Jeremías... profeta impopular de los juicios de Dios
Hay lecturas bíblicas semanales del libro de Jeremías en el programa de la Escuela del Ministerio Teocrático desde el 17 de abril hasta el 21 de agosto inclusive. Estos tres artículos para estudio proveen excelente información útil para entender los escritos del profeta.
“Antes de estar formándote en el vientre, te conocí [...] Profeta a las naciones te hice.” (JEREMÍAS 1:5.)
1. a) Retrospectivamente, ¿cómo consideran algunos a Jeremías? b) ¿Cómo se vio él a sí mismo?
“HASTA en la compañía de los profetas, Jeremías se destaca como un gigante.” Ese comentario por un escriturario contrasta notablemente con la opinión de Jeremías sobre sí mismo cuando Jehová lo comisionó para servir de profeta a Judá y a las naciones. Él respondió: “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! Mira que realmente no sé hablar, pues solo soy un muchacho”. Evidentemente Jeremías estaba muy al tanto de que era joven, y el desafío de encararse con las naciones hostiles le parecía demasiado grande. Jehová no pensaba así. (Jeremías 1:6.)
2. ¿Cómo le infundió Jehová confianza a Jeremías?
2 Por la conversación de Jehová con el joven Jeremías es obvio que él fue uno de los pocos hombres por cuyo nacimiento Jehová tomó la responsabilidad. ¿Y por qué se interesó Jehová específicamente en Jeremías desde su concepción en adelante? Porque Jehová tenía presente una comisión especial para él. Por eso, pudo decir: “Antes que procedieras a salir de la matriz, te santifiqué”. (Jeremías 1:5.) Entonces dio este mandato al joven: “No digas: ‘Solo soy un muchacho’. Antes bien, a todos aquellos a quienes te envíe, debes ir; y todo lo que yo te mande, debes hablar. No tengas miedo a causa de sus rostros, porque: ‘Yo estoy contigo para librarte’, es la expresión de Jehová”. No había lugar para abordar su asignación con vacilaciones. En vez de eso, se exigía denuedo y confianza en Jehová. (Jeremías 1:7, 8.)
3. ¿Por qué era un verdadero desafío la comisión de Jeremías?
3 ¡Cuán impresionado y quizás asombrado tiene que haber quedado este joven al recibir comisión tan directa de Dios! ¡Y qué comisión! “Ve, te he comisionado este día para estar sobre las naciones y sobre los reinos, para desarraigar y para demoler y para destruir y para derruir, para edificar y para plantar.” Ciertamente el escenario de aquellas observaciones en Judá a mediados del siglo VII a.E.C. imponía una tremenda responsabilidad en este profeta en ciernes. Tenía que enfrentarse a una nación orgullosa y satisfecha de sí misma que confiaba en su santa ciudad, Jerusalén, y su templo, como si fueran un talismán. Mientras completaba su ministerio profético de 40 años en Jerusalén tendría que presentar su mensaje durante los reinados de cinco diferentes reyes (Josías, Jehoacaz, Jehoiaquim, Joaquín y Sedequías). Tendría que anunciar juicios condenatorios impopulares a la nación judía y a Babilonia. (Jeremías 1:10; 51:41-64.)
¿Por qué debe interesarnos Jeremías?
4, 5. a) ¿Por qué nos interesan los sucesos de los días de Jeremías? (Romanos 15:4.) b) ¿Qué aplicación especial nos interesa?
4 Pero pudiéramos preguntar: ¿Qué tienen que ver aquellos acontecimientos con nosotros los que vivimos a fines del siglo XX E.C.? El apóstol Pablo da la respuesta al repasar parte de la historia de Israel en su carta a la congregación de Corinto. Escribió: “Ahora bien, estas cosas llegaron a ser nuestros ejemplos, para que nosotros no seamos personas que deseen cosas perjudiciales, tal como ellos las desearon [...] y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado”. (1 Corintios 10:6, 11.)
5 Los sucesos que tuvieron lugar en Israel y Judá sirven de ejemplo amonestador a la verdadera congregación cristiana en este tiempo del fin. También vemos paralelos y tipos que encierran vislumbres de acontecimientos futuros. (Compárese Jeremías 51:6-8 con Revelación 18:2, 4.) Por lo tanto, el ministerio profético de Jeremías y los sucesos que le sobrevinieron a Jerusalén tienen profundo significado para los testigos de Jehová hoy, especialmente con relación a su actividad en el dominio de la cristiandad, como veremos en los artículos siguientes.
Jeremías proclama con denuedo los juicios de Dios
6. ¿Qué factor hacía más difícil la asignación de Jeremías, pero qué estímulo recibió?
6 A fin de fortalecer a Jeremías para su tremenda responsabilidad, Jehová también le aseguró: “Tienes que levantarte y hablarles todo lo que yo mismo te mande. No te sobrecojas de terror alguno a causa de ellos [...] Aquí he hecho de ti hoy una ciudad fortificada [...] contra todo el país, para con los reyes de Judá, para con sus príncipes, para con sus sacerdotes y para con la gente de la tierra”. No había duda: Jeremías tendría que ser como una ciudad fortificada para encararse a los gobernantes y sacerdotes de Judá. Y no sería tarea fácil presentar un mensaje impopular y desafiador a la gente. (Jeremías 1:17, 18.)
7. ¿Por qué resistirían a Jeremías los gobernantes judíos?
7 “Y de seguro pelearán contra ti —advirtió Jehová—, pero no prevalecerán contra ti.” (Jeremías 1:19.) Pero ¿por qué querrían pelear contra este profeta los judíos y sus gobernantes? Porque su mensaje atacaba su condición de satisfechos de sí mismos y su manera formalista de adoración. Jeremías no anduvo con rodeos: “¡Mira! La mismísima palabra de Jehová ha venido a ser para ellos un oprobio, en la cual palabra no pueden deleitarse. Porque desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos, cada uno está sacando para sí ganancia injusta; y desde el profeta aun hasta el sacerdote [precisamente los que deberían haber sido guardianes de los valores morales y espirituales], cada uno está obrando falsamente”. (Jeremías 6:10, 13.)
8. ¿Cómo engañaban a la gente los sacerdotes y los profetas?
8 Es verdad que estos dirigían a la nación en ofrecer sacrificios. Observaban mecánicamente la adoración verdadera, pero no lo hacían de corazón. Para ellos, los ritos significaban más que la conducta recta. Al mismo tiempo, los líderes religiosos judíos hacían que la nación cultivara un falso sentido de seguridad mediante arrullarla con el dicho: “¡Hay paz! ¡Hay paz!”, cuando no había paz. (Jeremías 6:14; 8:11.) Sí, estaban engañando al pueblo al hacerle creer que estaba en paz con Dios. Creían que no había razón alguna para preocuparse, porque eran el pueblo salvado de Jehová, que poseía la ciudad santa y su templo. Pero ¿era así como Jehová veía la situación?
9. ¿Qué advertencia dio Jeremías a los adoradores respecto a su templo?
9 Jehová mandó a Jeremías que se pusiera de pie a plena vista del público en la puerta del templo y entregara Su mensaje a los adoradores que entraban allí. Tenía que decirles: “No cifren su confianza en palabras falaces, diciendo: ‘¡El templo de Jehová, el templo de Jehová, el templo de Jehová son ellos!’ [...] Ciertamente no será de ningún provecho en absoluto”. Los judíos andaban por vista, no por fe, mientras se jactaban de su templo. Ya habían olvidado las palabras de cautela de Jehová: “Los cielos son mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que ustedes pueden edificar para mí [...]?”. Jehová, el Señor Soberano de este vasto universo, ciertamente no estaba restringido a los confines del templo de ellos, ¡sin importar lo glorioso que fuera! (Jeremías 7:1-8; Isaías 66:1.)
10, 11. ¿En qué condición espiritual se hallaba la nación denunciada por Jeremías? b) ¿Es mejor que aquella la situación que existe en la cristiandad? (2 Timoteo 3:5.)
10 Jeremías continuó con su ardiente reprensión pública: “¿Acaso se puede hurtar, asesinar y cometer adulterio y jurar en falso y hacer humo de sacrificio a Baal y andar tras otros dioses que ustedes no habían conocido, [...] y tienen que decir: ‘Ciertamente seremos librados’, a pesar de hacer todas estas cosas detestables?”. Los judíos, como el ‘pueblo escogido’ de Dios, pensaban que él toleraría cualquier clase de conducta, con tal que siguieran llevando sacrificios al templo. Sin embargo, si lo percibían como un padre sentimental que mimaba a su hijo consentido y único, les esperaba un desagradable despertar. (Jeremías 7:9, 10; Éxodo 19:5, 6.)
11 La adoración de Judá estaba en condición tan baja a los ojos de Jehová que podía plantearse la devastadora pregunta: “¿Acaso esta casa sobre la cual se ha llamado mi nombre ha llegado a ser sencillamente una cueva de salteadores a los ojos de ustedes?”. Casi 700 años después la situación no era mejor, pues Jesús, un profeta mayor que Jeremías, empleó esas mismas palabras para condenar la explotación y el mercantilismo que se efectuaban en el templo reconstruido de su tiempo. Y la situación que existe hoy en la cristiandad no es mejor que aquella. (Jeremías 7:11; Mateo 16:14; Marcos 11:15-17.)
Se pasa por alto a los atalayas; se predice desastre
12. ¿Cómo reaccionaron los judíos a los profetas que Jehová les envió?
12 Jeremías de ninguna manera fue el primer profeta que Dios utilizó para advertir a Israel y Judá del proceder equivocado que seguían. Durante los cien años anteriores, o más, los profetas Isaías, Miqueas, Oseas y Oded habían sido enviados como atalayas para dar advertencia a la nación. (Isaías 1:1; Miqueas 1:1; Oseas 1:1; 2 Crónicas 28:6-9.) ¿Cómo había reaccionado la mayoría? “Levanté sobre ustedes atalayas: ‘¡Presten atención al sonido del cuerno!’. Pero ellos siguieron diciendo: ‘No vamos a prestar atención’”. (Jeremías 6:17; 7:13, 25, 26.) Rehusaron prestar atención a Jeremías. En vez de eso, lo persiguieron y trataron de imponerle silencio. Por lo tanto, Jehová resolvió que pagarían por su arrogancia y descreencia. (Jeremías 20:1, 2; 26:8, 11; 37:15; 38:6.)
13. ¿Sobre qué base juzgaba Dios a la nación?
13 Como reacción al rechazo de Sus mensajeros por la nación, Jehová envió un llamado, por decirlo así, a las naciones de la Tierra, diciendo: “¡Escucha, oh tierra! Aquí voy a traer calamidad sobre este pueblo como el fruto de sus pensamientos, porque no prestaron atención a mis propias palabras; y mi ley... también siguieron rechazándola”. ¿Por qué experimentaría calamidad la nación? Por sus malas acciones fundadas en sus malos pensamientos. Rechazaron las palabras y la Ley de Jehová y siguieron sus propias inclinaciones egoístas, carnales. (Jeremías 6:18, 19; Isaías 55:8, 9; 59:7.)
14. ¿Hasta qué extremos llegó la adoración falsa de ellos? (Compárese con 2 Crónicas 33:1-9.)
14 ¿Y qué estaban haciendo en Judá para atraerse la ira de Jehová? Estaban haciendo tortas de sacrificio a “la Reina del Cielo”. Estaban derramando libaciones a otros dioses deliberadamente para ofender a Jehová. Por lo tanto, Jehová pregunta: “¿Es a mí a quien perjudican? [...] A sí mismos es a quien más dañan, para vergüenza suya”. (Jeremías 7:18, 19, La Biblia al Día.) Sin embargo, sus blasfemas malas acciones se hicieron más degradadas aún... ellos colocaron ídolos repugnantes en la casa que llevaba el nombre de Jehová. Edificaron altares fuera de Jerusalén, en el valle de Hinón, “a fin de quemar a sus hijos y sus hijas en el fuego”. ¿Qué precio pagarían por todo su desdén de la adoración verdadera? (Jeremías 7:30, 31.)
Judá paga el precio
15. ¿Qué malas noticias tenía Jeremías para Judá?
15 Para aproximadamente 632 a.E.C. Asiria había caído ante los caldeos y los medos, y Egipto fue reducido a una potencia menor al sur de Judá. La verdadera amenaza a Judá vendría por la ruta de las invasiones que venían del norte. Por eso, ¡Jeremías tenía que dar malas noticias a sus semejantes judíos! “¡Mira! Viene un pueblo de la tierra del norte [...] Es un pueblo cruel, y no tendrán piedad. [...] Está dispuesto en orden de batalla como un hombre de guerra contra ti, oh hija de Sión.” La potencia mundial ascendente en aquel tiempo era Babilonia. Sería el instrumento de Dios para castigar a Judá, que no mostraba fe. (Jeremías 6:22, 23; 25:8, 9.)
16. ¿Por qué no serviría de nada el que Jeremías intercediera por la nación?
16 ¿Servía para algo el que Jeremías tratara de interceder a favor de sus coterráneos? ¿Pudiera quizás llegarse a una componenda respecto a la adoración verdadera? ¿Aceptaría Jehová lo incompleto y perdonaría a su pueblo? La postura de Jehová era clara: por lo menos en tres ocasiones dio este mandato a Jeremías: “No ores a favor de este pueblo, [...] porque no te estaré escuchando”. En el cumplimiento paralelo, esta sombría advertencia anuncia mal para la cristiandad. (Jeremías 7:16; 11:14; 14:11.)
17, 18. ¿Cómo se ejecutó finalmente el juicio de Dios contra Judá?
17 ¿Qué le sucedió al fin a Judá? Exactamente lo que Jehová había predicho mediante Jeremías. Durante el reinado del rey Jehoiaquim, Judá como nación quedó en vasallaje a la poderosa Babilonia. Tres años después Jehoiaquim se rebeló. Esta insensatez causó mayor humillación a manos de los babilonios, quienes asediaron a la ciudad de Jerusalén. Para aquel tiempo Jehoiaquim había muerto, y su hijo Joaquín había heredado el trono. El asedio babilónico culminó en la rendición de Judá, y Joaquín y toda la familia real, junto con la gente prominente de la sociedad judía, fueron desterrados a Babilonia. (2 Reyes 24:5-17.)
18 ¿Qué pasó con el templo sagrado y todos sus valiosos ornamentos santos? Ciertamente no sirvieron como talismán para Judá. Nabucodonosor “sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros de la casa del rey, y pasó a cortar en pedazos todos los utensilios de oro que Salomón el rey de Israel había hecho en el templo de Jehová”. (2 Reyes 24:13.) Con el tiempo, el rey nombrado por Babilonia, Sedequías, a quien se había dejado para que gobernara lo que quedaba en Jerusalén, también se rebeló contra sus señores. Nabucodonosor no quiso soportar más. La ciudad de Jerusalén fue sitiada de nuevo, y en 607 a.E.C. cayó ante Nebuzaradán y fue completamente destruida. (Jeremías 34:1, 21, 22; 52:5-11.)
19, 20. ¿Qué contraste hubo entre la actitud de Judá y la de Jeremías respecto a la calamidad predicha, y con qué consecuencias?
19 ¡Qué derrota calamitosa para el ‘pueblo escogido’! Pero ¡cuán claramente quedaron vindicadas las proclamaciones de juicio de Jeremías! Mientras los judíos vivían en un mundo de su propia fantasía, creyendo que no les podía venir ningún daño, Jeremías, el que para ellos siempre estaba anunciando calamidades, había sido en verdad un realista, no un soñador derrotista. (Jeremías 38:4; note que la palabra “calamidad” aparece 64 veces en el libro de Jeremías.) ¡Ciertamente había sido exacto el juicio de Jehová: “Y tienes que decirles: ‘Esta es la nación cuyo pueblo no ha obedecido la voz de Jehová su Dios, y no ha aceptado disciplina. La fidelidad ha perecido, y ha sido cortada de su boca’. Y ciertamente haré cesar de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén la voz de alborozo y la voz de regocijo, [...] porque el país llegará a ser solo un lugar devastado”! (Jeremías 7:28, 34.)
20 Así, trágicamente, los judíos orgullosos y satisfechos de sí mismos tuvieron que reconocer que el invocar a Dios y el tener una relación especial con él no había garantizado su salvación. Como la profecía dijo: “Hubo un esperar paz, pero no vino ningún bien; tiempo de curación, pero, ¡miren!, ¡terror! ¡Ha pasado la siega, se ha acabado el verano; pero en cuanto a nosotros, no hemos sido salvados!”. (Jeremías 8:15, 20.) Para Judá había llegado el tiempo de rendir cuentas. Pero al intrépido profeta Jeremías se le protegió durante toda su carrera, y se le permitió terminar su asignación. Terminó sus días en el exilio, no en Babilonia con la nación en desgracia, sino en Egipto. Por más de 65 años había proclamado denodada y fielmente los juicios de Dios.
21. ¿Qué otras preguntas nos interesan?
21 Pero ahora nos interesa saber qué aplicación tienen para nuestros tiempos la vida y el ministerio de Jeremías. ¿Quiénes son en este siglo XX un paralelo del profeta Jeremías? ¿Qué corresponde a Judá y Jerusalén? ¿Y qué paralelo hay con la amenaza que vino del norte? Los artículos siguientes examinarán esas preguntas.
¿Recuerda usted?
◻ ¿Cómo reaccionó Jeremías a su comisión, y qué respuesta le dio Jehová?
◻ ¿Por qué nos interesan los acontecimientos de los días de Jeremías?
◻ ¿Qué condición religiosa denunció Jeremías, y en qué confiaban los judíos?
◻ ¿Qué les sucedió al fin a Jerusalén y a Judá?
[Comentario en la página 12]
Jeremías proclamó con denuedo los juicios de Dios a los líderes judíos y al pueblo
[Ilustración en la página 13]
Las mujeres hacían tortas para “la Reina del Cielo”