Estamos maravillosamente hechos
“De manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho.” (SALMO 139:14.)
1. ¿Por qué llegan muchas personas a la conclusión de que las maravillas de la Tierra son obra de Dios?
LA NATURALEZA está repleta de maravillas. ¿Cómo se originaron? Algunos piensan que se puede hallar la respuesta sin recurrir a un Creador inteligente. Otros consideran que descartar arbitrariamente la existencia de un Creador limita nuestra capacidad para comprender el mundo natural. Creen que los organismos terrestres son demasiado complejos, demasiado diversos y —¿por qué no?— demasiado maravillosos para ser producto de la casualidad. Muchas personas, entre ellas científicos, sostienen que hay pruebas de que el universo es la obra de un Hacedor sabio, poderoso y benevolente.a
2. ¿Qué impulsó a David a alabar a Jehová?
2 El rey David del antiguo Israel estaba convencido de que el Hacedor merece ser alabado por sus formidables creaciones. Aunque vivió mucho antes de esta era científica, percibió admirables ejemplos de la obra creativa de Dios a su alrededor. Solo tenía que observar su cuerpo para quedar admirado ante el poder creador de Dios. “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho —escribió—. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma.” (Salmo 139:14.)
3, 4. ¿Por qué es importante que todos reflexionemos seriamente en las obras de Jehová?
3 La firme convicción a la que llegó David fue el resultado de una seria reflexión. Hoy día, la enseñanza escolar y los medios de comunicación abundan en teorías sobre el origen del hombre que derrumban la fe. Por eso, para tener una fe como la de David, nosotros también debemos reflexionar seriamente. No podemos dejar que otros piensen por nosotros, sobre todo en temas tan fundamentales como la existencia y el papel de un Creador.
4 Además, cuando contemplamos las obras de Jehová, aumentan nuestro amor y gratitud a él y nuestra confianza en sus promesas para el futuro; esto, a su vez, nos motiva a conocerlo aún mejor y a servirle. Veamos, por lo tanto, cómo la ciencia moderna ha confirmado la conclusión de David de que ‘estamos maravillosamente hechos’.
Nuestro maravilloso desarrollo físico
5, 6. a) ¿Cómo comenzamos todos nuestra existencia? b) ¿Cuál es la función de los riñones?
5 “Tú mismo produjiste mis riñones; me tuviste cubierto en resguardo en el vientre de mi madre.” (Salmo 139:13.) Todos comenzamos nuestra existencia en el vientre materno como una sola célula, más pequeña que el punto que cierra esta oración. Esta estructura microscópica era extremadamente compleja, un laboratorio de química en miniatura. Su desarrollo fue muy rápido. Al cabo de dos meses, ya se habían formado los órganos principales. Entre ellos se encuentran los riñones, que para el momento de nuestro nacimiento estaban listos para filtrar la sangre, eliminando las toxinas y el exceso de agua y reteniendo los nutrientes. Cuando ambos riñones funcionan bien, filtran el agua de toda la sangre (alrededor de cinco litros en un adulto) ¡cada cuarenta y cinco minutos!
6 Los riñones también regulan el contenido mineral, la acidez y la presión de la sangre. Además, realizan muchas otras funciones vitales. Una de ellas es transformar la vitamina D en una forma más activa de dicha vitamina que resulta esencial para el correcto desarrollo de los huesos. Otra función vital es producir eritropoyetina, una hormona que estimula la formación de los glóbulos rojos en los huesos. Con razón se ha llamado a los riñones “los maestros químicos del cuerpo”.b
7, 8. a) Describa el desarrollo de un bebé durante las primeras semanas de embarazo. b) ¿En qué sentido ‘se teje en las partes más bajas de la tierra’ un bebé en gestación?
7 “Mis huesos no estuvieron escondidos de ti cuando fui hecho en secreto, cuando fui tejido en las partes más bajas de la tierra.” (Salmo 139:15.) La célula original se dividió una y otra vez, y al poco tiempo las nuevas células empezaron a diferenciarse, o especializarse, transformándose en células nerviosas, musculares, de la piel, etc. Las de un mismo tipo se agruparon para formar los tejidos y luego los órganos. Por ejemplo, durante la tercera semana después de la concepción se inició la formación del esqueleto. Hacia la séptima semana, cuando solo medíamos unos 2,5 centímetros de longitud, los 206 huesos que tenemos de adultos estaban presentes, aunque en forma rudimentaria, pues aún no habían adquirido su dureza característica.
8 Este asombroso proceso de desarrollo tuvo lugar dentro del seno materno, oculto a la vista humana, como si fuera en las profundidades de la Tierra. De hecho, gran parte de lo que sucede durante la gestación de un bebé sigue siendo un enigma para el hombre. Por ejemplo, ¿qué fue lo que activó ciertos genes en particular para que se pusiera en marcha el proceso de diferenciación de las células? Puede que la ciencia halle algún día la respuesta, pero como observó David, Jehová —nuestro Hacedor— siempre lo ha sabido.
9, 10. ¿En qué sentido la formación de las partes del embrión ‘está escrita en el libro de Dios’?
9 “Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas.” (Salmo 139:16.) La primera célula contenía todos los planos para formar nuestro cuerpo. Estos determinaron nuestro desarrollo durante los nueve meses que estuvimos en la matriz y durante las más de dos décadas que nos tomó llegar a la edad adulta. A lo largo de este período, el cuerpo pasó por múltiples etapas, todas ellas dirigidas por la información programada en el interior de aquella célula original.
10 David no sabía nada de células ni de genes, pues ni siquiera disponía de un microscopio; sin embargo, vio en el desarrollo de su propio cuerpo una prueba de planificación previa. Quizás conociera algo sobre el desarrollo del embrión y concluyera que cada paso debía de obedecer a un plano y un horario preexistentes. Poéticamente dijo que este plan ‘estaba escrito en el libro de Dios’.
11. ¿Cómo adquirimos nuestras características físicas?
11 Hoy se sabe que las características que heredamos de nuestros padres y abuelos —la estatura, los rasgos faciales, el color del pelo y de los ojos, entre otras miles— vienen definidas por nuestros genes. Cada célula contiene decenas de miles de genes, y cada gen forma parte de una larga cadena de ADN (ácido desoxirribonucleico). Las instrucciones para la formación de nuestro cuerpo se hallan “escritas” en la estructura química del ADN. Cada vez que las células se dividen para producir células nuevas o reemplazar las que están gastadas, el ADN transmite dichas instrucciones, lo que nos permite seguir vivos y conservar básicamente la misma apariencia. ¡Qué extraordinario ejemplo del poder y sabiduría de nuestro Hacedor celestial!
La mente humana es singular
12. ¿Qué distingue especialmente a los seres humanos de los animales?
12 “Así es que, para mí, ¡cuán preciosos son tus pensamientos! Oh Dios, ¡hasta cuánto llega la gran suma de ellos! Si yo tratara de contarlos, son más que hasta los granos de arena.” (Salmo 139:17, 18a.) Los animales también están maravillosamente hechos, y algunos poseen sentidos y capacidades superiores a los de los humanos. No obstante, Dios dotó al hombre de facultades mentales que sobrepasan, con mucho, a las de cualquier animal. “Pese a las múltiples semejanzas que tenemos con otras especies, los seres humanos somos singulares entre las formas de vida en la Tierra por nuestra facultad de hablar y pensar —comenta un libro de texto de ciencia—. También tenemos la singularidad de sentir una viva curiosidad por nosotros mismos: ¿Cómo estamos compuestos físicamente? ¿Cómo fuimos formados?” Estas son las mismas preguntas que se planteó David.
13. a) ¿Cómo pudo meditar David en los pensamientos de Dios? b) ¿De qué manera podemos imitar el ejemplo de David?
13 Con todo, la diferencia más notable entre el hombre y los animales es nuestra capacidad para meditar en los pensamientos de Dios.c Este don especial es un reflejo de que estamos hechos “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27). David supo utilizar ese don. Meditó en las pruebas de la existencia de Dios y en las cualidades divinas que se manifiestan en la creación. Además, poseía los primeros libros de las Santas Escrituras, que contienen revelaciones de parte de Dios sobre sí mismo y sus obras. Estos escritos inspirados le ayudaron a entender los pensamientos, la personalidad y el propósito divinos. Meditar en las Escrituras, la creación y la manera como Dios lo había tratado movió a David a alabar a su Hacedor.
¿Qué implica la fe?
14. ¿Por qué no es necesario saber todo acerca de Dios para tener fe en él?
14 Cuanto más estudiaba la creación y las Escrituras, más consciente era David de lo imposible que es comprender en toda su amplitud el conocimiento y la capacidad de Dios (Salmo 139:6). Lo mismo nos sucede a nosotros: jamás llegaremos a comprender enteramente todas las obras de Dios (Eclesiastés 3:11; 8:17). Sin embargo, Dios “ha puesto de manifiesto” suficiente conocimiento mediante las Escrituras y la naturaleza para que, en cualquier época, quienes busquen la verdad puedan adquirir una fe cimentada en pruebas (Romanos 1:19, 20; Hebreos 11:1, 3).
15. ¿Cómo podría ilustrarse el vínculo que hay entre la fe y la relación con Dios?
15 Tener fe es más que simplemente reconocer que la vida y el universo debieron de tener un Creador inteligente. Implica confiar en Jehová Dios como persona, como alguien que quiere que lo conozcamos y mantengamos una buena relación con él (Santiago 4:8). Podemos compararlo con la fe y confianza que tiene un hijo en su amoroso padre. Puede que alguien le diga que no cree que su padre lo vaya a ayudar cuando esté en dificultades. Sin embargo, aunque el hijo no logre convencer a esa persona de lo contrario, sabe por experiencia qué clase de hombre es su padre y está seguro de que no lo decepcionará. Del mismo modo, nosotros confiamos en Jehová porque hemos llegado a conocerlo estudiando las Escrituras, contemplando la creación y viendo cómo responde a nuestras oraciones. Tal conocimiento, junto con el amor desinteresado y la devoción sincera que le tenemos, nos impulsa a querer aprender más de él y a alabarlo para siempre. Esta es la más noble aspiración que alguien pudiera tener (Efesios 5:1, 2).
Busquemos la guía de nuestro Hacedor
16. ¿Qué aprendemos de la estrecha relación de David con Jehová?
16 “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido.” (Salmo 139:23, 24.) David estaba al tanto de que Jehová lo sabía todo acerca de él: nada de lo que pensaba, decía o hacía escapaba a la vista de su Hacedor (Salmo 139:1-12; Hebreos 4:13). El conocimiento tan íntimo que Dios tenía de él le infundía a David gran seguridad, la misma seguridad que siente un niñito en los brazos de sus cariñosos padres. David valoraba muchísimo su estrecha relación con Jehová y se esforzaba por mantenerla viva, meditando profundamente en sus obras y orándole. De hecho, un buen número de los salmos de David —incluido el Salmo 139— son en esencia oraciones para ser cantadas. De igual manera, la meditación y la oración nos ayudan a nosotros a acercarnos a Jehová.
17. a) ¿Por qué quería David que Jehová le examinara el corazón? b) ¿Qué efecto tiene en nuestra vida el modo como ejerzamos el libre albedrío?
17 Por haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, poseemos la facultad del libre albedrío, pudiendo así elegir entre el bien o el mal. Tal libertad conlleva una responsabilidad moral. David no quería ser contado entre los malvados (Salmo 139:19-22). Quería evitar cometer errores dolorosos. Por eso, tras reflexionar sobre el conocimiento absoluto que Jehová tenía de él, le suplicó humildemente que examinara lo más recóndito de su ser y lo guiara por el camino que lleva a la vida. Las justas normas morales de Dios son para todos, por lo que también nosotros debemos elegir bien. Jehová nos exhorta a obedecerle. Si lo hacemos, gozaremos de su favor y de innumerables recompensas (Juan 12:50; 1 Timoteo 4:8). Caminar con Jehová día a día nos infundirá paz interior, aun cuando nos hallemos en graves dificultades (Filipenses 4:6, 7).
Sigamos a nuestro Maravilloso Hacedor
18. ¿A qué conclusión llegó David al contemplar la creación?
18 De joven, David pasó mucho tiempo a campo raso cuidando las ovejas. Mientras estas agachaban la cabeza para pastar, él alzaba la mirada a los cielos. En la negrura de la noche, reflexionaba sobre la grandiosidad del universo y las lecciones que este encierra. “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando —escribió—. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento.” (Salmo 19:1, 2.) David entendía que debía buscar y seguir a Aquel que había hecho todas las cosas tan maravillosamente. Lo mismo tenemos que hacer nosotros.
19. ¿De qué nos sirve a jóvenes y mayores saber que ‘estamos maravillosamente hechos’?
19 David fue un vivo ejemplo de lo que su hijo Salomón aconsejó más tarde a los jóvenes: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad [...]. Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre” (Eclesiastés 12:1, 13). Ya desde su juventud, David comprendía que estaba “maravillosamente hecho” y dejó que este conocimiento guiara sus pasos, lo que le trajo muchas recompensas a lo largo de su vida. Si nosotros, seamos jóvenes o mayores, alabamos y servimos a nuestro Magnífico Creador, gozaremos de una vida feliz ahora y en el futuro. La Biblia promete con respecto a los que se mantienen cerca de Jehová y siguen sus justos caminos: “Todavía seguirán medrando durante la canicie —gordos y frescos continuarán siendo— para anunciar que Jehová es recto” (Salmo 92:14, 15). Además, tendremos la esperanza de disfrutar de las maravillosas obras de nuestro Hacedor por la eternidad.
[Notas]
a Véase la revista ¡Despertad! del 22 de junio de 2004, editada por los testigos de Jehová.
b Véase también “Los riñones: filtro esencial para la vida”, en ¡Despertad! del 8 de agosto de 1997.
c Las palabras de David en Salmo 139:18b aparentemente significan que aunque pasara todo el día contando los pensamientos de Jehová hasta quedarse dormido entrada la noche, todavía tendría más que contar a la mañana siguiente.
¿Sabe la respuesta?
• ¿Cómo demuestra el desarrollo del embrión que ‘estamos maravillosamente hechos’?
• ¿Por qué debemos meditar en los pensamientos de Jehová?
• ¿Qué vínculo hay entre la fe y la relación con Jehová?
[Ilustraciones de la página 23]
El desarrollo de un bebé en la matriz sigue un plan predeterminado
ADN
[Reconocimiento]
Feto: Lennart Nilsson
[Ilustración de la página 24]
Al igual que el niño que confía en su cariñoso padre, nosotros también confiamos en Jehová
[Ilustración de la página 25]
Reflexionar sobre las obras de Jehová impulsó a David a alabarlo