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“Empecé a tener visiones de Dios”La adoración pura de Jehová: ¡por fin restaurada!
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Ahora bien, Ezequiel también vio las cuatro ruedas —justo al lado de los querubines—, que al parecer se ubicaban en cuatro puntos y formaban un cuadrado enorme (lea Ezequiel 1:16-18). Las ruedas brillaban como si fueran de crisólito, una piedra preciosa de color verde amarillento que puede ser transparente o translúcida.
14 La visión de Ezequiel pone de relieve las ruedas del carro. Imagínese: ¡un trono con ruedas! ¡Qué extraña combinación! Y es que los tronos de los reyes se suelen quedar en un mismo sitio. Claro, los reyes humanos no pueden ejercer su autoridad fuera de los límites de su territorio. Pero la soberanía de Jehová es totalmente distinta a la de cualquier gobierno humano. Ezequiel comprenderá muy pronto que el poder y la soberanía de Jehová no tienen límites (Neh. 9:6). ¡Este soberano puede ejercer su autoridad literalmente en cualquier lugar!
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No obstante, lo más sorprendente de todo quizá sea la estructura de estas ruedas: “Su aspecto y su estructura eran como si hubiera una rueda dentro de otra rueda”. ¿Qué representaba esto?
16, 17. a) ¿Qué representa que cada rueda del carro vaya dentro de otra rueda? b) ¿Qué nos enseñan las ruedas del vehículo de Jehová acerca de la capacidad que tienen para maniobrar?
16 Todo parece indicar que cada rueda de la visión se componía, en realidad, de dos ruedas que formaban ángulos rectos al cruzarse por la parte central. Esto explicaría por qué funcionaban como dijo Ezequiel: “Cuando se movían, podían ir en cualquiera de las cuatro direcciones sin girar al avanzar”. ¿Qué nos enseña esto sobre el vehículo celestial que vio Ezequiel?
17 Con dimensiones tan descomunales, las ruedas recorrerían una gran distancia en una sola vuelta. Y es que la visión muestra que el vehículo se desplazaba a la velocidad del relámpago (Ezeq. 1:14). Además, estas sorprendentes ruedas que avanzan en todas direcciones revelan una capacidad extraordinaria para maniobrar, un sueño inalcanzable para cualquier ingeniero. Este vehículo cambia de dirección sin necesidad de frenar; es más, ¡ni siquiera tiene que girar!
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