Los jóvenes preguntan...
El noviazgo, ¿cuánta importancia tiene?
LOS primeros años de matrimonio suelen ser los que determinan si una pareja será feliz o no. En 1979 se divorciaron en Estados Unidos 52.000 matrimonios durante su primer año de casados. Y durante cada uno de los siguientes años, llegaron al divorcio una cantidad de matrimonios mucho mayor.
¿Cómo es posible que dos personas que tenían la intención de establecer una relación para toda la vida concluyan a los pocos meses o a los dos o tres años que su matrimonio es un fracaso?
“La mayoría de los fracasos matrimoniales son la consecuencia de noviazgos fracasados —explica Paul H. Landis, respetada autoridad en el campo de las relaciones familiares—. Esta verdad nunca se recalcará demasiado.” En los países donde la costumbre es que cada uno elija personalmente a la persona que llegará a ser su cónyuge, el noviazgo es el período en el que la pareja llega a conocerse mejor con vistas al matrimonio. ¿Por qué es un período tan crítico?
Un tiempo de examinar la situación
Para lograr la felicidad en el matrimonio, se requiere un esfuerzo concienzudo. Después de aconsejar a muchos matrimonios desgraciados, la autora Nancy Van Pelt preguntó lo siguiente en su libro The Compleat Courtship (El noviazgo completo): “¿Por qué fracasan tantos matrimonios? Hay muchas razones, pero la principal es la falta de preparación. [...] Su ignorancia tocante a la complejidad de este cometido me subleva”.
El marido y la mujer hacen ante Dios un voto sagrado de ser fieles el uno al otro durante el resto de su vida. La Biblia advierte que hacer un voto es un asunto serio, pues dice: “Es un lazo cuando el hombre terrestre ha clamado temerariamente: ‘¡Santo!’, y después de los votos está dispuesto a hacer examen”. (Proverbios 20:25.) Una persona puede sentirse impulsada a hacer una promesa solemne y luego darse cuenta de que hay implicado más de lo que había calculado. Pero el momento de examinar la situación es antes de hacer el voto, no después.
El cortejo da a la pareja la oportunidad de hacer dicho examen o investigación. Llevado debidamente, no solo puede ayudarles a determinar si están hechos el uno para el otro, sino que también puede prepararlos para las dificultades de la vida matrimonial.
El cortejo es un tiempo para que la persona se autoanalice, para que comprenda cuáles son sus necesidades emocionales más importantes. Cuando Steve y Bárbara comenzaron a salir juntos, ella reflexionó en sus antecedentes y llegó a esta conclusión: “Yo necesitaba un hombre que fuese muy paciente conmigo”. Y añadió: “Steve era sumamente paciente, aguantaba un montón de cosas que le hacía y era muy considerado. Siempre me escuchaba sin importar lo que dijera. Como consecuencia, el interés que sentía por él siguió aumentando y haciéndose más profundo”. Como cada uno satisfacía las necesidades emocionales del otro, su noviazgo culminó en un matrimonio feliz.
Por eso, si cortejas con alguien, pregúntate: ¿Qué clase de persona soy? ¿Cuáles son mis necesidades emocionales más importantes? Y también: ¿Cuáles son mis puntos fuertes y mis puntos débiles? ¿Y cuáles son los de mi cónyuge en perspectiva? Por ejemplo: un joven dijo lo siguiente sobre la chica con quien cortejaba: “Ella tiene una cierta estabilidad que me hace falta. Yo soy inquieto e inconstante. Noto que ella ejerce en mí una influencia que me estabiliza y apacigua”.
En un esclarecedor estudio llevado a cabo con mil parejas de novios —a muchas de las cuales se las volvió a entrevistar después de varios años de matrimonio—, se descubrió que la satisfacción de dichas necesidades emocionales “parece ser de principal importancia en el matrimonio de hoy”. (Courtship, Engagement and Marriage, de Burgess, Wallin y Shultz.) Aunque el amor es importante, el tener metas similares y el que cada uno pueda satisfacer las necesidades emocionales del otro son factores esenciales para conseguir una relación duradera.
No te precipites
Lo que se dice en Proverbios 21:5 puede aplicarse muy bien al noviazgo: “Todo el que es apresurado se encamina de seguro a la carencia”. Puedes hacerte mucho daño, no solo en sentido emocional, sino también en sentido espiritual y físico.
Veamos el ejemplo de Evelyn. Ella confesó: “Me resulta desagradable admitirlo, pero me precipité en casarme con un hombre al que no conocía lo suficiente. Tenía tanta prisa por casarme, que pensaba que las cosas saldrían bien. Lo dejé a los tres meses”.
En un estudio efectuado con cincuenta y un esposas que habían estado casadas por muchos años, se comparó el tiempo que había durado su noviazgo con lo felices que eran en el presente. ¿Cuál fue el resultado? Las que antes de casarse habían cortejado por bastante tiempo informaron gozar de mayor “satisfacción marital”. De sus respuestas a las preguntas: “¿Con cuánta frecuencia se arrepiente de haberse casado?”, y: “¿Con cuánta frecuencia se sacan de quicio el uno al otro?”, se llegó a la conclusión de que las que habían cortejado por poco tiempo eran “mucho menos felices en su matrimonio”, informó el equipo de investigadores en la revista Family Relations (1985). ¿Por qué razón?
“Cuando dos personas salen juntas por poco tiempo, no ha habido mucha ocasión de que surjan diferencias molestas entre ellas, de modo que cuando surgen esas diferencias en el matrimonio, algo inevitable, los problemas que estas provocan son mayores”, explicaron los investigadores de la universidad del estado de Kansas (E.U.A.). “En contraste, las parejas que antes de casarse han tenido sus dificultades y las han solventado, pueden verlas como un rasgo de la vida y no como algo extremadamente preocupante.” Una vez que se inicia el noviazgo, puede llegar a convertirse simplemente en un período durante el cual tanto el hombre como la mujer tratan de causarse buena impresión y hacen todo lo posible por ganarse el amor de su pareja. Pero si se deja que pase el tiempo, es posible que empiecen a traslucirse hábitos y tendencias desagradables. A los que cortejan durante suficiente tiempo, probablemente les será más fácil amoldarse a su cónyuge y se toparán con menos sorpresas decepcionantes.
Por consiguiente, para que un noviazgo resulte en éxito, debería ser lo suficientemente largo como para permitir que la pareja llegue a conocerse. La cuestión realmente importante no siempre es cuántos meses o años duren las relaciones, sino lo que se logra durante ese período.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando parece que las relaciones se prolongan demasiado?
El tiempo para pensar juiciosamente
Hay personas que aunque quieren mantener vivas sus relaciones, siempre evitan hablar del matrimonio. Suelen razonar del siguiente modo: “¿Por qué no pueden seguir las cosas como hasta ahora?”. En algunos aspectos eso sería comparable a una persona que entra en un restaurante, busca una mesa y se sienta. Después de traerle la carta, el camarero aguarda para tomar nota de lo que quiere. Pero el cliente se limita a decir: “No, estoy bien así. No quiero pedir nada todavía”. ¿Por qué entrar en un restaurante si no quieres comer? Lo mismo sucede con el cortejo. ¿Por qué iniciarlo si no quieres casarte?
Si una pareja piensa juiciosamente, hablará del futuro de sus relaciones. No es justo ni amoroso dar esperanzas a una persona si no tienes la intención de seguir adelante con las relaciones y casarte. “La expectación pospuesta enferma el corazón”, dice Proverbios 13:12. Por supuesto, la compenetración mutua y el sentido de obligación moral que se siente hacia la otra persona es algo que se va profundizando gradualmente, algo que no puede forzarse. Sin embargo, es en especial durante el cortejo cuando uno debería procurar que ‘su amor fuese sin hipocresía’ a fin de que la otra persona, que quizás espere que las relaciones terminen en matrimonio, no sufra innecesariamente. (Romanos 12:9.)
Cuando los novios empiezan a tener proyectos concretos de matrimonio, deben aprovechar el tiempo de su noviazgo para hablar con franqueza de los valores y metas que cada uno tiene. Durante ese período también pueden llegar a conocer mejor a las respectivas familias y hablar entre ellos de cómo se llevarán con los parientes políticos.
El noviazgo suele formalizarse con el tiempo, y eso sucede cuando la pareja se compromete para casarse. El estudio que antes mencionamos sobre las mil parejas de novios sacó a la luz que cuando el noviazgo va bien, hay muchas posibilidades de tener éxito en el matrimonio. Pero por supuesto, el que el noviazgo vaya bien no significa que siempre será un lecho de rosas. Como los novios pasan más tiempo juntos, se dejan a un lado las formalidades. La proximidad de la boda también puede someterlos a presión. De modo que es posible que surjan desacuerdos o hasta riñas. Mediante solventar esas diferencias, demuestran su capacidad para resolver problemas.
Sin importar cuánto dure el noviazgo, una pareja cristiana debe abstenerse de intimar demasiado con manifestaciones de afecto. (1 Tesalonicenses 4:3-8.) De esta manera los novios mantendrán una buena conciencia ante Dios. También evitarán la trampa de permitir que la atracción sexual les haga pasar por alto cuestiones importantes.
El pedir consejo a un ministro cristiano o a una pareja de más edad que sea feliz en su matrimonio suele resultar provechoso para los que planean casarse. El recibir dichos consejos antes de contraer matrimonio puede ayudarles a evitar algunas decepciones en el futuro. (Proverbios 15:22.)
Un noviazgo bien llevado deja muchos recuerdos agradables y coloca un buen fundamento para un matrimonio feliz. En un artículo próximo se tratará el tema de cómo tener ese tipo de noviazgo.
[Comentario en la página 22]
La investigación ha mostrado que cuando el noviazgo es más largo, a la pareja le suele resultar más fácil amoldarse bien al matrimonio
[Fotografía en la página 23]
El pedir consejo a una pareja de más edad que sea feliz en su matrimonio será provechoso para los que planean casarse