La búsqueda de un tesoro oculto
EN 1848 se descubrió oro en Sutter’s Mill (California, E.U.A.) Para 1849 miles de aventureros se dirigían a la zona con la esperanza de hacerse ricos rápidamente: se había declarado la mayor fiebre del oro de la historia de Estados Unidos. En un año, el puerto más cercano, San Francisco, pasó de ser un pueblecito a convertirse en una ciudad de 25.000 habitantes. Las perspectivas de enriquecerse en poco tiempo fueron un poderoso aliciente.
El rey Salomón del antiguo Israel sabía con cuánta energía cavan las personas para desenterrar un tesoro oculto, hecho al que aludió cuando escribió: “Si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios”. (Proverbios 2:3-5.)
Se pueden hacer muchas cosas con el oro y la plata, pero más con el entendimiento y el discernimiento. Estas cualidades ayudan a tomar decisiones acertadas, a solucionar los problemas, a tener éxito en el matrimonio y a hallar la felicidad. (Proverbios 2:11, 12.) Igualmente, el conocimiento y la sabiduría auténticos le ayudarán a conocer a su Creador, a comprender sus propósitos y a obedecerle y complacerle. El oro no puede darle ninguna de estas cosas.
Las palabras de la Biblia son veraces: “Tanto la sabiduría como el dinero sirven de protección, pero la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a su dueño”. (Eclesiastés 7:12, La Biblia. La Casa de la Biblia, 1992.) Aunque muchos sueñen con obtener riquezas rápidamente, es mucho más sabio abrir la Biblia y excavar en busca del discernimiento, el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría, que son las verdaderas riquezas.