CAPÍTULO 39
Jesús condena a la gente de su tiempo por su indiferencia
REPRENDE A CIERTAS CIUDADES
OFRECE ALIVIO Y CONSUELO
Jesús tiene en alta estima a Juan el Bautista, pero ¿qué opina de él la mayoría de la gente? Jesús dice sobre la generación de su tiempo: “Es como los niños que están sentados en las plazas de mercado y les gritan a sus compañeros de juegos: ‘Les tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; les cantamos canciones de duelo, pero ustedes no se golpearon el pecho de tristeza’” (Mateo 11:16, 17).
¿Qué quiere decir Jesús? Él explica: “Llegó Juan sin comer ni beber y la gente dice: ‘Tiene un demonio’. Y llegó el Hijo del Hombre, que sí come y bebe, y la gente dice: ‘¡Miren! Un glotón y un bebedor de vino, que es amigo de cobradores de impuestos y pecadores’” (Mateo 11:18, 19). Por un lado, Juan lleva una vida sencilla y no bebe vino porque es nazareo, pero la gente dice que está endemoniado (Números 6:2, 3; Lucas 1:15). Y, por otro lado, Jesús vive como los demás hombres, come y bebe con moderación, pero lo acusan de hacerlo en exceso. Parece imposible agradar a la gente.
Por esta razón, Jesús compara esa generación con niños que están en las plazas de mercado y no quieren bailar cuando otros tocan la flauta ni ponerse tristes cuando los demás están de duelo. Él dice: “En cualquier caso, la sabiduría queda demostrada por sus resultados” (Mateo 11:16, 19). En efecto, los “resultados”, es decir, las acciones de Juan y Jesús, demuestran que las acusaciones contra ellos son falsas.
Después de hablar de la indiferencia de esa generación, Jesús reprende a las ciudades de Corazín, Betsaida y Capernaúm, donde ha hecho milagros asombrosos. Dice que, si hubiera realizado esas obras en las ciudades fenicias de Tiro y Sidón, los habitantes de esos lugares se habrían arrepentido. Es interesante que Jesús incluya a Capernaúm, la ciudad donde ha vivido por un tiempo. Incluso allí la mayoría de la gente no ha aceptado su mensaje. Por eso, refiriéndose a esa ciudad, declara: “El Día del Juicio le será más soportable a la tierra de Sodoma que a ti” (Mateo 11:24).
Entonces, Jesús alaba a su Padre porque esconde de “los intelectuales y sabios” las preciosas verdades espirituales, pero las revela a los que son humildes como niños pequeños (Mateo 11:25). A estos, Jesús les hace una afectuosa invitación: “Vengan a mí, todos ustedes, que trabajan duro y están sobrecargados, y yo los aliviaré. Pónganse bajo mi yugo y aprendan de mí, porque soy apacible y humilde de corazón. Conmigo encontrarán alivio. Porque mi yugo es fácil de llevar y mi carga pesa poco” (Mateo 11:28-30).
Los líderes religiosos han sobrecargado a la gente con tradiciones que la esclavizan. Por ejemplo, han puesto reglas demasiado estrictas sobre lo que se puede hacer en sábado. Sin embargo, Jesús los alivia enseñándoles la verdad sobre Dios libre de todas esas tradiciones. Además, consuela a los que se sienten oprimidos por las autoridades políticas y a los que se sienten mal por los pecados que han cometido. Les explica lo que tienen que hacer para que sus pecados sean perdonados y puedan estar en paz con Dios.
Quienes aceptan el yugo de Jesús, que es fácil de llevar, pueden dedicar su vida a nuestro compasivo Padre celestial y servirle. Algo que no es muy difícil, pues los mandamientos de Dios “no son una carga” (1 Juan 5:3).