NÉGUEB
(Sur).
Se cree que la palabra hebrea né·ghev se deriva de una raíz que significa “estar reseco”, y suele referirse a la región semiárida situada al S. de las montañas de Judá. Né·ghev también llegó a significar “sur”, y se usaba con referencia a un “lado del sur” (Nú 35:5), un “límite del sur” (Jos 15:4) y una “puerta del sur” (Eze 46:9). En algunas traducciones no se distingue entre la designación geográfica y el punto cardinal, lo que provoca cierta confusión. Por ejemplo, si en Génesis 13:1 se traduce né·ghev por “sur” (CI, HM, MK), “mediodía” (Scío; Val, 1909) o “región meridional” (BR; SA, 1972; TA), parece que se indica que Abrahán fue de Egipto hacia el S., cuando en realidad se dirigió hacia el N., hacia Betel a través del Négueb. Esta dificultad se ha eliminado en la mayoría de las traducciones modernas (BJ, DK, NM, Val y otras).
Topografía. Parece ser que el Négueb de tiempos antiguos abarcaba la zona que se extendía desde el distrito de Beer-seba, al N., hasta Qadés-barnea, al S. (Gé 21:14; Nú 13:17, 22; 32:8.) El profeta Isaías dijo que esta región era una tierra de duras condiciones, guarida de leones, leopardos y serpientes. (Isa 30:6.) En la región septentrional pueden hallarse de vez en cuando manantiales, pozos y estanques, así como uno de los pocos árboles que crecen en este lugar: el tamarisco. (Gé 21:33.) Hacia el SO. de Beer-seba hay tres zonas de dunas, dos pequeñas y otra relativamente grande. Gran parte del Négueb es una meseta que oscila entre los 450 y los 600 m. sobre el nivel del mar, con picos que se acercan a los 1.050 m. Al S. y al E. de Beer-seba hay cordilleras escarpadas que generalmente van de E. a O.
Historia. Tanto las cisternas, como los muros de terrazas y las ruinas de muchas ciudades que se han hallado en el Négueb indican que la zona estuvo bastante poblada en la antigüedad. En esta región, los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob hallaron pasto para sus grandes rebaños. (Gé 13:1, 2; 20:1; 24:62.) En el tiempo de Abrahán, el rey elamita Kedorlaomer y sus tres aliados derrotaron a los habitantes del Négueb. (Gé 14:1-7.)
Siglos después, los espías israelitas que Moisés envió entraron en la Tierra Prometida desde el Négueb, que para ese tiempo habitaban los amalequitas. (Nú 13:17, 22, 29.) Más tarde, bajo el acaudillamiento de Josué, todos los habitantes del Négueb fueron derrotados (Jos 10:40; 11:16), y las ciudades de esta región finalmente llegaron a formar parte del territorio de la tribu de Simeón. (Jos 19:1-6.) También se establecieron en el Négueb los quenitas nómadas, pueblo emparentado con Moisés por lazos matrimoniales. (Jue 1:16; compárese con 1Sa 15:6, 7.) Los israelitas no debieron mantener el control de esa zona. A través de los años se produjeron repetidos enfrentamientos con los cananeos del Négueb, en particular con los amalequitas. (Jue 1:9; 6:3; 1Sa 15:1-9; 30:1-20.) Desde la ciudad de Ziqlag, que el rey filisteo Akís le dio a David, este último hizo incursiones contra los guesuritas, los guirzitas y los amalequitas del Négueb. (1Sa 27:5-8.) Al parecer, Israel no obtuvo el control completo del Négueb hasta la gobernación de David, después de la derrota de los edomitas. (2Sa 8:13, 14.) Seguramente un rey posterior de Judá, Uzías, edificó torres y labró cisternas en esta región. (2Cr 26:10.)
Después que los babilonios destruyeron Jerusalén, Abdías predijo que se volvería a llevar a los israelitas a su tierra, lo que incluía el Négueb. (Abd 19, 20.)