El punto de vista bíblico
¿Casarse, o vivir juntos?
“¿CUÁNDO nos casamos?” Hace tan solo unos treinta y cinco años, cualquier pareja de enamorados que formalizaba su compromiso se planteaba esta pregunta. Sin embargo, es muy probable que en la actualidad se haga esa pregunta una pareja que ya lleve tiempo conviviendo. Es evidente que los tiempos y las actitudes hacia el matrimonio han cambiado. Pues bien, ¿qué es mejor: casarse, o irse a vivir con la pareja que se escoja?
Estudios realizados en Brasil, Francia, Suecia, Estados Unidos y en muchos otros países revelaron que está de moda vivir juntos sin casarse. Si bien puede que este comportamiento concuerde con las actitudes morales modernas, no es nuevo. Lo nuevo es la reacción de las personas ante esta práctica. La mayoría hoy consiente o aprueba como si fuese perfectamente normal lo que antes se consideraba pecaminoso.
¿Hay alguna ventaja en la unión consensual?
Hay quienes estiman que vivir juntos sin estar casados es un modelo de vida razonable, pues permite a la pareja llegar a conocerse bien antes de entrar en una unión de carácter más permanente como es el matrimonio. Otras ventajas que algunos apuntan son: la pareja recorta los gastos individuales al compartir el alquiler de una vivienda, se independiza de los padres y disfruta de tener compañía y, con ella, de relaciones sexuales. Las parejas de más edad que viven juntas dicen que de ese modo no sufren recortes en la paga que reciben de la seguridad social.
No obstante, una razón poderosa contra ese modelo de vida es que el compañero siempre podrá abandonar a su pareja cuando quiera. El periódico francés Le Monde informó a este respecto que en Suecia y Noruega la mitad de estas parejas no duran más de dos años juntas, y que de un 60 a un 80% se separa antes de los cinco años.
El matrimonio es la mejor vía
Los que defienden la unión consensual tal vez digan que el certificado de matrimonio es tan solo un “pedazo de papel” carente de valor práctico. Este punto de vista se refleja en los seriales televisivos, las películas y hasta en la vida privada de los famosos. Examinemos entonces cuál es el verdadero valor de ese “pedazo de papel”.
Cuando una persona forma una sociedad comercial con otra, compra una propiedad o presta dinero, ¿por qué hace que se pongan por escrito, incluso ante notario, los términos del acuerdo? Una razón es que ambas partes se han comprometido, y es una ventaja para ambos tenerlos por escrito. Por ejemplo, si una de las partes muere, desaparece o sencillamente pierde la memoria, el cumplimiento del acuerdo escrito sigue siendo obligatorio ante la ley. Lo mismo ocurre en el matrimonio. Si uno o ambos cónyuges mueren, la ley de la mayoría de los países se encargaría de salvaguardar los intereses de los familiares que sobrevivan al difunto. Por lo general, esto no se contempla en la unión consensual. Este compromiso es lo que marca la diferencia entre la unión libre y el matrimonio. El certificado matrimonial le recuerda a la pareja el compromiso de amarse, respetarse y cuidarse mutuamente, así como de todas las implicaciones legales del voto conyugal.
Una mujer casada se expresó de este modo: “Tal vez sea anticuada, pero el compromiso del matrimonio hace que me sienta más segura”. Estas palabras reflejan las que Dios pronunció cuando unió en matrimonio a la primera pareja: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”.a (Génesis 2:24.) ¡Una unicidad única! Luego la pareja solo podría ser “una sola carne” cuando su relación fuese de por vida, completa, exclusiva y legal... únicamente así.
No obstante, algunas personas afirman conocer a parejas que viven en unión consensual y disfrutan de una relación muy estable.
“Que se casen”
La Biblia ofrece la mejor razón para evitar la unión consensual. En Hebreos 13:4 dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”. Lo que dice en términos llanos y sencillos es que vivir juntos sin estar casados es fornicación. Ahora bien, ¿qué es “fornicación”? Por definición, es la acción de “practicar el coito fuera del matrimonio”. La persona que desee tener una buena conciencia ante Dios deberá cumplir con este mandato bíblico: ‘Esta es la voluntad de Dios: que se abstengan de la fornicación’. (1 Tesalonicenses 4:3.)
Ahora bien, suponga que haya personas cuyo problema sea que no son capaces de reprimir sus impulsos sexuales. El apóstol Pablo escribió a este respecto: “Si no tienen autodominio, cásense, porque mejor es casarse que estar encendidos de pasión”. Más adelante añadió: ‘Pero si alguno piensa que se está portando impropiamente para con su virginidad, que se case’. (1 Corintios 7:9, 36.) Tenga presente que Pablo no dijo ‘que hagan lo que les parezca mejor y se junten’, sino ‘cásense’.
Esto no significa que el matrimonio haya de verse como un medio de dar satisfacción a los deseos sexuales. Una pareja debe conocerse bien antes de casarse. ¿Pero cómo conseguirlo sin vivir juntos? Un noviazgo decoroso suministra muchísimas ocasiones para conocerse. La pareja debe determinar lo que espera del matrimonio y de su futuro cónyuge. ¿Qué necesidades físicas, emocionales y espirituales tienen ambos? ¿Satisfará esas necesidades la persona que se tiene presente? (Mateo 5:3.)
Después de lo examinado, usted reconocerá sin duda que la mejor de las dos opciones —vivir juntos o casarse— es la segunda. Las parejas casadas conviven juntas sin remordimientos ni temores y gozan del respeto de sus amigos y familiares. La vida de sus hijos no está marcada por las cicatrices emocionales que dejan el saberse fruto de unas relaciones extramatrimoniales. Pero lo más importante es que las parejas casadas agradan a Dios por haber respetado la institución del matrimonio.
[Nota a pie de página]
a La palabra hebrea da·váq (adherirse) transmite “la idea de adhesión fiel”. (Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento, tomo I, cols. 613, 614, de Ernst Jenni y Claus Westermann, ediciones Cristiandad.) Su equivalente en griego, que proviene de una palabra que significa “cola”, tiene el significado de “encolar”, “pegar”, “unirse estrechamente”.
[Fotografía en la página 26]
Boda del siglo XVI
[Reconocimiento]
Boda de campesinos, de Pieter Bruegel, el Viejo, siglo XVI
Con el amable permiso del Museo Kunsthistorisches (Viena)