ETIOPÍA
(gr. Ai·thi·o·pí·a, que significa: “Región de Caras Quemadas”), Etíope.
Etiopía fue el nombre que los antiguos griegos dieron a la región de África que se encuentra al S. de Egipto. Correspondía más o menos con “Cus”, término hebreo que abarcaba básicamente el actual Sudán y la parte más meridional del Egipto moderno. En los textos egipcios esta región también es conocida por el nombre de “Keesh”. Cuando se produjo la Versión de los Setenta, los traductores usaron la palabra griega “Etiopía” para traducir el término hebreo “Cus” en todos los pasajes, salvo en dos. (Gé 10:6-8; 1Cr 1:8-10.) En líneas generales, las revisiones de 1909 y 1960 de la Versión Valera siguen esta traducción. Otras versiones (NM, BJ) prefieren utilizar el nombre “Cus” (Kuš) en aquellos casos en que no es posible determinar por el contexto que el término hebreo se refiera a Etiopía. El nombre Cus puede también aplicar a pueblos de Arabia. (Véase CUS núm. 2; CUSITA.)
El territorio que originalmente se designaba con el nombre de Etiopía corresponde hoy con las planicies semiáridas del N., las llanuras y mesetas de la región central y los bosques tropicales del S. Napata y Meroe fueron en un tiempo las capitales de la antigua Etiopía. Meroe fue la sede de un reino en el que el derecho al trono se transmitía por línea materna en lugar de por la paterna. Por lo tanto, el heredero varón recibía el derecho al trono de la reina madre, y en ocasiones ella era quien en realidad gobernaba el país. Tanto escritores griegos como latinos mencionan el nombre Candace como título de varias de estas reinas etíopes, una de las cuales era la mencionada en Hechos 8:27.
¿En qué sentido era eunuco el etíope a quien Felipe predicó?
El eunuco etíope que estaba ‘sobre todos los tesoros’ de la reina Candace y a quien Felipe predicó era sin duda un prosélito judío circunciso. (Hch 8:27-39.) Por lo tanto, no se le consideraba un gentil, y por esta razón no precedió a Cornelio como primer gentil incircunciso convertido al cristianismo. (Hch 10.) Para poder participar en la adoración del templo en Jerusalén, era necesario que el etíope se hubiera convertido a la religión judía y también que se hubiese circuncidado. (Éx 12:48, 49; Le 24:22.) En vista de que la ley de Moisés prohibía la entrada de personas castradas en la congregación de Israel (Dt 23:1), el etíope no podía ser un eunuco en sentido literal. La palabra hebrea para “eunuco” (sa·rís) tiene otro sentido más amplio y especial, el de “oficial”, como en Génesis 39:1, donde se llama sa·rís a Potifar, un oficial de Faraón que estaba casado. Si el oficial etíope hubiera sido eunuco en sentido físico, no podía haber sido un prosélito judío, y si no lo hubiera sido, Felipe no lo habría bautizado, pues las buenas nuevas aún no se habían extendido a los gentiles incircuncisos.
Etiopía (Cus) fue uno de los países a donde fueron dispersados los judíos exiliados después que Babilonia conquistó Judá. (Isa 11:11.) Por lo tanto, este funcionario etíope pudo haber conocido a algunos judíos donde vivía o quizás en Egipto, donde residían muchos de ellos. Es muy probable que el rollo de Isaías que llevaba fuese una copia de la Versión de los Setenta griega, traducida en Alejandría (Egipto). Puesto que el reino etíope se había helenizado parcialmente desde el tiempo de Tolomeo II (308-246 a. E.C.), no es extraño que este funcionario supiera leer griego. Además, el que llegase a ser prosélito judío y su posterior conversión al cristianismo cumplió el Salmo 68:31.
El idioma etíope. No ha sido posible determinar cuál era el idioma original de Etiopía. Para fines del siglo VIII a. E.C. las inscripciones oficiales etíopes usaban la escritura jeroglífica egipcia. A partir del siglo I a. E.C. se impuso durante algunos siglos un idioma y escritura nativos, llamados meroíticos. Durante la era común, el idioma etiópico fue la lengua vernácula hasta el siglo XIV. Esta lengua es de origen semítico al igual que el amárico, que es la que se habla en Etiopía en la actualidad.