CISÓN, VALLE TORRENCIAL DE
Arroyo que podría corresponder con el que hoy se conoce por Nahr el-Muqattaʽ (Nahal Qishon). En su curso, el Cisón serpentea en dirección NO. desde las colinas cercanas a Taanac, atraviesa la llanura de Jezreel, o Esdrelón (ʽEmeq Yizreʽel), y después de fluir a través de una angosta garganta entre el monte Carmelo y las estribaciones de las colinas de Galilea, entra en la llanura de Akkó (Acre) antes de desembocar en el mar Mediterráneo. La distancia en línea recta desde las fuentes del Cisón hasta su desembocadura en la bahía de Akkó es de unos 37 Km. El curso del Cisón por la llanura de Esdrelón tiene en primavera unos 6 m. de ancho y aumenta unos 3 m. más cuando llega a la parte occidental de esta llanura. El torrente alcanza su máxima anchura —unos 20 m.— en la llanura de Akkó. A excepción de los últimos 10 Km. de su curso, el Cisón suele estar seco durante el verano, pero en la estación lluviosa se convierte en un torrente impetuoso que se desborda y barre todo lo que encuentra a su paso. La llanura por la que fluye se convierte entonces en una región pantanosa.
En los días de Barac y Débora, este valle torrencial desempeñó un papel muy importante en la liberación de los israelitas de la opresión cananea. Barac y sus tropas se apostaron en el monte Tabor, lo que atrajo hacia el Cisón a Sísara, el jefe del ejército, y sus fuerzas militares, que estaban muy bien equipadas y contaban con 900 carros. (Jue 4:6, 7, 12, 13.) Parecía que los israelitas estaban en desventaja militar. Sin embargo, cuando recibieron la orden, Barac y sus 10.000 hombres descendieron del monte Tabor para atacar al enemigo. Entonces fue cuando intervino Jehová Dios: “Desde el cielo pelearon las estrellas, sí, desde sus órbitas pelearon contra Sísara”. (Jue 4:14, 15; 5:20.)
Según el punto de vista judío tradicional, expresado en los escritos de Josefo, “llegó del cielo una gran tormenta con abundante lluvia y granizo; el viento sopló la lluvia sobre el rostro de los cananeos y les oscureció de tal modo la vista que no pudieron obtener ningún beneficio de sus hondas y sus flechas”. (Antigüedades Judías, libro V, cap. V, sec. 4.) Un aguacero así debió convertir el terreno en un cenagal, que inmovilizó los carros, hizo que los caballos se hundieran en el fango y causó la desbandada del enemigo ante los hombres de Barac. Sea como fuere, con la ayuda de Jehová “todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera uno”. (Jue 4:15, 16; véase también Sl 83:9, 10.) Al parecer, el impetuoso torrente del Cisón barrió los cadáveres del enemigo. (Jue 5:21.) El propio Sísara escapó a pie, pero luego sufrió una muerte ignominiosa a manos de Jael, la esposa de Héber el quenita. (Jue 4:17-21.)
Años más tarde, en el transcurso de la gobernación de Acab, rey de Israel, el profeta Elías degolló a 450 profetas de Baal en el valle torrencial de Cisón. (1Re 18:22, 40.)
Se cree que las expresiones “las aguas de Meguidó” (Jue 5:19) y el “valle torrencial que está enfrente de Joqneam” (Jos 19:11) hacen referencia al Cisón.