El punto de vista bíblico
¿Existe realmente el Diablo?
¿LE DABA miedo la oscuridad cuando era pequeño? Quizás se imaginaba que debajo de la cama había un monstruo al acecho para arrebatarle de sus padres. Ahora que es un adulto capaz de leer información basada en hechos y de pensar con más racionalidad, sus temores de la infancia le parecen absurdos. “Así pues —dicen algunos críticos—, ¿por qué no ir un poco más allá y considerar al Diablo del mismo modo, es decir, no más real que un monstruo en la imaginación de un niño?”
¿Que no existe el Diablo? Eso es exactamente lo que cierto folleto religioso le asegura: “La Biblia no dice nada de tal monstruo del mal” y “los términos Diablo y Satanás corresponden a los [...] principios del pecado y la iniquidad, inherentes a la naturaleza humana”. O como lo expresó un maestro de escuela dominical de Estados Unidos: “Los hombres son los únicos diablos”. ¿Le parecen estas ideas ingenuas, o incluso quizás demasiado ingenuas?
La explicación de la conducta humana
Si los humanos somos los únicos diablos, ¿por qué casi todos nos preocupamos por el bienestar de nuestra familia? Por ejemplo, la mayoría de las personas proveen alimento a sus respectivas familias, no se envenenan a sí mismas deliberadamente y procuran no poner sus vidas en peligro. Eso no tiene nada de demoniaco. Sin embargo, cuando estas mismas personas actúan conjuntamente como naciones, algo les hace perder de vista el bienestar colectivo, pues dejan que se pudran los excedentes de comida en lugar de alimentar a sus poblaciones hambrientas, contaminan el medio ambiente y se arman para aniquilarse mutuamente en una guerra nuclear. ¡Qué comportamiento autodestructivo tan extraño!
¿Hay alguna influencia que explique este comportamiento ciego del hombre? ¿Quizás la mentalidad de las masas o tal vez unos cuantos líderes irracionales? Tiene que haber algo más implicado. Solo la Biblia identifica a alguien que “ha cegado las mentes” de un incrédulo “sistema de cosas” mundial. ¿Quién es? “El que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada.” Él manipula a la humanidad organizada con tanto éxito que la Biblia lo llama “el dios” de este sistema mundial. (2 Corintios 4:4; Revelación 12:9.)
Este “dios” no es ningún fantasma que se esconde debajo de la cama, sino un poderoso estratega político, una criatura espiritual invisible, que ofreció a Jesús todos los reinos del mundo en un intento fallido de conseguir su apoyo. (Lucas 4:6, 7.) Por lo visto, Satanás ya había otorgado poder similar a otros antes de ofrecérselo a Jesús, pues el libro bíblico de Daniel revela que ángeles rebeldes, en calidad de auxiliares, habían aceptado autoridad sobre imperios mundiales, recibiendo títulos oficiales como “príncipe de Persia” y “príncipe de Grecia”. (Daniel 10:20, 21.)
Así pues, Satanás, como “gobernante del mundo [visible]” y también “gobernante de los demonios [invisibles]”, ha montado una enorme organización. (Juan 14:30; 16:11; Mateo 12:24.) Discernir que el Diablo dirige una organización mundial explica muchas cosas.
Por qué dirige una organización
Tal como un jefe del crimen organizado podría supervisar muchas operaciones ilegales —drogas, prostitución, robo, juego, contrabando, etcétera— sin darse a conocer personalmente a todos sus subordinados, Satanás utiliza una organización para controlar a muchas más personas de las que podría por sí solo. ¿Cuál es su estrategia? Además de acosar a las personas como individuos, él y los demonios tratan a las masas de gente como si fueran ganado. No hace falta conducirlos uno a uno, sino que basta con hacer girar a unos cuantos que vayan a la cabeza de la manada para que la mayoría les sigan, y luego concentrarse en los descarriados.
Sí, el Diablo es un ser muy real, pero su verdadera identidad no se parece en nada a las caricaturas que hacen de él o a las confusas teorías de los teólogos. ¿Confusas? Sí, como señala el libro Satan, A Portrait (Un retrato de Satanás): “La creencia en Satanás perdió fuerza” en el siglo XIX, y los teólogos “se esforzaron por definirlo como algo diferente de una persona espiritual”.
¿Quién dice la verdad sobre el Diablo?
La tendencia de las religiones modernas en dudar de lo que la Biblia dice sobre el Diablo complace a una sociedad materialista que hasta duda de la existencia de Dios. “Hoy —dice Ruth Ansher en su libro The Reality of the Devil (La realidad del Diablo)—, el Diablo ha desaparecido y [...] Dios no figura en el cuadro.”
Al poner en duda la enseñanza bíblica, los teólogos modernos han pasado por alto el único hecho que permite ver a la historia en su debida perspectiva. Como admitió el dramaturgo rumano Eugène Ionesco: “La historia carecería de sentido si excluyéramos el elemento demoniaco”. (Welt am Sonntag, 2 de septiembre de 1979.)
¿Hay alguien que tenga el valor de defender la verdad en cuanto al papel del Diablo en la presente crisis mundial? Por supuesto que sí. Considere la “Declaración en Contra de Satanás y de Adhesión a Jehová” adoptada por unanimidad en una asamblea en 1928, y por la cual los testigos de Jehová se comprometían a proclamar como un grito de guerra contra el enemigo del hombre, Satanás, que la venidera gran batalla de Armagedón pronto le detendrá a él y a su malvada organización.
Ciertamente, la historia revela que el Diablo es un enemigo real para cada uno de nosotros, pero es evidente que Jehová Dios no nos ha dejado solos. ¿Por qué no profundizar en esta cuestión? Vale la pena conocer a nuestro enemigo, “para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios”. (2 Corintios 2:11.)
[Comentario en la página 13]
“Hoy el Diablo ha desaparecido y [...] Dios no figura en el cuadro.”
[Ilustración en la página 12]
El verdadero Diablo no se parece en nada a las caricaturas que hacen de él o a las confusas teorías de los teólogos
[Reconocimiento]
Gustavo Doré