-
¡Confíe en Jah Jehová!La Atalaya 1988 | 15 de enero
-
-
Los siervos de Jehová de hoy día confían en él por la misma razón que confió en él el rey Ezequías. Él confió implícitamente en Jehová como su Señor Soberano. Por eso, cuando mayor era la amenaza asiria, oró a Jehová de este modo: “Oh Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, sentado sobre los querubines, tú solo eres el Dios verdadero de todos los reinos de la tierra. Tú mismo has hecho los cielos y la tierra. Inclina tu oído, oh Jehová, y oye. Abre tus ojos, oh Jehová, y ve, y oye todas las palabras de Senaquerib que él ha enviado para desafiar con escarnio al Dios vivo”. (Isaías 37:16, 17.)
-
-
¡Confíe en Jah Jehová!La Atalaya 1988 | 15 de enero
-
-
La oración de Ezequías mostró que no tenía motivo egoísta al procurar que se le librara de los asirios. No estaba simplemente tratando de salvarse el pellejo. Más bien, estaba interesado en que el nombre de Jehová fuera santificado y Su soberanía fuera vindicada. Por eso, su oración concluyó con las palabras: “Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo”. (Isaías 37:20.) De manera semejante, al encararnos con las pruebas que vienen antes de la guerra final de Armagedón, tengamos presente que nuestra salvación personal es secundaria respecto a la santificación del nombre de Jehová. Como declaró nuestro Señor Soberano unas 60 veces mediante su profeta Ezequiel: “Tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Ezequiel 38:23.)
11. a) ¿Qué error cometió Senaquerib, y qué dijo Jehová respecto a él? b) En vista de lo que le ocurrió a Senaquerib, ¿en qué podemos confiar?
11 Después que Ezequías hubo orado, Isaías informó al rey acerca de la palabra que Jehová había hablado contra Senaquerib. ¡Qué error había cometido aquel blasfemador asirio al vituperar al Dios vivo! Mediante Isaías, Jehová dijo respecto a Senaquerib: “¿A quién has desafiado con escarnio, y de quién has hablado injuriosamente? ¿Y contra quién has alzado la voz y levantas en alto los ojos? ¡Es contra el Santo de Israel!”. ¡Y fue el Santo de Israel quien entró en acción aquella noche! Solo se necesitó un ángel de Jehová para derribar y convertir en “cadáveres muertos” a 185.000 soldados asirios, la flor y nata del ejército de Senaquerib. Aquel orgulloso rey se retiró avergonzado a Nínive, y unos años después fue muerto por sus propios hijos mientras persistía en su adoración idolátrica.
-