Capítulo 23
¿Qué hay de las relaciones sexuales antes del matrimonio?
‘¿ESTÁ bien que lo hagan personas que se aman, o deberían esperar hasta que se casaran?’ ‘Todavía soy virgen. ¿Qué me pasa?’ Preguntas como estas son comunes entre los jóvenes.
De todos modos, “es excepcional el joven que no ha tenido relaciones sexuales mientras todavía es adolescente”, concluyó el Instituto Alan Guttmacher en su informe de 1981. “Ocho de cada 10 muchachos y siete de cada 10 muchachas informan haber tenido relaciones sexuales durante la adolescencia.”
‘Y ¿por qué no?’, quizás te preguntes. Después de todo, es natural que uno quiera sentirse amado. Y cuando uno es joven las pasiones pueden agitarlo hasta causar perturbación. Además, hay que considerar la influencia de los otros jóvenes. Ellos quizás le digan a uno que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son divertidas, y que cuando a uno realmente le gusta alguien, el deseo de relaciones íntimas con esa persona es natural. Algunos quizás hasta digan que la masculinidad o la femineidad se demuestran mediante esas relaciones. Por no querer que otros consideren raro a uno, tal vez uno se sienta presionado a envolverse en relaciones sexuales con alguien.
Al contrario de la opinión popular, no todos los jóvenes buscan desesperadamente entregar su virginidad. Por ejemplo, considera el caso de una joven soltera llamada Esther. Ella estaba sometiéndose a un examen médico cuando el médico le preguntó francamente: “¿Qué método anticonceptivo usas?”. Cuando Esther contestó: “No estoy usando ninguno”, el médico exclamó: “¿¡Qué!? ¿Quieres quedar encinta? ¿Cómo vas a evitar eso si no usas nada que lo impida?”. Esther respondió: “¡Por no tener relaciones sexuales con nadie!”.
El médico la miró con incredulidad. “Esto es increíble —dijo—. Aquí vienen muchachas de 13 años que ya no son vírgenes. En verdad eres singular.”
¿Qué hacía “singular” a Esther? Obedecía la amonestación bíblica: “Ahora bien, el cuerpo no es para fornicación [lo que incluye las relaciones sexuales premaritales] [...] Huyan de la fornicación”. (1 Corintios 6:13, 18.) ¡Sí, ella reconocía que las relaciones sexuales premaritales eran un pecado grave contra Dios! “Esto es la voluntad de Dios —declara 1 Tesalonicenses 4:3—, que se abstengan de la fornicación.” Pero ¿por qué prohíbe la Biblia las relaciones sexuales antes del matrimonio?
Las consecuencias
Hasta en tiempos bíblicos algunos tenían relaciones sexuales de ese tipo. Pudiera ser que una mujer inmoral invitara a ello a un joven, diciéndole: “De veras ven, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor”. (Proverbios 7:18.) Pero la Biblia advierte que placeres de que se disfrute hoy pueden causar dolor mañana. “Porque como panal de miel los labios de una mujer extraña siguen goteando, y su paladar es más suave que el aceite —señaló Salomón—. Pero el efecto que después viene de ella es tan amargo como el ajenjo; es tan agudo como una espada de dos filos.” (Proverbios 5:3, 4.)
Una de las posibles consecuencias es alguna enfermedad transmitida por las relaciones sexuales. ¡Imagínate lo doloroso que sería que años después te enteraras de que una experiencia sexual te había causado daño irreversible, quizás infertilidad, o algún grave problema de salud! Como advierte Proverbios 5:11: “[Y] tengas que gemir en tu futuro cuando se acaben tu carne y tu organismo”. Las relaciones sexuales antes del matrimonio pueden tener como resultado también hijos ilegítimos (ve las páginas 184, 185), abortos, y matrimonios prematuros... con las consecuencias dolorosas de cada una de esas cosas. Sí, en verdad el que participa en esa clase de relaciones sexuales “peca contra su propio cuerpo”. (1 Corintios 6:18.)
En reconocimiento de esos peligros, el Dr. Richard Lee escribió para la revista Yale Journal of Biology and Medicine: “Nos jactamos ante nuestros jóvenes de nuestros grandes descubrimientos en la prevención del embarazo y en el tratamiento de las enfermedades venéreas, mientras hacemos caso omiso de la medida preventiva más confiable y específica —la menos costosa y menos tóxica— contra las angustias de los males venéreos y la gestación... el antiguo, honorable y hasta saludable estado de virginidad”.
Culpa y decepción
Muchos jóvenes han descubierto también que las relaciones sexuales antes del matrimonio causan amarga decepción. ¿Y qué les viene como resultado? Sentimientos de culpa y pérdida de la dignidad personal. Dennis, de 23 años, reconoció: “Fue una gran decepción... ninguna sensación de bienestar ni de amor satisfecho como esperaba. En vez de eso, me sacudió comprender claramente lo malo de aquel acto. Me avergonzó por completo mi falta de dominio”. Cierta joven confesó: “Recobré el sentido brutalmente. [...] Se había acabado la fiesta y yo estaba enferma, avergonzada y sucia. No fue ninguna ayuda para mí oírle decir: ‘¿Por qué no impediste que llegáramos a esto?’”.
No son raras esas reacciones, según el Dr. Jay Segal. Después de estudiar las actividades sexuales de 2.436 universitarios, él dijo esto sobre las relaciones sexuales entre ellos: “Las experiencias iniciales [que resultaron] insatisfactorias y decepcionantes fueron casi el doble de las satisfactorias y apasionantes. Hombres y mujeres recuerdan haber quedado muy decepcionados”. Es cierto que hasta parejas casadas a veces tienen sus dificultades en lo que toca a las relaciones sexuales. Pero en el matrimonio, donde hay amor genuino y sentido de compromiso, esos problemas por lo general pueden resolverse.
El precio de la promiscuidad sexual
Algunos jóvenes no sienten ninguna culpa por tener relaciones sexuales, y por eso hacen cuanto pueden para recibir satisfacción sensual, y procuran las relaciones con una variedad de compañeros. El investigador Robert Sorensen, en su estudio de la sexualidad adolescente, observó que esos jóvenes pagan un precio por su promiscuidad sexual. Escribe: “En nuestras entrevistas personales muchos [jóvenes libertinos] revelan [...] que les parece que viven con poco propósito, y no están muy contentos consigo mismos”. El 46% de ellos concordó con la siguiente opinión: “Por mi modo de vivir actual estoy desperdiciando la mayor parte de mis aptitudes”. Sorensen halló, además, ‘poca confianza en sí mismos y poco sentido de dignidad’ en aquellos jóvenes libertinos.
Es como dice Proverbios 5:9: los que participan en la inmoralidad ‘dan a otros su dignidad’.
La mañana siguiente
Una vez que la pareja se ha implicado en relaciones ilícitas, suelen verse uno al otro de modo diferente. Puede que el muchacho ya no sienta lo mismo por la muchacha; puede que hasta le parezca menos atractiva. Por otra parte, puede que la muchacha piense que se han aprovechado de ella. Recuerda, joven, el registro bíblico del joven Amnón y lo enfermo de amor que estaba por Tamar, una virgen. Pero después de haberse acostado con ella, “Amnón empezó a odiarla con un odio sumamente grande”. (2 Samuel 13:15.)
Una muchacha llamada María tuvo una experiencia parecida. Después de participar en relaciones sexuales, admitió: “Me odié a mí misma (por mi debilidad), y odié a mi novio. Sí, el acto que nosotros creíamos que nos uniría más acabó con nuestra relación. Yo no quería ni volver a verlo”. Sí, ¡las relaciones sexuales antes del matrimonio son un paso que la pareja nunca puede desandar!
Paul H. Landis, respetado investigador de la vida familiar, comenta: “El efecto temporal [de las relaciones sexuales antes del matrimonio] puede ser el de fortalecer la relación, pero los efectos de largo plazo pueden ser muy diferentes”. En realidad, ¡las parejas que tienen relaciones sexuales propenden más a separarse que las que se abstienen de ellas! ¿Por qué? Las relaciones ilícitas engendran celos y desconfianza. Un joven admitió: “Algunos muchachos, después de las relaciones sexuales, piensan: ‘Si se ha acostado conmigo, puede que se haya acostado con otro’. Sí; eso mismo pensé yo. [...] Tenía muchos celos y dudas y desconfianza”.
¡Qué diferente es el amor genuino, que “no es celoso, [...] no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses”! (1 Corintios 13:4, 5.) El amor que edifica una relación duradera no se basa en la pasión ciega.
Los beneficios de la castidad: paz y dignidad
Sin embargo, el mantener la castidad hace más que solo ayudar al joven a evitar terribles consecuencias. La Biblia habla de una joven que permaneció casta, pura, a pesar del amor intenso que le tenía a su novio. Como resultado, pudo decir con orgullo: “Soy un muro, y mis pechos son como torres”. No era como una ‘puerta giratoria’ que fácilmente cediera a la presión de la inmoralidad. En sentido moral era como el inescalable muro de una fortaleza de torres inaccesibles. Merecía que la llamaran “pura”, y podía decir de su futuro esposo: “He llegado a ser a los ojos de él como la que está hallando paz”. Su propia tranquilidad mental contribuía al contentamiento que ambos sentían. (El Cantar de los Cantares 6:9, 10; 8:9, 10.)
Esther, la muchacha casta a quien mencionamos antes, tenía esa misma paz interna y dignidad personal. Dijo: “Estaba satisfecha con mi condición. Hasta cuando mis compañeros de trabajo se reían de mí, veía mi virginidad como un diamante, precioso por su rareza”. Además, a jóvenes que son como Esther no los atormenta una conciencia culpable. “No hay nada mejor que tener una buena conciencia ante Jehová Dios”, declaró Stefan, un cristiano de 19 años de edad.
‘Pero ¿cómo puede una pareja llegar a conocerse bien sin tener relaciones sexuales?’, se preguntan algunos jóvenes.
Cultiva intimidad duradera
La atracción sexual por sí sola no puede forjar una relación permanente; tampoco lo pueden lograr las manifestaciones de cariño, como el besarse. Una joven adulta llamada Ann advierte: “Aprendí por experiencia que uno pudiera entrar en mucha intimidad física demasiado pronto”. Cuando la pareja pasa el tiempo dándose muestras de afecto, se suspende la comunicación significativa. Esto puede llevar a no tomar en cuenta seriamente diferencias graves que pueden presentarse de nuevo después del matrimonio. Después de un tiempo, cuando Ann empezó a salir con otro hombre —con el que más tarde se casó—, evitó cuidadosamente una excesiva intimidad física. Explica ella: “Pasábamos el tiempo resolviendo nuestras dificultades y considerando las metas que teníamos en la vida. Llegué a saber qué clase de persona era el hombre con quien iba a casarme. Después de las bodas solo hubo sorpresas agradables”.
¿Fue difícil para Ann y para su novio desplegar autodominio? “¡Sí, lo fue!”, confesó Ann. “Yo soy muy cariñosa por naturaleza —dijo—. Pero consideramos los peligros y nos ayudamos el uno al otro. Ambos queríamos muchísimo agradar a Dios y no echar a perder nuestro futuro matrimonio.”
Pero ¿no ayuda a una pareja recién casada el haber tenido experiencias sexuales antes? No; al contrario, ¡eso suele restar lustre a la intimidad marital! En las relaciones sexuales premaritales el énfasis se pone en la satisfacción de uno mismo, en los aspectos físicos de las relaciones sexuales. La pasión desenfrenada socava el respeto mutuo. Una vez que se forman y fijan esas tendencias egoístas, es difícil abandonarlas, y con el tiempo pueden causar estragos en la relación.
Sin embargo, en el matrimonio una saludable relación íntima requiere freno, autodominio. La atención debe fijarse en dar, ‘dar el débito sexual’, más bien que en recibir. (1 Corintios 7:3, 4.) El que cultives castidad o pureza te ayuda a desarrollar ese autodominio. Te enseña a anteponer a tus propios deseos un interés altruista en el bienestar de la otra persona. Además, recuerda que la satisfacción en el matrimonio no se debe solo a factores físicos. El sociólogo Seymour Fisher dice que la respuesta sexual de la mujer depende también de “sus sentimientos de intimidad, de relación estrecha y de seguridad” y de “cuánto pueda [el esposo] identificarse con su esposa, y [...] cuánta confianza haya depositado ella en él”.
Es interesante notar que, en un estudio de 177 casadas, tres cuartas partes de las que habían participado en relaciones sexuales premaritales dieron informe de dificultades sexuales durante las primeras dos semanas de su matrimonio. Además, todas las que informaron haber tenido dificultades sexuales por largo tiempo “tenían antecedentes de relaciones sexuales premaritales”. La investigación ha demostrado también que hay doble probabilidad de que cometan adulterio los que tienen relaciones sexuales antes del matrimonio. ¡Cuán ciertas son estas palabras de la Biblia: ‘La fornicación quita el buen motivo’! (Oseas 4:11.)
Por lo tanto, ‘segarás lo que siembres’. (Gálatas 6:7, 8.) Siembra pasión, y segarás una abundante cosecha de dudas e inseguridad. Pero si siembras autodominio, gobierno de ti mismo, segarás una cosecha de fidelidad y seguridad. Esther, a quien ya hemos mencionado, lleva ya varios años de casada, y es feliz. Su esposo dice: “No puedo describir el gozo de regresar al hogar, a mi esposa, sabiendo que yo soy de ella y ella es mía y nadie se interpone entre nosotros. Nada puede reemplazar esta confianza que tenemos cada uno en el otro”.
Los que esperan hasta casarse disfrutan también de tranquilidad mental, pues saben que han agradado a Dios. Con todo, el cultivar la castidad hoy día no es nada fácil. ¿Qué puede ayudarte a lograrlo?
Preguntas para consideración Capítulo 23
◻ ¿Son comunes entre los jóvenes que conoces las relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Te causa esto dificultades o te hace sentir presiones?
◻ ¿Puedes mencionar algunos efectos indeseables de las relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Conoces a jóvenes que hayan sufrido esos efectos?
◻ ¿Son los anticonceptivos la solución al problema de la preñez en la adolescencia?
◻ ¿Por qué tienen sentimientos de culpa y decepción algunos después de relaciones sexuales ilícitas?
◻ ¿Crees que el tener relaciones sexuales ayuda a unir a una pareja no casada? ¿Por qué contestas así?
◻ ¿Cómo puede una pareja llegar a conocerse mientras salen juntos?
◻ ¿Qué beneficios crees que provienen de conservar la virginidad hasta el matrimonio?
[Comentario en la página 182]
“Es excepcional el joven que no ha tenido relaciones sexuales mientras todavía es adolescente.” —El Instituto Alan Guttmacher
[Comentario en la página 187]
“Fue una gran decepción... ninguna sensación de bienestar ni de amor satisfecho”
[Comentario en la página 190]
¡Las relaciones sexuales antes del matrimonio son un paso que la pareja nunca puede desandar!
[Recuadro/Fotografía en las páginas 184 y 185]
‘¡No me puede pasar a mí!’... el problema de las adolescentes embarazadas
“Todos los años, más de una de cada 10 adolescentes queda embarazada, y la proporción sigue aumentando. Si las tendencias no cambian, cuatro de cada 10 jóvenes quedarán embarazadas por lo menos una vez mientras todavía estén en la adolescencia.” Eso informa la publicación Teenage Pregnancy: The Problem That Hasn’t Gone Away (La preñez entre las adolescentes: el problema que no ha desaparecido). ¿Y qué clase de muchachas quedan embarazadas? La revista Adolescence dijo: “Las niñas de edad escolar que quedan embarazadas son de toda clase socioeconómica [...] Representan a toda raza, toda fe y toda parte del país, rural y urbana”.
Pocas muchachas en verdad quieren el embarazo. En su sobresaliente estudio de más de 400 adolescentes embarazadas, Frank Furstenberg, hijo, notó que “en las entrevistas la mayoría dijo vez tras vez: ‘Nunca pensé que me ocurriría a mí’”.
Pero al observar que amigas suyas habían tenido relaciones sexuales sin quedar embarazadas, algunas muchachas creyeron que podían hacer lo mismo. Furstenberg dice también: “Algunas mencionaron que no creían que pudieran quedar embarazadas ‘inmediatamente’. Otras creían que si solo tenían relaciones sexuales ‘de vez en cuando’ no quedarían embarazadas [...] Mientras más tiempo pasaba sin que concibieran, más se arriesgaban”.
Sin embargo, la verdad es que en cada ocasión que una joven participa en relaciones sexuales existe el riesgo de que quede embarazada. (De un grupo de 544 muchachas, ‘casi una quinta parte de ellas quedaron embarazadas en un plazo de seis meses desde que empezaron a tener relaciones sexuales’.) Muchas, como una madre soltera llamada Robin, deciden deliberadamente no usar anticonceptivos. Robin temía —como muchas jóvenes lo hacen— que el usar la píldora anticonceptiva pudiera serle perjudicial. También reconoce lo siguiente: “Para obtener los anticonceptivos habría tenido que admitir que hacía algo que era malo. Yo no podía hacer eso. Así que simplemente cerré la mente a lo que hacía, y esperé que nada me sucediera”.
Ese modo de razonar es común entre las madres solteras. En el estudio de Furstenberg, “casi la mitad de las adolescentes declararon que era muy importante que la mujer esperara hasta casarse para empezar a tener relaciones sexuales [...] Innegablemente había una discrepancia obvia entre las palabras y los hechos [..] Habían adquirido un conjunto de normas y habían aprendido a vivir según otro”. Debido a este conflicto emocional “se les hizo muy difícil a estas mujeres enfrentarse de manera realista a las consecuencias de su comportamiento sexual”.
Ni siquiera el usar anticonceptivos es garantía de que una joven podrá evitar el ser madre sin haberse casado. El libro Kids Having Kids (Niñas que son madres) nos recuerda: “Todo método tiene cierto índice de fracaso. [...] Aunque las adolescentes solteras [de los E.U.A.] usaran métodos anticonceptivos consecuentemente, [...] todos los años quedarían embarazadas 500.000 de ellas”. Luego se citan las palabras que una madre soltera de 16 años de edad llamada Pat dijo en tono de lamento: “Me tomaba [las píldoras anticonceptivas] fielmente. La verdad es que no dejaba de tomármelas ni un solo día”.
“No se extravíen —advierte la Biblia—: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gálatas 6:7.) La preñez es solo una de las cosechas desagradables de la fornicación. Felizmente, las madres solteras, como todos los demás que han caído en la trampa de la inmoralidad, pueden volverse y acercarse a Dios con la misma actitud penitente del rey David, quien oró: “Lávame cabalmente de mi error, y límpiame aun de mi pecado”. (Salmo 51:2.) Dios bendecirá los esfuerzos que esas personas arrepentidas hagan por criar a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová”. (Efesios 6:4.)
Sin embargo, ¡es mejor evitar las relaciones sexuales antes del matrimonio! No te dejes engañar por los que te dicen que nada te va a pasar.
[Fotografía en la página 183]
Tras relaciones inmorales, puede que una joven se vea como una víctima humillada
[Fotografía en la página 186]
Muchas veces se transmiten enfermedades por las relaciones sexuales antes del matrimonio
[Fotografía en la página 188]
Despliegues excesivos de afecto pueden exponer a peligros morales y cortar la comunicación significativa
[Fotografía en la página 189]
La felicidad marital depende de más que solo la relación física de la pareja