Demostrando que somos dignos de entrar en el Nuevo Orden de Dios
“Ya que ustedes están esperando estas cosas, hagan lo sumo posible para ser hallados al fin por él inmaculados y sin tacha y en paz.”—2 Ped. 3:14.
1. ¿Qué no pueden hacer con relación al viejo orden los que están descontentos con él, pero qué puede hacer Dios?
POR toda la Tierra hay descontento con el viejo orden de cosas existente. Muchas personas que se inclinan al radicalismo lo llaman “el establecimiento” y protestan contra él. Muchas de ellas quieren destruirlo. Sin embargo, se ven sin nada adecuado con lo cual reemplazarlo. No pueden idear nada nuevo y mejor como sustituto para él. Si destruyeran el viejo orden establecido, solo quedaría ruina. Felizmente, hay alguien superior al hombre que tampoco está satisfecho con el viejo orden que hay en la Tierra. Él puede, no solo destruir completamente el viejo orden, sino también reemplazarlo con un orden brillantemente nuevo para la humanidad. Ese es el Dios Todopoderoso, el Creador de los cielos y la Tierra.
2. ¿Qué ha prometido hacer acerca del viejo orden este Dios Todopoderoso, y dónde hallamos su promesa por escrito?
2 Este mismo Dios ha prometido tanto remover de esta Tierra el viejo orden opresivo y mortífero como establecer un nuevo orden justo, vivificante, que satisfará las necesidades y deseos legítimos de toda la humanidad. La promesa divina de este maravilloso cambio en los asuntos humanos la encontramos por escrito en el Libro del cual Dios es el Autor, la Santa Biblia. Un escritor bíblico del primer siglo se refirió a esa preciosa promesa cuando escribió las palabras: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.
3, 4. (a) ¿Qué pregunta surge acerca de nosotros tocante a esa promesa divina? (b) ¿Qué clase de experiencia será para la humanidad el que Revelación 21:3-5 se cumpla para con ella?
3 Los que en el primer siglo leyeron esas palabras ciertas del apóstol cristiano Pedro de veras estaban esperando con anhelo los prometidos “nuevos cielos y una nueva tierra” de un Dios que no miente. ¡Su promesa sigue siendo cierta hoy día! Por consiguiente, la pregunta es: ¿Creemos en ella nosotros también? Si afirmamos que creemos en ella, ¿estamos igualmente esperando esas cosas justas “nuevas”? Con crédito al Dios cuya promesa nunca falla, eso deberíamos estar haciendo. (Jos. 21:45; 23:14; Tito 1:2) ¡En realidad, deberíamos estar contentísimos, porque los “nuevos cielos y una nueva tierra” casi nos han alcanzado! ¡Ciertamente los necesitamos como nunca antes! Esas cosas nuevas simbolizan el justo nuevo orden de Dios. Este verdaderamente será algo ‘nuevo.’ Hasta ahora los hombres nunca han visto nada semejante a ello. Innegablemente la humanidad tendrá una experiencia nueva cuando se cumplan estas palabras que se encuentran cerca del fin de la Biblia:
4 “‘Y Dios mismo estará con ellos. Y el limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’ Y El que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’”—Rev. 21:3-5.
5. ¿Cómo resultan ser las promesas de los políticos en contraste con las promesas de Dios?
5 Lamentablemente, para la humanidad han sido huecas, vacías, exageradas, irrealizables y no merecedoras de fe y confianza las promesas ambiciosas de sus políticos a la caza de votos. En contraste claro con eso, las promesas del Creador de los “nuevos cielos y una nueva tierra” resultarán “fieles y verdaderas.” Podemos esperar lo que Él ha prometido sin posibilidad alguna de que se nos desilusione.
LO VIEJO TIENE QUE CEDER ANTE LO NUEVO
6, 7. ¿Qué creen religiosamente muchas personas acerca del viejo orden, y qué Libro y su Autoría desconocen?
6 Por miles de años ya el viejo orden de cosas ha regido en la Tierra. Eso ha sido suficiente duración como para que la gente se fastidie de él. Millones innumerables de entre la humanidad creen religiosamente que el viejo orden es el hado para el hombre, su destino inmutable. Se resignan a él con desesperación sin remedio. Esas personas religiosas no conocen la Santa Biblia. No conocen al Autor divino de la Biblia. Una cantidad sorprendentemente grande de ellas ni siquiera conocen Su nombre. Conocen los nombres personales de dioses no bíblicos a quienes se les ha enseñado a adorar, pero no el nombre personal del Dios de la Biblia. Sin embargo, Su nombre está allí en el Libro. Para hallarlo, simplemente tienen que tomar muy conocidas traducciones de la Santa Biblia, como en inglés la Authorized Version, que fue autorizada por el rey Jaime I de la Gran Bretaña para ser leída en todas las iglesias del país, o, en español, la Versión Valera, y dirigirse a Éxodo (el segundo libro de la Biblia), Éxo. capítulo seis, versículos dos y tres. Allí leen:
7 “Habló todavía Dios á Moisés, y díjole: Yo soy JEHOVÁ; y aparecí á Abraham, á Isaac y á Jacob bajo el nombre de Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me notifiqué á ellos.”
8, 9. ¿Qué nombre tiene el que es “Altísimo sobre toda la tierra,” y cómo y por qué podemos usar su nombre personal?
8 Si este caso por sí solo del nombre divino en su propio ejemplar de la Biblia no les basta, pueden dirigirse al Salmo Ochenta y tres, Sal. 83 versículo dieciocho, y allí leer: “Y conozcan que tu nombre es JEHOVÁ; tú solo Altísimo sobre toda la tierra.” También pueden considerar Isaías 12:2 y Isa. 26:4, Val.
9 De modo que el nombre personal de Aquel que es Dios y el “Altísimo sobre toda la tierra” es Jehová. En las Escrituras Hebreas originales, llamadas generalmente el Antiguo Testamento, ese nombre personal divino aparece unas siete mil veces y se deletrea con cuatro consonantes hebreas. Puesto que el propio nombre personal de Dios se usa tan frecuentemente en los escritos bíblicos, hoy estamos autorizados para usar ese nombre, solo que de manera reverencial, sin tomarlo en vano. Por consiguiente, podemos designar al Dios de quien tratamos, el Dios de la Biblia. Su nombre personal difiere del de su Hijo amado, Jesús, cuyo nombre significa “Jehová Es Salvación.”
10. (a) ¿Qué quiso decir para el viejo orden de cosas la promesa de Dios de nuevos cielos y una nueva tierra? (b) Aunque a Pedro no se le permitió vivir hasta la entrada de las cosas “nuevas” prometidas, él estimuló a sus lectores a hacer ¿qué?
10 El Padre Celestial, Jehová, es Quien ha prometido el Nuevo Orden, compuesto de “nuevos cielos y una nueva tierra.” Tan pronto como Él mencionó los nuevos cielos y la nueva tierra, eso quiso decir que el viejo orden de cosas, que nunca provino de Jehová Dios, estaba condenado a pasar. ¿No es eso buenas noticias? (Compare con Hebreos 8:13.) Desde que se dio la promesa divina, personas de fe verdadera en el Dador de la promesa han esperado con anhelo que él introduzca ese nuevo orden justo. El apóstol Pedro y las congregaciones de cristianos a quienes él escribió su carta estuvieron entre los que miraron más allá del presente y con confianza esperaron el establecimiento de los justos nuevos “cielos” gubernamentales y la justa nueva “tierra” social. Debido a lo que el Amo de Pedro, el Señor Jesucristo, le había dicho, Pedro mismo no esperaba vivir para ver ese día bendito sobre la Tierra. (Juan 21:18, 19; 2 Ped. 1:13-15) Pero estimuló a sus lectores a aguardar la entrada del nuevo orden justo. El estímulo inspirado de Pedro nos aplica ahora, diecinueve siglos después.
SE ESPERA PRIMERO EL FIN DEL VIEJO ORDEN
11. ¿Qué tiene que ser removido de la Tierra primero, y cómo se demostró que esto no es un trabajo demasiado grande para el Creador?
11 Sin embargo, primero tenemos que esperar el fin del viejo orden impío. Desde poco después del diluvio mundial que sumergió a la Tierra en los días del profeta Noé, hace más de 4.300 años, un viejo orden inicuo se ha atrincherado en la Tierra. De modo que no se propone ceder fácilmente, sin pelear. ¿Pelear contra quién? Pues, por supuesto, contra el Autor del Nuevo Orden, el Creador de “nuevos cielos y una nueva tierra.” Pero desarraigar el viejo orden no es un trabajo demasiado grande para que lo emprenda el Dios Todopoderoso. En los días de Noé este Dios mostró que podía destruir a un mundo entero de criaturas humanas de un solo golpe, un solo despliegue de “fuerza mayor” divina que no fue un accidente. Con mucha anterioridad, en el segundo día de Su semana creativa, él hizo que las aguas se dividieran de modo que hubiera grandes masas de agua suspendidas en el espacio alrededor del globo terráqueo, con una expansión atmosférica, o “firmamento,” entre una cosa y la otra. (Gén. 1:6-8, Scío) A su tiempo señalado Él hizo que aquellas aguas suspendidas se precipitaran hacia la Tierra. Esto produjo un cataclismo global que ahogó a toda la población humana a excepción de las ocho almas humanas que estaban en el arca de Noé.—1 Ped. 3:20.
12. ¿Por cuánto tiempo por lo menos mostró Dios continencia en cuanto a traer el diluvio, y qué fue destruido por el diluvio?
12 Aquel diluvio global fue un castigo procedente de Jehová Dios. Él se había contenido pacientemente de infligir aquel castigo por lo menos por 120 años. (Gén. 6.1-3) El apóstol Pedro señaló especialmente esta continencia de parte de Dios, cuando escribió: “No se contuvo de castigar a un mundo antiguo, pero guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” El hecho de que esto quiso decir una destrucción mundial el apóstol Pedro lo enfatiza nuevamente cuando agrega: “Y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua.”—2 Ped. 2:5; 3:6.
13. ¿Qué comparación hay entre el “mundo antiguo” y el “mundo,” o sociedad humana, presente, cuando se toma en consideración la gran paciencia de Dios?
13 Así, el “mundo antiguo,” la primera sociedad de la humanidad, duró aproximadamente 1.656 años desde la creación del hombre. En cuanto a este “mundo,” o sociedad humana, de la actualidad la paciencia de Dios para con él ha durado mucho más tiempo, por aproximadamente cuarenta y dos siglos o desde el despliegue de “fuerza mayor” divina de confundir el lenguaje de los que construían la torre de Babel. (Gén. 10:8-10; 11:1-9) El “mundo antiguo” del día de Noé fue sumido en un sepulcro acuoso porque era “impío.” Había llenado la Tierra de violencia. Estaba arruinando la tierra y no la estaba sojuzgando impartiéndole belleza paradisíaca. “Abundaba la maldad del hombre en la tierra.” (Gén. 6:5-9, 12, 13) Merecía destrucción.
14. ¿Por qué se consideró dignos de pasar con vida a través del diluvio a Noé y su familia?
14 Entonces ¿por qué se consideró a Noé y su familia dignos de ser salvados a través del diluvio y de entrar en el período post-diluviano? Fue porque Noé guió a su familia en ‘andar con el Dios verdadero,’ no con el mundo impío. Dios halló a Noé justo, “exento de tacha entre sus contemporáneos.” Fue “predicador de justicia.” Tuvo fe ejemplar en Dios. Por eso obedientemente construyó el arca para preservar con vida a los de su casa.—Gén. 6:9 a 7:1; Heb. 11:7.
15, 16. (a) ¿Cuál es la lección que debemos aprender aquí, con aplicación al presente? (b) ¿Cómo predijo Jesús el fin de un mundo en escala global?
15 No pasemos por alto la lección que se enseña aquí: Jehová Dios puede ponerle fin a todo un mundo de mala sociedad humana y, más que eso, preservar a individuos humanos aprobados a través de tal fin de un mundo. (2 Ped. 2:9, 10) Hoy nos hallamos frente a un fin de un mundo que también tendrá alcance global. El propio Hijo de Dios, Jesucristo mismo, lo predijo, diciendo:
16 “Además, así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca, y llegó el diluvio y los destruyó a todos. . . . De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado.”—Luc. 17:26-30; Mat. 24:37-39.
17, 18. ¿Por qué no prestó atención el “mundo antiguo” a la advertencia que Dios suministró por medio de Noé, y cuándo se reveló el juicio divino?
17 Allá en el año 2370 a. de la E.C., la gente impía no creía la evidencia que tenía ante los ojos de que el fin de su “mundo antiguo” se había acercado. ¡Para ellos parecía improbable, sumamente inverosímil, imposible! Aquel hombre Noé estaba advirtiéndoles de un fenómeno natural que era demasiado colosal para que ellos lo creyeran. Por eso ¿por qué preocuparse?
18 Hasta entonces la vida había continuado para ellos precisamente de manera normal, con comer, beber y casarse a fin de producir la siguiente generación. No tomaban en consideración ningún día de ajuste de cuentas a manos de Dios por toda la maldad de ellos, la violencia con la cual estaban llenando la Tierra, la manera en que estaban arruinando la tierra, y su comportamiento egoísta sobre la Tierra. Para ellos el que Noé completara el arca e introdujera los géneros básicos de aves y animales en el arca no le prestó ningún peso a la advertencia que Noé les daba. Mostraron completa falta de fe. Por eso resaltaron en estado de condenación a la vista de Dios, en contraste con el derrotero de Noé de fe respaldada por obras. Finalmente, llegó el día diecisiete del segundo mes lunar (probablemente Bul, que significa “Lluvia”) del año 2370 a. de la E.C. Entonces el juicio destructivo del Dios de Noé le fue revelado a aquel “mundo de gente impía.”—Gén. 7:11-17; 2 Ped. 2:5.
19. Si deseamos ser como Noé y pasar con vida a través del fin de un mundo, ¿qué se requiere además de simplemente desear que no seamos destruidos con este sistema de cosas?
19 ¿Deseamos hoy ser como Noé y su familia en cuanto a pasar con vida a través del fin de un mundo y entrar en el justo nuevo orden de Dios, para disfrutar de los “nuevos cielos y una nueva tierra”? Para que se nos considere dignos de tal privilegio, el asunto envuelve más que el simplemente tener el deseo de no ser destruidos con el “presente inicuo sistema de cosas.” (Gál. 1:4) Tenemos que asemejarnos a la familia de Noé, el “predicador de justicia,” en los días de ésta antes del diluvio global. Noé tuvo que efectuar obras de fe además de predicar justicia y dar la advertencia acerca de la destrucción mundial. ¿Debería esperarse menos de nosotros, que ahora nos hallamos en la “conclusión del sistema de cosas,” según la descripción profética que dio Jesús del importante período de tiempo a través del cual hemos pasado desde 1914 E.C.? ¡No! No si el antitipo moderno ha de corresponder con el tipo antiguo del día de Noé.—Mat. 24:3-39.
20. Pedro, al recordarnos qué hacer, ¿qué argumento usa en cuanto a cómo Dios puede tratar con personas justas y personas injustas?
20 Lo que tenemos que hacer es la mismísima cosa que el apóstol Pedro recuerda a los lectores de su segunda carta a creyentes cristianos. Desarrollando un argumento sobre el juicio que Dios ejecutó en ángeles y hombres inicuos, Pedro escribe: “Si no perdonó al mundo antiguo pero guardó a salvo a Noé, heraldo de la justicia, junto con otros siete, cuando soltó el diluvio sobre el mundo de impíos: . . . entonces sepan con seguridad que el Señor sabe rescatar de la prueba a los piadosos, y mantener bajo castigo a los injustos hasta el día del juicio, particularmente a los que caen en el apetito contaminador de la carne y desprecian a las potestades celestiales.”—2 Ped. 2:5-10, Moffatt.
EL PROGRESO DIVINO HACIA EL DÍA DE JUICIO NO ES LENTO
21. ¿Por qué cree esta generación que la destrucción que les viene está dormitando y que Dios es lento en cuanto a ejecutar juicio?
21 Hacia el fin de doscientos años desde el diluvio del día de Noé, los descendientes de Noé en general empezaron a olvidar que Dios había ejecutado juicio en escala mundial sobre gente impía, malvada. Entonces edificaron una sociedad humana en rebelión contra Jehová Dios como Soberano Universal. La notoria ciudad llamada Babel (o Babilonia) llegó a ser símbolo de aquella sociedad humana que desafiaba a Dios. (Gén. 10:8-10) Eso fue hace miles de años. De modo que a este mundo de la humanidad que pasa por alto al Juez Supremo, quien soltó el diluvio sobre el “mundo antiguo,” se le ha permitido vivir por largo tiempo ya. Es largo tiempo hasta cuando se mide desde la fundación de la cristiandad en los días del emperador Constantino el Grande, en el siglo cuarto de nuestra era común. Además, en nuestra propia generación, ya han pasado sesenta y un años desde el comienzo del “tiempo del fin” en el año 1914 E.C. (Dan. 12:1-4) En consecuencia, los religiosos hipócritas de la cristiandad quizás tiendan a pensar que el juicio de Dios es lento en su movimiento hacia la ejecución y que la destrucción de ellos está dormitando. Creen que, a pesar de su hipocresía religiosa tocante al Dios de la Biblia, él no repetirá su ejecución de la destrucción de un mundo entero de criaturas humanas rebeldes.
22. ¿Según qué modelos de tratar con pueblos del pasado no perdonará Dios al mundo actual de la humanidad?
22 Hoy, lo que la sabiduría dicta que debemos hacer es tomar a pechos estas palabras inspiradas que escribió el apóstol Pedro: “Pero en cuanto a ellos, el juicio desde lo antiguo no está moviéndose lentamente, y la destrucción de ellos no dormita.” (2 Ped. 2:3) Según toda la evidencia considerada a la luz de las Escrituras inspiradas, estamos en una hora muy avanzada. La gran paciencia tolerante de Dios está por llegar a su límite. Tan ciertamente como que Él no perdonó a ángeles que se hicieron desobedientes en los años de antes del diluvio, y tan seguramente como que no perdonó al mundo materialista de gente impía de los días de Noé, y tan ciertamente como que no perdonó a las ciudades inmorales de Sodoma y Gomorra de los días de Abrahán y su sobrino Lot, así de seguramente este Dios de normas de justicia inmutables no perdonará al mundo actual de personas sin fe y egocéntricas.
23, 24. (a) ¿Por qué no deberíamos llegar a la conclusión de que Dios no tiene horario fijo a este respecto? (b) El que Dios ejerciera gran paciencia en los días de Noé ¿qué permitió?
23 El hecho de que a este mundo no se le haya dicho en la Biblia el día y la hora exactos en que el “Juez de toda la tierra” ha de ejecutar su sentencia de destrucción en este sistema de cosas no significa que Él no tenga horario fijo.—Gén. 18:25.
24 Este no es un caso de asuntos legales que vayan marchando muy lentamente en la ejecución de la justicia, como en los tribunales modernos. No es un caso de que Dios esté dormitando sobre el banco judicial o que esté profundamente dormido, tocante a la destrucción del “presente inicuo sistema de cosas.” (Gál. 1:4) Su tiempo señalado para esto no ha sido fijado en una fecha que cayera antes de ahora porque Él ha tenido gran paciencia, ha sido “tardo para la cólera.” (Éxo. 34:6) ¡Felices podemos estar todos nosotros hoy día de que Dios haya colocado los acontecimientos en el tiempo de esta manera! ¿Por qué? Por la buena razón de que ha permitido que nos salvemos. Es como en los días de Noé, cuando el que Dios permitiera 120 años hasta el diluvio suministró oportunidad para que Noé y su esposa tuvieran tres hijos y que éstos crecieran y se casaran con tres muchachas y entonces los ocho de ellos construyeran juntos el arca e introdujeran en ella vida de la creación animal para salvarla.—Gén. 6:3 a 7:10; Sal. 103:8.
25. ¿De qué manera aprovechan la gran paciencia de Dios la gente que pertenece al viejo orden y los que desean Su nuevo orden?
25 El mundo impío de hoy día se aprovecha de la gran paciencia de Dios para disfrutar de sus placeres egoístas en el viejo orden corrupto durante todo el tiempo que esa paciencia permite. Los que anhelan el justo nuevo orden de Dios aprovechan el que Él sea “tardo para la cólera” a fin de arrepentirse de sus obras mortíferas y demostrar que son dignos de que se les salve e introduzca en Su nuevo orden. Adoptan el punto de vista que el apóstol Pedro manifiesta en estas palabras: “No es lento Jehová respecto a su promesa, según lo que algunos consideran lentitud, sino que es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento.”—2 Ped. 3:9.
26, 27. (a) El arrepentimiento que se menciona aquí ¿con qué está relacionado? (b) ¿Cómo mostró Jesús que ésta era la clase de arrepentimiento que tenía presente?
26 ¿Hemos alcanzado el arrepentimiento? Cuando preguntamos esto, no queremos decir arrepentimiento común como a causa de alguna mala acción, como cuando Jesús se refirió a uno que ofendiera repetidas veces y dijo: “Aun si siete veces al día peca contra ti y siete veces vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento,’ tienes que perdonarlo.” (Luc. 17:4) Más bien, el arrepentimiento que se menciona en 2 Pedro 3:9 tiene que ver con el proceder de uno tocante al reino de Dios, el gobierno en el cual Jesucristo tiene la asignación de ser Rey sobre toda la humanidad.
27 Jesús tenía presente tal arrepentimiento en relación con el reino mesiánico celestial de Dios, según el registro de Mateo 4:17, donde leemos: “Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’” (Vea también Marcos 1:14, 15; Mateo 3:1, 2.) En armonía con ese registro tocante a arrepentimiento, se nos dice que Jesucristo envió a sus doce apóstoles de dos en dos a predicar como él mismo lo hacía: “El reino de los cielos se ha acercado.” Por consiguiente, “salieron y predicaron para que la gente se arrepintiera.”—Mat. 10:1-15; Mar. 6:7-12.
28. ¿Cómo señalaron Pedro y Pablo la urgencia del arrepentimiento con relación al reino mesiánico de Dios?
28 En aquel tiempo era apremiante que el pueblo judío se arrepintiera con relación al reino mesiánico. Por consiguiente, Jesús les dijo: “A no ser que ustedes se arrepientan, todos ustedes igualmente serán destruidos.” (Luc. 13:1-4) En el día del Pentecostés del año 33 E.C., el apóstol Pedro dijo a miles de judíos que inquirieron: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados.” (Hech. 2:1-38) Más tarde, Pedro dio consejo similar a los judíos en el templo de Jerusalén, según Hechos 3:19-23. El apóstol Pablo también recalcó el arrepentimiento ante el reino mesiánico de Dios. Por ejemplo, en Atenas, Grecia, después de ‘declarar las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección,’ Pablo le dijo al Tribunal del Areópago sobre el cerro de Marte: “Dios ha pasado por alto los tiempos de tal ignorancia, sin embargo ahora le está diciendo a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan. [¿Por qué?] Porque ha fijado un día en que se propone juzgar a la tierra habitada con justicia por un varón a quien él ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres la garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”—Hech. 17:16-31. Vea también Hechos 26:20; Romanos 2:4.
29. (a) Por eso, ¿cuál es nuestro primer paso hacia el demostrar que somos dignos de entrar en el nuevo orden de Dios? (b) Según Pedro, ¿termina el asunto con alcanzar el arrepentimiento?
29 De modo que el asunto no puede ponerse en tela de juicio: Nuestro primer paso hacia demostrar que somos dignos de entrar en el justo nuevo orden de Dios es el de arrepentimiento, y eso tocante al reino mesiánico de Dios. Solo por medio del rey nombrado por Dios para ese gobierno, Jesucristo, pueden las personas que se arrepienten obtener perdón de Dios por sus pecados. (Hech. 2:38) Por medio de ese reino mesiánico Dios vindicará su soberanía universal, y los hombres tienen que arrepentirse de haber estado bajo la soberanía del gran Adversario de Dios, Satanás el Diablo. ¿Hemos alcanzado tal arrepentimiento todos nosotros, en armonía con lo que Dios desea de nosotros? Si podemos contestar que Sí, entonces, según el apóstol Pedro, vamos encaminados a hacer lo demás que queda por hacerse si queremos obtener la aprobación final de Dios. Podemos aprovecharnos de la tolerante gran paciencia que él está ejerciendo para con este inicuo viejo orden de cosas. Así podemos asegurarnos de obtener Su aprobación final. Esto significará salvación para nosotros.
[Ilustraciones de la página 108]
Noé guió a su familia en adoración
Fue “predicador de justicia”
Obedientemente construyó el arca