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“Recíbeme de nuevo, déjame volver”La Atalaya 2012 | 1 de abril
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“Con toda seguridad le tendré piedad”
Jehová sentía un afecto especial por los israelitas. “He llegado a ser para Israel un Padre; y en cuanto a Efraín, él es mi primogénito”, explica en Jeremías 31:9. Así que, ¿cómo podría un padre negarse a recibir de vuelta al hijo que tanto ama y que está sinceramente arrepentido? Las siguientes palabras de Jehová revelan el cariño paternal que siente por su pueblo.
“¿Es Efraín para mí un hijo precioso, o un niño acariciado? Porque al grado que hablé contra él, sin falta me acordaré de él más aún.” (Versículo 20.) ¡Qué cariñosas palabras! Sin duda, Dios es un padre amoroso. Aun así, tuvo que mostrarse firme y ‘hablar contra sus hijos’, es decir, advertirles que su mal comportamiento tendría consecuencias. De ahí que cuando los israelitas se negaron a escuchar sus continuas advertencias, él los castigara permitiendo que fueran desterrados. Con todo, no se olvidó de ellos, tal como un padre amoroso nunca se olvida de sus hijos. ¿Cómo se sintió al ver que su pueblo estaba sinceramente arrepentido?
“Mis intestinos se han alborotado por él. Con toda seguridad le tendré piedad.”b (Versículo 20.) Jehová estaba deseando recuperar a sus hijos. El sincero arrepentimiento de ellos le había tocado lo más profundo de su ser y anhelaba que volvieran a su lado. Al igual que el padre de la parábola de Jesús sobre el hijo pródigo, Jehová “se enterneció” (Lucas 15:20). Estaba deseoso de recibir a sus hijos de vuelta.
“Jehová me permitió volver”
Las palabras de Jeremías 31:18-20 nos permiten apreciar mejor la honda compasión y la misericordia de Dios. Él nunca olvida a quienes en algún momento le sirvieron. Y si quieren regresar a su lado, está “listo para perdonar” (Salmo 86:5). Nunca da la espalda a quienes vuelven arrepentidos (Salmo 51:17). Al contrario, le alegra poder recibirlos con los brazos abiertos (Lucas 15:22-24).
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“Recíbeme de nuevo, déjame volver”La Atalaya 2012 | 1 de abril
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b Cierto comentario bíblico explica que, para los hebreos, los intestinos (o las entrañas) eran “el asiento de los afectos”.
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