Los terremotos: angustia sobre angustia
“ERA horrible. Estábamos perdidos. Era como un océano, un océano en que todo se movía.”
Eso fue lo que dijo un sobreviviente de uno de los más mortíferos terremotos que se haya registrado. Este devastador temblor de tierra azotó a China en 1976, destruyendo la ciudad de Tangshan y matando a unas 800.000 personas. Asombrosamente, este sobreviviente luchó descalzo para liberarse de entre los escombros de un hotel que, junto con 52 kilómetros cuadrados (20 millas cuadradas) de paisaje urbano, se había desplomado.
Tales cataclismos han afectado a más personas en nuestros tiempos que en cualquier otro siglo de que hay registro de ellos, y esto ha despertado interés mundial en los terremotos. Millones de personas han sufrido lesiones y pérdidas, y otros millones han perdido la vida. Los mayores temblores aparecen en los titulares de los periódicos por todo el mundo. El temblor de 1985 que mató a más de 9.000 personas en la ciudad de México estremeció emocionalmente al mundo, y movió a muchas naciones a enviar ayuda sin demora a la ciudad.
La investigación científica sobre los terremotos se ha intensificado por medio de la tecnología moderna. Por lo general, la magnitud de los terremotos se mide mediante la escala de Richter, en la que valores mayores indican que se ha liberado mayor energía. Pero si usted se hallara en medio de un terremoto, ¿cree usted que estaría preguntándose que si cuál es la magnitud de este según la escala de Richter? No es muy probable. Usted estaría preocupado por salvarse. El tener conocimiento de la magnitud del terremoto en la escala de Richter no cambiaría su experiencia personal.
Los terremotos en la profecía bíblica
En una profecía que tiene muchos rasgos, Jesucristo incluyó los terremotos al decir: “Habrá [...] terremotos en un lugar tras otro”. También predijo: “Habrá grandes terremotos”. La importancia de estos yacía en su relación con los otros rasgos de la profecía que hablaban sobre una generación marcada por una combinación única de guerras, hambre, pestes, desafuero, temor y angustia mundial. El cumplimiento de esta constituiría “la señal” de la entronización de Jesús como Rey del Reino de Dios y marcaría la entrada de este sistema mundial en sus últimos días. “La señal”, que incluye los terremotos, ha sido evidente desde 1914. (Mateo 24:3, 7-12; Lucas 21:11, 25, 26, 31, 32.)
Muchos sismólogos creen que los terremotos no son mayores ni más frecuentes en la actualidad de lo que lo eran en el pasado. Por otro lado, otros concluyen que nuestra generación ha experimentado terremotos con mayor frecuencia que las generaciones pasadas. Según los registros disponibles, el siglo XX sí eclipsa significativamente los siglos anteriores en lo relacionado con actividad sísmica. En las publicaciones de la Sociedad Watch Tower repetidas veces se ha llamado la atención a esto, subrayando el significado bíblico de los terremotos que han ocurrido desde 1914a.
Sin embargo, los registros de los terremotos de antes de 1914 son incompletos. Las generaciones anteriores tampoco tenían los instrumentos científicos para medirlos, y que permitieran comparar de manera confiable la magnitud de terremotos anteriores con los actuales. ¿Significa esto que no podemos reconocer el cumplimiento de la profecía de Jesús?
No, de ninguna manera. Jesús evidentemente previó que la historia no registraría todos los temblores de antes de 1914 y que las generaciones anteriores no tendrían sismógrafos exactos, tal como previó otras circunstancias respecto a nuestro tiempo. Por consiguiente, él no dio la profecía de manera que se requirieran registros de terremotos de siglos anteriores ni sismógrafos para indicar el cumplimiento de ella. Jesús no dijo que la cantidad de terremotos en “los últimos días” sería X veces mayor que la cantidad durante algún período anterior, ni declaró que veríamos los mayores terremotos de toda la historia. (2 Timoteo 3:1.) Él no habló como sismólogo.
Jesús se concentró en la experiencia humana. Los terremotos habrían de ser parte del “principio de dolores de angustia”. (Mateo 24:8.) La angustia no se mide con instrumentos. El sufrimiento que las personas experimentan es la medida fundamental de una calamidad, incluso un terremoto. Para que la profecía de Jesús se cumpliera, la angustia causada por los terremotos tendría que ser muy evidente. Así, el reconocimiento de este rasgo de la profecía, los terremotos, no depende de que el hombre lleve registros complicados ni de mediciones científicas de la energía liberada en los terremotos. Hoy día los informes de terremotos describen gráficamente el grado de la angustia humana causada por tal actividad sísmica.
Por qué ha aumentado la angustia debido a los terremotos
Parece que Jesús sabía que la población mundial “explotaría” y que las prácticas del hombre estarían al borde de ‘arruinar la tierra’. (Revelación 11:18.) De hecho, la población mundial casi se ha triplicado desde 1914. En siglos anteriores, un terremoto de determinada magnitud usualmente afectaba a menos personas de las que afectaría en la actualidad.
Considere el caso de Tangshan. Esta era meramente una aldea hasta los años setenta del siglo pasado. Si el terremoto de 1976 hubiera ocurrido en aquel entonces, la cantidad de muertes no habría excedido la pequeña cantidad de habitantes. En 1879 comenzó el desarrollo industrial. Para los años setenta del siglo actual la población de Tangshan había aumentado a más de un millón, lo cual preparó la escena para el grave desastre de 1976.
Además, las comparaciones que se basan sencillamente en la escala de Richter pueden ser engañosas. Por ejemplo, el terremoto de 1964 en Alaska mató a 115 personas y registró 8,5 en la escala de Richter. El temblor de Tangshan fue de menor grado, 8,2. ¿Cuál realmente fue más violento? Si se mide por la cantidad de víctimas más bien que por la escala de Richter, el terremoto de Tangshan claramente fue peor, el más devastador del siglo XX. Los instrumentos no pueden medir la magnitud de la angustia humana.
Alivio de toda angustia
Exactamente como predijo Jesús, la experiencia de la humanidad desde 1914 ha sido una de “dolores de angustia”, en parte causados por los terremotos. Él mostró el significado de esto al decir: “Cuando vean suceder estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca. En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo sin que todas las cosas sucedan”. ¿Qué significaría eso para los discípulos de Jesús? “Al comenzar a suceder estas cosas —dijo él—, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.” (Lucas 21:28, 31, 32.)
Ya pronto la angustia, incluso la causada por los terremotos, no atormentará a la humanidad. Bajo el Reino de Dios, se limpiará toda lágrima de tristeza para siempre. Esta es la esperanza que hay ante las personas de esta generación. Esta puede ser la esperanza de usted si responde al cumplimiento de otro rasgo de la profecía de Jesús, al mensaje que los testigos de Jehová están anunciando por todo el mundo, a saber: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14; Revelación 21:3, 4.)
[Nota a pie de página]
a Véase “Los terremotos... ¿señal del fin?” en La Atalaya del 1 de septiembre de 1983.