El madrugador
DE TODOS los árboles frutales que se dan en la cuenca del Mediterráneo, el almendro es uno de los más sorprendentes. Hacia finales del mes de enero o principios de febrero, mucho antes que la mayoría de los demás árboles, despierta de su siesta invernal. ¡Y de qué manera! Se envuelve por completo con un manto de delicadas florecillas rosadas o blancas, que en cierto modo recuerdan la canicie de los ancianos. (Compárese con Eclesiastés 12:5.)
Los hebreos de la antigüedad solían llamar al almendro “el despertador”, por su temprano florecer. Jehová usó esa característica del árbol para ilustrar un mensaje importante. Le mostró a Jeremías en una visión dada al comienzo de su ministerio un brote de almendro. ¿Qué quiso decirle? Jehová explicó: “Me mantengo despierto respecto a mi palabra para ponerla por obra”. (Jeremías 1:12.)
Tal como el almendro se ‘despierta’ temprano, Jehová había estado “madrugando” figurativamente para enviar a sus profetas a advertir a su pueblo de las consecuencias de la desobediencia. (Jeremías 7:25.) Y no descansaría —‘se mantendría despierto’— hasta ver realizado su dicho profético. De modo que en el momento señalado, en el año 607 a.E.C., el castigo de Jehová le sobrevino a la nación apóstata de Judá.
La Palabra de Dios predice que le sobrevendrá un castigo semejante a aquel al inicuo sistema de cosas en que vivimos. (Salmo 37:9, 10; 2 Pedro 3:10-13.) Refiriéndose a esa acción judicial, el profeta Habacuc nos asegura: “Porque la visión es todavía para el tiempo señalado. [...] Manténte en expectación de ella; porque sin falta se realizará. No llegará tarde”. (Habacuc 2:3.) El hermoso almendro en flor nos recuerda que Jehová se mantendrá despierto respecto a su palabra para ponerla por obra.
[Reconocimiento en la página 32]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.