La demografía, la Biblia y el futuro
DE NUESTRO CORRESPONSAL EN SUECIA
LA FAMILIA humana ha pasado de contar con 1.650 millones a principios del siglo XX a la asombrosa cifra de 6.000 millones a finales del mismo siglo. ¿Continuará creciendo a este vertiginoso ritmo la población mundial? ¿Será testigo este milenio de una explosión demográfica? A los analistas que se ocupan de estas complicadas cuestiones se les denomina demógrafos, y a su campo de estudio, demografía.
El Diccionario Enciclopédico Santillana define demografía como el “estudio de la población humana en sus diversos aspectos, como es su número, distribución sobre el espacio, crecimiento, reparto por edades, sexo, movimientos migratorios, etc.”. Los especialistas analizan tres factores que tienen un acusado efecto en la población: la natalidad (número de nacimientos), la mortalidad (número de defunciones) y la migración (desplazamiento de personas de un país a otro para establecerse en él).
La demografía histórica analiza el crecimiento y la fluctuación de la población en el pasado. Gracias a un meticuloso estudio de obras escritas, ruinas, esqueletos y otros objetos, los especialistas reúnen toda la información posible acerca de civilizaciones antiguas. Este tipo de ciencia combina las conjeturas con los datos reunidos. El Atlas of World Population History reconoce: “Las hipótesis del demógrafo histórico no pueden corroborarse con la tecnología actual, por lo cual resulta imposible considerarlas fiables, desde el punto de vista estadístico”. Con todo, a los estudiantes de la Biblia les interesan tales estimaciones, pues a menudo armonizan con los relatos bíblicos.
El crecimiento de la población tras el Diluvio
Según la Biblia, tan solo ocho seres humanos sobrevivieron al Diluvio de los días de Noé. Ahora bien, ciertos demógrafos creen que, mil cuatrocientos años después, la población de la Tierra llegó a los 50.000.000. ¿Resulta inverosímil semejante aumento?
Ante todo ha de decirse que la cifra de 50.000.000 no es más que un cálculo aproximado. Sin embargo, es interesante tener en cuenta lo que la Biblia indica en Génesis 9:1: “Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra’”. Más adelante, en los capítulos 10 y 11, aparece una lista de 70 familias descendientes de Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé. Si seguimos leyendo, nos encontramos con una genealogía que va desde Sem hasta Abrahán, en la que se indica que aquellos hombres llegaron “a ser padre[s] de hijos e hijas”. Debió de ser una época de elevada natalidad, en concordancia con la instrucción divina de “llen[ar] la tierra”.
¿Qué podemos decir de la tasa de mortalidad? Los mismos capítulos de Génesis hacen referencia a la extrema longevidad de las personas durante los primeros siglos que siguieron al Diluvio.a Cuando coinciden una elevada natalidad y una baja mortalidad, el resultado es un rápido crecimiento demográfico.
La estancia de los israelitas en Egipto
Algunos investigadores ven con escepticismo el relato bíblico sobre el rápido incremento de los israelitas mientras vivieron en la tierra de Egipto. Las Escrituras indican que, sin contar a las esposas de los hijos de Jacob, “todas las almas de la casa de Jacob que entraron en Egipto fueron setenta” (Génesis 46:26, 27). Sin embargo, cuando partieron de Egipto doscientos quince años después, los israelitas sumaban la sorprendente cifra de “seiscientos mil hombres físicamente capacitados a pie, además de pequeñuelos” (Éxodo 12:37). Si a esta cantidad le añadimos mujeres y niños, la cuenta podría ascender a 3.000.000 de israelitas. ¿Es tal incremento posible?
A fin de responder a esta pregunta, examinemos con cuidado lo que la Biblia dice acerca de la multiplicación de los israelitas en Egipto: “Los hijos de Israel se hicieron fructíferos y empezaron a pulular; y siguieron multiplicándose y haciéndose más poderosos a muy extraordinaria proporción, de modo que el país llegó a estar lleno de ellos”. El desarrollo de la población israelita en aquella época fue excepcional (Éxodo 1:7).
No deja de ser interesante que algunas naciones de la actualidad, como Kenia durante la década de los ochenta, han experimentado un incremento similar. Sin embargo, lo que singularizó el aumento de los israelitas fue que el crecimiento se mantuvo durante un espacio de tiempo prolongado.
La misma Biblia suministra otra razón que explica el rápido incremento de la población israelita: no les faltó qué comer durante su estancia en Egipto. Obviamente, cuando el hambre azota, mueren muchos jóvenes, por lo que se reduce la natalidad durante ese período. Sin embargo, las Escrituras informan que los israelitas disponían de mucha comida. Cuando la familia de José se mudó a Egipto, Faraón le dijo a José: “En lo mejor de la tierra haz morar a tu padre y a tus hermanos. Que moren en la tierra de Gosén” (Génesis 47:6). Aun después de convertirse en esclavos de los egipcios, parece que contaban con suficiente alimento. De hecho, una vez libres, los israelitas extrañaban el pan, el pescado, los pepinos, las sandías, los puerros, las cebollas, el ajo y las ollas de carne que comían durante su cautividad (Éxodo 16:3; Números 11:5).
En el siglo primero de nuestra era
La demografía también puede facilitar nuestra comprensión de las Escrituras Griegas Cristianas. Al leer, por ejemplo, el mandato que Jesús dio a sus seguidores de “ha[cer] discípulos de gente de todas las naciones”, tal vez nos interese conocer la amplitud de esta comisión de predicar (Mateo 28:19). ¿Con cuántos habitantes contaba el Imperio romano en el siglo primero? Algunos calculan que su población oscilaba entre los 50.000.000 y los 60.000.000. De ser así, los primeros evangelizadores cristianos tenían una gran labor por delante.
Si seguimos leyendo las Escrituras Griegas Cristianas, vemos que el apóstol Pedro visitó la distante Babilonia para predicar las buenas nuevas (1 Pedro 5:13). ¿Por qué esta ciudad? Resulta muy esclarecedor el siguiente comentario de The New Encyclopædia Britannica: “Las principales comunidades hebreas fuera de Palestina se encontraban en Siria, Asia Menor, Babilonia y Egipto, cada una de las cuales estaba formada como mínimo por un millón de personas”. Puesto que a Pedro se le encomendó predicar en particular a los judíos, era de esperar que viajara a un enclave del judaísmo como Babilonia (Gálatas 2:9). Y en vista de la numerosa comunidad hebrea que allí residía, no parecía probable que se le acabara enseguida el territorio.
¿Qué nos depara el futuro?
Como ya hemos visto, a los demógrafos les interesan ciertos detalles del pasado de la humanidad. ¿Qué prevén para el futuro? Pues bien, se plantean grandes interrogantes. ¿Se producirá una explosión demográfica en este milenio? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Debido a la disminución de la natalidad en algunos países, se predice una estabilización de la población mundial.
No obstante, no todos los expertos comparten esta opinión. La publicación Population Today declara: “Hoy día coexisten dos modelos de crecimiento demográfico diferentes: los países cuya tasa de fertilidad es igual o inferior a dos hijos por pareja, y aquellos que la superan. El modelo con un promedio de dos hijos o menos incluye a Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón y unas cuantas naciones con un acelerado desarrollo industrial [...]. En cambio, el ‘modelo de rápido crecimiento’ lo integran la mayor parte de los países de África, Asia y América Latina, donde la tasa de fertilidad sobrepasa los dos hijos por pareja. En estos países, que albergan a más de la mitad de la población mundial, cada mujer tiene cuatro hijos como promedio”.
Así pues, mientras que en algunas naciones el crecimiento de la población ha disminuido, en otras ha aumentado o se mantiene constante. La publicación antes citada resume las perspectivas futuras como sigue: “En la mayoría de los países en vías de desarrollo, el acelerado crecimiento de la población no ha llegado a su término. El fin real, y no hipotético, de la ‘explosión demográfica’ mundial depende de la cuantía y la rapidez de las inversiones en programas para la reducción de la mortalidad infantil, la educación de las mujeres y la planificación familiar”.
¿Superará la Tierra ampliamente sus actuales 6.000 millones de habitantes? El tiempo lo dirá. No obstante, lo que sí sabemos con certeza es que Dios se propone llenar la Tierra, no superpoblarla (Génesis 1:28). Por lo tanto, tenemos sobradas razones para confiar en que su propósito se logrará bajo el Reino de Dios (Isaías 55:10, 11).
[Nota]
a Más adelante, la esperanza de vida disminuyó a 70 u 80 años, como señaló Moisés en el año 1500 antes de nuestra era (Salmo 90:10).
[Ilustración de la página 12]
Los sobrevivientes del Diluvio dieron origen a una población mundial que hoy día supera los 6.000 millones
[Ilustración de la página 13]
El pequeño número de israelitas que se mudó a Egipto se convirtió en unos 3.000.000 en doscientos quince años