Capítulo 11
Se revela el tiempo de la llegada del Mesías
1. Puesto que Jehová es el Señor del tiempo, ¿de qué podemos estar seguros?
JEHOVÁ es el Señor del tiempo. Él determina los tiempos y sazones relacionados con sus obras (Hechos 1:7). Y todos los acontecimientos que ha designado para esos tiempos y sazones suceden sin falta. Nunca fallan.
2, 3. ¿Qué profecía examinó Daniel, y qué imperio gobernaba en Babilonia en aquel tiempo?
2 Por su estudio diligente de las Escrituras, Daniel tenía fe en la facultad de Jehová de programar los sucesos y hacer que ocurran. Las profecías relativas a la devastación de Jerusalén le interesaron de un modo especial. Jeremías había puesto por escrito la revelación divina que indicaba por cuánto tiempo tendría que permanecer desolada la santa ciudad, y Daniel examinó esa profecía con detenimiento. Escribió: “En el primer año de Darío el hijo de Asuero de la descendencia de los medos, quien había sido hecho rey sobre el reino de los caldeos; en el primer año de reinar él, yo mismo, Daniel, discerní por los libros el número de los años acerca de los cuales la palabra de Jehová había ocurrido a Jeremías el profeta, para cumplir las devastaciones de Jerusalén, a saber, setenta años” (Daniel 9:1, 2; Jeremías 25:11).
3 Por ese entonces, Darío el medo gobernaba sobre “el reino de los caldeos”. La predicción que Daniel había hecho anteriormente al interpretar la escritura de la pared, había tenido un rápido cumplimiento. El Imperio babilónico ya no existía, pues en 539 a.E.C. había sido “dado a los medos y los persas” (Daniel 5:24-28, 30, 31).
EL RUEGO HUMILDE DE DANIEL A JEHOVÁ
4. a) ¿Qué se requería para obtener la liberación divina? b) ¿De qué modo se dirigió Daniel a Jehová?
4 Daniel comprendió que el plazo de 70 años de la desolación de Jerusalén estaba a punto de expirar. ¿Qué haría? Él mismo escribió: “Procedí a dirigir mi rostro hacia Jehová el Dios verdadero, para buscarlo con oración y con súplicas, con ayuno y saco y cenizas. Y empecé a orar a Jehová mi Dios y a hacer confesión” (Daniel 9:3, 4). Para obtener la misericordiosa liberación divina, se requería la debida actitud de corazón (Levítico 26:31-46; 1 Reyes 8:46-53). Se precisaba fe, un espíritu humilde y el pleno arrepentimiento de los pecados que habían llevado a los judíos al destierro y la esclavitud. Por consiguiente, Daniel intercedió ante Dios en nombre de su pueblo pecador. ¿De qué modo? Ayunando, gimiendo y vistiéndose de saco, un símbolo de arrepentimiento y sinceridad.
5. ¿Por qué pudo Daniel tener la seguridad de que los judíos regresarían a su tierra natal?
5 La profecía de Jeremías infundió esperanza a Daniel, pues indicaba que en breve los judíos regresarían a Judá, su tierra natal (Jeremías 25:12; 29:10). El hecho de que un hombre llamado Ciro ya estuviera ocupando el trono de Persia sin duda dio seguridad a Daniel de que se liberaría a su pueblo subyugado. ¿No había profetizado Isaías que Ciro desempeñaría un papel decisivo en la liberación de los judíos a fin de que reconstruyeran Jerusalén y su templo? (Isaías 44:28–45:3.) No obstante, Daniel siguió elevando súplicas a Jehová, pues ignoraba la forma precisa en que se cumplirían esas predicciones.
6. ¿Qué reconoció Daniel en su oración?
6 Daniel apeló a la misericordia y bondad amorosa de Dios. Con humildad reconoció que los judíos habían pecado al rebelarse contra los mandamientos de Jehová y desviarse de ellos, y al no escuchar a Sus profetas. Dios había sido justo al ‘dispersarlos debido a su infidelidad’. El profeta oró: “Oh Jehová, a nosotros pertenece la vergüenza de rostro, a nuestros reyes, a nuestros príncipes y a nuestros antepasados, porque hemos pecado contra ti. A Jehová nuestro Dios pertenecen las misericordias y los actos de perdón, porque nos hemos rebelado contra él. Y no hemos obedecido la voz de Jehová nuestro Dios por medio de andar en sus leyes que él colocó delante de nosotros por la mano de sus siervos los profetas. Y todos los de Israel han traspasado tu ley, y ha habido un desviarse al no obedecer tu voz, de modo que derramaste sobre nosotros la maldición y el firme juramento que está escrito en la ley de Moisés el siervo del Dios verdadero, porque hemos pecado contra Él” (Daniel 9:5-11; Éxodo 19:5-8; 24:3, 7, 8).
7. ¿Por qué puede decirse que Jehová actuó con justicia al permitir que se llevaran cautivos a los judíos?
7 Dios había advertido a los israelitas de las consecuencias de desobedecerle y olvidar el pacto que había hecho con ellos (Levítico 26:31-33; Deuteronomio 28:15; 31:17). Daniel reconoció con estas palabras que Jehová había actuado con justicia: “Procedió a ejecutar sus palabras que había hablado contra nosotros y contra nuestros jueces que nos juzgaron, y trajo sobre nosotros gran calamidad, tal que no se ha hecho bajo todos los cielos como lo que se ha hecho en Jerusalén. Tal como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad... ha venido sobre nosotros, y no hemos ablandado el rostro de Jehová nuestro Dios volviéndonos de nuestro error y mostrando perspicacia en tu apego a la verdad. Y Jehová se mantuvo alerta a la calamidad y finalmente la trajo sobre nosotros, porque Jehová nuestro Dios es justo en todas sus obras que ha hecho; y nosotros no hemos obedecido su voz” (Daniel 9:12-14).
8. ¿En qué fundamentó Daniel su solicitud a Jehová?
8 Daniel no trató de justificar los actos de su pueblo. El destierro había sido una sentencia justa y merecida, y así lo confesó sin rodeos: “Hemos pecado, hemos actuado inicuamente” (Daniel 9:15). Tampoco estaba interesado únicamente en aliviar el sufrimiento que padecían. Más bien, fundamentó su solicitud en la gloria y honra de Jehová mismo. Al perdonar a los judíos y hacer que regresaran a su tierra natal, Dios cumpliría lo que prometió mediante Jeremías y santificaría su sagrado nombre. Daniel suplicó: “Oh Jehová, según todos tus actos de justicia, por favor, vuélvase tu cólera y tu furia de contra tu ciudad Jerusalén, tu santa montaña; porque, debido a nuestros pecados y debido a los errores de nuestros antepasados, Jerusalén y tu pueblo son objeto de oprobio a todos los que están en derredor de nosotros” (Daniel 9:16).
9. a) ¿Con qué súplicas concluyó su oración Daniel? b) ¿Qué angustiaba a Daniel, y cómo mostró su respeto por el nombre de Dios?
9 Daniel pasó a decir en su ferviente plegaria: “Ahora escucha, oh nuestro Dios, la oración de tu siervo, y sus súplicas, y haz que tu rostro brille sobre tu santuario que está desolado, por causa de Jehová. Inclina tu oído, oh Dios mío, y oye. Dígnate abrir los ojos y ve nuestras condiciones de desolación y la ciudad que ha sido llamada por tu nombre; porque no según nuestros actos justos dejamos que nuestras súplicas caigan delante de ti, sino según tus muchas misericordias. Oh Jehová, sí oye. Oh Jehová, sí perdona. Oh Jehová, sí presta atención y actúa. No tardes, por causa de ti mismo, oh Dios mío, porque tu propio nombre ha sido llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Daniel 9:17-19). Si Dios no hubiera perdonado a su pueblo y lo hubiera dejado en el exilio, permitiendo así que su santa ciudad, Jerusalén, quedara desolada indefinidamente, ¿lo hubieran considerado las naciones el Soberano Universal? ¿No pudieran haber concluido que los dioses de Babilonia eran más poderosos que Jehová? El nombre de Jehová hubiera caído en descrédito, y a Daniel le angustiaba esa posibilidad. De las 19 ocasiones en las que el nombre divino, Jehová, aparece en el libro de Daniel, 18 están vinculadas a esta oración.
GABRIEL LLEGA AL INSTANTE
10. a) ¿Quién fue enviado a Daniel, y por qué? b) ¿Por qué usó Daniel el término “hombre” con referencia a Gabriel?
10 Daniel aún estaba orando cuando el ángel de Dios se le apareció y le dijo: “Oh Daniel, ahora he salido para hacerte tener perspicacia con entendimiento. Al comienzo de tus súplicas salió una palabra, y yo mismo he venido a dar informe, porque eres alguien muy deseable. Así que da consideración al asunto, y ten entendimiento en la cosa vista”. Pero ¿por qué en aquella ocasión llamó Daniel al ángel “el hombre Gabriel”? (Daniel 9:20-23). Pues bien, cuando Daniel había procurado comprender la visión anterior del macho cabrío y el carnero, se le había aparecido “alguien que era en apariencia como un hombre físicamente capacitado”. Había sido el ángel Gabriel, enviado para darle entendimiento al respecto (Daniel 8:15-17). Después de la oración de Daniel, ese mismo ángel volvió a presentársele con apariencia humana y a hablarle como un hombre lo haría.
11, 12. a) Aunque no había ningún templo ni altar de Jehová en Babilonia, ¿cómo mostraban los judíos devotos respeto por las ofrendas que la Ley prescribía? b) ¿Por qué se llamó a Daniel “alguien muy deseable”?
11 Gabriel llegó “al tiempo de la ofrenda de la dádiva de la tarde”. Los judíos desterrados en Babilonia no ofrecían sacrificios a Dios, pues el altar de Jehová había sido derruido junto con el templo de Jerusalén y ellos eran cautivos de amos paganos. Sin embargo, era propio que los judíos devotos que vivían en Babilonia alabaran y dirigieran súplicas a Jehová a las horas que la Ley mosaica prescribía para las ofrendas. Debido a su profunda devoción a Dios, se llamó a Daniel “alguien muy deseable”. Jehová, el “Oidor de la oración”, lo escuchó con agrado y al instante envió a Gabriel para contestar la oración de fe del profeta (Salmo 65:2).
12 Daniel no dejó de orar a Dios tres veces al día, ni siquiera cuando su vida estuvo en peligro por ello (Daniel 6:10, 11). No sorprende que Jehová lo considerara tan deseable. La oración y la meditación en la Palabra de Dios permitieron a Daniel entender la voluntad divina. Persistió en sus oraciones, y supo cómo acercarse debidamente a Jehová para que estas recibieran respuesta. En ellas resaltó la justicia divina (Daniel 9:7, 14, 16). Y aunque sus enemigos no habían podido encontrarle ningún defecto, Daniel fue consciente de su condición pecaminosa a los ojos de Dios y estuvo muy dispuesto a confesar sus pecados (Daniel 6:4; Romanos 3:23).
“SETENTA SEMANAS” PARA ACABAR CON EL PECADO
13, 14. a) ¿Qué importante revelación le hizo Gabriel a Daniel? b) ¿Cuánto durarían las “setenta semanas”, y cómo lo sabemos?
13 Daniel vio contestadas sus oraciones de un modo sobresaliente. Jehová no solo le aseguró que los judíos regresarían a su tierra natal, sino que también le ayudó a entender una cuestión mucho más importante: la aparición del Mesías predicho (Génesis 22:17, 18; Isaías 9:6, 7). Gabriel le informó: “Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, y para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error, y para introducir la justicia para tiempos indefinidos, y para imprimir un sello sobre visión y profeta, y para ungir el Santo de los Santos. Y debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas. Ella volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos” (Daniel 9:24, 25).
14 Estas sí que eran buenas nuevas. No solo se reedificaría Jerusalén y se restauraría la adoración a Dios en un nuevo templo, sino que “Mesías el Caudillo” se presentaría en un momento concreto. Y todo, en el transcurso de “setenta semanas”. Dado que Gabriel no hizo ninguna mención de días, se entiende que no serían semanas de siete días. De haber sido así, las “setenta semanas” solo hubieran abarcado 490 días, es decir, un año y cuatro meses; sin embargo, la predicha reconstrucción de Jerusalén “con plaza pública y foso” se prolongó por mucho más tiempo. Por tanto, se trata de semanas de años. Varias traducciones modernas apoyan la idea de que cada una de ellas dura siete años. Por ejemplo, se mencionan “setenta semanas de años” en las notas de las versiones de Scío de San Miguel y de Evaristo Martín Nieto. La Biblia de Torres Amat dice: “Se han fijado setenta semanas de años para tu pueblo y para tu santa ciudad”. La versión Bartina-Roquer ofrece la misma lectura.
15. ¿En qué tres períodos se dividirían las “setenta semanas”, y cuándo empezarían?
15 Según las palabras del ángel, las “setenta semanas” se dividirían en tres períodos: 1) “siete semanas”; 2) “sesenta y dos semanas”, y 3) una semana. Eso correspondería a 49 años, 434 años y 7 años respectivamente, que ascienden a un total de 490 años. Es de interés que la versión de Mariano Galván Rivera dice que Dios ha fijado “setenta semanas de años que hacen cuatrocientos noventa, en favor de tu pueblo y de tu santa ciudad”. Después de setenta años de destierro y sufrimiento en Babilonia, Dios favorecería a los judíos de un modo especial durante 490 años (70 años multiplicados por 7), que empezarían en el momento de “la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén”. ¿Cuándo sería eso?
COMIENZAN LAS “SETENTA SEMANAS”
16. Según el decreto de Ciro, ¿con qué propósito autorizó este la repatriación de los judíos?
16 Respecto al comienzo de las “setenta semanas”, hay tres sucesos dignos de atención. El primero tuvo lugar en el 537 a.E.C., cuando Ciro autorizó la repatriación de los judíos mediante un decreto redactado en estos términos: “Esto es lo que ha dicho Ciro el rey de Persia: ‘Todos los reinos de la tierra me los ha dado Jehová el Dios de los cielos, y él mismo me ha comisionado para que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Cualquiera que haya entre ustedes de todo su pueblo, resulte su Dios estar con él. Así, pues, que suba a Jerusalén, que está en Judá, y reedifique la casa de Jehová el Dios de Israel —él es el Dios verdadero— la cual estaba en Jerusalén. En cuanto a cualquiera que quede de todos los lugares donde esté residiendo como forastero, que los hombres de su lugar lo ayuden con plata y con oro y con bienes y con animales domésticos, junto con la ofrenda voluntaria para la casa del Dios verdadero, la cual estaba en Jerusalén’” (Esdras 1:2-4). Es patente que este decreto tenía el propósito definido de que se reconstruyera el templo —“la casa de Jehová”— en su anterior emplazamiento.
17. ¿Por qué razón viajaba Esdras a Jerusalén, según la carta que portaba?
17 El segundo suceso se produjo en el séptimo año del reinado del monarca persa Artajerjes (Artajerjes Longimano, hijo de Jerjes I). En ese año, Esdras el copista efectuó un viaje de cuatro meses desde Babilonia hasta Jerusalén. Aunque era portador de una carta especial del rey, esta no autorizaba la reconstrucción de Jerusalén. Más bien, la comisión de Esdras se limitaba a “hermosear la casa de Jehová”. Por esa razón la misiva hablaba de oro y plata, vasos sagrados y contribuciones de trigo, vino, aceite y sal en apoyo del culto que se llevaba a cabo en el templo, y también se refería a una exención de impuestos para quienes servían en él (Esdras 7:6-27).
18. ¿Qué noticias perturbaron a Nehemías, y cómo supo de ellas el rey Artajerjes?
18 El tercer incidente ocurrió trece años después, en el vigésimo año del mandato del rey persa Artajerjes. Nehemías era su copero en “Susa el castillo”. El resto de judíos que había regresado a Jerusalén desde Babilonia había reconstruido la ciudad hasta cierto grado. Pero no todo iba bien. Nehemías supo que ‘el muro de Jerusalén estaba derribado, y que sus mismísimas puertas habían sido quemadas con fuego’. Aquello lo perturbó profundamente, y la tristeza se adueñó de su corazón. Cuando el rey le preguntó por la razón de su tristeza, respondió: “¡Viva el rey mismo hasta tiempo indefinido! ¿Por qué no debe ponerse triste mi rostro cuando la ciudad, la casa de las sepulturas de mis antepasados, está devastada, y sus mismas puertas han sido comidas por el fuego?” (Nehemías 1:1-3; 2:1-3).
19. a) ¿Qué fue lo primero que hizo Nehemías cuando el rey Artajerjes lo interrogó? b) ¿Qué solicitó Nehemías, y cómo reconoció el papel que Jehová desempeñó en el asunto?
19 El relato sobre Nehemías continúa así: “A su vez el rey me dijo: ‘¿Qué es esto que tratas de conseguir?’. Al instante oré al Dios de los cielos. Después dije al rey: ‘Si al rey de veras le parece bien, y si tu siervo parece bueno ante ti, que me envíes a Judá, a la ciudad de las sepulturas de mis antepasados, para que la reedifique’”. La propuesta fue del agrado de Artajerjes, quien también accedió a la posterior solicitud de Nehemías: “Si al rey de veras le parece bien, que se me den cartas dirigidas a los gobernadores de más allá del Río [Éufrates], para que me dejen pasar hasta que llegue a Judá; también una carta dirigida a Asaf el guarda del parque que pertenece al rey, a fin de que me dé árboles para edificar con maderas las puertas del Castillo que pertenece a la casa, y para el muro de la ciudad y para la casa en que he de entrar”. Reconociendo el papel que Jehová desempeñó en el asunto, Nehemías dijo: “De modo que el rey me las dio, conforme a la buena mano de mi Dios sobre mí” (Nehemías 2:4-8).
20. a) ¿Cuándo se llevó a efecto “la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén”? b) ¿Cuándo comenzaron las “setenta semanas”, y cuándo terminaron? c) ¿Qué pruebas confirman la exactitud de las fechas de inicio y fin de las “setenta semanas”?
20 Aunque la autorización se dio en el mes de Nisán, a principios del año vigésimo del reinado de Artajerjes, “la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén” en realidad produjo sus efectos unos meses después, cuando Nehemías llegó a Jerusalén y empezó su obra de restauración. El viaje de Esdras había durado cuatro meses, pero Susa se hallaba a más de 300 kilómetros al este de Babilonia y, por tanto, aún más lejos de Jerusalén. Así pues, lo más probable es que Nehemías llegara a la ciudad hacia el final del año vigésimo del reinado de Artajerjes, en 455 a.E.C. En ese momento empezaron las predichas “setenta semanas”, que, como ascenderían a 490 años, terminarían a finales del año 36 E.C. (véase el apartado “¿Cuándo comenzó el reinado de Artajerjes?”, en la pág. 197).
SE PRESENTA “MESÍAS EL CAUDILLO”
21. a) ¿Qué habría de lograrse en las primeras “siete semanas”, y a pesar de qué circunstancias? b) ¿En qué año habría de presentarse el Mesías, y qué muestra el Evangelio de Lucas que sucedió en aquel tiempo?
21 ¿Cuántos años se tardó en reedificar Jerusalén? Pues bien, la reconstrucción habría de llevarse a cabo “en los aprietos de los tiempos”, debido a los problemas internos de los propios judíos y la oposición de los samaritanos y otros pueblos. Las obras debieron quedar terminadas, a efectos prácticos, hacia el año 406 a.E.C., al cabo de “siete semanas”, o 49 años (Daniel 9:25). A continuación vendría un período de 62 semanas, o 434 años, concluido el cual se presentaría el Mesías prometido con tanta antelación. Si contamos 483 años (49 más 434) a partir de 455 a.E.C., llegamos a 29 E.C. ¿Qué sucedió en ese año? El evangelista Lucas relata: “En el año decimoquinto del reinado de Tiberio César, cuando Poncio Pilato era gobernador de Judea, y Herodes era gobernante de distrito de Galilea [...], la declaración de Dios vino a Juan el hijo de Zacarías en el desierto. De modo que él entró en toda la comarca del Jordán, predicando bautismo en símbolo de arrepentimiento para perdón de pecados”. En ese entonces, ‘el pueblo estaba en expectación’ respecto al Mesías (Lucas 3:1-3, 15).
22. ¿Cuándo se convirtió Jesús en el Mesías predicho, y cómo?
22 Juan no era el Mesías prometido, pero dio testimonio de lo que presenció cuando Jesús de Nazaret se bautizó en el otoño del año 29 E.C.: “Vi el espíritu bajar como paloma del cielo, y permaneció sobre él. Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo’. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Juan 1:32-34). En el momento de su bautismo, Jesús llegó a ser el Ungido: el Mesías, o Cristo. Un discípulo de Juan llamado Andrés conoció poco después a Jesús ya ungido, y le dijo a Simón Pedro: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41). Por lo tanto, “Mesías el Caudillo” se presentó precisamente a tiempo: al término de las 69 semanas.
LOS SUCESOS DE LA ÚLTIMA SEMANA
23. ¿Por qué tendría que morir “Mesías el Caudillo”, y cuándo?
23 ¿Qué habría de lograrse durante la septuagésima semana? Gabriel indicó que el período de “setenta semanas” se había determinado “para poner fin a la transgresión, y para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error, y para introducir la justicia para tiempos indefinidos, y para imprimir un sello sobre visión y profeta, y para ungir el Santo de los Santos”. Para que esto se consiguiera, “Mesías el Caudillo” tendría que morir. ¿Cuándo? Gabriel dijo: “Después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. [...] Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva” (Daniel 9:26a, 27a). El momento crítico llegaría “a la mitad de la semana”, es decir, a mediados de la última semana de años.
24, 25. a) Tal como se había profetizado, ¿cuándo murió Cristo, y a qué puso fin su muerte y resurrección? b) ¿Qué se hizo posible mediante la muerte de Jesús?
24 El ministerio público de Jesucristo se inició en los últimos meses de 29 E.C. y se extendió tres años y medio. Tal como se había profetizado, Cristo fue “cortado” a principios de 33 E.C., cuando murió en un madero de tormento y de ese modo entregó su vida como rescate por la humanidad (Isaías 53:8; Mateo 20:28). Los sacrificios animales y las ofrendas de dádiva que la Ley prescribía, dejaron de ser necesarios cuando el resucitado Jesucristo presentó en los cielos a Dios el valor de su vida humana sacrificada. Aunque los sacerdotes judíos siguieron efectuando ofrendas hasta la destrucción del templo de Jerusalén, en el año 70 E.C., Dios ya no aceptaba esos sacrificios. Los había reemplazado un sacrificio mejor, uno que nunca tendría que repetirse. El apóstol Pablo escribió: “[Cristo] ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente [...]. Porque por una sola ofrenda de sacrificio él ha perfeccionado perpetuamente a los que están siendo santificados” (Hebreos 10:12, 14).
25 Aunque el pecado y la muerte siguieron afectando a la humanidad, cuando Jesús fue “cortado” al morir y resucitado para vivir en los cielos se cumplió la profecía. Aquello ‘puso fin a la transgresión, acabó con el pecado, hizo expiación por el error e introdujo la justicia’. Dios canceló así el pacto de la Ley, el cual había puesto de manifiesto que los judíos eran pecadores y los había condenado (Romanos 5:12, 19, 20; Gálatas 3:13, 19; Efesios 2:15; Colosenses 2:13, 14). A partir de ese momento podrían anularse los pecados de los transgresores arrepentidos, y se podría eximir a estos del castigo. El sacrificio propiciatorio del Mesías hizo posible que quienes ejercieran fe se reconciliaran con Dios y pudieran abrigar la esperanza de recibir la dádiva divina de la “vida eterna por Cristo Jesús” (Romanos 3:21-26; 6:22, 23; 1 Juan 2:1, 2).
26. a) Aunque Jehová abolió el pacto de la Ley, ¿qué otro pacto ‘se mantuvo en vigor por una semana’? b) ¿Qué ocurrió al final de la septuagésima semana?
26 Por lo tanto, Jehová abolió el pacto de la Ley en 33 E.C., por medio de la muerte de Cristo. ¿Por qué se dijo, entonces, que el Mesías “[mantendría] el pacto en vigor para los muchos por una semana”? Porque mantuvo en vigor el pacto abrahámico. Hasta el final de la septuagésima semana, Dios siguió concediendo las bendiciones de ese pacto a la prole hebrea de Abrahán. Pero cuando concluyeron las “setenta semanas” de años en 36 E.C., el apóstol Pedro predicó a un italiano devoto llamado Cornelio, a la casa de este y a otros gentiles. A partir de aquel día, las buenas nuevas empezaron a declararse a la gente de las naciones (Hechos 3:25, 26; 10:1-48; Gálatas 3:8, 9, 14).
27. ¿Qué “Santo de los Santos” se ungió, y cómo?
27 La profecía también predijo que se ungiría “el Santo de los Santos”. Con este nombre no se aludió al Santísimo, la cámara más recóndita del templo de Jerusalén. La expresión “Santo de los Santos” se refiere en este contexto al santuario celestial de Dios, donde Jesús presentó a su Padre el valor de su sacrificio humano. Su bautismo, que tuvo lugar en 29 E.C., había ungido, o apartado para un propósito especial, dicha realidad celeste, de índole espiritual, que fue representada por el Santísimo del tabernáculo terrestre y del templo posterior (Hebreos 9:11, 12).
DIOS AVALA LA PROFECÍA
28. ¿Qué significa que se ‘imprimiría un sello sobre visión y profeta’?
28 La profecía mesiánica que el ángel Gabriel pronunció también indicó que se ‘imprimiría un sello sobre visión y profeta’. Esta expresión significa que cuanto se predijo respecto al Mesías —lo que logró con su sacrificio, resurrección y presentación en el cielo, así como todos los demás sucesos que ocurrieron durante la septuagésima semana— se marcaría con el sello del aval divino, se demostraría veraz y fidedigno. Sería una visión sellada, limitada al Mesías, pues se cumpliría en él y en lo que Dios lograría mediante él. Solo vinculando la visión al predicho Mesías se llega a su interpretación correcta. Ninguna otra clave permite descifrar su significado.
29. ¿Qué le habría de ocurrir a la Jerusalén reconstruida, y a consecuencia de qué?
29 Aunque Gabriel había profetizado la reconstrucción de Jerusalén, luego predijo la destrucción de aquella ciudad reedificada y de su templo: “A la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones. [...] Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado” (Daniel 9:26b, 27b). Aunque esta desolación habría de ocurrir después de las “setenta semanas”, sería la consecuencia directa de los acontecimientos de la última “semana”, en la que los judíos rechazaron a Cristo e hicieron que le dieran muerte (Mateo 23:37, 38).
30. ¿Cómo atestigua la historia el cumplimiento del decreto del Señor del tiempo?
30 La historia muestra que en el año 66 E.C. las legiones romanas a las órdenes de Cestio Galo, gobernador de Siria, rodearon Jerusalén. Pese a la resistencia que opusieron los judíos, las fuerzas romanas, portando sus enseñas o estandartes idolátricos, penetraron en la ciudad y comenzaron a socavar el muro norte del templo. Su presencia en ese lugar las convirtió en una “cosa repugnante”, capaz de causar una desolación total (Mateo 24:15, 16). En 70 E.C., los romanos comandados por el general Tito llegaron como una “inundación” y desolaron la ciudad y su templo. Nada pudo detenerlos, pues era Dios quien había decretado, o “decidido”, aquella destrucción. El Señor del tiempo, Jehová, había vuelto a cumplir su palabra.
¿QUÉ HA APRENDIDO?
• ¿Qué súplicas elevó Daniel a Jehová cuando los 70 años de la desolación de Jerusalén estaban llegando a su fin?
• ¿Cuánto duraron las “setenta semanas”, y cuándo empezaron y terminaron?
• ¿Cuándo se presentó “Mesías el Caudillo”, y en qué momento crítico fue “cortado”?
• ¿Qué pacto se mantuvo “en vigor para los muchos por una semana”?
• ¿Qué sucedió después de las “setenta semanas”?
[Ilustración y apartado de la página 197]
¿Cuándo comenzó el reinado de Artajerjes?
EL AÑO del ascenso al trono del rey persa Artajerjes es una cuestión debatida por los historiadores. Algunos sostienen que su reinado se inició en el año 465 a.E.C., debido a que su padre, Jerjes, subió al trono en 486 a.E.C. y murió en el vigésimo primer año de su mandato. No obstante, existen pruebas convincentes de que Artajerjes accedió al trono en 475 a.E.C. y de que su primer año reinante comenzó en 474 a.E.C.
Inscripciones y esculturas desenterradas en Persépolis, la antigua capital persa, indican que Jerjes y su padre, Darío I, fueron corregentes durante algún tiempo. Si esta corregencia duró diez años y Jerjes gobernó durante once años tras la muerte de Darío, acaecida en 486 a.E.C., entonces el primer año del reinado de Artajerjes sería el 474 a.E.C.
Una segunda línea argumental es la relativa al general ateniense Temístocles, que derrotó a las fuerzas de Jerjes en el año 480 a.E.C. y que posteriormente perdió el favor de los griegos y fue acusado de traición. Temístocles huyó y buscó asilo en la corte persa, donde se le dispensó una buena acogida. Según el historiador griego Tucídides, este hecho ocurrió cuando Artajerjes “reinaba desde hacía poco”. Otro cronista griego, Diodoro Sículo, fija la muerte de Temístocles en el año 471 a.E.C. Puesto que este solicitó un plazo de un año antes de comparecer ante el rey Artajerjes a fin de aprender el persa, tuvo que llegar a Asia Menor a más tardar en el año 473 a.E.C., fecha que Jerónimo confirma en su versión de la Crónica de Eusebio. En vista de que Artajerjes “reinaba desde hacía poco” cuando Temístocles llegó a Asia (en el año 473 a.E.C.), el erudito alemán Ernst Hengstenberg afirma en su obra Christology of the Old Testament que el reinado de Artajerjes comenzó en 474 a.E.C., y otras fuentes coinciden en ese dato. Dicho erudito añade: “El año vigésimo de Artajerjes es el año 455 antes de Cristo”.
[Ilustración]
Busto de Temístocles
[Tabla de las páginas 188 y 189]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
“SETENTA SEMANAS”
455 a.E.C. 406 a.E.C. 29 E.C. 33 E.C. 36 E.C.
“La palabra de Jerusalén Se presenta El Mesías Fin de las
restaurar [...] reconstruida el Mesías es cortado “setenta
Jerusalén” semanas”
7 semanas 62 semanas 1 semanas
49 años 434 años 7 años
[Ilustración a toda plana de la página 180]
[Ilustración a toda plana de la página 193]