JUECES
Hombres que Jehová levantó para librar a su pueblo antes del período de los reyes humanos de Israel. (Jue 2:16.) Moisés, el mediador del pacto de la Ley y caudillo nombrado por Dios, juzgó a Israel durante cuarenta años. Pero normalmente se considera que el período de los jueces empezó con Otniel algún tiempo después de la muerte de Josué, y duró hasta Samuel el profeta, a quien por lo general no se le incluye entre ellos. De modo que el período de los jueces abarcó unos trescientos años. (Jue 2:16; Hch 13:20.)
Jehová seleccionó y nombró a los jueces de entre las diversas tribus de Israel. Entre Josué y Samuel el registro bíblico menciona a doce jueces (sin incluir a Débora), según el siguiente orden:
Juez
Tribu
Otniel
Judá
Ehúd
Benjamín
Samgar
(?)
Barac
Neftalí (?)
Gedeón
Manasés
Tolá
Isacar
Jaír
Manasés
Jefté
Manasés
Ibzán
Zabulón (?)
Elón
Zabulón
Abdón
Efraín
Sansón
Dan
No se puede precisar en todos los casos cuándo ni sobre qué zona exacta ejerció su jurisdicción cada uno de los jueces. Puede que en ciertas épocas varios jueces juzgaran al mismo tiempo en diferentes partes de Israel; el registro también indica que entre un juez y otro mediaron períodos de opresión.
El término “jueces” también aplica a las personas que debían decidir causas judiciales. En Job 31:11, 28, la frase “para la atención de los jueces” se usa en un sentido adjetivo para referirse a errores que requerían un juicio. La versión de Serafín de Ausejo (1972) traduce “iniquidad horrenda” (vs. 11) y “delito grandísimo” (vs. 28), en vez de “un error para la atención de los jueces”. El “error” que se considera en el versículo 11 es el adulterio (vss. 9, 10), delito que en el tiempo de Job tal vez juzgasen los ancianos que estaban en la puerta de la ciudad. (Compárese con Job 29:7.) Sin embargo, el “error” del versículo 28 tiene que ver con materialismo e idolatría secreta (vss. 24-27), males de la mente y el corazón que no pueden ser establecidos por boca de testigos. Por lo tanto, ningún juez humano podía determinar la culpa. No obstante, es evidente que Job reconocía que Dios podía juzgar tales males y que eran lo suficientemente serios como para merecer su juicio. (Véanse MAPA, vol. 1, pág. 743; DÍA DEL JUICIO; TRIBUNAL JUDICIAL; también los jueces de Israel por sus nombres individuales.)