Lo que es el Armagedón de la Biblia
HAY peligro en las alarmas falsas, alarmas sin sentido, a saber, en advertencias que no tienen base de hecho. Si se dan gritos de “¡Fuego! ¡Fuego!” sin que haya fuego, existe la tremebunda posibilidad de que la gente no responda cuando se dé una alarma verdadera. Cuando a letreros y carteles que ponen sobre aviso se les oscurece, apaga o presenta en falsos colores, el efecto a menudo es calamitoso. “Porque en verdad,” dijo Pablo, un apóstol de Jesucristo, “si la trompeta da un toque de llamada indistinto, ¿quién se preparará para el combate?” (1 Cor. 14:8) Hay un peligro como ése escondido tras el emplear mal la palabra “Armagedón,” también conocida como “Har–Magedón.”
No es ningún secreto que los estadistas mundiales, el clero y la prensa pública usan la palabra “Armagedón,” pero igualmente obvio es que pocas personas conocen su significado bíblico. La palabra misma ha llegado a significar muchas cosas para muchas personas, y esto le ha restado fuerza a su significado verdadero y lo ha oscurecido. Por ejemplo, el Beacon Journal de Akron del 9 de octubre de 1961, bajo el encabezamiento editorial “La bomba del Armagedón” dijo: “Es posible que Rusia esté vigorizándose hasta la prueba de una bomba de ‘Armagedón’ o ‘Día del juicio universal,’ de cien megatoneladas—igual a cien millones de toneladas de TNT.” Lo que se deduce de esto es que “Armagedón” tiene que ver con un “día del juicio universal” hecho por el hombre, acelerado por el uso de armas nucleares. Nada podría estar más lejos de la verdad; no obstante, es sorprendente cuántos sustentan este punto de vista, o variaciones leves de éste.
Por ejemplo, después de un discurso sobre la doctrina de la represalia por el mariscal Malinovsky de Rusia, el Times de Nueva York del 1 de junio de 1960 dijo que había llegado a ser sumamente apremiante definir las fronteras verticales del aire territorial. “No podemos darnos el lujo de deslizarnos hacia el Armagedón simplemente porque nadie se molesta en afrontar el problema obvio,” dijo el periódico. El 30 de octubre de 1961, según el Herald Tribune de Nueva York, el cardenal Francisco Spellman, de la Iglesia Católica Romana, pidió “oraciones para librar al mundo del ‘Armagedón termonuclear.’”
El Armagedón que estos hombres temen, sin embargo, no es el Armagedón de la Biblia. Ellos temen una extinción labrada por el hombre.
De manera semejante, varios escritores frecuentemente usan el vocablo para aludir a las contiendas gigantescas entre las naciones de hombres como Armagedón. Por ejemplo, en el número de julio de 1962 del Reader’s Digest apareció un artículo intitulado “Preludio al Armagedón.” Fue un relato breve acerca de cómo se llegó al punto de no poder volverse atrás y se entró en la I Guerra Mundial. El Saturday Evening Post del 20 de abril de 1963 dio prominencia especial a un extracto extenso de una novela por León Uris llamada “Armagedón.” Este es un poderoso relato de la ocupación de Alemania por los norteamericanos después de la II Guerra Mundial.
Desorientadoras como son estas opiniones en cuanto al Armagedón, todavía se pueden agregar otras opiniones a la desorientación. El Daily News de Newport del 21 de septiembre de 1960, por ejemplo, bajo el subtítulo “Camino al Armagedón,” declaró: “La reunión de caudillos de muchas naciones del mundo para la Asamblea General de las Naciones Unidas monta el escenario para el Armagedón, el conflicto entre el bien y el mal.”
Por tales informes a uno pudiera hacérsele creer que las naciones miembros de las Naciones Unidas están peleando el Armagedón en las salas de conferencias de las Naciones Unidas y que estas potencias políticas están librando una guerra ideológica contra las fuerzas del mal en el mundo para el bien de toda la humanidad. Pero la idea pasa por alto el hecho de que la batalla contra el mal ha continuado desde que apareció el “mal” en el Edén. Todas estas opiniones tienden a hacer una sola cosa, a saber, a confundir a los hombres en cuanto al verdadero significado del Armagedón mencionado en la Biblia.
TRAS LA PALABRA “ARMAGEDÓN”
La palabra “Armagedón” no es invento de los gobernantes y reyes políticos de la Tierra. A sabiendas o sin saberlo, han tomado prestada la palabra de la Palabra de Dios, la Biblia. Aun en la Biblia solo aparece una vez, y esto es en el pasaje que se encuentra en Revelación 16:13, 14, 16: “Y vi tres expresiones inspiradas inmundas . . . Son, de hecho, expresiones inspiradas por demonios y ejecutan señales, y salen a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso. . . . Y los reunieron en el lugar que en hebreo se llama Har–Magedón,” o, según otras traducciones, “Armagedón.”
¿Qué es este “Har–Magedón” o “Armagedón”? Del texto de las Escrituras acabado de citar es evidente que la palabra alude al lugar simbólico de una batalla suprema en la que a los gobernantes políticos de la Tierra, bajo la persuasión de las fuerzas demoníacas invisibles, se les reúne para pelear, no unos contra otros en una guerra nuclear, sino contra Dios el Todopoderoso y su rey mesiánico, Cristo Jesús. Y a causa de su asociación con este lugar simbólico, la guerra misma ha llegado a llamarse Armagedón.
Pero, ¿cómo pueden los reyes y los gobernantes políticos librar una guerra contra un Dios invisible? Un entendimiento del nombre “Armagedón” nos ayudará a contestar estas preguntas. El nombre es de origen hebreo y parece significar “montaña de Meguido,” aludiendo a la ciudad-fortaleza hebrea de Meguido. Así llega a ser evidente que está asociado estrechamente con el territorio del pueblo de Dios, un pueblo que, en tiempos antiguos, constituyeron los hebreos. Era en Meguido o cerca de allí donde se peleaban batallas decisivas. Allí fue donde Josué derrotó al rey de Meguido. Allí el juez Barac ganó la victoria sobre el rey cananeo Jabín, y en esta batalla se dijo que el Cielo peleó por la victoria del pueblo de Dios. Allí fue donde el rey Josías fue herido mortalmente. Por eso, en Meguido se reunían reyes de la Tierra para sus batallas definitivas. Peleaban contra los soldados de Israel, pero eso no era más que una manera indirecta de desafiar la soberanía de Jehová, el Dios de Israel.—Jos. 12:21; Jue. 4:12-24; 5:19-21; 2 Rey. 23:29, 30.
ATAQUE POR GOG DE MAGOG
Hay más esclarecimiento sobre este asunto en la profecía de Ezequiel concerniente al ataque de Gog de Magog. Dirigiéndose a Satanás el Diablo, bajo el símbolo de Gog, Jehová indica el tiempo y el lugar del ataque y dice: “En la parte final de los años vendrás a la tierra del pueblo traído de vuelta de la espada, recogido de muchos pueblos, a las montañas de Israel, . . . aun una tierra que ha sido sacada de los pueblos, donde han morado en seguridad, todos ellos. Y no podrás menos que subir. Entrarás como una tempestad. Llegarás a ser como nubes que hubieran de cubrir la tierra, tú y todas tus partidas y muchos pueblos contigo.”—Eze. 38:8, 9.
Así vemos que, bajo la influencia de Satanás o Gog, los gobernantes políticos de la Tierra, no pudiendo atacar al reino mesiánico invisible de Dios para mostrar que rehúsan reconocerlo y rendirse a él, descargan su cólera sobre la única parte del dominio del Reino que pueden tocar, es decir, el lugar, “la tierra” o la condición santa del Israel espiritual, los testigos ungidos de Dios aquí sobre la Tierra. Desde el tiempo de Abel los testigos de Jehová han sido objeto del odio de hombres y naciones, pero este ataque es algo más que la persecución que han experimentado hasta ahora. Es un esfuerzo final, supremo, por destruirlos. Cuando venga, estos testigos no estarán todos situados en algún sitio geográfico específico sobre la Tierra. Tampoco aparece el nombre “Armagedón” en algún mapa geográfico. No alude literalmente a las inmediaciones de Meguido, ahora en el territorio de la República de Israel, sino que alude simbólicamente al lugar dentro del dominio de las experiencias de los testigos de Jehová sobre la Tierra donde ha de pelearse la guerra final.
Observe cómo la profecía de Ezequiel describe la destrucción que les acontece a los inicuos enemigos de Dios: “Y yo . . . te traeré sobre las montañas de Israel . . . . En las montañas de Israel caerás, tú y todas tus partidas y los pueblos que estarán contigo. A las aves de rapiña, a las aves de toda suerte de ala, y a las bestias salvajes del campo te daré por alimento.”—Eze. 39:2-4.
Hay una notable semejanza entre esto y la visión que tuvo el apóstol Juan de la batalla del Har–Magedón: “Vi también a un ángel que estaba de pie en el sol, y clamó con voz fuerte y dijo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: ‘Vengan acá, sean juntadas a la gran cena de Dios, para que coman las carnes de reyes y las carnes de comandantes militares y las carnes de hombres fuertes . . . de libres así como de esclavos y de pequeños y grandes.’ . . . Y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”—Rev. 19:17-21.
LOS QUE ESTÁN ENVUELTOS EN LA PELEA
¿Observó usted a quiénes es que se reduce a simples cadáveres para que se alimenten de ellos las aves de rapiña? Es a los “reyes,” “comandantes militares” y “hombres fuertes,” ‘libres así como esclavos y pequeños y grandes.’ Esto limita la destrucción del Har–Magedón a los reyes y gobernantes políticos de la tierra habitada y los que los apoyan.
Por eso, es vital que toda persona sobre la haz de la Tierra esté alerta, si no quiere contarse entre los que descenderán en la destrucción en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” El que una persona responda a la propaganda que le enseña a cifrar la confianza en los reinos de los hombres en vez de en el reino de Dios significa que está siendo guiada por “expresiones inspiradas por demonios.” La persona que presta atención a las incitaciones de los caudillos humanos que la estimulan a ser activa en los asuntos del mundo, a ser parte de él, mostrando así que tiene relaciones amistosas con él, realmente está alejándose de Cristo y llega a ser enemiga de Dios. Con palabras inequívocas Jesús dijo de sus seguidores: “No son parte del mundo.” Y el discípulo Santiago escribió bajo inspiración: “Cualquiera . . . que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.”—Rev. 16:13, 14; Juan 17:14; Sant. 4:4.
Para los que así se alinean contra Jehová Dios y su reino no hay esperanza de supervivencia. Aunque Dios bien puede hacer que las naciones se vuelvan unas contra otras, resultando esto en mucha matanza con sus propias armas, como lo hizo con los ejércitos de Amón, Moab y monte Seir cuando subieron contra su pueblo en tiempos antiguos, también tiene a su disposición todas las fuerzas de la naturaleza. Estas, también, las desatará contra sus enemigos. Y su ejecutor nombrado, Jesucristo, con las fuerzas angelicales del cielo, continuará la batalla hasta que la entera organización política visible bajo el control de Satanás el Diablo, “el dios de este sistema de cosas,” con todos sus partidarios militares y civiles, sea destruida completamente de la haz de la Tierra.—2 Cró. 20:1-30; Jue. 5:19-21; Job 38:22, 23; 2 Cor. 4:4.
Pero, ¿no se incluye también en el Armagedón la destrucción del elemento religioso falso que hay aquí en la Tierra? No, no se le incluye. Como lo muestra una lectura de los capítulos 17 a 19 de Revelación, esto es algo que ya se habrá efectuado en el período inmediatamente antes de que comience el Har–Magedón. Los reyes de la Tierra, simbolizados por los “diez cuernos” de la bestia salvaje de Revelación, capítulo 17, se volverán contra el sistema meretricio de religión babilónica y “éstos odiarán a la ramera y harán que quede devastada y desnuda, y se comerán sus carnes y la quemarán por completo con fuego.” (Rev. 17:16) Esto tiene lugar antes de que los reyes hagan su guerra del Armagedón contra los representantes del reino de Dios que están en la Tierra. De hecho, su persecución después de eso hasta el Har–Magedón no es nada más que un ataque endemoniado contra todo lo que se interpone en sus miras egoístas de perpetuarse en gobiernos nacionales, sistemas políticos y alianzas internacionales. Por eso, habiéndose librado de la ramera religiosa, son atraídos al ataque contra el reino mesiánico de Dios, que rehúsan reconocer como el gobierno legítimo sobre la Tierra. La predicación del Reino por los testigos de Jehová llega a ser el objeto de su ira. Este ataque significa guerra, “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” el Har–Magedón.
¿Qué hay de Satanás y sus demonios? ¿Serán muertos o abismados en la batalla del Har–Magedón? No, esto es algo que viene después que termina la batalla del Har–Magedón. Entonces es cuando el Angel de ángeles, Cristo Jesús, desciende “del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano” para prender a Satanás y sus demonios y arrojarlos a una condición de olvido. Habiendo presenciado primero la destrucción del imperio mundial de religión falsa, luego el Har–Magedón desde su comienzo hasta su fin, serán vejados severamente por la humillación de ver que los aparentemente indefensos adoradores de Jehová a quienes sus títeres humanos trataron de eliminar son los únicos que quedan en la Tierra.—Rev. 20:1-3.
Es entre estos adoradores de Jehová que todos los amadores de la justicia quieren estar, y es por esta razón que debemos entender lo que el Armagedón realmente es y evitar las “expresiones inspiradas” que tratan de alinear a los hombres con los enemigos de Dios en esa guerra universal. Los conceptos falsos en cuanto al futuro inmediato del hombre solo pueden llevar al desastre. Espere el cumplimiento completo de las profecías de Dios en cuanto al Armagedón de la Biblia y obre en armonía con su voluntad para sobrevivir y entrar en un nuevo orden donde “la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.