines, una rueda al lado de un querubín y una rueda al lado del otro querubín, y la apariencia de las ruedas era como el refulgir de una piedra de crisólito. Y en cuanto a su apariencia, las cuatro tenían una misma semejanza, tal como cuando una rueda resulta estar en medio de una rueda. Cuando iban, a sus cuatro lados iban. No cambiaban dirección cuando iban, porque al lugar adonde miraba la cabeza, tras éste iban. No cambiaban de dirección cuando iban. Y toda la carne de ellos y sus espaldas y sus manos y sus alas y las ruedas estaban llenas de ojos todo alrededor. Los cuatro tenían sus ruedas. En cuanto a las ruedas, a ellas se les llamaba en mis oídos: ‘¡Oh conjunto de ruedas [hag-Galgal, hebreo]!’”—Ezequiel 10:9-13.
25. ¿Qué nombre se dio a las ruedas, y a qué rasgo acerca de una rueda llama atención?
25 Quizás haya sido una sorpresa para Ezequiel oír que a las ruedas se les llamaba por un nombre: “¡Conjunto de ruedas!” (Ezequiel 10:2) Evidentemente este nombre lo ocasionaba lo que hace la rueda, a saber, rueda o gira. De modo que podría llamarse una rodadora o giradora. Este rasgo recibe énfasis en The Emphasised Bible, por J. B. Rotherham, que traduce Ezequiel 10:13 de esta manera: “A las ruedas, a ellas se hizo el clamor, ¡oh rueda giratoria!” O, según la lectura marginal: “¡Oh tú que giras!” Correspondientemente, el nombre de la ciudad israelita Guilgal significa “Un Rodar.”—Josué 5:9.
26. El dar a este rasgo acerca del carro celestial tal nombre llamó la atención a ¿qué, acerca de la organización celestial de Jehová?
26 El dar a esta parte del carro celestial tal nombre llama atención a la velocidad con que se mueve el carro celestial, la organización celestial de Jehová. Se mueve como con “ruedas [galgal (usado aquí en plural)] como una tempestad de viento.” “Sus ruedas son como una tempestad de viento.” (Isaías 5:28, Ro) Los carros de guerra de la capital asiria, Nínive, jamás se movieron más aprisa que este carro celestial, aunque se diga de aquellos carros de guerra asirios: “Como los relámpagos siguen corriendo.” (Nahúm 2:4) Aunque las ruedas del carro celestial giraban con tantas revoluciones por minuto, tenían ojos para ver por dónde iban.
27. ¿Qué declaración hizo ahora Ezequiel acerca de los querubines, y qué indica el movimiento de las ruedas junto a ellos?
27 De las ruedas ahora el profeta Ezequiel dirigió su consideración a los querubines acompañantes. Evidentemente mirando primero el lado izquierdo de la criatura viviente querúbica, Ezequiel comenta acerca de ellos como sigue: “Y cada uno tenía cuatro caras. La primera cara era la cara del querubín [una cara de toro, en Ezequiel 1:10], y la segunda cara era la cara de hombre terrestre, y la tercera era la cara de un león, y la cuarta era la cara de un águila. Y los querubines se levantaban —era la misma criatura viviente que había visto junto al río Kebar— y cuando los querubines iban, las ruedas iban al lado de ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para estar bien arriba de la tierra, las ruedas no cambiaban de dirección, aun ellas mismas, de al lado de ellos. Cuando éstos se detenían, ellas se detenían; y cuando éstos se levantaban, ellas se levantaban con ellos, porque el espíritu de la criatura viviente estaba en ellas.” (Ezequiel 10:14-17) Así, pues, había cooperación perfecta entre las ruedas y los querubines. No había ninguna falta de armonía o desorganización en cuanto a este carro celestial de Jehová.
28. ¿A qué nueva posición pasaron ahora la “gloria de Jehová” y el carro celestial?
28 El “fuego” tomado de entre los querubines de este carro y arrojado por el hombre vestido de lino sobre la ciudad de Jerusalén todavía no había llegado al templo. Por eso, en la visión, la “gloria de Jehová” todavía continúa maniobrando en esa zona, tal como ahora nos dice Ezequiel: “Y la gloria de Jehová procedió a salir de sobre el umbral de la casa y a detenerse sobre los querubines. Y los querubines ahora alzaron sus alas y se levantaron de la tierra delante de mis ojos. Cuando salieron, las ruedas también estaban cerca, al lado de ellos; y ellos empezaron a pararse en la entrada oriental de la puerta de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos, desde arriba. Esta es la criatura viviente que había visto bajo el Dios de Israel junto al río Kebar [en Babilonia], de modo que llegué a saber que eran querubines. En cuanto a los cuatro, cada uno tenía cuatro caras y cada uno tenía cuatro alas, y la semejanza de las manos de hombre terrestre estaba debajo de sus alas. Y en cuanto a la semejanza de sus caras, eran las caras cuya apariencia había visto junto al río Kebar, las mismísimas. Iba cada uno derecho adelante.”—Ezequiel 10:18-22.
29. ¿Adónde tenía que ser sacado ahora el profeta Ezequiel, y qué nos interesa saber tocante a él ahora?
29 Cuando el carro celestial, llevando a Jehová sentado sobre el trono de zafiro sobre éste, se para en la entrada oriental exterior del templo, ¿qué instrucciones habrán de dársele al profeta Ezequiel? Pero primero tenía que ser sacado de su posición en el patio interior del templo para que contemplara lo que se viera desde la puerta oriental exterior que miraba hacia el monte de los Olivos. Nos interesa saber lo que ve y oye allí.